martes, 21 de octubre de 2025

 AREA MUSEO

Museo de Bellas Artes.

Edificio

El antiguo convento de la Merced, actual sede del Museo de Bellas Artes de Sevilla, presenta una planta irregular organizada en torno a varios claustros, articulados por una majestuosa escalera imperial. Los tres principales —el Claustro Grande, el de los Bojes y el del Aljibe— estructuran el conjunto, en torno a los cuales se distribuyen las dependencias más importantes del edificio, hoy transformadas en salas expositivas. La iglesia, situada en uno de los extremos, completa este núcleo monumental.

Portada principal y plaza del Museo

La portada original del convento se encuentra en la calle Cepeda y responde al estilo manierista. Está compuesta por un vano rectangular flanqueado por columnas adosadas, entablamento y un frontón partido con pináculos en los extremos. En el centro, una hornacina alberga la imagen de san Fernando, con espada y orbe, coronada por un segundo frontón curvo.

Portada de la calle Cepeda

Hornacina con la imagen de san Fernando

Detalle de san Fernando

La fachada principal del museo se abre a la actual plaza del Museo, presidida por la escultura de Bartolomé Esteban Murillo, obra de Sabino de Medina realizada en 1864.

Esta plaza se trazó en 1846 sobre parte del antiguo compás conventual, tras la demolición del noviciado, y formó parte de la primera gran reforma del conjunto, dirigida por Balbino Marrón en la década de 1850. Sin embargo, su aspecto actual se debe a la intervención historicista neobarroca de Alberto Balbontín de Orta y Antonio Delgado Roig, que en los años cuarenta del siglo XX eliminaron el carácter neoclásico del edificio y trasladaron la portada occidental de la iglesia a su emplazamiento actual.

Imagen antigua

Fachada a la plaza del Museo

Esquina con la Capilla de la Hermandad del Museo

El acceso al museo se realiza a través de la portada primitiva del convento, atribuida a fray Antonio de la Concepción o Lorenzo Fernández Iglesias, y ejecutada en 1729 por el maestro cantero Miguel de Quintana y fray Francisco Bartolomé de Roxas, en mármol y piedra.

Consta de dos cuerpos, separados por una amplia cornisa. El inferior, con un arco de medio punto entre columnas pareadas de orden compuesto y fustes decorados con motivos vegetales sobre altos pedestales. El superior, con una hornacina central enmarcada por columnas salomónicas que alberga las esculturas de la Virgen de la Merced y dos figuras arrodilladas, tradicionalmente interpretadas como cautivos liberados o como san Pedro Nolasco, fundador y protector de la Orden, y Jaime I de Aragón. El conjunto se remata con un frontón curvo interrumpido, que en su centro muestra el escudo de la Orden mercedaria y en lo más alto una cruz de forja.

Portada principal

Detalle del dintel del cuerpo inferior de la portada

Detalle de las columnas

Detalle de las columnas

Hornacina del cuerpo superior

Virgen de la Merced

Detalle de la Virgen de la Merced

Detalle de san Pedro Nolasco o cautivo liberado

Detalle de Jaime I de Aragón o cautivo liberado

Escudo de la Orden Mercedaria

Cruz de forja

Detalle de la Cruz

Zaguán

Tras la portada se accede al zaguán, decorado con magníficos paneles de azulejos sevillanos de los siglos XVI al XVIII, procedentes del desaparecido convento de San Pablo.

Imagen de la pared izquierda

Detalle del Nazareno en una caída con el Cirineo

Detalle de Santo Mercedario

Detalle de Santo Mercedario

Imagen de la pared derecha

Detalle de Santo Mercedario

Detalle de Santo Mercedario


Detalle de Santo Mercedario

Imagen de la pared frontal del zaguán

Detalle de azulejería de la puerta de acceso al museo


Detalle del azulejo encima de la puerta de acceso al museo: “Esta Capilla y Sancvari Mando Haze la Madre May a la Orivan de Espin. Año”

Detalle de Santa Mercedaria

Detalle de Santa Mercedaria

Detalle del zócalo de azulejos

Detalle del zócalo de azulejos

Detalle de la cubierta del zaguán

Claustro del Aljibe

Desde el zaguán se pasa al Claustro del Aljibe, llamado así por el pozo que ocupa su centro. Es el de carácter más doméstico y comunicaba con patios menores y con el desaparecido noviciado. En la planta baja se situaban las habitaciones de los prelados y la sala de Láminas, mientras que la planta alta albergaba la biblioteca y el archivo.

