AREA MUSEO
Museo de Bellas Artes.
Sala I
Se accede a la Sala I a través del
patio del Aljibe por la puerta situada a la izquierda de la entrada desde el
vestíbulo.
Detalle de la puerta de acceso
En esta sala se
expone la colección de arte medieval español y el inicio de la escuela
sevillana de pintura y escultura.
Vista general de la Sala I
Escultura Medieval Hispalense.
“Los orígenes de la escultura medieval
sevillana se remontan a la segunda mitad del siglo XV y están vinculados al
imaginero francés que castellanizó su nombre como Lorenzo de Mercadante de
Bretaña.
Su actividad en Sevilla está
documentada entre 1454 y 1468 donde triunfó con el cambio estilístico que
suponía introducir los gustos borgoñones. Esto se traducen la realización de
obras en las que a veces predomina el espiritualismo nórdico y en otras
ocasiones el naturalismo y minuciosidad de la pintura flamenca.
Trabajo el alabastro y el barro,
material en el que realizo sus obras más populares: Las portadas del Nacimiento
y el Bautismo de la Catedral hispalense.
Su influjo en la escultura sevillana
del gótico final fue notable, siendo su principal seguidor Pedro Millán.
Pedro Millán es el primer imaginero
local cuya actividad está documentada, concretamente entre 1487 y 1506.
Acostumbraba a firmar todas sus obras
que fueron en su mayoría de barro cocido. Uno de sus mejores trabajos es el
grupo del “Entierro de Cristo”, el más antiguo de los conservados en España. En
él se mezclan las influencias de franceses e italianos que fueron los pioneros
en este tema iconográfico que triunfa en Europa a mediados del siglo XV. Sobre
la peana del frente del sarcófago entre los símbolos pasionarios y flores de
cardo, aparece su firma con letra gótica “P MILLA IMA” (Pedro Millan
imaginero).
Su estilo está dentro del gótico, si
bien en sus últimas obras se aprecian ciertos rasgos renacentistas. Sus figuras
son esbeltas, con amplios ropajes que se pliegan a los pies; los rostros
enmarcados por abundantes cabellos y semblantes mostrando claras expresiones de
dolor y tristeza, serenidad o alegría; en su imagen de Cristo lo representa con
nariz afilada, barba escasa, torso con un cierto realismo, piernas largas, paño
de pureza con pliegues y corona de espinas gruesas”. (Museo de Bellas Artes)
El Circulo de Juan Sánchez de Castro
“En el siglo XV aparecen en la pintura sevillana los
primeros testimonios de artistas conocidos, así como de obras firmadas. De este
siglo son las primeras manifestaciones pictóricas que conserva el museo.
La figura más destacad es Juan Sánchez de Castro,
activo en la ciudad durante la segunda mitad del siglo. De este pintor no conserva
obras el museo, pero sí de los artistas que trabajaron bajo la influencia de su
estilo.
Entre las obras realizadas en este ámbito artístico hay
que destacar el conjunto de cuatro tablas, procedentes del antiguo retablo
mayor dela iglesia hispalense de San Benito de Calatrava, en las que se
representaba ocho santos emparejados. A mediados del siglo XVII las tablas
fueron sustituidas por otras encargadas a Valdés Leal y las originales se
guardaron hasta ser depositadas en el museo por las Ordenes militares en 1908.
En este círculo artístico de maestros influenciados por
Juan Sánchez de Castro se sitúa también la obra de autor anónimo “Retablo de la
Pasión de Cristo” procedente de la colección Montpensier.
Al margen de esta influencia hay que señalar la tabla
de “San Miguel Arcangel” cuyo estilo se relaciona con Juan Hispalense, pintor
sevillano que trabajó la mayor parte de su vida en tierras castellanas”. (Museo
de Bellas Artes)
Destaca grupo de esculturas pertenecientes a
Pedro Millán que representan a Cristo atado a la columna, a Cristo Varón de los
Dolores y el Llanto por Cristo muerto.
