AREA MUSEO
Capilla de la Hermandad del Museo.
HISTORIA
La Capilla de la
Hermandad del Museo se sitúa junto al Museo de Bellas Artes y es la sede canónica de la Hermandad del Santísimo Sacramento y Archicofradía Sacramental y Cofradía
de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo y María
Santísima de las Aguas.
Cuenta el Abad Gordillo (ver) que esta hermandad fue fundada en el año 1575 en la iglesia parroquial de San
Andrés:
"tuvo su institución por devoción de unos mancebos oficiales de la
platería, los cuales se propusieron, el día de Domingo de Ramos oyendo la
Pasión en el dicho monasterio de la Merced, y se aficionaron en atender el
particular paso y tiempo en que Cristo Nuestro Señor esperó las aflicciones que
refiere el Santo Evangelista y consideraron que levantaba la cabeza al cielo en
llamamiento de su Padre Eterno".
De este modo, ese grupo
de fieles devotos, pertenecientes mayoritariamente al gremio de plateros,
quedaron impresionados al escuchar como el sacerdote describía los sufrimientos
padecidos por Nuestro Señor Jesucristo durante la Expiración y decidieron crear
una Hermandad (ver) cuyo titular fuera un
Cristo que representara ese trágico momento. De hecho, desde sus orígenes, ha
sido conocido como la Hermandad de la Expiración.
Al año siguiente de la fundación, la
hermandad se trasladó al convento de la Merced Calzada (actual Museo de Bellas
Artes) y posteriormente, en 1613, adquierieronn unos terrenos anexos al
convento donde levantan su capilla propia. Este templo,
que se construyó a finales del
siglo XVII, fue sometido a algunas restauraciones en el XIX y en 1985
adquirió su fisionomía actual.
EXTERIOR
El
muro exterior, que corresponde en el interior al lado del evangelio, forma un
ángulo de noventa grados con el edificio del Museo de Bellas Artes.
Tiene acceso por una
sencilla portada, a cada lado sendas ventanas, realizada en 1883, una actuación obligada tras la
reforma a la que sometió Balbino Marrón (ver) a la antigua fachada monástica. Al derribarse el antiguo
compás, la capilla se hizo visible desde el exterior, realizándose un nuevo
diseño que parecer corresponder al académico Joaquín Fernández Ayarragaray.
En el
exterior destaca un retablo
cerámico con las imágenes del Cristo de la Expiración y, a sus
pies, Nuestra Señora de las Aguas. Su autor fue el ceramista Antonio Morilla
Galea, que lo ejecutó en 1963. El marco de yesería es de Guzmán Bejarano (ver) y la corona de hierro que lo remata,
de Pablo Aguilucho. Fue bendecido el 19 de marzo
de 1964. Además de su indudable valor artístico, permite el culto a
nuestros titulares en todo momento.
En 1985, se cambió el limosnero inferior
por un azulejo con la
siguiente leyenda “Al cielo causa
alegría al decir Ave María”, y en el año 2000, la Hermandad se vio obligada a poner
una lámina de metacrilato sobre el
azulejo, debido a actos vandálicos.
Fachada exterior, junto al edificio del Museo de Bellas
Artes
Detalle de la fachada exterior
Detalle de la portada
Retablo cerámico
Detalle del azulejo
Detalle de la Corona y el escudo de la Hermandad
Al cielo causa alegría al decir Ave María
Real ilustre y fervorosa hermandad del Stmo. Sacramento y
Archicofradía de Nazarenos de la Sagrada Expiración de Nuestro Señor Jesucristo
y María Stma. de las Aguas
INTERIOR
Se entra a la
iglesia por el lateral del Evangelio. Se
trata de una iglesia de una sola nave, de planta rectangular, contigua a la
principal del antiguo convento mercedario, hoy Museo de Bellas Artes.
