AREA MUSEO
Museo de Bellas Artes.
Edificio
El antiguo convento de la Merced, actual sede del
Museo de Bellas Artes de Sevilla, presenta una planta irregular organizada en
torno a varios claustros, articulados por una majestuosa escalera imperial. Los
tres principales —el Claustro Grande, el de los Bojes y el del Aljibe—
estructuran el conjunto, en torno a los cuales se distribuyen las dependencias
más importantes del edificio, hoy transformadas en salas expositivas. La
iglesia, situada en uno de los extremos, completa este núcleo monumental.
Portada principal y plaza del Museo
La
portada original del convento se encuentra en la calle Cepeda y responde al
estilo manierista. Está compuesta por un vano rectangular flanqueado por
columnas adosadas, entablamento y un frontón partido con pináculos en los
extremos. En el centro, una hornacina alberga la imagen de san Fernando, con
espada y orbe, coronada por un segundo frontón curvo.
Portada
de la calle Cepeda
Hornacina
con la imagen de san Fernando
Detalle
de san Fernando
La
fachada principal del museo se abre a la actual plaza del Museo, presidida por
la escultura de Bartolomé Esteban Murillo, obra de Sabino de Medina realizada
en 1864.
Esta
plaza se trazó en 1846 sobre parte del antiguo compás conventual, tras la
demolición del noviciado, y formó parte de la primera gran reforma del
conjunto, dirigida por Balbino Marrón en la década de 1850. Sin embargo, su
aspecto actual se debe a la intervención historicista neobarroca de Alberto
Balbontín de Orta y Antonio Delgado Roig, que en los años cuarenta del siglo XX
eliminaron el carácter neoclásico del edificio y trasladaron la portada
occidental de la iglesia a su emplazamiento actual.
Imagen antigua
Fachada
a la plaza del Museo
Esquina
con la Capilla de la Hermandad del Museo
El acceso al museo se realiza a través
de la portada primitiva del convento, atribuida a fray Antonio de la Concepción
o Lorenzo Fernández Iglesias, y ejecutada en 1729 por el maestro cantero Miguel
de Quintana y fray Francisco Bartolomé de Roxas, en mármol y piedra.
Consta de dos cuerpos, separados por una amplia cornisa. El inferior, con
un arco de medio punto entre columnas pareadas de orden compuesto y fustes
decorados con motivos vegetales sobre altos pedestales. El superior, con una
hornacina central enmarcada por columnas salomónicas que alberga las esculturas
de la Virgen de la Merced y dos figuras arrodilladas, tradicionalmente
interpretadas como cautivos liberados o como san Pedro Nolasco, fundador
y protector de la Orden, y Jaime I de Aragón. El conjunto se remata con un frontón
curvo interrumpido, que en su centro muestra el escudo de la Orden mercedaria y
en lo más alto una cruz de forja.
Portada principal
Detalle del dintel del cuerpo inferior de la portada
Detalle de las columnas
Detalle de las columnas
Hornacina del cuerpo superior
Virgen de la Merced
Detalle de la Virgen de la Merced
Detalle de san Pedro Nolasco o cautivo liberado
Detalle de Jaime I de Aragón o cautivo liberado
Escudo de la Orden Mercedaria
Cruz de forja
Detalle de la Cruz
Zaguán
Tras la portada se accede al zaguán,
decorado con magníficos paneles de azulejos sevillanos de los siglos XVI al
XVIII, procedentes del desaparecido convento de San Pablo.
Imagen de la pared izquierda
Detalle de Santo Mercedario
Detalle de Santo Mercedario
Imagen de la pared derecha
Detalle de Santo Mercedario
Detalle de Santo Mercedario
Imagen de la pared frontal del zaguán
Detalle de azulejería de la puerta de acceso al museo
Detalle de Santa Mercedaria
Detalle del zócalo de azulejos
Detalle de la cubierta del zaguán
Claustro
del Aljibe
Desde el zaguán se pasa al Claustro del
Aljibe, llamado así por el pozo que ocupa su centro. Es el de carácter más
doméstico y comunicaba con patios menores y con el desaparecido noviciado. En
la planta baja se situaban las habitaciones de los prelados y la sala de
Láminas, mientras que la planta alta albergaba la biblioteca y el archivo.
