AREA MUSEO
Museo de Bellas Artes.
Historia
El actual Museo de Bellas Artes de
Sevilla se levanta sobre los restos del antiguo convento de la Merced Calzada
de la Asunción, perteneciente a la Orden Real y Militar de Nuestra Señora de la
Merced para la Redención de Cautivos (ver).
Esta orden fue fundada en 1218 por san Pedro Nolasco (ver),
con el propósito de rescatar a los cristianos cautivos en manos musulmanas.
Además de los votos tradicionales de pobreza, castidad y obediencia, sus
miembros asumían un cuarto voto: ofrecer su propia libertad, si fuera
necesario, por la de los prisioneros. La comunidad adoptó la Regla de san
Agustín.
San Pedro Nolasco. Crayer, Gaspar del. Hacia 1655. Óleo sobre lienzo. 266 x 175 cm. Museo del Prado. Depósito en otra Institución
Según la
tradición, el convento sevillano fue fundado en 1249, cuando el rey Fernando
III el Santo cedió a los mercedarios unos terrenos y casas situadas extramuros
de la ciudad, cerca del Guadalquivir, junto con ciertas rentas. Con este gesto,
el monarca agradecía a la orden su participación en la conquista de Sevilla al emir Axataf en 1248 y, al mismo tiempo, buscaba
consolidar el dominio cristiano sobre la ciudad mediante la implantación de
instituciones eclesiásticas y conventuales, como las de cartujos, dominicos o
franciscanos, que reforzaran el nuevo orden espiritual y político.
Rendición
de Sevilla al Rey san Fernando. Flipart, Charles-Joseph. Óleo sobre lienzo. 72
x 56 cm. Museo del Prado. No expuesto
La
rendición de Sevilla. Zurbarán. 1634. Óleo sobre tabla. 160 x 207,8 cm.
Colección privada
Puerta Real o de Goles y
Convento de la Merced. Richard Ford. 1830
En 1251
la comunidad se trasladó a un nuevo emplazamiento dentro de las murallas,
próximo a la Puerta Real. A finales del siglo XVI el convento medieval, de
estilo mudéjar, se había quedado pequeño ante el crecimiento de la comunidad y
el auge económico de la ciudad. En 1587 se proyectó una reforma a cargo del
arquitecto Asensio de Maeda, que finalmente no se ejecutó. Un año después, la
orden creó la provincia mercedaria de Andalucía, independiente de la de
Castilla, y el convento sevillano pasó a ser su casa principal.
Este Antiguo Convento de la Merced, ocupaba una
considerable manzana en el casco histórico de la ciudad. Esta manzana lindaba
al norte con la calle Armas -actual Alfonso XII- al este con la angosta calle
de los Pasos (llamada desde fines del siglo XVII del Sacramento), actualmente
formada por las calles Rafael Calvo, Miguel de Carvajal, al este con la plaza
del Museo y al sur daba a la calle Bailén, donde se
hallaba el acceso principal.
Convento de la Merced Calzada de Sevilla
A comienzos del siglo XVII, el general de la orden, fray Alonso de Monroy, natural de Sevilla y profeso en este convento desde 1555, promovió la construcción de un nuevo edificio, pues dado el crecimiento que había experimentado la comunidad, el primitivo se había quedado pequeño para atender sus necesidades. Las obras comenzaron en 1603, siguiendo los planos de Juan de Oviedo y de la Bandera (ver), Maestro Mayor de Obras del arzobispado, con la colaboración del alarife Francisco González. Se optó por un estilo manierista andaluz, sobrio y monumental, sustituyendo por completo la estructura mudéjar anterior. La iglesia, situada en el extremo suroeste del conjunto, y las dependencias principales estaban terminadas hacia 1612, pero la obra se prolongó durante bastante tiempo, pues según fray Juan Guerrero, a mediados de siglo todavía había partes del convento inconclusas, por otro lado, algo habitual en una obra de esa envergadura.
