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Convento de la Asunción (Derribado).
El primer
Convento de la Asunción fundado en Sevilla se estableció en 1567 gracias a la
iniciativa de tres mujeres sevillanas: María Zapata de la Fuente y Martel,
viuda de Luis Manrique de Almonte; su hija Beatriz de las Roelas; y su sobrina
Francisca Martel. A ellas se unieron las religiosas Jerónima de Aguilar y
Teresa Rojas, hijas de Hernán Rodríguez e Isabel de Aguilar. La nueva comunidad
quedó bajo la autoridad del provincial mercedario fray Juan de Peñaranda.
Para ello, otorgaron escritura del 24
de abril de 1567, por la cual dotaban la fundación de copiosos bienes, incluidas en ellos las casas principales donde moraba
la fundadora que con otras que después se adquieren, para ampliar su recinto,
servirán para labrar iglesia y convento en la calle de Armas
(actual calle Alfonso XII, 44-46), entre las calles Abad
Gordillo, y San Vicente. Se conservan en el archivo del actual convento de la Asunción los títulos
de algunas casas compradas, por las que se pagan diversos tributos, para
incorporarlas al convento y hacer la iglesia.
El 24 de
abril de 1567 otorgaron la escritura fundacional, aportando una considerable
dotación económica que incluía las casas principales donde residía la
fundadora. A estas propiedades se añadieron otras adquiridas después para
ampliar el recinto y construir iglesia y convento en la calle de Armas, actual
calle Alfonso XII, números 44 y 46, entre Abad Gordillo y San Vicente. En el
archivo del actual Convento de la Asunción aún se conservan los títulos de
algunas de estas casas y los tributos que se pagaron para incorporarlas al
conjunto.
Plano de Olavide (1771)
El arzobispo
Hernando Valdés concedió licencia el 10 de junio de 1567, y el papa Pío V
otorgó la bula de erección el 19 de mayo de 1568. En esa fecha comenzaron
formalmente las obras, y llegaron tres dominicas del convento de Santa María la
Real para poner en marcha la vida regular: Leonor del Carrillo, abadesa; Ana
Santa Cruz, maestra de novicias; y Francisca de Santa Clara, encargada de la
portería, según refiere Ortiz de Zúñiga (ver).
En 1615
se abordó la construcción de la iglesia y de la escalera principal siguiendo
los diseños de Juan de Oviedo, Maestro Mayor de la ciudad. La obra se adjudicó
al maestro albañil Juan de los Reyes, quien firmó el contrato el 6 de mayo de
ese mismo año con fray Jerónimo de Orellana, entonces provincial de la Merced.
La comunidad se comprometió a pagar doscientos ducados antes de Navidad por la
conclusión de estos trabajos.
A medida
que se agregaban nuevas viviendas al conjunto original, se adaptaban para las
distintas necesidades conventuales. Los documentos señalan que, salvo la iglesia,
no se construyeron edificios modernos de importancia, pues las casas
fundacionales ya eran antiguas y se procuró mantener su estructura. Debido
precisamente a esa antigüedad, a lo largo del siglo XVIII se acometieron
reparaciones de consideración tanto en la iglesia como en las dependencias
comunitarias.
Fachada del convento
Casa Galindo. A su lado, el desaparecido Convento de la Asunción
En 1868, tras
la Revolución de Septiembre, la comunidad fue exclaustrada y se trasladó al
Convento de Santa María del Socorro, de concepcionistas franciscanas, situado
en la calle Bustos Tavera.
El acta de
incautación mencionaba la ausencia de imágenes en los altares laterales, la
desaparición del frontal del altar mayor y el desalojo de los coros: “la falta de efigies en los altares laterales y la falta del frontal del
altar mayor, así como los coros también desalojados”. El
portero, José Gallego Millán, declaró que la abadesa había permitido a unos
operarios retirar parte de aquel material artístico. Afortunadamente se salvó
el retablo mayor, iniciado por Luis de Figueroa en 1630, hoy conservado en el
Colegio de Santo Tomás de la calle San Vicente (ver), así
como un notable azulejo de la Asunción, realizado hacia 1600 y custodiado en el
Museo de Bellas Artes (ver).
Retablo
Mayor del Colegio de Santo Tomás de la calle San Vicente
Asunción
del Museo de Bellas Artes
Poco
después, el convento fue vendido. En 1875, José Gutiérrez de Sandoval, nuevo
propietario, exceptuando la iglesia, encargó al maestro de obras Antonio Padura
levantar las casas de la acera izquierda de la calle Abad Gordillo.
