jueves, 13 de noviembre de 2025

AREA MUSEO

Calle Rafael Calvo.

Calle Rafael Calvo

Calle Rafael Calvo

De la confluencia de Monsalve, Plaza del Museo y Miguel de Carvajal a San Roque.

Al menos desde fines del s. XVII se denomina del Santísimo Sacramento y más tarde simplemente del Sacramento, al parecer por un retablo dedicado a la Eucaristía allí existente.

En el s. XVIII se nombra también como calle de los Pasos, que González de León (ver) atribuye a un almacén donde se guardaban los pasos de las cofradías del vecino convento de la Merced.

Esa denominación, que es la que recoge el plano de Olavide (1771), debió coexistir, sin embargo, con la de Sacramento, que vuelve a aparecer en planos y documentos del s. XIX.

Parece ser, en efecto, que Pasos designaba sólo a la actual Rafael Calvo y no al resto de Sacramento, que antes de la creación de la actual plaza del Museo se extendía hasta Alfonso XII.

En ella se acuerda rotularla Rafael Calvo, en memoria del actor del mismo nombre (ver), que había nacido en una de sus casas y fue una de las más relevantes figuras de la escena española. 

Ensanches y alineaciones de principios del XX han configurado una calle corta y rectilínea. Alternan las casas tradicionales, algunas con patios y áticos, con modernas viviendas de pisos. Es un espacio de poco tránsito, tranquilo, con función exclusivamente residencial. Abundan los balcones adornados con flores. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

Rafael Calvo  6





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Calle San Roque.

Calle San Roque

Calle San Roque


De San Eloy a Bailen. Desembocan en ella, por la derecha, Herrera el Viejo y Rafael Calvo.

La primera referencia a este topónimo se encuentra en un acta capitular de 1616. El nombre lo tomó de un Hospital de San Roque (ver) allí ubicado. En realidad, la denominación de San Roque incluía también a la actual calle Herrera el Viejo y así puede verse todavía en los planos de Olavide (1771) y Lerena (1788).

Este último espacio se designaba popularmente como callejuela o callejón de San Roque, hasta que en 1845 recibió un nombre propio.

Se trata de una calle estrecha y sinuosa que discurre serpenteante hacia su final, aún más angosto.

En el pasado debió ser más estrecha, a juzgar por los proyectos de alineaciones y derribos que se redactan a principios del siglo XX (1907, 1908y 1914).

Cumple una función preferentemente residencial, con algunas tiendas y bares en la esquina de San Eloy, donde se ensancha ligeramente a modo de plazoleta.

Como nota curiosa, una información de prensa de 1855 recoge la protesta de los vecinos por las incomodidades de una carbonería situada justamente en ese lugar: “Los vecinos de la calle de San Roque nos suplican roguemos a los señores municipales que vean la manera más legal de hacer desobstruir el paso de la mencionada calle a la de San Eloy, interceptado casi continuamente por burros, ceras, ramas de lentisco y palancas y pesos y cuanto consigo lleva como requisito la operación de cargar y descargar carbón; operación que allí se hace todo el día y a todas horas en medio de la caIle, que unas veces está llena de polvo negro, otras de estiércol de los asnos .... “(El Porvenir, 29-XII-1855).  También protestaban los vecinos por la existencia de una pila (1872).

En la actualidad abundan en la calle, como en toda esta zona próxima a la desaparecida estación de plaza de Armas, los establecimientos hoteleros, situados en las tradicionales casas de patio.

Alternan las viviendas tradicionales sevillanas, con cancela, patio y cierro a la calle, con otras construcciones modernas, casi todas de los años 70 del siglo XX, edificadas tras los derribos de las primeras.

Entre las más antiguas sobresalen los números 19 y 20, ésta última con un azulejo de San Francisco en su fachada. El número 22 daba acceso al antiguo Corral de las Flores. No se sabe cuál era la casa que cobijó al antiguo Hospital de San Roque y que, según González de León (ver), conservaba un cuadro en la pared. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

Presenta guarda esquinas con la calle Herrera el Viejo (ver).

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Calle Herrera el Viejo.