Cuenta
con un zócalo de cerámica y en el techo apreciamos un
artesonado de madera decorado con casetones tallados y policromados en cuyas
intersecciones aparece inscrito el primitivo escudo de la Hermandad. Fue
realizado a finales del siglo XVII, que
corresponde a una reforma posterior a la obra inicial, donde se estipulaba una
cubrición por bóveda de cañón. A los
pies se abren dos accesos hacia la actual casa de hermandad.
El suelo está
cubierto, por una solería de mármol ajedrezado, que recuerda a la original de
mármol de Génova que, durante la invasión francesa de la ciudad, el Mariscal
Soult mandó fuera retirada e instalada en el palacio Arzobispal, donde él
residía en esos momentos. Ante el escudo de la Cruz de Jerusalén que podemos
ver en la solería hay una entrada a una cripta de enterramiento, rehabilitada y
usada como columbario, donde se depositan las cenizas de los hermanos
fallecidos que así lo hayan dispuesto.
Vista general desde
los pies del templo
Vista general desde
la cabecera del templo
Detalle del
artesonado
Sobre los
muros se exponen varios cuadros de temática religiosa, alguno copia de obras de
Murillo, y diversas placas conmemorativas
Con la invasión francesa la capilla perdió dos obras pictóricas
fundamentales: el lienzo de la Resurrección de Cristo, de Bartolomé Esteban
Murillo, expoliado por
el Mariscal Soult durante la invasión francesa en 1811. Tras la victoria
española fue llevado a Madrid donde quedó depositado en la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, a la cual tiene la
Hermandad planteada su devolución. Y un San Miguel, firmado por Francisco
Varela en 1626, hoy conservado en una colección particular. Así mismo,
fue expoliado otro cuadro (también propiedad de esta Hermandad de la Sagrada
Expiración), debido al pincel del pintor sevillano Francisco Varela, que
representaba la Oración en el Huerto.
San Miguel
Arcángel. Varela, Francisco. 1629. Colección particular. Sevilla. (ver) (CC BY
3.0)
Adoración de los
Reyes Magos
María Magdalena
San Antonio de Padua
Ecce Homo
San Juan de Dios
trasportando a un enfermo
San Juan Bautista
Inmaculada
San Francisco de
Asís
Santa Justa y Rufina
Cristo en la casa de
Ramón el fariseo
Resurrección del
Señor
Luis Torres Santos
Lunes Santo
José Gentil Blanco
Su Majestad el Rey
de Españas Felipe VI
D. Francisco
Fernández y Gavidia
Bendición de las
obras de rehabilitación
Francisco de los
Santos Infantes
Marcos Cabrera y
Cristóbal Ramos
Comenzamos la exposición desde los pies del muro de la
epístola para continuar por el Altar Mayor y el muro del evangelio para
terminar a los pies´
Epístola
Iniciamos el
recorrido por un pequeño retablo con una imagen de tamaño académico de Santa
Lucía (ver), procedente del antiguo convento de la
Merced. Es obra anónima del siglo XVIII. Presenta la palma en una mano (símbolo
del martirio) y en la otra la bandeja con sus ojos.
Retablo de Santa
Lucia
Santa Lucia
Detalle de Santa
Lucia
Siguiendo el recorrido
aparece el retablo de San Ramón
Nonato (ver).
Debe
su nombre a que su nacimiento se produjo después de haber fallecido su madre.
Es el mercedario que fue martirizado con un candado que le cerró la boca
(aunque dicen que "aun así evangelizaba"). El busto está
atribuido al imaginero Juan de Mesa (ver) y sus manos son un
añadido posterior de peor calidad. Viste el hábito blanco de la Orden
Mercedaria, sobre el cual lleva la esclavina color púrpura propia de su
condición cardenalicia; porta un ostensorio o custodia en la mano derecha, y en
la izquierda la palma con tres coronas (castidad, elocuencia y martirio) que
distinguen a los mártires de la fe.
La Hermandad
siempre ha estado ligada a la Orden Mercedaria, que fue fundada por San Pedro
Nolasco para el rescate de los cautivos cristianos que eran apresados y
llevados al norte de África. Mantiene gran devoción por ser el santo patrón de
los partos, parteras, niños y las embarazadas.
