viernes, 12 de septiembre de 2025

 ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Miguel de Mañara.

Retrato de Miguel de Mañara. Valdés Leal, Juan de. 1683. Óleo sobre lienzo. 240 x 150 cm. Hermandad de la Santa Caridad.

Miguel Mañara nació en Sevilla el 3 de marzo de 1627, en el seno de una familia originaria de Córcega. El historiador francés Olivier Piveteau señala que el apellido nunca llevó la preposición “de” delante de Mañara; esta correspondía únicamente a “Leca”, título de un antiguo feudo. Fue en la Sevilla del siglo XVIII donde se empezó a añadir el “de” al apellido, como una forma de engrandecer la memoria de su benefactor.

Su padre, Tomás Mañara de Leca y Colona, natural de Calvi (territorio entonces bajo la jurisdicción de Génova), pertenecía a una familia noble y alcanzó fortuna gracias al comercio con América, donde pasó parte de su juventud. Ya establecido en Sevilla, desempeñó importantes cargos municipales: fue Consiliario del Consulado de Cargadores a Indias, Familiar del Santo Oficio y Hermano Mayor de la cofradía de San Pedro Mártir, vinculada al convento dominico de San Pablo. Su madre, Jerónima Antoñano Vicentelo, también de origen corso, había nacido en Sevilla hacia 1590.

Tras casarse, el matrimonio residió en distintas collaciones (Santa María la Blanca, Santa Cruz y San Nicolás), hasta que en 1623 adquirieron un palacio en la calle Leviés, en el barrio de San Bartolomé. Esta casa, donde vino al mundo Miguel, sería más tarde propiedad de la Hermandad de la Santa Caridad y actualmente pertenece a la Junta de Andalucía.

Casa-Palacio de la calle Levíes

Detalle de la portada

Detalle de la placa dedicada a Miguel Mañara

Educado conforme a su condición social, recibió formación en letras, cuentas, equitación, manejo de armas y pintura, generalmente de la mano de preceptores privados, en un ambiente impregnado de valores cristianos. A los ocho años, gracias a la mediación paterna, obtuvo el hábito de la Orden de Calatrava, y fue investido caballero a los diez.

La Orden de Calatrava, de carácter militar y religioso, nació en 1158 en el reino de Castilla bajo la inspiración cisterciense y pronto alcanzó gran poder económico y político. Tras la reconquista, perdió su función militar y se sostuvo gracias a sus vastos dominios. En el siglo XVI quedó bajo patronazgo real y, aunque en el XIX sufrió confiscaciones y supresiones, fue restablecida con carácter honorífico y nobiliario.

Cruz de Calatrava. (ver) (CC BY 3.0)


Al morir sus hermanos mayores, Miguel se convirtió en heredero del mayorazgo familiar. En 1648, poco después de la muerte de su padre, contrajo matrimonio con Jerónima María Antonia Carrillo de Mendoza y Castrillo, natural de Guadix. Se dedicó con entrega a su esposa y simultáneamente asumió la gestión de sus negocios a través del Consulado de Mercaderes, mostrando también gran compromiso con la vida pública de Sevilla y con la Iglesia.

Ocupó numerosos cargos: fue diputado de la Defensa de las Tierras, de la Casa de la Moneda, de la Visita de Boticas, de las llaves del Archivo y del Agua, de la Cárcel Real y de la Casa de los Inocentes; además, representó a varios gremios, participó en juntas del Consulado, fue Caballero Veinticuatro y miembro de la Hermandad de la Soledad de San Lorenzo. No obstante, en episodios como el Motín de la Feria su nombre no aparece entre los caballeros que actuaron, probablemente por hallarse ausente en Montejaque, donde velaba a su madre difunta.

En 1661 murió su esposa sin dejar descendencia. Aquel golpe lo sumió en una profunda crisis espiritual, hasta el punto de retirarse como ermitaño a la sierra de Ronda. De regreso a Sevilla, entró en contacto con Diego de Mirafuentes, Hermano Mayor de la Caridad, quien lo animó a unirse a dicha institución. Fundada en 1456, la Hermandad tenía como fin dar sepultura a los desamparados, ajusticiados y ahogados que aparecían en la ciudad.