En el Museo de Bellas Artes de Sevilla se conserva un
excelente “Cristo atado a la columna” (ver)(leer mas),en terracota
adscrito al maestro Millán, realizado entre 1485 y 1490 para la iglesia
sevillana de Santa Ana de Triana. En 1971 fue encontrado totalmente
destrozado y fragmentado bajo una mesa de altar. Presenta una mirada
melancólica y maniatado por una gruesa soga al cuello. La singularidad de que
aparezca coronado de espinas corresponde a la piedad medieval contemplativa,
asociándose a la veneración de este pasaje el arrepentimiento del apóstol
Pedro, y por ende a las prácticas penitenciales. La columna presenta motivos de
decoración vegetal en el capitel.
En 1485 los canónigos de la catedral de Sevilla aprobaron la dotación de un altar para la capilla de San Laureano por parte del racionero Antonio Imperial.
Dicho altar, desmontado en
el siglo XIX, estaba compuesto por los grupos de la “Lamentación ante Cristo muerto” (hoy día en el Museo del Hermitage de
San Petersburgo), el “Entierro de Cristo” y el “Varón de Dolores” (ver) (leer mas) (expuestos en el Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Es la representación más antigua conservada en
España de bulto redondo.
Este
grupo escultórico fue encargado por Antonio Imperial (racionero de la Catedral)
para su enterramiento en la capilla catedralicia de san Laureano, junto a los
grupos de “Piedad” (actualmente en el Museo del Hermitage de san Petersburgo) y
“Cristo Varón de Dolores” (actualmente en Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Este retablo fue desmontado en el siglo XIX pasando a la Iglesia de la Purísima
Concepción de El Garrobo (Sevilla), donde fue localizada por Francisco Murillo
Herrera, desde donde ingresó en el Museo de Bellas Artes en 1970 (ver) (leer mas).
Representa a la Madre de Dios figura de pie, ataviada con una larga túnica roja. Se cubre con
manto azul ornamentado con filete reticulado y sobre la cabeza lleva una toca
blanca. Tiene el pelo largo y ondulado, y la cabeza ligeramente inclinada hacia
su izquierda, mirando al Niño que se halla sentado sobre su brazo.
El Niño
Jesús viste sencilla túnica azul, tiene el cabello también ondulado y mira
al espectador.
En esta composición encuadrada en un marco conformado por elementos arquitectónicos góticos, el Arcángel San Miguel centra la escena sosteniendo en la mano derecha la balanza con sus platillos, en los que se están pesando las almas.
Éstas aparecen representadas a una escala menor en número de cuatro en cada platillo, bajo el aspecto de momias.
El brazo derecho de la balanza se
inclina y desciende hacia ese mismo lado, debido a la fuerza que ejerce sobre
él la mano del demonio, situado en el ángulo inferior derecho, que trata de
apoderarse de esas almas para llevarlas al infierno.
Detalle de San Miguel
El demonio está representado con cabeza de toro y las
fauces abiertas. Uno de los brazos, así como las extremidades inferiores,
recuerdan las garras de las águilas. La parte del torso va recubierta de algo
similar a las escamas, mientras que la zona inferior presenta un recubrimiento
de plumas. Aparece medio tendido en el suelo resistiéndose al envite
del arcángel que, pisándolo con su pie derecho y con una lanza,
intenta vencerlo. En esta lucha es ayudado por un ángel que está intentando
rescatar el platillo de la balanza de las manos del demonio. La escena, falta
de perspectiva, está presidida por la figura del arcángel.
Detalle del demonio
La escena representa a San Juan Bautista (ver) acompañado del cordero, inserto en
un paisaje rocoso y de frondosa vegetación, tal y como se entendía el concepto
de desierto en las representaciones del siglo XV, época en la que éste se
traducía por "solitario", un lugar sin la presencia humana y no
desprovisto de vegetación, como en nuestro tiempo. Por esta razón, Bermejo
representó a San Juan Bautista ante un paisaje en la soledad de la naturaleza.
Además,
el paisaje no es un simple fondo,
sino que representa el mundo redimido que aguarda la llegada del Mesías, un
espacio donde naturaleza y espíritu se reconcilian.
