RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires
San Pancracio.
La narración
sobre la vida y martirio de San Pancracio es tardía, probablemente del siglo
VI, y por ello tiene un carácter legendario.
Nació hacia el
año 290 en Frigia (Asia Menor), en el seno de una familia pagana y acomodada.
Quedó huérfano siendo aún niño y pasó bajo la tutela de su tío Dionisio. Ambos
se trasladaron a Roma y se establecieron en el monte Celio, donde se encontraba
refugiado el papa Cornelio. Allí Pancracio conoció el Evangelio, recibió el
bautismo y, poco después, quedó solo tras la muerte de su tío.
Durante la
persecución de Diocleciano fue denunciado como cristiano y conducido ante las
autoridades. Se le exigió ofrecer sacrificios a los dioses, pero se mantuvo
firme en su fe en Cristo. Los jueces se sorprendieron de su valor, pues apenas
contaba catorce años. Finalmente fue condenado a muerte y decapitado hacia el
año 304 en la vía Aurelia.
Una
mujer llamada Octavila recogió su cuerpo y lo sepultó en un cementerio de la
zona, donde más tarde se levantó la basílica que lleva su nombre. Un siglo
después, San Gregorio Magno predicó allí una homilía con ocasión de su
natalicio. Desde el siglo VI, gracias a la difusión de sus reliquias, su culto
se propagó rápidamente, siendo incluido en todos los martirologios. En España,
aunque no se conoció su pasión en época visigótica, sí aparecía su nombre en
algunos calendarios mozárabes.
San
Pancracio suele ser representado como un joven vestido con túnica romana y un
libro abierto en la mano, con la inscripción latina: Venite ad me; et ego dabo vobis omnia bona
(“Venid a mí y os daré toda clase de bienes”), inspirada en el Génesis (45,18).
Esta expresión evoca inevitablemente las palabras de Jesús: «Venid a mí todos
los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28).
Con el tiempo
fue considerado patrono de los pobres, de la buena fortuna y de los juegos de
azar. La devoción popular lo presenta con una rama de perejil o una moneda en
la mano, símbolos de abundancia y prosperidad. Su fama se acrecentó en 1982,
cuando la administración de lotería de la calle San Sebastián, en Madrid, bajo
la protección de su imagen, repartió en exclusiva el Gordo con el número 21515.
El testimonio
de San Pancracio anima a quienes han experimentado la soledad y lo propone como
modelo para los jóvenes: un muchacho que conoció a Cristo y lo colocó en el
centro de su vida.
Iglesia de San Gregorio
Altar de san Pancracio