Actualmente se comunica a la derecha con el claustro Grande y a la izquierda con el de los Bojes, formando un triángulo en cuyo centro se levanta una espléndida escalera imperial.

Es un claustro porticado, de forma trapezoidal e irregular (9/10 por 12/9 metros), y con columnas de mármol distribuidas en cuatro galerías. 

Patio del Aljibe

Patio del Aljibe
Patio del Aljibe

Detalle de Galería del Patio del Aljibe

Detalle de Galería del Patio del Aljibe con su cubierta. Al fondo la puerta de entrada
Detalle de Galería Superior del Patio del Aljibe 

Detalle del pozo central

Detalle del pozo central

Detalle del cubo del pozo

El primer piso se ordena con columnas de mármol sobre las que apoyan arcos de medio punto, el intermedio es de muro con vanos adintelados separados unos de otros por pilastras planas, y el tercer piso vuelve a repetir la arquería de columnas. La organización del alzado de este claustro está determinada por el trazado de la escalera, que constituye el eje vertical en torno al cual se organizan los tres claustros.

Presenta zócalo de azulejos, entre los que destacan cinco pequeños paneles que representan a Dios Padre y a los Evangelistas obras del taller de Francisco Niculoso Pisano y un gran panel de cerámica realizado por Cristóbal de Augusta en 1575, para el convento de Madre de Dios, que representa a la Virgen y el Niño con religiosos y religiosas dominicos.

Detalle de la galería con el zócalo de azulejos

Dios padre

El águila de san Juan

El toro de san Lucas

El toro de san Lucas

El león de san Marcos

El ángel de san Mateo

Virgen del Rosario. Augusta, Cristóbal de. 1577. Procede de la desamortización de 1868 del Convento Madre de Dios

Detalle de otros azulejos del zócalo: “Devs Et Spiritvm Rectvm Cormvndvm Crea In Me”

Detalle de otros azulejos del zócalo
Detalle de otros azulejos del zócalo
Detalle de otros azulejos del zócalo
Detalle de la entrada a la Colección Permanente

Patio de las Cochas

A la derecha del Claustro del Aljibe está el Patio de las Conchas, de pequeñas dimensiones, que ocupa lo que fue la sacristía, que tenía acceso a la antesacristía, que aún se conserva, y desde ella a la capilla mayor de la iglesia, y a la sacristía, que se quemó en 1785 y finalmente fue demolida con la ocupación francesa.

Patio de las Conchas

Anteriormente fue llamado de las Academias, al ser ocupado por las Academias Sevillanas.

Tiene un estanque central, con una pequeña fuente en uno de sus extremos, rodeado por un bajo seto de boj y adornado con macetas.

Detalle de la fuente

Detalle de la puerta del fondo

Detalle de un banco

Detalle de un rincón

En un lugar poco accesible a la vista, presenta azulejos que recuerdan el nivel del agua en las arriadas de 1856 y 1876.

Macetero que semioculta los azulejos de las arriadas

En los días 25 y 26 de enero del año de 1856 subió el agua de la inundación hasta esta línea 

Desbordado el Guadalquivir el día 8 de diciembre de 1876, llegaron sus aguas en este punto hasta la línea siguiente

Claustro de los Bojes

Claustro de los Bojes
Desde el fondo y a la derecha del Claustro del Aljibe se accede al de los Bojes, de planta rectangular e irregular (12/13 por 19 metros), levantado hacia 1612 según trazas de Juan de Oviedo. 

Claustro de los Bojes

Es el único que mantiene su aspecto original, con galerías bajas de arcos peraltados que apean sobre columnas de mármol blanco de orden toscano, con cimacio, sin zócalo de azulejos, entablamento con friso de casetones y ménsulas, y piso superior de tres balcones adintelados en cada lado del patio, coronados por frontones triangulares y curvos desventrados, con gran ménsula en el tímpano y paneles lisos a modo de vano ciego que albergaban pinturas hoy desaparecidas, con cartela y ménsulas en su parte superior.

Claustro de los Bojes

Recibe este nombre por los setos de boj que adornan prácticamente toda su superficie que dejan caminos curvos que llegan hasta la fuente central. 

Fuente central

Campana del antiguo convento

En su galería baja se muestran algunas obras de varias épocas y daba acceso al refectorio, en la zona sur, y a la enfermería, por ello se conoce también como del Refectorio.

