RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Virgen con el Niño. Lorenzo Mercadante de Bretaña. Museo de Bellas Artes.
Virgen con el Niño. Mercadante de Bretaña, Lorenzo. Entre 1454 y 1467.
Bulto redondo. Barro cocido y policromado. 1,34 cm. Museo de Bellas Artes. Sala
I. Procede de la Desamortización de 1840 del Monasterio de Santa María de las
Cuevas de la Cartuja
Representa
a la Madre de Dios figura de pie,
ataviada con una larga túnica roja, ajustada al talle con fino cinturón que
origina numerosos y apretados pliegues que caen en dobleces más sueltos hasta
cubrir sus zapatos y la pequeña peana sobre la que se sitúa esta imagen.
Se cubre
con manto azul ornamentado con filete reticulado y sobre la cabeza lleva una
toca blanca que le cae en delicados y suaves pliegues sobre los hombros.
Tiene el pelo largo y ondulado, peinado con raya en
medio. Figura con la cabeza ligeramente inclinada hacia su izquierda,
mirando dulcemente al Niño que se halla sentado sobre su brazo.
El Niño Jesús viste sencilla túnica azul, tiene el
cabello también ondulado y mira al espectador con expresión amable y
graciosa.
(web oficial del Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Detalle de los
rostros
La
Virgen de pie representa una variante menos hierática que la tradicional “Sedes
Sapientiae” (Madre sentada como trono de Sabiduría). Aquí, María está en
actitud de acompañamiento y cuidado maternal. La interacción física con el Niño
–la inclinación de su cabeza, la presencia del cinturón que marca su figura, la
suavidad del gesto– sugiere ternura y humanidad, sin perder su dignidad real.
El
cinturón ceñido quizá subraya la encarnación de la Virgen –el cuerpo real
humano– mientras que el amplio manto la envuelve como protección. El hecho de
que la escultura se colocara en un contexto monástico (la Cartuja) reaviva su
función devocional: los monjes, desde su clausura, se relacionaban con imágenes
como ésta para la meditación mariana.
El
Niño, vestido y situado sobre el brazo materno, adopta una postura que no es
meramente estática: su mirada al espectador y su gestualidad favorecen la
cercanía del creyente. Se puede interpretar que esta imagen invita a la
devoción personal, al recogimiento, más que a la majestad distante.
Por Andrés Carranza Bencano