Calle Herrera el Viejo

De Monsalve a san Roque

Las primeras referencias a este espacio, a principios del s. XVII, lo señalan como una bocacalle que partiendo de la calle de San Roque “llega a la pared de la Cruz de la Parra”.

Más tarde fue conocida como callejuela y callejón de San Roque, tal como figura en el plano de Olavide (1 771). En 1845 se rotuló Herrera, según Santiago Montoto, en memoria no del pintor a que se refiere actualmente sino del poeta Fernando de Herrera. Cuando en 1875 este último topónimo se traslada a la antigua plaza Norte, a ésta se le asignó el de Herrera el Viejo, en honor del pintor sevillano Francisco de Herrera (ver), uno de los más señalados representantes del estilo manierista.

Es corta, forma una ligera curva hacia su final y en el pasado debió ser aún menos rectilínea, pues en 1939 fue objeto de una rectificación de fachadas con el fin de evitar los rincones y entrantes que se marcan en la planimetría de los siglos XVIII y XIX.

En su caserío alternan las casas tradicionales sevillanas con modernas construcciones de pisos. Abundan los balcones adornados con flores. Cumple funciones residenciales y es un espacio muy tranquilo y de poco tránsito, a pesar de que uno de sus laterales se utiliza para aparcamiento de vehículos. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

Presenta “Guarda esquinas” con Monsalves y san Roque.

Herrera el Viejo-San Roque

Herrera el Viejo-San Roque

Herrera el Viejo-Monsalves

San Roque-Herrera el Viejo
San Roque-Herrera el Viejo

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Calle Fernán Caballero.

Calle Fernán Caballero

Calle Fernán Caballero

Calle Fernán Caballero


De San Eloy a Monsalves.

Se llamó tradicionalmente Juan de Burgos, y así aparece nombrada en documentos de principios del s. XV. No hay certeza sobre la identidad del personaje, al parecer un caballero burgalés que allí tenía su casa, probablemente uno de los que se beneficiaron del Repartimiento de Sevilla tras la conquista por Fernando III.

El topónimo se mantuvo hasta finales del s. XIX, en que fue sustituido por el seudónimo de la escritora Cecilia Bolh de Faber, Fernán Caballero (ver), que había vivido sus últimos años y fallecido en el actual núm. 14 de la calle. La rotulación oficial debió acordarse a raíz de su muerte, ocurrida en 1877, y antes de 1880, pues ya aparece el nuevo nombre en el Calendario Arzobispal de este último año.

Es de mediana anchura y discurre formando una leve curva hacia Monsalves, donde culmina en una especie de plazoleta que ya existía a finales del s. XVI, pues se formó como consecuencia del derribo de unas casas que don Pedro de Monsalve poseía frente a su palacio en la calle del mismo nombre.

Su configuración actual es prácticamente la misma que puede observarse en el plano de Olavide (1771), aunque hubo algunas rectificaciones de líneas a comienzos del XX. 

Hasta hace pocos años poseía un valioso caserío, con interesantes edificios de los siglos XVIII y XIX que han sido derribados para construir en su lugar viviendas de tres y cuatro plantas. Subsisten, no obstante, algunas casas tradicionales sevillanas, varias de ellas con abundancia de flores en los balcones.

A pesar de su proximidad a la zona más comercial de Sevilla, carece del trajín humano de San Eloy, pues sigue cumpliendo una función predominantemente residencial, con la excepción de sus primeros metros, en los que existen algunos comercios.

En la casa núm. 14, hoy sede de un llamado Ateneo Fernán Caballero, vivió sus últimos años esta escritora, cuando, tras la Revolución de 1868, debió abandonar la residencia que la reina Isabel II le había concedido en el Patio de Banderas de los Reales Alcázares. Tras su muerte en la citada casa, los duques de Montpensier costearon el bajorrelieve que hoy figura en su fachada, colocado en 1878. Una placa de la Real Academia de Bellas Artes de Sevilla recuerda también que allí murió el pintor José García y Ramos (ver).

Un frondoso limonero, plantado en un pequeño patio exterior, sobresale hacia la calle por encima de los muros de la casa.

