sábado, 3 de mayo de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas  

Santa Ana y San Joaquín.  

Santa Ana. Salvador Carmona, Juan Antonio, 1789-1795. Aguafuerte, Buril sobre papel continuo. 346 x 232 mm. Museo del Prado. No expuesto. (ver) (Crédito BB CY 3.0)

Los padres de la Santísima Virgen María no aparecen reflejados en los evangelios canónicos de la Biblia, ni tampoco en el Corán.

Los nombres de Ana y de Joaquín, proceden únicamente de la literatura apócrifa, tales como el Evangelio de la Natividad de María, el Evangelio apócrifo de Mateo y sobretodo el Protoevangelium de Santiago, que data del siglo II.

En el siglo XIII, partes del Protoevangelium de Santiago fue incorporado por Jacobus de Vorágine en su "Leyenda Dorada".  Desde entonces la historia de Santa Ana se propagó por el Occidente hasta convertirse en una de las santas más populares de la Iglesia latina.

Según estos, santa Ana era natural de Belén y de acuerdo con el padre Johann Eck de Ingolstadt, en un sermón sobre Santa Ana (publicado en París en 1579) los padres de Ana eran Matán y Emerencia y descendía del rey David y de Leví (casta sacerdotal).

Según Julio Africano, Matán, en un primer matrimonio con una mujer llamada Estha, tuvo un hijo llamado Santiago, quien llegó a ser padre de José de Nazaret.

Por su parte, Estha, en un primer matrimonio, fue madre de Helí o Joaquín (padre de María Santísima), que con el tiempo se casó con Ana.

Estha murió al nacer Santiago y Matán se volvió a casar con Emerencia y fueron padres de Ana (madre de María Santísima).

Por su parte, Emerencia, antes de casarse con Matán, estuvo casada con Eliud, de la tribu de Levi, y tuvo dos hijas: Sobe y Mahara. Y Sobe fue la madre de Isabel, de quien nació el Juan Bautista.

Ana se casó con Joaquín de Nazaret en Galilea.

Joaquín era natural de Sephoris, hoy Seffurich, antigua ciudad situada a seis kilómetros de Nazaret, región de Galilea. 

Joaquín era de linaje real, porque era de la tribu de Judá y descendía directamente del rey David y tenía propiedades importantes.

De las rentas y productos de sus propiedades, dicen los historiadores, que hacía tres partes y destinaba una al culto del Templo, otra para limosnas y la tercera para el mantenimiento de la casa, y además suministraba al templo de Jerusalén las ovejas para los sacrificios.

Según la tradición, vivieron primero en la región de Galilea y, posteriormente, se asentaron en Jerusalén, en la región de Judea.

Así, según el “Protoevangelio de Santiago”, Joaquín y Ana eran una pareja acomodada, pero después de 20 años de matrimonio no tuvieron hijos, y esta falta de hijos, entre los hebreos, era considerada como un castigo o maldición del cielo.

Cuando en una fiesta Joaquín se presentó para ofrecer sacrificio en el Templo, fue rechazado por un tal Rubén, bajo el pretexto de que hombres sin descendencia no eran dignos de ser admitidos.  

Joaquín, cargado de pena, no volvió a su casa, sino que se fue a las montañas a presentarse ante Dios en soledad. 

También Ana, habiendo conocido la razón de la prolongada ausencia de su esposo, clamó al Señor pidiéndole que retirase de ella la maldición de la esterilidad y prometiéndole dedicar su descendencia a Su servicio.

Entonces un ángel se les apareció simultáneamente, anunciando que sus ruegos habían sido escuchados y que concebirían un hijo, que debían llamarla María y consagrarla a Dios.

La historia continúa con la alegre reunión de Ana y Joaquín en la “Puerta Dorada de Jerusalén”.

Joaquín y Ana se encuentran ante la Puerta Dorada. Filippino Lippi, 1497. (ver) (Crédito CC BY 3.0)

Ana prometió dedicar al niño al servicio de Dios, y cumplidos los nueve meses dio a luz a una niña a la que llamó Miriam (María).