Destaca el azulejo de Nuestra Señora del Pópulo. Presidía la fachada de la Iglesia del convento agustino que recibía el nombre de esta advocación mariana y que se encontraba en el barrio del Arenal, Estaba rodeado de otros paneles de cerámica de Triana que representaba a santos agustinos. En el siglo XVII, en que se edificó el templo, era habitual el recubrimiento con paneles cerámicos, concebidos como cuadros aislados, formando fachadas-retablo. Esta obra se encontraba sobre la portada, constituyendo el conjunto más notable de este tipo de decoración mural. Estaba rematado por San Agustín con Jesucristo y la Virgen. A ambos lados se encontraba san Nicolás de Tolentino , Fray Juan de Sahagún, santa Mónica y Santa Clara de Montefalco. Bajo estos el Papa san Gelasio  y a la derecha el obispo santo Tomas de Villanueva. Con la desamortización de los bienes eclesiásticos, los azulejos de la fachada se desmontaron y trasladaron al Museo. Actualmente están instalados en el vestíbulo del museo todos excepto este, que forma conjunto con el frontal del altar a modo de retablo.

La representación de la Virgen del Populo tiene su origen en la pintura de la Virgen Salus Populi Romani, conservada en la iglesia de santa María Maggiore de Roma, de origen bizantino. Aparece de medio cuerpo con el Niño en sus brazos que está en actitud de bendecir. Viste con túnica púrpura y manto azul, y, como su hijo, esta coronada y la estrella en el hombro alude a su virginidad Esta representación supera el hieratismo del icono romano y las figuras, si bien no se comunican con la mirada, lo hacen con el gesto de la Virgen de acercar su cabeza al Niño y por la mano de este que acaricia la de su madre. Los rostros ganan en expresividad al dirigirse al espectador con una intensa mirada y un asomo de sonrisa.

Portada de la Capilla del palacio de la Calahorra. Grandia, Egidio.1510-1512. Donación de Concepción de Ybarra e Ybarra en 1966

Detalle de columnas

Relieve de la Virgen y el Niño

Inmaculada con dos monjas mercedarias. Anónimo sevillano. 1690. Procede de la desamortización (1868) del convento de la Asunción

Nuestra Señora del Pópulo. Anónimo sevillano. Hacia 1670. Procede de la Desamortización (1840) del Convento del Pópulo

Santa Justa y Rufina. Valladares, Hernando de. Procede de la Desamortización (1868) del Convento de la Asunción donde era el frontal del altar

Santa Justa y Rufina. Valladares, Hernando de. Procede de la Desamortización (1868) del Convento de la Asunción donde era el frontal del altar

San Hermenegildo. Detalle del altar del Convento de la Asunción

San Isidoro. Detalle del altar del Convento de la Asunción

San Leandro. Detalle del altar del Convento de la Asunción

Claustro Grande

Detalle del Claustro Grande

Para continuar con el recorrido museológico hay que salir al Claustro Grande, adosado al de los Bojes por su crujía sur y adosado al lado derecho de la iglesia con la que comunicaba a través de dos portadas adinteladas, por el crucero y por el coro bajo.

Puerta de acceso al Claustro grande

Puerta de acceso al Claustro grande

Detalle del dintel

Techo de casetones de la galería baja

Una puerta de acceso a la iglesia. Actual Sala V
Detalle del dintel de la puerta

La otra puerta de acceso a la iglesia. Actual Sala V

Detalle del dintel de la puerta

Fue diseñado por Juan de Oviedo, aunque la parte superior fue reformada por Leonardo de Figueroa en 1728. La planta baja cuenta con zócalos de azulejos realizados en 1620 por Hernando de Valladares.

Es el patio más grande de todos, con planta cuadrangular, de 22 por 24 metros de lado, con un desarrollo de cinco por seis intercolumnios, con fuente en el centro, era el centro de la vida cotidiana de la comunidad.

Fuente central

Detalle de la fuente central

El cuerpo inferior está rodeado de galerías abiertas con zócalo corrido cubierto por paneles cerámicos, en el que se abren algunos huecos y columnas pareadas toscanas de mármol que alternan arcos de medio punto con formas adinteladas conformando serlianas. 

Detalle de los azulejos del zócalo

Detalle de los azulejos del zócalo
Detalle de los azulejos del zócalo

El segundo cuerpo, reformado en 1724 por Leonardo de Figueroa como hemos comentado, es de ladrillo con balcones con molduras separados por pilastras jónicas pareadas avitoladas, los vanos se enmarcan con molduras de fletes rectilíneos de color almagra, destacando el contraste entre el blanco de los paramentos y el rojizo de festones y las pilastras.

Los azulejos que adorna las paredes y zócalo proceden de diversos conventos y monasterios sevillanos y fueron colocados tras las sucesivas desamortizaciones del siglo XIX.