Retablo de san Ramón Nonato
Detalle de san Ramón Nonato
Detalle del rostro de san Ramón Nonato
Detalle del rostro de san Ramón Nonato
con el candado cerrándole la boca
A
continuación encontramos un retablo realizado a mediados del siglo XVIII, que
alberga a Nuestra Señora del Rosario (ver), atribuida a Jerónimo Hernández sobre
el año 1577. Virgen sedente, en sus brazos la figura de Jesús Niño portando una
Cruz.
En la pequeña
hornacina del banco del retablo hay una pequeña figura de un Nazareno, con los mismos rasgos que el Cristo de Pasión, considerado por algunos como un boceto y que,
probablemente, sea una copia de la imagen que estuvo situada en los muros
contiguos. Es una imagen de vestir atribuida a Montes de Oca (ver).
Retablo de Nuestra Señora del Rosario
Detalle de Nuestra Señora del Rosario y
el Niño
Detalle de la Virgen
Detalle del Niño con un “hoyuelo” en la
mejilla derecha
Pequeña figura de
un Nazareno
Siguiendo por
este lado de la Epístola, en una pequeña repisa hay un San José
con el Niño de Ruiz Gijón (ver), de 1732.
Detalle de San José
Detalle del Niño
Seguidamente, ya en el presbiterio, encontramos un altar obra del siglo XVII, aunque ha sufrido muchas
transformaciones. En la hornacina principal se venera una espléndida imagen
manierista de Cristo
atado a la columna (ver) o cristo
flagelado, pieza procedente de la sala de
profundis del antiguo cenobio mercedario, que fue realizado entre 1583 y 1585,
atribuido a Jerónimo Hernández (ver).
En el banco del retablo hay una pequeña hornacina donde se encuentra una
Virgen Dolorosa de candelero del XIX.
Retablo de Cristo atado a la columna
Cristo atado a la columna
Detalle del rostro de Cristo atado a la
columna
Detalle de las manos de Cristo atado a
la columna
Detalle de la Dolorosa
Altar Mayor
En la
cabecera de la Capilla se encuentra el retablo mayor, de estilo neoclásico, del XVII, dorado
en fecha posterior a su ejecución, dividido en tres calles. La central
está enmarcada por cuatro columnas de estilo compuesto. La zona superior del
retablo está rematada por un ático. Las calles laterales presentan dos
hornacinas colocadas verticalmente y coronadas por un arco de medio punto,
incluyendo dos pilastras adosadas con decoración vegetal coronadas con
pináculos. Su uso ha sido ininterrumpido desde su ejecución como retablo del
altar mayor en la Capilla del Museo hasta hoy, que sigue sirviendo para el
mismo fin por el que fue creado, siendo eje central de la capilla y telón de
fondo de todos los ritos y ceremonias católicas celebradas en dicho espacio por
la Hermandad. El retablo es una obra del siglo XIX, realizada tras la invasión
francesa (1809-1812), momento en el que la Capilla del Museo es arrasada y
expoliada, perdiéndose la mayor parte de sus bienes muebles, altares y obras de
arte.
Según la
documentación conservada, su fecha de ejecución debe situarse poco antes de
1828, ya que consta en el archivo de la Hermandad que ese año un pintor llamado
Juan de Lizasoáin cobró 280 reales por pintar, en perspectiva, el fondo del
retablo del Altar del Cristo, por lo que suponemos que éste debió ser montado
en 1827, o en los primeros meses de 1828, ya que, el referido pintor, firmó recibo
el día 10 de mayo de dicho año. Este retablo, con su pintura de fondo, es el de
estilo neoclásico que ha llegado hasta nuestros días, si bien en la actualidad
muy reformado.