Casa numero 14

Duques de Montpensier dedican este. En esta casa falleció frenan Caballero 1877

A José García Ramos

El edificio núm. 7 está ocupado, como algunas otras casas de la zona, por miembros del grupo religioso del Palmar de Troya. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

Casa numero 35

Casa numero 35

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Calle Sauceda.

Calle Sauceda

Calle Sauceda

De San Eloy a Monsalves

Santiago Montoto, apoyándose en González de León (ver), afirma que se llamó en el s. XVI licenciado Sauceda, personaje desconocido, y ya en el XVII Riberas, por haber tenido allí su casa el veinticuatro Lorenzo de Ribera. De estos dos últimos nombres no hay hasta el momento otra constancia documental.

En el plano de Olavide (1771), tal vez por error, está englobada bajo el nombre de la vecina Monsalves.

En la primera mitad del s. XIX, según Moreno y Gálvez, se conocía como calle de los Licenciados.

En 1845 puede verse otra vez rotulada con el nombre de Sauceda, que ha perdurado hasta hoy.

Es corta y rectilínea, y fue objeto de alineaciones a finales del XIX y principios del XX. Las informaciones de prensa del siglo pasado la presentan como un espacio descuidado, lleno de aguas estancadas y donde las recuas de mulos descargaban fardos y mercancías sin el menor orden, impidiendo el tránsito de carruajes.

Cumple funciones residenciales, aunque existen algunos comercios en las proximidades de San Eloy. Sus casas de principios de siglo, de tres plantas, alternan con viviendas recientes. En el pasado debió existir alguna casa de vecindad, a juzgar por la cruz de mayo que en 1914 se instaló en el patio de la núm. 7. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

Sauceda 2

Sauceda 2
Sauceda 2

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Calle El Silencio (antigua Moscardó).

Calle El Silencio

Calle El Silencio

De Alfonso XII a San Eloy.

Desde 1868, fecha en que se decidió su apertura, recibió el nombre de Riego, en honor del general libera Rafael de Riego (1785-1823), sublevado contra el absolutismo de Fernando VII en el pueblo sevillano de las Cabezas de San Juan.

En 1935 se acuerda sustituirlo por el de General Riego. Y en 1936 se le da el nombre de José Moscardó e Ituarte, en homenaje al defensor del Alcázar de Toledo, en los primeros meses de la guerra civil (1936-1939).

Se trata de una calle rectilínea con dos tramos bien diferenciados: el primero, ante la iglesia de San Antonio Abad, es muy ancho, tiene pavimento asfáltico y ofrece cierta fisonomía de plaza debido a los numerosos naranjos allí plantados desde hace bastantes años; culmina en el arranque de Monsalves. El segundo, desde ese punto hasta San Eloy, es más estrecho, de uso peatonal y pavimentado de losetas.

Para trazar esta nueva calle, cuya apertura efectiva tuvo lugar en 1869, hubo que derribar parte del antiguo convento de San Diego, donde se ubicaba la Escuela Normal de Maestras, y algunas otras casas, entre ellas la sede del Círculo Mercantil.

Derribos y rectificaciones de Líneas posteriores (1928, 1940, 1968) han contribuido a ensancharla algo más de lo que mostraría a finales del siglo pasado, especialmente en su tramo primero.

Posee casas de principios del XX alternando con edificios de viviendas más modernos, algunos de ellos destinados a residencia de personal militar.

La núm. 1 fue hasta hace pocos años escuela de niñas y sede de los servicios administrativos del Ministerio de Educación. Hoy se ubica en ella la Delegación de Cultura del Ayuntamiento.

En la misma acera se encuentra la puerta lateral de la iglesia de San Antonio Abad, con un azulejo del Jesús Nazareno de la Hermandad del Silencio y otro dedicado al saetero Manuel Centeno (ver). La salida de esta cofradía, en la madrugada del Viernes Santo, crea un ambiente de emotividad y recogimiento en esta especie de plazoleta llena de naranjos. 