Al cumplir los tres años, Joaquín y Ana llevaron a María al templo para consagrarla a Dios como habían prometido. 

María vivió en el templo hasta que cumplió los 12-14 años, edad en la que fue entregada a José como esposa. ​

Los cristianos occidentales han sostenido tradicionalmente que María nació en Nazaret, mientras que la tradición oriental, desde tiempos apostólicos, ha afirmado que su lugar de nacimiento fue Jerusalén.

Así, la tradición cristiana sostiene que la Virgen María nació en una casa ubicada en Jerusalén, concretamente en las cercanías de la Puerta de las Ovejas (también conocida como Puerta de San Esteban), cerca de la piscina de Betesda.

El templo relacionado con este hecho tiene orígenes muy antiguos. Aunque se debate si su fundación corresponde a la emperatriz Santa Elena o a la emperatriz Eudoxia, se considera probable que pertenezca al grupo de aproximadamente treinta iglesias atribuidas a Santa Elena, además de las grandes basílicas que llevan su nombre. Así lo menciona el historiador Nicéforo Calixto.

Según Teodosio el Peregrino, hacia el año 530 ya se hacía referencia a un santuario dedicado a la Virgen María, situado cerca de la Piscina Probática. Este templo, conocido como Santa María la Antigua o de la Natividad, fue destruido durante la invasión de Cosroes en el año 614. 

No obstante, fue reconstruido poco tiempo después, posiblemente por obra de Modesto, ya que San Sofronio lo menciona como existente en su época, durante su patriarcado en Jerusalén.

Cuando los cruzados conquistaron Jerusalén en 1099, encontraron que la iglesia había sido transformada en mezquita, lo cual probablemente evitó su destrucción total. Tras ser purificada y restaurada al culto cristiano, por estos cruzados, en el siglo XII, se estableció allí una comunidad de monjas benedictinas. En 1104, la reina Ana (esposa repudiada de Balduino I) tomó el velo en ese monasterio.

Durante ese periodo se amplió y embelleció el templo, incorporándose elementos decorativos notables como frescos que narran escenas de la vida de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen María.

Según una antigua tradición, cuando las fuerzas de Saladino sitiaron Jerusalén, las religiosas del convento de Santa Ana, al igual que en un episodio similar ocurrido en un monasterio de España durante la invasión árabe, desfiguraron sus rostros para evitar ser violentadas por los invasores.

La ciudad fue finalmente tomada en 1192. Una inscripción en árabe, aún conservada en el tímpano de la entrada, indica que en ese momento el sultán ordenó convertir la iglesia en una madrasa o escuela coránica, llegando a ser consideraba como la escuela de ley islámica más prestigiosa de la ciudad. 

Los peregrinos cristianos sólo podían entrar en la gruta previo pago de una tasa, durante el dominio musulmán otomano en Palestina.

En el siglo XV, la escuela había sido clausurada, el convento estaba en ruinas y solo el templo permanecía en pie. Pese a ello, los peregrinos continuaban visitándolo. Los padres franciscanos obtenían permiso, mediante el pago de sumas considerables, para celebrar la misa en la cripta dos veces al año: durante las festividades de Santa Ana y de la Natividad de la Virgen.

Pasaron los siglos hasta que, en 1856, al concluir la guerra de Crimea, el sultán Abdul-Medjid obsequió el templo a la emperatriz Eugenia de Montijo, esposa de Napoleón III, como muestra de gratitud por el apoyo francés. La entrega fue oficializada por el cónsul francés, Monsieur de la Barrère.

El edificio, en estado de grave deterioro, necesitaba una profunda restauración. Esta fue encargada al arquitecto Monsieur Mauss, quien se propuso respetar la estructura y estilo originales mientras realizaba las necesarias intervenciones. En 1873, mientras trabajaba en las reformas, descubrió los vestigios del estanque de Betesda junto a la iglesia, citado en la Biblia como el lugar donde Cristo curó a un paralítico.

Gracias a esta restauración, el templo recuperó gran parte de su antigua belleza, perdida por el paso del tiempo y los estragos causados por las invasiones.

