RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Virgen con el Niño. Francisco Niculoso. Museo de Bellas Artes.
Virgen
con el Niño. Niculoso, Francisco. El Pisano. Último tercio del siglo XV. Azulejo
policromo. Mayólica italiana. 18, 5 18, 5 2,5 cm. Museo de Bellas Artes. Sala
I. Adquisición de la Junta de Andalucía en 2005
Se
desconoce si este azulejo fue concebido como una pieza independiente o si
originalmente formaba parte de un conjunto mayor. Se trata de un azulejo plano,
policromado y enmarcado, que representa a la Virgen sosteniendo al Niño en
brazos.
La
imagen muestra a la Virgen de medio cuerpo, emergiendo de una corola floral
mientras sostiene al Niño. Ambos aparecen rodeados por ramas de hojas y flores
que culminan en racimos de bayas, recurso simbólico que los identifica como las
flores más puras y selectas del género humano.
Detalle sin marco
Pese a
su reducido tamaño, la obra posee una presencia monumental. El dibujo, trazado
con firmeza y precisión, logra una composición natural y profundamente humana.
La policromía, basada principalmente en tonos azules y amarillos, es limitada
en variedad, pero de gran efecto visual.
Ejecutada
en un azul muy oscuro con líneas finas, se asemeja más a un dibujo coloreado
que a una pintura propiamente dicha. La iluminación, procedente del ángulo
superior izquierdo, crea zonas de sombra que aportan volumen y verosimilitud.
Niculoso utiliza distintos matices del azul, desde el oscuro hasta el celeste,
para definir contornos y modelar las sombras.
A
finales del siglo XV, en Italia, la pintura cerámica experimentó un notable
avance con la creación de la “mayólica”,
una técnica que consistía en aplicar sobre una pasta porosa previamente cocida
un esmalte opacificado con estaño, que servía como superficie para la pintura
con óxidos metálicos de vivos colores. Este procedimiento se aplicó sobre todo
en la decoración de vajillas y, en menor medida, de pavimentos.
Francisco
Niculoso, conocido como el Pisano,
fue un ceramista italiano que estableció su taller en el barrio sevillano de
Triana. Fue el primero en introducir fuera de Italia la pintura cerámica polícroma
sobre azulejos, lo que supuso la llegada del estilo renacentista a Sevilla.
Gracias a su labor, la ciudad se convirtió durante varias décadas en el único
centro productor de este tipo de cerámica fuera de Italia.
Niculoso tuvo
así el mérito de incorporar a Sevilla el repertorio iconográfico humanista, que
solo más tarde se difundirá en otras artes. Una de sus aportaciones más
originales fue aplicar la nueva técnica renacentista a la cerámica plana
destinada a revestimientos murales, tradición que se vinculaba en la ciudad con
la herencia mudéjar.
Su prestigio creció rápidamente entre las élites sevillanas, que le encargaron obras de gran calidad. Aunque no se conservan muchas piezas, destacan la portada de la iglesia del Monasterio de Santa Paula (1504), el retablo de la Visitación en los Reales Alcázares (1504), el del Monasterio de Tentudía en Badajoz (1518), y varios paneles atribuidos a su mano que se conservan hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla. Además de su producción en pintura cerámica, Niculoso realizó también ornamentaciones en terracota vidriada, completando así su valiosa contribución al arte sevillano del Renacimiento.