Actualmente
se comunica a la derecha con el claustro Grande y a la izquierda con el de los
Bojes, formando un triángulo en cuyo centro se levanta una espléndida escalera
imperial.
Es un claustro porticado, de forma
trapezoidal e irregular (9/10 por 12/9 metros), y con columnas de mármol distribuidas en cuatro galerías.
Patio del Aljibe
Detalle de Galería del Patio del Aljibe
Detalle del pozo central
Detalle del cubo del pozo
El primer piso se ordena con columnas
de mármol sobre las que apoyan arcos de medio punto, el intermedio es de muro
con vanos adintelados separados unos de otros por pilastras planas, y el tercer
piso vuelve a repetir la arquería de columnas. La organización del alzado de
este claustro está determinada por el trazado de la escalera, que constituye el
eje vertical en torno al cual se organizan los tres claustros.
Presenta zócalo de azulejos, entre los que destacan cinco pequeños
paneles que representan a Dios Padre y a los Evangelistas obras del taller de
Francisco Niculoso Pisano y un gran panel de cerámica realizado por Cristóbal
de Augusta en 1575, para el convento de Madre de Dios, que representa a la
Virgen y el Niño con religiosos y religiosas dominicos.
Dios padre
El águila de san Juan
El toro de san Lucas
El toro de san Lucas
El león de san Marcos
El ángel de san Mateo
Virgen del Rosario. Augusta, Cristóbal de. 1577. Procede de
la desamortización de 1868 del Convento Madre de Dios
Detalle de otros azulejos del zócalo:
Patio
de las Cochas
A la
derecha del Claustro del Aljibe está el Patio de las Conchas, de pequeñas dimensiones, que ocupa lo que fue la sacristía, que tenía acceso a la
antesacristía, que aún
se conserva, y desde ella a la capilla mayor de la iglesia, y a la sacristía,
que se quemó en 1785 y finalmente fue demolida con la ocupación francesa.
Patio de las
Conchas
Anteriormente fue llamado de las
Academias, al ser ocupado por las Academias Sevillanas.
Tiene un estanque central, con una
pequeña fuente en uno de sus extremos, rodeado por un bajo seto de boj y
adornado con macetas.
Detalle
de la fuente
Detalle
de la puerta del fondo
Detalle
de un banco
Detalle
de un rincón
En un lugar poco accesible a la vista, presenta
azulejos que recuerdan el nivel del agua en las arriadas de 1856 y 1876.
Macetero
que semioculta los azulejos de las arriadas
En los
días 25 y 26 de enero del año de 1856 subió el agua de la inundación hasta esta
línea
Desbordado
el Guadalquivir el día 8 de diciembre de 1876, llegaron sus aguas en este punto
hasta la línea siguiente
Claustro
de los Bojes
Claustro de los
Bojes
Es el único que mantiene su
aspecto original, con galerías bajas de arcos peraltados que apean sobre columnas de mármol blanco de
orden toscano, con cimacio, sin zócalo de
azulejos, entablamento con friso de casetones y ménsulas, y piso superior de tres
balcones adintelados en cada lado del patio, coronados por frontones
triangulares y curvos desventrados, con gran ménsula en el tímpano y paneles
lisos a modo de vano ciego que albergaban pinturas hoy desaparecidas, con
cartela y ménsulas en su parte superior.
Claustro de los
Bojes
Recibe este nombre por los setos de boj
que adornan prácticamente toda su superficie que dejan caminos curvos que
llegan hasta la fuente central.
Fuente central
Campana del antiguo convento
En su galería baja se muestran algunas
obras de varias épocas y daba
acceso al refectorio, en la zona sur, y a la enfermería, por ello se conoce también como del Refectorio.
Destaca el azulejo de Nuestra Señora del Pópulo. Presidía
la fachada de la Iglesia del convento agustino que recibía el nombre de esta
advocación mariana y que se encontraba en el barrio del Arenal, Estaba rodeado
de otros paneles de cerámica de Triana que representaba a santos agustinos. En
el siglo XVII, en que se edificó el templo, era habitual el recubrimiento con
paneles cerámicos, concebidos como cuadros aislados, formando fachadas-retablo.
