jueves, 14 de noviembre de 2024

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas 

San Juan de Dios.

Parece que nació en 1495 en el pueblo toledano de Casarrubios del Monte, aunque su primer biógrafo, Francisco de Castro afirmara que era portugués, porque pasó su infancia en Portugal. Su madre era cristiana y su padre judío y fue criado y educado cristianamente.

Con 12 años se estableció en Torralba de Oropesa (Toledo), en la casa de Francisco Cid Mayoral, como pastor del ganado de un hidalgo llamado Francisco Herruz, rigiendo el señorío de Oropesa el II conde de Oropesa, Francisco Álvarez de Toledo y Pacheco.

A los 28 años de edad se alista como soldado en las tropas del conde de Oropesa al servicio del emperador Carlos V y como tal asiste a la defensa de Fuenterrabía, frente a las fuerzas francesas.

Abandonada la vida militar, vuelve al dominio de Oropesa, pero en 1532 vuelve a unirse a las tropas del conde de Oropesa en ayuda de Viena, sitiada por los turcos

Tras la retirada de los turcos, se licencian las tropas y Juan pasa primero a Flandes y luego por mar a España, y volvió a Portugal, donde su tío le notifica la muerte de sus padres.  

De nuevo en España se instala como pastor en una hacienda de Sevilla, de ahí pasa a Gibraltar y al poco a Ceuta, plaza donde Juan se ocupa como peón en la construcción de las murallas a fin de socorrer a la familia del caballero portugués Almeyda desterrados a Ceuta por el rey de Portugal.

Vuelto a Gibraltar, desempeña la profesión de vendedor de libros y finalmente se traslada definitivamente a Granada en 1538, donde abrió una pequeña librería en la Puerta de Elvira, entrando en contacto con la literatura de tipo devocional y religiosa.

El 20 de enero de 1539,  presencia la predicación de san Juan de Ávila en la Ermita de los Mártires y las palabras del santo manchego le conmovieron de tal manera que tuvo lugar su conversión, pero su comportamiento anormal le llevaría a ser juzgado por loco y, como tal, encerrado en el Hospital Real.

Durante su encierro comprueba el trato inhumano que se da a los enajenados internados, con celdas oscuras, maniatados, tratados con azotes, baños de sorpresa, exorcismos o cadenas, como corresponde a la terapéutica de la época con estos enfermos.

Es liberado del hospital por san Juan de Ávila, consciente de que no tenía ninguna locura. Tras ello, Juan se pone bajo la dirección espiritual del Santo Maestro, que aprueba su deseo de dedicarse al servicio de los enfermos, como ha meditado durante su permanencia en el hospital.

Tras una peregrinación a Guadalupe, vuelve a Granada y comienza su obra de atender a los enfermos, los pobres, y todos los necesitados y desfavorecidos que se relacionan con él; y al mismo tiempo   practica un intenso apostolado, singularmente entre las mujeres públicas.

En un principio Juan utilizó su casa y la de sus bienhechores para acoger a los enfermos y desfavorecidos de la ciudad, sosteniéndolos con las limosnas que conseguía por Granada.

Entonces se le unen algunos compañeros que quieren compartir su mismo género de vida y servir también a los pobres y necesitados, y trasladan su primera casa a una de más capacidad en la calle de los Gomeles y posteriormente a la calle Lucena, donde monta su primer hospital. En los siguientes diez años creció su obra y abrió otro hospital en la Cuesta de Gomérez.

Fue un innovador de la asistencia hospitalaria de su época. Sus obras se multiplicaron y creció el número de sus discípulos y se sentaron las bases de su obra a través del tiempo. 

El obispo de Tuy, Miguel Muñoz, le sugiere que tome el nombre de Juan de Dios y que vista una túnica basta a guisa de hábito, que inmediatamente acoge Juan.

Finalmente, Juan viaja hasta Castilla, con el fin de recaudar fondos para su hospital, y protagoniza algunos hechos notables, como es su participación en el desalojo de los enfermos en el incendio del Hospital Real de Granada, ocurrido en julio de 1549. Pero, una pulmonía, a resultas de arrojarse al río Genil para salvar a un muchacho que se estaba ahogando, debilita su salud y Juan de Dios fallece en Granada el 8 de marzo de 1550. 