Azulejo de Jesús Nazareno de la Hermandad del Silencio

Azulejo situado en el lateral de la puerta de la Iglesia de san Antonio Abad de la calle Silencio “Silencio pueblo cristiano”. Saeta de Manuel Centeno

La casa núm. 4, historicista, es obra de José Galnares (ver)

Pese a su función residencial, la calle participa de la animación comercial de la zona y sirve de paso a los transeúntes que se dirigen a las tiendas de San Eloy y a los grandes almacenes de la plaza del Duque de la Victoria.   (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

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Calle San Eloy.

Calle San Eloy

Calle San Eloy

Desde la confluencia de Campana y O`Donnell a la de Bailen y Canalejas.

Por la derecha desembocan Silencio, Sauceda (a cuya altura se ensancha a modo de pequeña plaza con naranjos), Fernán Caballero y San Roque. Y por la izquierda Manuel Alonso Vicedo, Olavide y Josefa Reina Puerto.

El primer nombre conocido de este espacio fue el de Baño de San Pablo, documentado ya en 1498, aunque no se sabe con exactitud si se refería a toda la actual calle o sólo a la zona más próxima al convento del mismo nombre, en la que debieron existir unos baños. 

A comienzos del s. XVI, en un padrón de pobres, figura como San Eloy (ver), por el Hospital de San Elogio o San Eloy allí ubicado, propiedad del gremio de plateros y luego del de armeros, y documentado desde principios del XV.

Ese nombre, alternando con los de Santolario y Santelorio, lo mantuvo hasta 1931, en que fue sustituido por el de Valencia, por la ciudad levantina, para volver a recuperar el de San Eloy a fines de 1936, a petición de numerosos vecinos de la ciudad.

Es larga, estrecha y rectilínea, con ligeros entrantes y salientes, sin duda por las numerosas rectificaciones de líneas que se han venido sucediendo a través del tiempo, al menos desde el s. XVII y muy especialmente desde mediados del XIX hasta hoy.

Mientras en algunos tramos es bastante angosta, como sucede a la altura de Olavide, en otros se ensancha para formar una pequeña plazoleta, tal como puede verse en la esquina de San Roque. La rectitud de su trazado, que prolonga, en paralelo con Alfonso XII, el eje este-oeste del centro histórico de Sevilla, aparece cruzada por una retícula de calles por lo general cortas y estrechas.

Aunque dominan todavía las casas sevillanas del XIX y principios del XX, con patios y cancelas de acceso y tres plantas de altura, son ya muchas las construcciones modernas que se intercalan.

Siempre ha sido San Eloy un espacio de especial animación comercial y humana. Ya Vicente Espinel (ver) situaba en él, en el s. XVII, una posada de uno de los personajes de su Vida de Marcos de Obregón, quizás como antecedente histórico de la proverbial abundancia de hoteles y pensiones que caracteriza a la calle, muchos de ellos aprovechando vieja s casas.

La prensa del XIX recoge, por otra parte, numerosas noticias sobre “casas de bebidas”, tiendas de aceite y carbón y casas de prostitución, que al parecer abundaban en la época.

La siguiente información del diario El Porvenir, recogiendo quejas del vecindario, tiene todo el sabor de un cuadro costumbrista: "Suplicamos al señor gobernador se sirva adoptar las medidas que estime oportunas, a fin de hacer desaparecer el escándalo que todas las noches tiene lugar en uno de los sitios más públicos de Sevilla: en la calle de San Eloy.  Allí hay cuatro o cinco casuchos seguidos, habitados por mujeres de mal vivir , que apenas oscurece prodigan las invitaciones y requiebros solto voce a cuantos prójimos pasan por la referida calle; y esto sucede a quince pasos justo de donde hay colocado un vigilante sentado en una silla mañana, tarde y noche, suponemos que para conservar el orden" (22- VII-1858).

Por las mismas fechas los vecinos se quejan también del alboroto de los alumnos de una escuela pública: “Paz, paz, angelitos. A pesar de las repetidas veces que hemos indicado la conveniencia de aplicar un correctivo a los niños concurrentes a la escuela normal a fin de que a la salida de la clase no molesten al vecindario con escándalos, continúan haciendo de las suyas con el mayor descaro del mundo” (La Andalucía, 18-IX- I860).