Lo
presenta de pie, jugando con el cordero - el atributo habitual que permite
identificar al santo - de forma muy distinta a como se le representa en otros
lugares en que el Bautista sostiene al cordero en una de sus manos o éste se
encuentra a sus pies.
El
cordero es símbolo de Cristo, el
sacrificio redentor al que el Bautista señala en los Evangelios.
Bermejo
incorporó también en esta obra unos saltamontes, que tal vez aludan a las
langostas que Juan el Bautista comió para alimentarse, según el Evangelio de
San Marcos (1,16).
A éstos se suma también la perdiz que Judit Berg
interpretó como símbolo de la verdad de la Iglesia.
Se desconoce
si este azulejo fue concebido como una pieza independiente o si originalmente
formaba parte de un conjunto mayor. Se trata de un azulejo plano, policromado y
enmarcado, que representa a la Virgen sosteniendo al Niño en brazos.
Detalle
La imagen
muestra a la Virgen de medio cuerpo, emergiendo de una corola floral mientras
sostiene al Niño. Ambos aparecen rodeados por ramas de hojas y flores que
culminan en racimos de bayas, recurso simbólico que los identifica como las
flores más puras y selectas del género humano.
En esta escena, la Virgen aparece
representada de pie, con el Niño Jesús en sus brazos, sobre un fondo de pan de
oro. Viste túnica larga y manto dorado con decoración esgrafiada, y está tocada
con un nimbo y coronada por dos ángeles. En su mano derecha tiene una rosa,
mientras que su Hijo sostiene un jilguero con su mano izquierda.
Detalle de la Virgen y el Niño
A los pies de la Virgen se halla la
figura de un donante, un clérigo arrodillado y con un libro de oraciones
abierto entre sus manos. Se representa con la coronilla tonsurada, vistiendo un
amplio hábito blanco resuelto en numerosos y angulosos pliegues.
La solería, de tipo mudéjar, se
representa con falta de perspectiva.
Retablo de la Iglesia de san Benito de Calatrava. Anónimo.
Circulo de Juan Sánchez de Castro. Hacia 1480. Óleo y temple sobre tabla. Museo
de Bellas Artes. Sala I. Procede del Depósito de las Ordenes Militares en 1907.
Se trata de cuatro tablas en madera de
roble procedentes del antiguo retablo mayor de la iglesia de san Benito que la Orden de Calatrava tuvo en Sevilla, en la que se
representan a ocho santos emparejados.
A finales del siglo XVII se llevó a cabo una reforma del edificio y se renovó su
decoración. Se contrató la realización de un nuevo retablo mayor y se
encargaron nuevas pinturas a Juan Valdés Leal, un conjunto barroco que en la
actualidad se encuentra en la capilla de la Hermandad de la Quinta Angustia, en
la parroquia de la Magdalena.
Las tablas del retablo anterior quedaron
guardadas en otras dependencias de san Benito hasta el siglo XIX. Más tarde se
trasladaron al antiguo convento dominico de Montesión y, finalmente, en 1908 se
entregaron como depósito al Museo de Bellas Artes.
En el anverso aparece una cartela que
dice:” La Autorización de su Majestad el Rey D. Alfonso XIII, Gran Maestre de
las Ordenes Militares, acordaron los caballeros de las mismas residentes en
Sevilla que estas cuatro tablas de su pertenencia fueran depositas en este
museo conservando siempre su propiedad lo que verificó en 17 de febrero de 1908”.
Posteriormente han sido donadas al Museo
por el Real Consejo de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava, Alcántara
y Montesa
El conjunto de ocho figuras que se integran
en estas tablas muestra un repertorio de actitudes ensimismadas y amables y al
mismo tiempo un bello sentido decorativo plasmado en los múltiples detalles que
aparecen en los vestuarios de los personajes. También los suelos sobre los que
figuran los santos, aparte de mostrar una perspectiva muy elevada, muestran
tracerías de alicatados de vistoso aspecto que conectan con los fondos de la
pintura totalmente revestidos de pan de oro (Enrique Valdivieso González, Pintura, en El Museo de Bellas Artes de Sevilla, Tomo
II. Ed. Gever, Sevilla, 1991).
La primera tabla representa a san Jerónimo
y San Antonio de Padua.