Juan de
Oviedo
Durante la invasión napoleónica, el 1
de febrero de 1810, el convento fue ocupado por las tropas francesas y
convertido en cuartel. Alojaba unos cien soldados y sufrió un grave expolio:
retablos, esculturas y lienzos de artistas como Martínez Montañés, Felipe de
Ribas, Pacheco, Alonso Vázquez, Roelas, Zurbarán, Murillo o Domingo Martínez
desaparecieron o fueron destruidos. Los soldados utilizaron libros y maderas como
combustible, arrancaron barandillas y solerías, y el 6 de febrero un incendio
devastó el inmueble, destruyendo el retablo mayor de Felipe de Ribas y gran
parte de los dormitorios.
Mariscal francés Jean de Dieu Soult
Los frailes
regresaron en 1815, tras la expulsión de las tropas francesas, pero la
comunidad quedó muy mermada. Tras la desamortización de Mendizábal en 1836, los
mercedarios fueron definitivamente expulsados. Una parte del conjunto
conventual se demolió y el resto se adaptó a nuevos usos. En 1841 se inauguró
en sus dependencias el Museo Provincial de Sevilla, que reunió obras
procedentes de los conventos y monasterios suprimidos. A lo largo del siglo XIX
el edificio albergó, además, instituciones como la Real Academia de Bellas
Artes de Santa Isabel de Hungría, la Escuela de Bellas Artes, la Escuela de
Artes e Industrias, la Comisión de Monumentos, la Escuela Normal de Maestros,
la Sociedad Económica de Amigos del País y la Sociedad de Conciertos.
Juan Álvarez Mendizábal
Con el tiempo, las
colecciones se fueron separando hasta que el Museo de Pinturas, gestionado
desde 1849 por la Academia de Bellas Artes, concentró todos los fondos
artísticos y pasó a denominarse Museo de Bellas Artes de Sevilla.
El edificio experimentó diversas
reformas para adecuarse a su nueva función. En el último tercio del siglo XIX
se restauraron arquerías, muros y solerías, y se abrieron ventanales en el muro
de la antigua iglesia. En la década de 1940, el espacio de la vieja sacristía,
destruida por un incendio en 1785 y demolida durante la ocupación francesa, fue
transformado en el actual Patio de las Conchas. El acceso original por la calle
Bailén fue tapiado, trasladándose su portada barroca al ingreso actual por la
plaza del Museo.
La portada principal, concluida en
1729, fue obra del cantero Miguel de Quintana, según diseño suyo y de fray
Francisco Bartolomé de Rojas. En la hornacina superior se halla la imagen de la
Virgen de la Merced, flanqueada por dos figuras arrodilladas que representan,
según distintas interpretaciones, a dos cautivos liberados o a san Pedro
Nolasco y al rey Jaime I de Aragón.
En 1846, el
arquitecto municipal Balbino Marrón derribó el antiguo noviciado, que ocupaba casi la mitad del inmueble, que estaba
en ruinas desde la invasión francesa,
para crear la actual plaza del Museo, ornamentada con esculturas y jarrones
procedentes del palacio arzobispal de Umbrete y de Itálica. En su centro se
alzaba una fuente con una figura de Baco sobre un delfín. Al año siguiente se
reformó la plaza, rebajando su nivel para realzar la fachada del edificio, que
fue rediseñada por el propio Marrón en 1851 con un estilo clasicista. En 1862
se colocó en su centro la estatua de Murillo, obra de Sabino Medina, fundida en
París por Eck et Durand, con pedestal de Demetrio de los Ríos.
Estatua de Murillo
Detalle
Entre 1942 y 1945, los arquitectos
Alberto Balbontín de Orta y Antonio Delgado y Roig remodelaron la fachada en
estilo neobarroco, otorgándole el aspecto con que hoy se conoce al Museo de
Bellas Artes de Sevilla, heredero de uno de los conventos más destacados del
pasado mercedario andaluz.