Esta obra se encontraba sobre la portada, constituyendo el conjunto más notable
de este tipo de decoración mural. Estaba rematado por San Agustín con
Jesucristo y la Virgen. A ambos lados se encontraba san Nicolás de Tolentino ,
Fray Juan de Sahagún, santa Mónica y Santa Clara de Montefalco. Bajo estos el
Papa san Gelasio y a la derecha el
obispo santo Tomas de Villanueva. Con la desamortización de los bienes eclesiásticos,
los azulejos de la fachada se desmontaron y trasladaron al Museo. Actualmente están
instalados en el vestíbulo del museo todos excepto este, que forma conjunto con
el frontal del altar a modo de retablo.
La representación de la Virgen del Populo tiene su
origen en la pintura de la Virgen Salus Populi Romani, conservada en la iglesia
de santa María Maggiore de Roma, de origen bizantino. Aparece de medio cuerpo
con el Niño en sus brazos que está en actitud de bendecir. Viste con túnica púrpura
y manto azul, y, como su hijo, esta coronada y la estrella en el hombro alude a
su virginidad Esta representación supera el hieratismo del icono romano y las
figuras, si bien no se comunican con la mirada, lo hacen con el gesto de la
Virgen de acercar su cabeza al Niño y por la mano de este que acaricia la de su
madre. Los rostros ganan en expresividad al dirigirse al espectador con una
intensa mirada y un asomo de sonrisa.
Portada de la Capilla del palacio de la Calahorra.
Grandia, Egidio.1510-1512. Donación de Concepción de Ybarra e Ybarra en 1966
Relieve de la Virgen y el Niño
Inmaculada con dos monjas mercedarias.
Anónimo sevillano. 1690. Procede de la desamortización (1868) del convento de
la Asunción
Nuestra Señora del Pópulo. Anónimo
sevillano. Hacia 1670. Procede de la Desamortización (1840) del Convento del
Pópulo
Santa Justa y Rufina. Valladares,
Hernando de. Procede de la Desamortización (1868) del Convento de la Asunción
donde era el frontal del altar
Santa Justa y Rufina. Valladares,
Hernando de. Procede de la Desamortización (1868) del Convento de la Asunción
donde era el frontal del altar
San Hermenegildo. Detalle del altar del
Convento de la Asunción
San Isidoro. Detalle del altar del
Convento de la Asunción
San Leandro. Detalle del altar del
Convento de la Asunción
Claustro Grande
Para continuar con el recorrido
museológico hay que salir al Claustro
Grande, adosado al de los Bojes por su crujía sur y adosado al lado derecho de la iglesia con la que comunicaba a través de dos portadas adinteladas, por el crucero y por el coro bajo.
Puerta
de acceso al Claustro grande
Detalle
del dintel
Techo de
casetones de la galería baja
La otra puerta de acceso a la iglesia. Actual Sala V
Detalle del dintel de la puerta
Fue
diseñado por Juan de Oviedo, aunque la parte superior fue reformada
por Leonardo de Figueroa en 1728. La planta baja cuenta con zócalos
de azulejos realizados en 1620 por Hernando de Valladares.
Es el patio más grande de todos, con
planta cuadrangular, de 22 por 24 metros de lado, con un desarrollo de cinco
por seis intercolumnios, con
fuente en el centro, era el centro de la vida cotidiana de la comunidad.
Fuente central
Detalle de la fuente central
El cuerpo inferior está rodeado de
galerías abiertas con zócalo corrido cubierto por
paneles cerámicos, en el que se abren algunos huecos y columnas pareadas toscanas de mármol que alternan arcos
de medio punto con formas adinteladas conformando serlianas.
Detalle de los azulejos del zócalo
El segundo cuerpo, reformado en 1724
por Leonardo de Figueroa como hemos comentado, es de ladrillo con balcones con
molduras separados por pilastras jónicas pareadas avitoladas, los
vanos se enmarcan con molduras de fletes rectilíneos de color almagra, destacando el contraste entre el
blanco de los paramentos y el rojizo de festones y las pilastras.
Los azulejos que adorna las paredes y
zócalo proceden de diversos conventos y monasterios sevillanos y fueron
colocados tras las sucesivas desamortizaciones del siglo XIX.
En la parte frontal del acceso al
patio se exhibe un relieve en bronce realizado por Antonio Susillo en 1893 y
donado al museo un siglo después de su conclusión, y otro relieve de Carmen Jiménez
donado por la autora.