A su muerte su obra se extendió por toda España, Portugal, Italia y Francia y actualmente está presente en los cinco continentes,

Fue enterrado en el convento de la Victoria de Granada (Carmen de los Mínimos). El 28 de noviembre de 1664, los hermanos de su orden los trasladaron a la iglesia del Hospital de San Juan de Dios. En 1757 se trasladó definitivamente a la Basílica que lleva su nombre, en cuyo camarín reposan definitivamente.

Fue beatificado por el papa Urbano VIII el 1 de septiembre de 1630 y canonizado por el papa Alejandro VIII, el 16 de octubre de 1690.

El papa León XIII (Decreto Inter omnigenas virtutes, 15-05-1886), declara a San Juan de Dios Patrono de todos los hospitales y enfermos del mundo, y manda la inserción de su nombre en las Letanías de los Agonizantes.

El papa Pío XI (Breve Expedit plane, 28.-08-1930), declara igualmente a San Juan de Dios Patrono de todas las asociaciones católicas de enfermeros, y de todos los enfermeros de ambos sexos del mundo

La Sagrada Congregación de Ritos (06-03-1940) lo nombra copatrono de la ciudad de Granada e igualmente es Patrono de los Cuerpos de Bomberos de España.  

Museo del Prado

Iglesia de san Jorge del Hospital de la Caridad

San Juan de Dios transportando un enfermo”. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1637. Óleo sobre lienzo. 325 x245 cm. Hospital de la Caridad de Sevilla.

La pintura alude a la función de los hermanos de llevar a los enfermos que no pudieran hacerlo por sí mismo hasta el hospital. 

Describe el momento en el que este santo franciscano portugués fundador de la “Orden de la Misericordia” en Granada, transporta por la noche a un enfermo cargado a sus espaldas, y siendo vencido por el peso, está a punto de caer al suelo, cuando un ángel se le aparece para ayudarle en su misericordiosa tarea, el cual le dice que el enfermo que carga es el mismo Cristo. Las alas desplegadas del ángel que parecen cobijar tanto al santo como al enfermo simbolizan y hacen visible esta protección de Dios.

Detalle sin marco

Por ello, esta obra también recuerda a los hermanos que en su actividad caritativa no les va a faltar el auxilio divino. Lo que concuerda con el pensamiento de Miguel de Mañara, que indica al hermano de la Santa Caridad que se encuentre con un indigente por las calles de la ciudad que “debajo de aquellos trapos está Cristo pobre, su Dios y Señor”, por lo que “cogiéndolo a cuestas, tráigalo a esta santa casa”.

El hecho de que la escena tenga lugar de noche es aprovechado por Murillo para centrar la mirada en el grupo de los tres personajes, que forman una composición triangular algo desplazada a la izquierda para dar paso a una escena de interior marcando así la perspectiva.

Ese contraste tenebrista, tan marcado entre las tres figuras iluminadas que emergen de la oscuridad casi total, ahonda también en la idea de la soledad y el abandono que, en la medida de lo posible, es compensada por la labor de los hermanos.

Detalle de San Juan de Dios y el enfermo. Hay autores que ven en los rasgos del santo el retrato del propio Mañara.

Detalle del ángel

El fuerte contraste entre la oscuridad de la noche y la luz sobrenatural que, iluminando las figuras desde arriba simboliza la presencia de Dios, acentúa el dramatismo de la escena, reforzado igualmente por las expresiones de ambos personajes y la diferencia entre el hábito negro del santo y la túnica del ángel, cuyo color dorado indica su condición celestial.

En el fondo parece distinguirse la escena de San Juan de Dios lavando los pies a un pobre que resulta ser igualmente Cristo, apareciendo además, según el catedrático Enrique Valdivieso, un conjunto de arquitecturas en las que se advierte una ventana iluminada con dos figuras asomadas.

Detalle de San Juan de Dios lavando los pies a un pobre y una ventana iluminada con dos figuras

En el mismo año en que se paga a Murillo esta obra junto con la “Santa Isabel de Hungría curando a los tiñosos”, 1672, Mañara crea unas enfermerías en el Hospital para atender a los enfermos pobres, por lo que ambas pinturas, que se encuentran una frente a la otra a los pies de la Iglesia, hacen relación a la obligación de atender a los enfermos “que nadie quiere y que no tienen cura, por juzgar son los más desamparados del mundo”, como se establece en la Regla de la Caridad.


Iglesia de la Misericordia

A los pies del presbiterio la imagen moderna de San Juan de Dios (lado del Evangelio) 

San Juan de Dios

Detalle

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