Aunque
el retablo jamás ha abandonado el espacio que hoy ocupa, sí fue movido de lugar
en 1986 al invertirse la orientación de la capilla, pasando de estar en el
extremo noroeste de la misma, lugar que hoy es dominado por la Virgen
Comendadora de la Merced (José Montes de Oca, h. 1735), a la zona suroeste,
donde se encuentra actualmente presidiendo la capilla.
Las
columnas que sostienen el retablo fueron enriquecidas en el año 1964, siendo
añadidas las guirnaldas de la parte alta del fuste y las decoraciones vegetales
en la parte baja, las cuales no fueron talladas en las columnas, sino de forma
exenta para, finalmente, colocarlas sobre las mismas con posible intención de
serle devuelto su aspecto original en caso necesario.
En
cuanto a los laterales, las dos hornacinas de cada lado donde se albergan los
cuatro Evangelistas son una ampliación lateral del retablo efectuada en el año
1986, aprovechando el cambio de ubicación de este, realizadas por Manuel Guzmán
y los arquitectos José Núñez Castain y Pablo García de Zúñiga Caravaca,
decidiendo dotarlo de un espacio posterior que sirviera como almacén y para
acceder a ciertas zonas del mismo. Momento que se aprovecha para modificar la
estética del banco, añadiendo Manuel Guzmán, ya en los años 90, decoraciones en
madera dorada con casetones ornamentados con hojas de acanto, roleos y veneras.
Anteriormente, el retablo presentaba un banco de estética neoclásica donde se
combinaban dos tonos de imitación marmórea o jaspeada con detalles dorados,
siguiendo la línea del conjunto; esta franja está actualmente desaparecida.
En el
año 2017 Manuel Antonio Ruiz-Berdejo Cansino recuperó la pintura de paisaje que
decora el fondo del retablo sobre el que aparecen las imágenes Titulares, donde
aparece la firma de Enriqueta Reina. Tradicionalmente se ha señalado a Reina
como autora de la pintura, fechándola en 1899 y con la participación de
Virgilio Mattoni, siendo la primera la posible encargada de intervenir la obra
original a causa de un posible deterioro, momento aprovechado para firmar la
obra. En el caso de Mattoni, sus pinceladas no son apreciables en el paisaje
por lo que, uniendo el análisis a la falta de documentación que mencione a este
pintor, se podría concluir que su mano no modificó la obra en momento alguno.
La autoría de la pintura podría estar en la mano de Lizasoáin en 1828 con la
posterior intervención de dicha pintora en 1899. Ésta fue tapada posteriormente
con una tela de damasco de color rojo, permaneciendo así hasta la recuperación
citada.
En la
línea de continuar con el proceso iniciado en 2017 por Ruiz-Berdejo, éste hizo
una nueva intervención sobre el retablo mayor de la Capilla del Museo en el año
2023, consistente, fundamentalmente, en la limpieza y
consolidación estructural del conjunto del retablo, la eliminación de
repintes devolviendo a la obra su aspecto original y la decoración de las
calles laterales siguiendo como modelo la decoración del conjunto central.
Fruto de este trabajo es la imagen que actualmente brinda el retablo.
Altar
Mayor
Este retablo mayor está presidido, en la
calle central, por el Cristo de la Expiración (ver), obra manierista de Marcos Cabrera (ver) de 1575 y, a sus pies, la Virgen de las
Aguas (ver), atribuida a Cristóbal Ramos (ver), de 1772.
Cristo
de la Expiración
Detalle
del rostro del Cristo de la Expiración
Detalle
del paño de pureza del Cristo de la Expiración
Visión
frontal de los pies del Cristo de la Expiración
Visión
lateral de los pies del Cristo de la Expiración
Virgen
de las Aguas
Detalle
de la Virgen de las Aguas
Detalle
del rostro de la Virgen de las Aguas
En los laterales hay figuras de los
evangelistas, que fueron talladas por Francisco Ruiz Gijón. Todos ellos llevan
sus respectivos atributos, y de izquierda a derecha son San Juan con el
águila, San Lucas y el toro, San Marcos con el león y San Mateo y el ángel, una
pluma y un libro, a excepción de San Lucas que lleva un pergamino.