Presentación de Colón a los Reyes Católicos en el Salón del
Tinell de Barcelona. Susillo, Antonio. 1893. Donación de Amigos del Museo
Figuras en círculo. Jiménez, Carmen. 1979. Donación de la
autora
Reloj
de Sol
Desde el Claustro Grande se observa el reloj de sol que se atribuye a Juan de Oviedo (1612).
Es un cuadrante vertical declinante
orientado hacia el sur-este. La técnica empleada es la del esgrafiado y
coloreado sobre revoque de mortero. El estilo o gnomo es una varilla de hierro
forjado de 1,13 m. Esta colocado sobre el reloj de tal forma que señala a la
estrella Polar (a de Ursae Minori) y por lo tanto es paralelo al eje de
rotación de la tierra.
Reloj de sol
Campanario
Igualmente,
desde este patio se puede fotografiar el campanario de la iglesia. Se trata de
una espadaña de ladrillo visto con dos pequeños paneles de azulejos y
mampostería en las jambas.
Consta de dos
cuerpos, el inferior tiene tres vanos con arco de medio punto y pilastras
pareadas con capiteles toscanos, que son simples en los extremos. Sobre los
dinteles aparece una decoración de paños cerámicos polícromos con el escudo de
la Orden. Este cuerpo se remata en sus laterales con cartabones y pináculos
sobre dados.
Sobre el
entablamento y la cornisa, un frontón triangular partido da paso al segundo
cuerpo, compuesto por un vano flanqueado por pares de pilastras de mampostería.
Unos cartabones
terminados en volutas y dados con pirámides que repiten el esquema inferior,
rematan lateralmente este segundo cuerpo, que finalmente se corona con un
sencillo frontón curvo con pináculos sobre dados y una cruz con veleta de
metal.
Campanario de la Iglesia
Cruz de forja con veleta
Entre el
claustro Grande y el de los Bojes se encontraba la sala de profundis, donde
tenía lugar el óbito de los religiosos.
Escalera Imperial
Para que una
escalera pueda ser denominada Imperial debe cumplir dos requisitos: situarse en
el eje principal del edificio y tener separados los tramos de subida y bajada.
La Escalera
Imperial del Convento de la Merced, trazada por Juan de Oviedo en 1612,
constituye el eje vertebrador del edificio. Comunica los distintos claustros,
excepto el Patio de las Conchas, y las galerías alta y baja.
Vista desde el Claustro Mayor
Desde el Claustro Mayor
Vista desde el Patio de los Bojes
Realizada dentro
de un espacio cúbico, presenta doble arranque en sus dos tramos y está cubierta por una cúpula octogonal sobre trompas
angulares, decorada con yeserías doradas y policromadas de Alonso Álvarez de
Albarrán y Diego de Escobar (1624). Los óculos en las esquinas inundan de luz
el conjunto, destacando su decoración manierista de tarjas, gallones,
hornacinas y figuras de ángeles.
Detalle de la cúpula
Detalle de yesería de escudo y angelotes
Placa de la visita del Rey Alfonso XII
Iglesia
(Sala V)
La iglesia, situada en el ángulo
suroeste, fue construida entre 1603 y 1612 según proyecto de Juan de Oviedo y
de la Bandera.
Iglesia del antiguo convento de la Merced. Actualmente Sala V del Museo de Bellas Artes
Vista de la Iglesia desde la cabecera
Vista de la Iglesia desde los pies
De planta de cruz latina, se cubre con
bóvedas de medio cañón en la nave y los cortos brazos del crucero, y una cúpula
semiesférica sobre pechinas en el crucero.
Bóveda de la nave de la Iglesia
Decoración de la cabecera
Cubierta del crucero
La cabecera
plana da cabida al presbiterio coronado por un gran arco toral.
Tuvo un retablo
mayor de Diego Deza y Jacques Bauchel (1597), sustituido entre 1646 y 1648 por
otro de Felipe de Ribas.
El coro alto
del último tramo fue eliminado para ampliar el espacio expositivo.
La portada
situada originariamente a los pies del templo, se trasladó, como hemos
comentado, en 1945 a la fachada principal del museo, para servir de entrada al mismo.
En el lateral izquierdo del templo hay una portada,
actualmente tapiada, realizada en el último cuarto del siglo XVIII y atribuida a José Álvarez. En el
muro del lado del Evangelio se abren ventanales, cuya apertura fue sufragada
por el Ayuntamiento en 1914, para mejorar la iluminación de esta sala, que se
iba a dedicar a albergar las pinturas de Murillo.