Mañara comenzó ocupando el cargo de Diputado de Entierros y de Limosnas, lo que le permitió comprobar de primera mano la miseria en que vivían y morían muchos sevillanos. En 1663 fue elegido Hermano Mayor, cargo que conservó hasta su fallecimiento. Aunque intentó dimitir en varias ocasiones, su labor fue decisiva: arrendó dependencias de las Atarazanas Reales para acoger a pobres sin techo, germen del futuro Hospital de la Santa Caridad. La asistencia se amplió a víctimas de inundaciones, niños expósitos, presos, conventos empobrecidos y enfermos rechazados en otros hospitales.

Consciente de la magnitud de la obra, redactó nuevas Reglas y escribió “El discurso de la verdad” (Sevilla, 1671), un tratado de espiritualidad sobre la fugacidad de la vida y la necesidad de conversión. En 1673 promovió la figura de los “Hermanos Penitentes”, laicos entregados al servicio de los pobres, aprobada por el cardenal Spínola. Para dedicarse por completo a esta misión, renunció a sus cargos públicos y se instaló en dependencias humildes dentro del propio hospital, dejando atrás la vida palaciega.

El Discurso de la Verdad. (ver) (CC BY 3.0)

Entregó a la Obra su fortuna y su existencia entera, atrayendo a nobles y gentes sencillas que, dentro de la Hermandad, convivían en plena igualdad. Murió el 9 de mayo de 1679 y dispuso ser enterrado a la entrada de la iglesia del hospital, en el suelo, para que los fieles pisasen su sepultura al entrar.

Su memoria fue venerada de inmediato, y el arzobispo Spínola inició la causa de beatificación, retrasada por la pérdida de documentos durante la ocupación napoleónica. El 6 de julio de 1985, Juan Pablo II lo declaró Venerable, y la Hermandad continúa trabajando por su canonización.

Leyendas

Son varias las leyendas que hablan de su lado más oscuro, considerándolo como un hombre pendenciero, mujeriego, bebedor y juerguistas, y aunque no hay ningún testimonio de su comportamiento como seductor ha pasado a la historia como tal, inmortalizado en los versos de Antonio Machado que lo compara con el Marqués de Bradomín: “Ni un seductor Mañara ni un Bradomín he sido/ Ya conocéis mi torpe aliño indumentario”.

También se ha comparado la conversión de Mañara con el arrepentimiento final de Don Jun, el personaje de Tirso de Molina en el “Burlador de Sevilla”, pero dicha obra se estrenó en 1617 y Mañara nació en 1627, por lo que es imposible que hubieses inspirado al personaje.

La razón de estas leyendas puede estar en una campaña difamatoria en relación con su proceso de beatificación, por el anticlericalismo de los ambientes liberales que encontró fundamento en el Testamento de Mañara, donde se consideraba un gran pecador: “Yo don Miguel Mañara, ceniza y polvo, pecador desdichado, pues lo mas de mis logros días ofendí a la Majestad Altísima de Dios, mi Padre, cuya criatura y esclavo vil me confieso. Serví a Babilonia y al demonio, su príncipe, con mil abominaciones, soberbias, adulterios, juramentos, escándalos y latrocinios; cuyos pecados y maldades no tienen número y solo la gran sabiduría de Dios puede numerarlos, y su infinita paciencia sufrirlos y su infinita misericordia perdonarlos. Y yo que escribo esto, con dolor de mi corazón y lágrimas en mis ojos, confieso, más de treinta años dejé el Monte Santo de Jesucristo y serví loco y ciego a Babilonia y sus vicios. Bebí el sucio cáliz de sus deleites e ingrato a mi Señor a su enemiga, no hartándome de beber en los sucios charcos de sus abominaciones”.

Recreaciones artístico-literarias

Su personalidad ha sido objeto de numerosas recreaciones artístico- literarias:

Prosper Merimé es autor de la novela “Las almas del Purgatorio (1834) en relación con este personaje.