San Jerónimo
(ver) (leer más) y San Antonio de
Padua (ver) (leer más)
La segunda tabla representa a San
Andrés y San Juan Bautista.
San Andrés
(ver) (leer más) (ver) (mas) y San Juan
Bautista (ver) (leer más) (ver) (leer
mas)
La tercera a San Antonio Abad y San
Cristóbal.
San Antonio
Abad (ver) (leer más) y San Cristóbal
Y la cuarta a Santa Catalina y San
Sebastián.
Santa Catalina
(ver) (leer más) y San Sebastián
(ver) (leer más)
Retablo de la natividad del Señor. Anónimo. Escuela
Valenciana. Círculo de Osonas. Hacia 1500-1525. Óleo sobre tabla. 109,6 x 84,5
cm. Museo de Bellas Artes. Sala I. Donación de González Abreu en 1928
Esta tabla fue atribuida por Post, en 1950, al
Maestro de Maguer, atribución que se ha venido manteniendo hasta su última
restauración integral realizada, en el taller del museo, entre los años
2011-2013.
Detalle
A raíz de esta restauración se atribuye a un
pintor anónimo del círculo de Rodrigo y Francisco de Osona, de la escuela
valenciana, realizada en el primer tercio del siglo XVI.
Se desconoce su procedencia inicial. Perteneció a
la colección de D. Eduardo Arévalo, posteriormente consta que en 1908
pertenecía a la colección de D. Federic Vaño, ambos en Valencia, donde debió
adquirirla el coleccionista sevillano González Abreu, que posteriormente, en el
año 1928, la donó al museo atribuida a un pintor Anónimo de la escuela
cordobesa (web oficial del Museo de
Bellas Artes de Sevilla).
Políptico de la Pasión. Anónimo. Circulo de Juan Sánchez
de San Román. 1480. Óleo y temple sobre tabla.81 x 103 cm. Museo de Bellas
Artes. Sala I. Procede por adquisición del Estado en 1970 del Convento de Santa
Clara de Moguer
Este políptico representa cinco pasajes
de la Pasión de
Cristo, tema que comienza a proliferar en esos momentos en la pintura
sevillana. La escena central representa La Vía Dolorosa o Camino del Calvario,
la más bella del conjunto por su tamaño y composición. Se encuentra flanqueada
por dos tablas, a la izquierda La Oración en el huerto y La Flagelación y a la
derecha La Crucifixión y La Piedad. En esta última y, como espectador de la
escena, la figura de San Francisco, que al mismo tiempo recibe la impresión de
los estigmas del Cristo Seráfico, presencia anacrónica justificada por ser
éste, el pasional, un tema iconográfico difundido especialmente por los
franciscanos asentados en los santos lugares. (web oficial del
Museo de Bellas Artes de Sevilla).
Oración en el Huerto
Detalle de la Oración en el Huerto
La
oración en el huerto. Al fondo puede verse a Judas señalando a Jesús para
entregarlo
Flagelación
Puede verse a Jesús atado a un pilar y siendo golpeado en la cabeza.
En la zona
superior izquierda puede verse a un “santo”, a una criada y a un gallo, que
representa las tres negaciones de San Pedro.
Flagelación. Detalle de las tres negaciones de san Pedro
Jesús
camino del Calvario
En el centro puede verse a Jesús con una cruz, sin perspectiva, ayudado por Simón de Cirene.
Le siguen María, su madre, María Magdalena, Santas mujeres y algunos discípulos.
En la parte superior se muestra el Monte Calvario o Gólgota donde están preparado el agujero para plantar la cruz.
Jesús camino del Calvario. Detalle del Gólgota
Crucifixión
Imagen de Jesús crucificado mientras que María (su madre) se
desmaya en brazos de San Juan.
Piedad
En la última imagen Jesús es recogido por la Virgen María y
pueden verse las heridas de la pasión, los agujeros de las manos y pies y el
costado.
Aparece la representación de san Francisco con sus estigmas.
Pila bautismal. Alfar de Triana. Siglo XIV-XV. Procede del Hospital de san Lázaro. Deposito de la Diputación de 1907.