En la actualidad, el lugar puede ser visitado libremente por los fieles cristianos, sin temor ni restricciones, ya que goza de la protección del pabellón francés. Desde 1878, está a cargo de los Padres Misioneros de Argel, una orden religiosa católica, comúnmente llamada de los "Padres Blancos", por el color de sus túnicas, quienes lo custodian y mantienen, dentro del complejo arqueológico que incluye las ruinas de las piscinas de Betesda. 

Iglesia de Santa Ana (ver) (Crédito CC BY 3.0)


La cripta, que originalmente contenía las santas tumbas, fue descubierta el 18 de marzo de 1889.

Se dice que las reliquias atribuidas a Santa Ana fueron traídas de la Tierra Santa a Constantinopla en el 710. Allí estaban en la iglesia de Santa Sofía en 1333. La tradición de la Iglesia de Apt, en el sur de Francia dice que el cuerpo de Santa Ana fue llevado a Apt por San Lázaro, el amigo de Jesucristo, fue escondido por San Auspicio (+398) y vuelto a encontrar durante el reino de Carlomagno. La cabeza de Santa Ana se mantuvo en Mainz hasta el 1510, cuando fue robada y llevada a Düren, Alemania. Lamentablemente, no hay sólidos fundamentos para asegurar la autenticidad de estas reliquias.

Según algunas tradiciones medievales (especialmente en Europa, en los siglos XIII-XIV), Santa Ana se casó tres veces (cada vez viuda), y que de esos matrimonios nacieron hijas llamadas María: La Primera María sería la madre de Jesús. La Segunda hija, también llamada María, conocida como María de Cleofás sería la madre de Santiago el Menor, José, Simón y Judas Tadeo, algunos de los llamados "hermanos" de Jesús. Y la Tercera María, conocida como María Salomé, sería la madre de Santiago el Mayor y Juan Evangelista.

Esta tradición se conoce como la “Trinubium Annae” (los tres matrimonios de Ana), y fue muy popular para explicar las varias "Marías" que aparecen cerca de Jesús en los Evangelios.

Hoy en día se reconoce oficialmente sólo a Santa Ana como madre de María, sin afirmar que tuvo otras hijas.

En relación al culto de Santa Ana, en la Iglesia del Oriente ya se veneraba a Santa Ana en el siglo IV.  

En el Occidente no se venera a Santa Ana, excepto quizás en el sur de Francia, hasta el siglo XIII.  

Su imagen, pintada en el siglo VIII en estilo Bizantino, fue más tarde encontrada en la iglesia de Santa María Antiqua en Roma. 

Su fiesta, bajo la influencia de la "Leyenda Dorada", aparece en el siglo XIII donde se celebraba el 26 Julio.

En la iconografía occidental, suele ser representada como una mujer mayor, de rostro dulce y sereno. Ana puede reconocerse por la larga túnica, generalmente roja y un manto que le cubre la cabeza, a menudo sosteniendo un libro. También puede encontrarse a Ana acompañada por una pequeña María, quien sostiene, a veces, al Niño Jesús en brazos. ​Muchas veces se la ve enseñando a leer a la pequeña María, como símbolo de la transmisión de la fe.

No se suele mostrar a Ana en el Nacimiento de Cristo, pero frecuentemente se la representa con el Niño Jesús en varios temas, pero no es representada con Cristo adulto, así que se considera que murió durante la juventud de Jesús. 

Santa Ana, San Joaquín y la Virgen. Camilo, Francisco. 1652. Óleo sobre lienzo, 234 x 174 cm. Museo del Prado. Depósito en otra institución. (ver) (Crédito CC BY 3.0)

Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Herrera el Mozo, Francisco de. 1667-1670. Óleo sobre lienzo. 166 x 103 cm. Museo del Prado. No expuesto. (ver) Crédito CC BY 3.0)

Santa Ana, la Virgen, santa Isabel, san Juan y Jesús niño. Yáñez de la Almedina, Fernando. 1525 - 1532. Óleo sobre tabla, 140 x 119 cm.  Museo del Prado. Sala 052B. (ver) (Crédito CC BY 3.0)