Alexander Dumas en 1836, estreno una pieza teatral “Don Juan de Mañana o la caída de un ángel”.

Los hermanos Manuel y Antonio machado escribieron “Don Juan de Mañara” en 1927.

Esther van Loo, escribió una biografía presuntamente histórica “Don Miguel de Mañara” en 1950.

Don Miguel de Mañara. Valdés Leal, Juan de. 1681. Óleo sobre tela. 196 x 225 cm. Sala de Cabildos del Hospital de la Caridad

Valdés Leal pintó este cuadro en que aparece con la capa de la Orden de Calatrava, con su escudo. Vestido de negro con gorrilla, en actitud de presidir el Cabildo de la Hermandad. Dirige la mirada al espectador. Sentado en una mesa recubierta de un tapete de terciopelo negro con flecos dorados. Sobre la mesa varios libros, una cruz de madera que se usaba para las votaciones, y un pequeño atril con un libro (La Regla) que sin duda está glosando. Al fondo, un bargueño donde aparece representado una “vanitas” integrada por un libro, una calavera, un reloj de arena y un búcaro con tulipanes, aludiendo a la brevedad de la vida u lo efímero de los placeres. En la pared una pintura, hacia la que Mañara señala, en la que se presenta una alegoría del Monte de Dios, al que Mañara alude en su Regla de la Santa Caridad, y expresa la ascensión del alma desde la Tierra al Cielo, practicando la Caridad. En la zona izquierda de la composición se halla un niño, sentado en una silla baja, vestido con el hábito de enfermero y un libro sobre las rodillas, que se lleva el dedo a la boca para pedir silencio. A la derecha, en un papel caído en el suelo, se lee “A don Miguel de Mañara y Vicentelo de Leca, caballero de la Orden de Calatrava y de Dios, Provincial de la Hermandad y hermano de la Santa Caridad de Nuestro Señor Jesucristo, p. amor Sevilla”. A la izquierda, en la silla baja del niño “acabóse año/1681”.

Valdés emplea una luz potente que acentúa los contrastes lumínicos, resaltando las zonas más importantes de la composición. Impera las tonalidades pardas y oscuras, contrastando con los dorados, rojos y blancos. Para obtener la perspectiva, la mesa se ha colocado en diagonal, se emplea baldosas bicolores y se dispone la pared con el cuadro y el bodegón al fondo, obteniendo un resultado de gran impacto visual.

Este cuadro, junto a otros objetos de Mañara, se encuentra actualmente en la nueva Sala de Cabildos situada en la segunda planta del Hospital, como zona privada de la Hermandad y no visitable.

Sala de Cabildos

Muerte de Miguel de Mañara.  Arpa Pelea, José. 1879.

Retrato de Miguel de Mañara. Valdés Leal, Juan de. 1683. Óleo sobre lienzo. 240 x 150 cm. Hermandad de la Santa Caridad.

Cuatro años después de la muerte de Mañarala Hermandad encargó a Valdés Leal un retrato. Es una imagen póstuma para la que pudo utilizar la mascarilla funeraria de Mañara que se guarda en la Hermandad.

La efigie aparece dentro de un ovalo, siguiendo los modelos de Murillo, con un rotulo que le identifica y proclama como padre de los pobres.

El rostro de tres cuartos mira al espectador. En su mano derecha leva un ejemplar de su Discurso de la Verdad. La mano izquierda reposa sobre una calavera, de acuerdo con su pensamiento sobre la fugacidad de la vida y su irremediable sometimiento a la muerte.

Busto de Mañara

En la portería del Hospital de la Caridad se aprecia una columna con el busto de Don Miguel Mañara con la leyenda “El siervo de Dios/Venerable Don Miguel de Mañara/Fundador de este Hospital”.

Monumento a Miguel de Mañara

En los jardines de la Santa Caridad, uno de los elementos más importantes es el monumento a Miguel de Mañara, copia de la que Antonio Susillo esculpió para el Palacio de san Temo, y representa al personaje sosteniendo a un enfermo entre sus brazos.

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