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Calle San Eloy.
Calle San Eloy
Calle San Eloy
Desde la
confluencia de Campana y O`Donnell a la de Bailen y Canalejas.
Por la derecha
desembocan Silencio, Sauceda (a cuya altura se ensancha a modo de pequeña plaza
con naranjos), Fernán Caballero y San Roque. Y por la izquierda Manuel Alonso Vicedo,
Olavide y Josefa Reina Puerto.
El primer
nombre conocido de este espacio fue el de Baño de San Pablo, documentado ya en
1498, aunque no se sabe con exactitud si se refería a toda la actual calle o
sólo a la zona más próxima al convento del mismo nombre, en la que debieron
existir unos baños.
A comienzos del s. XVI, en un padrón de pobres, figura
como San Eloy (ver), por el Hospital de San Elogio o San Eloy allí ubicado, propiedad
del gremio de plateros y luego del de armeros, y documentado desde principios
del XV.
Ese nombre,
alternando con los de Santolario y Santelorio, lo mantuvo hasta 1931, en que
fue sustituido por el de Valencia, por la ciudad levantina, para volver a
recuperar el de San Eloy a fines de 1936, a petición de numerosos vecinos de la
ciudad.
Es larga,
estrecha y rectilínea, con ligeros entrantes y salientes, sin duda por las numerosas
rectificaciones de líneas que se han venido sucediendo a través del tiempo, al
menos desde el s. XVII y muy especialmente desde mediados del XIX hasta hoy.
Mientras en
algunos tramos es bastante angosta, como sucede a la altura de Olavide, en otros
se ensancha para formar una pequeña plazoleta, tal como puede verse en la
esquina de San Roque. La rectitud de su trazado, que prolonga, en paralelo con Alfonso
XII, el eje este-oeste del centro histórico de Sevilla, aparece cruzada por una
retícula de calles por lo general cortas y estrechas.
Aunque dominan
todavía las casas sevillanas del XIX y principios del XX, con patios y cancelas
de acceso y tres plantas de altura, son ya muchas las construcciones modernas
que se intercalan.
Siempre ha sido
San Eloy un espacio de especial animación comercial y humana. Ya Vicente
Espinel (ver) situaba en él, en el s. XVII, una posada de uno de los personajes de su
Vida de Marcos de Obregón, quizás como antecedente histórico de la proverbial
abundancia de hoteles y pensiones que caracteriza a la calle, muchos de ellos
aprovechando vieja s casas.
La prensa del
XIX recoge, por otra parte, numerosas noticias sobre “casas de bebidas”,
tiendas de aceite y carbón y casas de prostitución, que al parecer abundaban en
la época.
La siguiente
información del diario El Porvenir, recogiendo quejas del vecindario, tiene
todo el sabor de un cuadro costumbrista: "Suplicamos al señor gobernador
se sirva adoptar las medidas que estime oportunas, a fin de hacer desaparecer
el escándalo que todas las noches tiene lugar en uno de los sitios más públicos
de Sevilla: en la calle de San Eloy. Allí hay cuatro o cinco casuchos seguidos,
habitados por mujeres de mal vivir , que apenas oscurece prodigan las invitaciones
y requiebros solto voce a cuantos prójimos pasan por la referida calle; y esto
sucede a quince pasos justo de donde hay colocado un vigilante sentado en una
silla mañana, tarde y noche, suponemos que para conservar el orden" (22- VII-1858).
Por las mismas
fechas los vecinos se quejan también del alboroto de los alumnos de una escuela
pública: “Paz, paz, angelitos. A pesar de las repetidas veces que hemos
indicado la conveniencia de aplicar un correctivo a los niños concurrentes a la
escuela normal a fin de que a la salida de la clase no molesten al vecindario
con escándalos, continúan haciendo de las suyas con el mayor descaro del mundo”
(La Andalucía, 18-IX- I860).
O de los
excesos de los quintos “cuando en formación son trasladados desde el
ex-convento de San Pablo al depósito. Ayer mañana marchaban por la calle con
infernal algazara, y entre otras gracias, hacían la de quitar el sombrero a
cuantos hombres hallaban a su paso y tirarlo a los Balcones” (La Andalucía,
9-V- 1862).
Por San Eloy
pasaban también a finales del XIX los viejos “ripers” o tranvías de mulas,
evocados por Rafael Laffón (ver) en su “Sevilla del buen recuerdo”.
Esa animación
que históricamente ha caracterizado a la calle la mantiene hoy gracias al
carácter marcadamente comercial y a su condición de eje que ha unido la zona de
la estación de plaza de Armas con la Campana. Proliferan las tiendas de modas, zapaterías,
comercios de alimentación, joyerías, bazares, etc. A ello hay que añadir la abundancia
de bares y de tascas.
Azulejo de “El Patio de san Eloy”

Azulejo de “El Patio de san Eloy”
Próxima a la esquina con Campana,
existió una vieja taberna donde se servía la manzanilla
de Sanlúcar.
En el pasado estuvo en San Eloy el
hospital del mismo nombre. Al parecer en la casa donde se ubicó existía todavía
en el s. XIX una especie de capilla donde, según la leyenda, se dijo la primera
misa el día que entró Fernando III en la ciudad. En otro lugar de la calle,
probablemente frente a San Roque, se construyó en 1767 un teatro de madera que
dio representaciones dramáticas y máscaras hasta su clausura en 1778.
En una de sus casas vivió el pintor
Miguel de Esquivel (ver), de principios del XVIII. Y en otra el general Rafael Maroto
después del Convenio de Vergara (ver).
En la núm. 9 se fundó en 1933 el
Colegio Marista de San Fernando.
Placa que recuerda al Colegio Marista de San Fernando
Y en la núm. 51 tenía su sede uno de
los talleres tipográficos más antiguos de la ciudad (Gráficas del Sur). (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).