O de los excesos de los quintos “cuando en formación son trasladados desde el ex-convento de San Pablo al depósito. Ayer mañana marchaban por la calle con infernal algazara, y entre otras gracias, hacían la de quitar el sombrero a cuantos hombres hallaban a su paso y tirarlo a los Balcones” (La Andalucía, 9-V- 1862).

Por San Eloy pasaban también a finales del XIX los viejos “ripers” o tranvías de mulas, evocados por Rafael Laffón (ver) en su “Sevilla del buen recuerdo”.

Esa animación que históricamente ha caracterizado a la calle la mantiene hoy gracias al carácter marcadamente comercial y a su condición de eje que ha unido la zona de la estación de plaza de Armas con la Campana. Proliferan las tiendas de modas, zapaterías, comercios de alimentación, joyerías, bazares, etc. A ello hay que añadir la abundancia de bares y de tascas.

Azulejo de “El Patio de san Eloy”

Azulejo de “El Patio de san Eloy”

Próxima a la esquina con Campana, existió una vieja taberna donde se servía la manzanilla de Sanlúcar.

En el pasado estuvo en San Eloy el hospital del mismo nombre. Al parecer en la casa donde se ubicó existía todavía en el s. XIX una especie de capilla donde, según la leyenda, se dijo la primera misa el día que entró Fernando III en la ciudad. En otro lugar de la calle, probablemente frente a San Roque, se construyó en 1767 un teatro de madera que dio representaciones dramáticas y máscaras hasta su clausura en 1778.

En una de sus casas vivió el pintor Miguel de Esquivel (ver), de principios del XVIII. Y en otra el general Rafael Maroto después del Convenio de Vergara (ver).

En la núm. 9 se fundó en 1933 el Colegio Marista de San Fernando. 

Placa que recuerda al Colegio Marista de San Fernando

Y en la núm. 51 tenía su sede uno de los talleres tipográficos más antiguos de la ciudad (Gráficas del Sur). (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

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Calle Josefa Reina Puerto.

Calle Josefa Reina Puerto

Desde la confluencia de Plaza de la Magdalena y Murillo a San Eloy.

Al menos desde fines del s. XVIII se conoció como callejuela de los Pobres que, según González de León (ver), se debía a que en dicha calle tenía lugar el reparto de limosnas a cargo de los padres cartujos, cuya hospedería estaba próxima. Al parecer esta costumbre perduró hasta mediados del XVIII.

Callejón de los Pobres

En 1939 se sustituye ese nombre, que sin embargo permaneció vivo en el uso popular, por el actual, en homenaje a esta maestra sevillana, quien, según se recoge en el expediente municipal, "muchos años hizo de la enseñanza un sacerdocio, educando a muchas generaciones sevillanas, atendiendo con sacrificio personal a multitud de estudiantes pobres, a los que ayudó en la carrera de Magisterio. Hasta hace pocos años el rótulo decía “Doña Josefa Reina Puerto”.

La configuración actual de la calle, ancha y rectilínea, en nada se parece a la que tuvo hasta finales de los años 70 de nuestro siglo, pues era hasta entonces sumamente estrecha. En la indicada fecha se demolieron algunas casas de los siglos XVIII y XIX que la flanqueaban a la altura de la plaza de la Magdalena y en su lugar se construyeron los actuales edificios bancarios, uno de ellos notablemente retranqueado, que tanto han contribuido a desnaturalizar la tradicional fisonomía arquitectónica de la plaza. También se han derribado casas contiguas a San Eloy.

A pesar de su estrechez, este espacio fue en el pasado vía de mucho tránsito, y todavía a mediados del XIX menudean las quejas en la prensa sobre accidentes provocados por el cruce de peatones y caballerías.

Era también la calle lugar de concentración de mendigos: “los desgraciados comen allí lo que adquieren con el producto de dádivas y arrojan al centro de la vía los desperdicios, y por esto se ve constantemente dicha calle llena de cáscaras de naranjas y otros restos de vegetales, que son causa de muchos resbalones y caídas" (La Andalucía, 1- IV -1871).

Es una calle de uso peatonal, asegurado por varias horquillas metálicas que la separan de la plaza de la Magdalena. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).