En la parte frontal del acceso al patio se exhibe un relieve en bronce realizado por Antonio Susillo en 1893 y donado al museo un siglo después de su conclusión, y otro relieve de Carmen Jiménez donado por la autora.

Presentación de Colón a los Reyes Católicos en el Salón del Tinell de Barcelona. Susillo, Antonio. 1893. Donación de Amigos del Museo

Figuras en círculo. Jiménez, Carmen. 1979. Donación de la autora

Reloj de Sol

Desde el Claustro Grande se observa el reloj de sol que se atribuye a Juan de Oviedo (1612). 

Es un cuadrante vertical declinante orientado hacia el sur-este. La técnica empleada es la del esgrafiado y coloreado sobre revoque de mortero. El estilo o gnomo es una varilla de hierro forjado de 1,13 m. Esta colocado sobre el reloj de tal forma que señala a la estrella Polar (a de Ursae Minori) y por lo tanto es paralelo al eje de rotación de la tierra.

Reloj de sol

Campanario

Igualmente, desde este patio se puede fotografiar el campanario de la iglesia. Se trata de una espadaña de ladrillo visto con dos pequeños paneles de azulejos y mampostería en las jambas.

Consta de dos cuerpos, el inferior tiene tres vanos con arco de medio punto y pilastras pareadas con capiteles toscanos, que son simples en los extremos. Sobre los dinteles aparece una decoración de paños cerámicos polícromos con el escudo de la Orden. Este cuerpo se remata en sus laterales con cartabones y pináculos sobre dados.

Sobre el entablamento y la cornisa, un frontón triangular partido da paso al segundo cuerpo, compuesto por un vano flanqueado por pares de pilastras de mampostería.

Unos cartabones terminados en volutas y dados con pirámides que repiten el esquema inferior, rematan lateralmente este segundo cuerpo, que finalmente se corona con un sencillo frontón curvo con pináculos sobre dados y una cruz con veleta de metal. 

Campanario de la Iglesia

Cruz de forja con veleta

Entre el claustro Grande y el de los Bojes se encontraba la sala de profundis, donde tenía lugar el óbito de los religiosos.

Escalera Imperial

Para que una escalera pueda ser denominada Imperial debe cumplir dos requisitos: situarse en el eje principal del edificio y tener separados los tramos de subida y bajada.

La Escalera Imperial del Convento de la Merced, trazada por Juan de Oviedo en 1612, constituye el eje vertebrador del edificio. Comunica los distintos claustros, excepto el Patio de las Conchas, y las galerías alta y baja. 

Vista desde el Claustro Mayor

Desde el Claustro Mayor

Vista desde el Patio de los Bojes

Desde el Patio de los Bojes

Realizada dentro de un espacio cúbico, presenta doble arranque en sus dos tramos y está cubierta por una cúpula octogonal sobre trompas angulares, decorada con yeserías doradas y policromadas de Alonso Álvarez de Albarrán y Diego de Escobar (1624). Los óculos en las esquinas inundan de luz el conjunto, destacando su decoración manierista de tarjas, gallones, hornacinas y figuras de ángeles.

Detalle de la cúpula

Detalle de la cúpula

Detalle de yesería de escudo y angelotes

Placa de la visita del Rey Alfonso XII

Iglesia (Sala V)

La iglesia, situada en el ángulo suroeste, fue construida entre 1603 y 1612 según proyecto de Juan de Oviedo y de la Bandera. 



Iglesia del antiguo convento de la Merced. Actualmente Sala V del Museo de Bellas Artes

Vista de la Iglesia desde la cabecera

Vista de la Iglesia desde los pies

De planta de cruz latina, se cubre con bóvedas de medio cañón en la nave y los cortos brazos del crucero, y una cúpula semiesférica sobre pechinas en el crucero.

Bóveda de la nave de la Iglesia

Decoración de la cabecera 

Cubierta del crucero

La cabecera plana da cabida al presbiterio coronado por un gran arco toral.

Tuvo un retablo mayor de Diego Deza y Jacques Bauchel (1597), sustituido entre 1646 y 1648 por otro de Felipe de Ribas.

El coro alto del último tramo fue eliminado para ampliar el espacio expositivo.

La portada situada originariamente a los pies del templo, se trasladó, como hemos comentado, en 1945 a la fachada principal del museo, para servir de entrada al mismo.

En el lateral izquierdo del templo hay una portada, actualmente tapiada, realizada en el último cuarto del siglo XVIII y atribuida a José Álvarez. En el muro del lado del Evangelio se abren ventanales, cuya apertura fue sufragada por el Ayuntamiento en 1914, para mejorar la iluminación de esta sala, que se iba a dedicar a albergar las pinturas de Murillo.