San
Juan con el águila
Detalle
del águila
San
Lucas y el toro
Detalle
del toro
San
Marcos con el león
Detalle
del león
San
Mateo y el ángel
En el banco
del retablo mayor, a los pies de la Virgen de las Aguas, se encuentra el Sagrario, diseñado por Manuel Guzmán
Bejarano y realizado en plata por Juan Borrero en 1982, con esculturillas de
Rafael Barbudo que representan a San Pascual Bailón, a Santa María Micaela del
Santísimo Sacramento y la Ascensión del Señor en el ático.
En los
laterales dos pequeños ángeles lampareros.
Sagrario
Santa María Micaela
del Santísimo Sacramento
San Pascual Bailón
Ascensión del Señor
Detalle
de la puerta del Sagrario. Anunciación
Ángel
lamparero
Evangelio
Cercana al
altar mayor, en el seno de la hornacina abierta en el muro, destaca el
magnífico grupo escultórico en que se representa a Santa
Ana con la Virgen Niña (ver), talla de
madera policromada atribuida a Benito Hita y Castillo (ver) sobre el año de 1750.
Retablo de Santa Ana con la
Virgen Niña
Detalle de Santa Ana con la
Virgen Niña
Detalle de Santa Ana
Detalle de la Virgen Niña
Seguidamente,
encontramos la imagen de San Lorenzo (ver), representando
como es costumbre con el instrumento de su martirio, una parrilla. Es una obra
anónima del barroco sevillano, fechable en el siglo XVIII, restaurada por
Francisco Berlanga.
Retablo
de san Lorenzo
San
Lorenzo
Detalle
de San Lorenzo
Pie
A
los pies del templo (la capilla es pequeña), bajo el coro de la
Capilla, sobre un frontal de azulejería trianera renacentista y datado en 1626,
dos
puertas nos comunican con la zona de sacristía y la Hermandad, coronadas con
ambos azulejos de escudo y Santa Justa y Rufina.
Escudo
Santa
Justa y Rufina
Entre
ambas puertas, se halla la Virgen Comendadora de la Merced, que debió pertenecer al patrimonio del convento, donde
presidiría el coro de los mercedarios.
Se trata de
una imagen completa, en actitud sedente, revestida con ropajes tallados y
decorados con ricos estofados, una túnica escapulario y manto cerrado con un
broche adornado con el escudo de la Merced.
Sostiene
en su mano izquierda el Libro de las Horas mientras que
la derecha la apoya sobre su pecho en una actitud de profunda reflexión.
Está
atribuida con mucho fundamento a José Montes de Oca (ver), y fechada sobre el año de 1732,
aunque otros autores la atribuyen a Jerónimo Hernández (ver), con policromía del siglo XVIII y también a Benito Hita
del Castillo de 1750 (ver).
Retablo de la Virgen
Comendadora de la Merced
Virgen Comendadora
de la Merced
Detalle de la Virgen
Comendadora de la Merced
Detalle de la mano
derecha
Detalle de la mano
izquierda
Detalle del escudo
mercedario
Detalle de los
querubines a sus pies
Su iconografía representa una antigua tradición mercedaria que narra cómo San Pedro Nolasco y sus monjes se retrasaron en su obligación de acudir al coro, pues se quedó dormido el encargado de hacer sonar la campana que los convocaba habitualmente al rezo de las horas en el templo conventual. Cuando llegaron se encontraron a los ángeles ocupando sus respectivos sitiales y a la Virgen presidiendo el Coro y dirigiendo el oficio de maitines. Es por ello que, desde entonces, se la tuvo como La Comendadora, portando en su mano el libro de Horas. En el caso de esta talla sevillana, fue también conocida, popularmente, como la Virgen del Rayo por haber salido indemne tras una terrible tormenta que destrozó el Coro de la Iglesia conventual.
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