El testero de la iglesia fue
decorado con pinturas murales realizadas en 1659 por Francisco Fonseca,
que representan ángeles y motivos florales, así como un anagrama de María en el
arco de la capilla mayor.
En 1727 Domingo
Martínez y Miguel Moreno realizaron otra serie de pinturas
murales para los pilares, la cúpula y las bóvedas. Estas representan ángeles,
guirnaldas, hechos del Antiguo Testamento y santos de la orden. Todos
los muros de la iglesia están decorados con pinturas del XVIII.
El programa iconográfico de la decoración mural fue
confeccionado por la orden mercedaria de acuerdo a los intereses de la Iglesia
contrarreformista de reforzar la fe y que los fieles imitaran la vida de los
santos, ideas impulsadas por Francisco Pacheco en Sevilla y que todavía seguían
vigentes un siglo después, con una pintura religiosa eminentemente didáctica.
En este sentido, los mercedarios se presentan a sí mismos como redentores,
siguiendo los pasos de Cristo, que, ante el hombre cautivo del pecado original
y condenado a la destrucción y la muerte, sacrifica su vida para liberarlo, con
la Teología de la Redención como raíz y centro del Nuevo Testamento.
En la nave de la iglesia la
decoración se concentra en la bóveda, con motivos geométricos en los intradoses
de las ventanas, los arcos fajones con candelieri y bóveda de cañón con macollas de madera
enmarcadas por pinturas imitando elementos arquitectónicos y el anagrama de la
orden en el centro de cada tramo.
En la cabecera, las pilastras,
metáfora de los pilares sobre los que se asienta la Orden, muestran grandes
registros rectangulares con escenas de santos que hacen, casi todos, referencia
al Nacimiento, alusión simbólica al nacimiento de Cristo y al de la Orden.
En los intradoses de los arcos
del crucero se ubican angelotes con filacterias con inscripciones alusivas a la
Esperanza y la Fortaleza, necesarias para el católico si quiere lograr sus
metas.
En las bóvedas de los
transeptos se representan santos y venerables frailes de la orden mercedaria
como paradigmas a imitar, con Sancho de Aragón y Guillermo Saciano en el lado
de la Epístola y Teoblado I y san Pedro Armengol en el del Evangelio.
En cuanto al crucero, las pechinas que soportan la cúpula están protagonizadas por mujeres de la Biblia que destacan por su fuerza y que son prefiguraciones de la Virgen María, a la que los mercedarios consideraban su fundadora. Son Jahel con el clavo y el martillo antes de matar a Sísara, Esther convenciendo al rey Asuero para que libere al pueblo judío, Judith antes de decapitar a Holofernes y Débora ordenando a Barac que vaya al Monte Tabar a reclutar a diez mil hombres.
Detalle de la decoración de la cúpula
En los anillos de la cúpula del
crucero se recogen recomendaciones para ser buen católico y mercedario. Sobre
las claves de los arcos están un escudo de la Orden, un león dormido rodeado de
abejas para representar al cristiano que encuentra en la muerte de su redentor
su propia salvación, una paloma como símbolo de la Misericordia y una serpiente
como símbolo de la Prudencia.
En el centro de la cúpula del crucero aparece, de
nuevo, el escudo de la Orden, y en los gallones se intercalan personajes
especialmente significativos de la misma, con san Pedro Nolasco, san Pedro
Pascual, Bernardo de Corbaria, Pedro Astionso, san Serapio, Jacobo Asoto,
Raimundo de Blanes y san Ramón Nonato, con escenas con la liberación de
cautivos extraídas del Antiguo Testamento y protagonizadas por jueces de
Israel, con Abraham liberando a Lot, Gedeón recibiendo una muestra del poder de
Dios a través de un ángel que le muestra cómo sale fuego de una roca, Barac en
la batalla, Sangar derrotando a los filisteos, Aod apuñalando al rey Eglón para
liberar al pueblo judío, Odhoniel cuando el espíritu de Dios desciende sobre él
para ordenarle que se ponga en campaña, Josué deteniendo el sol para que su
pueblo pueda vencer a sus enemigos y Moisés atravesando las aguas de mar Rojo.
Detalle de la decoración de la cúpula
Detalle de la decoración de la cúpula
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