El testero de la iglesia fue decorado con pinturas murales realizadas en 1659 por Francisco Fonseca, que representan ángeles y motivos florales, así como un anagrama de María en el arco de la capilla mayor.

En 1727 Domingo Martínez y Miguel Moreno realizaron otra serie de pinturas murales para los pilares, la cúpula y las bóvedas. Estas representan ángeles, guirnaldas, hechos del Antiguo Testamento y santos de la orden. ​ Todos los muros de la iglesia están decorados con pinturas del XVIII.

El programa iconográfico de la decoración mural fue confeccionado por la orden mercedaria de acuerdo a los intereses de la Iglesia contrarreformista de reforzar la fe y que los fieles imitaran la vida de los santos, ideas impulsadas por Francisco Pacheco en Sevilla y que todavía seguían vigentes un siglo después, con una pintura religiosa eminentemente didáctica. En este sentido, los mercedarios se presentan a sí mismos como redentores, siguiendo los pasos de Cristo, que, ante el hombre cautivo del pecado original y condenado a la destrucción y la muerte, sacrifica su vida para liberarlo, con la Teología de la Redención como raíz y centro del Nuevo Testamento.

En la nave de la iglesia la decoración se concentra en la bóveda, con motivos geométricos en los intradoses de las ventanas, los arcos fajones con candelieri y bóveda de cañón con macollas de madera enmarcadas por pinturas imitando elementos arquitectónicos y el anagrama de la orden en el centro de cada tramo.

En la cabecera, las pilastras, metáfora de los pilares sobre los que se asienta la Orden, muestran grandes registros rectangulares con escenas de santos que hacen, casi todos, referencia al Nacimiento, alusión simbólica al nacimiento de Cristo y al de la Orden.

En los intradoses de los arcos del crucero se ubican angelotes con filacterias con inscripciones alusivas a la Esperanza y la Fortaleza, necesarias para el católico si quiere lograr sus metas.

En las bóvedas de los transeptos se representan santos y venerables frailes de la orden mercedaria como paradigmas a imitar, con Sancho de Aragón y Guillermo Saciano en el lado de la Epístola y Teoblado I y san Pedro Armengol en el del Evangelio.

En cuanto al crucero, las pechinas que soportan la cúpula están protagonizadas por mujeres de la Biblia que destacan por su fuerza y que son prefiguraciones de la Virgen María, a la que los mercedarios consideraban su fundadora. Son Jahel con el clavo y el martillo antes de matar a Sísara, Esther convenciendo al rey Asuero para que libere al pueblo judío, Judith antes de decapitar a Holofernes y Débora ordenando a Barac que vaya al Monte Tabar a reclutar a diez mil hombres.

Detalle de la decoración de la cúpula

Pechina de Esther

Pechina de Judith
Pechina de Jahel
Pechina de Débora

En los anillos de la cúpula del crucero se recogen recomendaciones para ser buen católico y mercedario. Sobre las claves de los arcos están un escudo de la Orden, un león dormido rodeado de abejas para representar al cristiano que encuentra en la muerte de su redentor su propia salvación, una paloma como símbolo de la Misericordia y una serpiente como símbolo de la Prudencia.

Detalle de los Arcos
Detalle de los Arcos

En el centro de la cúpula del crucero aparece, de nuevo, el escudo de la Orden, y en los gallones se intercalan personajes especialmente significativos de la misma, con san Pedro Nolasco, san Pedro Pascual, Bernardo de Corbaria, Pedro Astionso, san Serapio, Jacobo Asoto, Raimundo de Blanes y san Ramón Nonato, con escenas con la liberación de cautivos extraídas del Antiguo Testamento y protagonizadas por jueces de Israel, con Abraham liberando a Lot, Gedeón recibiendo una muestra del poder de Dios a través de un ángel que le muestra cómo sale fuego de una roca, Barac en la batalla, Sangar derrotando a los filisteos, Aod apuñalando al rey Eglón para liberar al pueblo judío, Odhoniel cuando el espíritu de Dios desciende sobre él para ordenarle que se ponga en campaña, Josué deteniendo el sol para que su pueblo pueda vencer a sus enemigos y Moisés atravesando las aguas de mar Rojo.

Detalle de la decoración de la cúpula

Detalle de la decoración de la cúpula

Detalle de la decoración de la cúpula
Detalle de la decoración de la cúpula
Detalle de la decoración de la cúpula
Detalle de la decoración de la cúpula

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