Las
religiosas, establecidas aún en el Socorro, solicitaron una indemnización por
la pérdida del convento, pero no lograron recuperarlo al haberse concluido ya
la venta.
En 1893, por concesión del
arzobispo Benito
Sanz y Forés,
las mercedarias se instalaron en el antiguo Hospital del Buen Suceso (ver).
Con las
limosnas recogidas adquirieron algunas casas próximas a la plaza de San Pedro
para construir un nuevo convento, pero el proyecto no llegó a concluirse.
En 1895
se instalaron finalmente en el exclaustrado Monasterio de Santiago de la
Espada, antiguo cenobio de los caballeros de Santiago, que restauraron y
rebautizaron como Convento de la Asunción. En su claustro principal, los
capiteles de las columnas que forman los cuatro ángulos conservan aún la cruz
santiaguista. Junto a la iglesia levantaron el Colegio de Nuestra Señora de la
Merced, hoy un centro educativo concertado de Infantil y Primaria.
El convento
primitivo, tras la Gloriosa, llegó a albergar un club republicano. A comienzos
del siglo XIX, la Iglesia Española Reformada Episcopal adquirió parte del
antiguo templo, el coro bajo, mientras que el resto se destinó a almacén de
maderas. A finales del siglo XX, el edificio fue finalmente demolido para
levantar viviendas.
Edificio
Iglesia
A pesar
de las transformaciones sufridas, la iglesia logró conservarse durante bastante
tiempo, aunque muy alterada, lo que no impidió que diversos autores la
atribuyeran con fundamento a Juan de Oviedo.
Su
planta respondía al modelo de nave única en forma de cajón, amplia, elevada y
de gran longitud, articulada en tres tramos.
La
cabecera se separaba de la nave mediante un arco toral y se cubría con una
cúpula semiesférica. Se accedía al templo mediante una escalinata.
A los
pies de la nave se encontraban los dos coros, alto y bajo, descritos como
espaciosos, con sillerías completas y un altar frontal.
El
edificio carecía de portada propiamente dicha, aunque disponía de dos accesos.
La puerta principal se situaba en el tramo central, en el lado de la Epístola;
se desconoce la ubicación exacta de la segunda.
El
Retablo Mayor, hoy conservado en la iglesia del antiguo convento de Santa María
la Real (dominicos), ha experimentado modificaciones en su programa
iconográfico. En su origen lo presidía una talla de la Asunción, que hoy preside la iglesia de Santiago de la Espada,
atribuida por razones estilísticas a Duque Cornejo.
Retablo Mayor
El
templo contaba con cinco retablos laterales: tres en el lado del Evangelio y
dos en el de la Epístola, ya que el espacio correspondiente al retablo central
de este muro lo ocupaba la puerta principal.
En el
lado del Evangelio, el primer retablo estuvo dedicado a San Juan Bautista; tras
la exclaustración se situó en él la imagen de la Merced, titular del convento,
hoy conservada en Santiago de la Espada. El segundo retablo, de dorado notable
aunque de ejecución deficiente, albergaba un lienzo de Cristo con la cruz a
cuestas, también custodiado en Santiago de la Espada. El tercero sirvió de base
en 1754 para la nueva tribuna del órgano y contenía una escultura de los
Desposorios de la Virgen, actualmente en el coro alto del convento.
En el lado de
la Epístola, el primer retablo estaba dedicado a San Juan Evangelista y se
describía como semejante al del Bautista. Esta imagen también se conserva en
Santiago de la Espada. Tras la puerta del templo se situaba un altar de orden
corintio, más moderno, donde se veneraba a la Virgen de la Merced entre
pequeñas esculturas de San Pedro y San Pablo, de ejecución destacada. González
de León (ver), aunque
las atribuyó erróneamente a Torrigiano, señalaba que el retablo se remataba con
un calvario escultórico.
El convento.
Según
González de León (ver), el
convento era amplio y luminoso, dotado de todas las dependencias necesarias
para la vida comunitaria. El claustro principal, sostenido por notables
columnas y arcos, destacaba por su amplitud. En cada uno de sus ángulos se
encontraban grandes lienzos o retablos con santos de la orden. El autor, sin
embargo, no mencionó la escalera principal, atribuida también a Juan de Oviedo
y ya citada en otros documentos.
Compás
Todo indica que el compás se situaría en la calle San Vicente. Francisco Martínez, maestro mayor de la ciudad, menciona en 1725 la puerta “que está a la entrada y recibe y suela los dormitorios”, situados en las casas conocidas como de los Santillanes, en la “calle ancha de San Vicente”. Es probable que en este compás se encontrasen los locutorios, pues otra obra alude a reparaciones en el patio donde estaban ubicados.