La Sagrada Familia con Santa Ana. Rubens, Pedro Pablo. Hacia 1630. Óleo sobre lienzo. 116 x 91 cm. Museo del Prado. Sala 076. (ver) (Crédito CC BY 3.0)

Santa Ana, la Virgen y el Niño. Benson, Ambrosius. 1525 - 1550. Óleo sobre tabla, 125 x 90 cm. No expuesto. (ver) (Crédito CC BY 3-0)

La Virgen, el Niño y Santa Ana. Juanes, Juan de. Hacia 1540. Óleo sobre tabla. 44,5 x 51 cm. Museo del Prado. Sala 029. (ver) (Crédito CC BY3.0)

La Virgen y Santa Ana. Flémalle, Bertholet. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo. 145 x 185 cm. Museo del Prado. No expuesto. (ver) (Crédito CC BY 3.0)

La Sagrada Familiasanta Ana y san Juanito. El Greco. Hacia 1600. Óleo sobre lienzo, 108,5 x 70 cm. Museo del Prado. Depósito en otra institución. (ver) (Crédito CC BY 3.0)

Santa Ana conduciendo a la Virgen. Pérez Sierra, Francisco. Segunda mitad del siglo XVII. Óleo sobre lienzo, 209 x 110 cm. Museo del Prado. Depósito en otra institución. (ver) (Crédito CC BY 3.0)


Museo de Bellas Artes

Santa Ana, la Virgen y el Niño, Anónimo Flamenco. Hacia 1540. Museo de Bella Artes de Sevilla. Sala IV. Donación de Doña Luisa Cortes y Soto en 1981. 

Santa Ana enseñando a leer a la Virgen. Roelas, Juan de. Hacia 1615. Óleo sobre lienzo, 230 x 170 cm. Museo de Bellas Artes. Sala IV. Procede de la Desamortización de 1840 del Convento de la Merced Calzada


Iglesia de san Antonio de Padua

Retablo neoclásico de Santa Ana, la Virgen y el Niño, siglo XVII, curiosa iconografía de origen centroeuropeo conocida como Santa Ana Triplex, flanqueada por San Sebastián, obra de Hita del Castillo y San José del siglo XVIII y sobre ella la Virgen de Guadalupe Extremeña.

Retablo de Santa Ana

Detalle de Santa Ana


Iglesia del Buen Suceso

En el muro de la Epístola, un retablo barroco realizado en 1793 para la iglesia del Buen Suceso por el entallador José Fernando de Medinilla.  

Lo preside el retablo de Santa Ana con la Virgen Niña, en el momento de la presentación en el templo. 

Procede del enajenado colegio carmelita de san Alberto de Sicilia, donde presidía el retablo de don Francisco Bernardino Palacios, y en 1893 fue cedida a esta iglesia por el Cardenal Spínola.

La imagen de Santa Ana, de madera de cedro encarnada y policromada, mide 1,46 m. es obra de Juan Martínez Montañez de 1632-1633.

La Virgen Niña es igualmente de madera de cedro encarnada y policromada, de 0,92 m. obra de Rafael Barbero Medina de 1945, para sustituir a la original de Martínez Montañez, que fue destruido en 1931 por grupos anticlericales. Solo se conserva la cabeza original de la Virgen. 

 

 Retablo de Santa Ana con la Virgen Niña

Santa Ana con la Virgen Niña


Iglesia de Ómnium Sanctorum

En el Altar Mayor. En la parte inferior y en los laterales del templete, las imágenes de San Joaquín y Santa Ana. 

Visión del Templete del Presbiterio 

San Joaquín y Santa Ana

Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús

Retablo de la Virgen con el niño en los brazos (Virgen Gran Madre), obra de Pedro Duque Cornejo, siglo XVIII. Devoción de la compañía de Jesús, procede del antiguo colegio de San Hermenegildo de la plaza del Duque.

A sus lados San Joaquín y Santa Ana.

Retablo de la Virgen con el niño en los brazos (Virgen Gran Madre)


Santa Ana

San Joaquín

Iglesia de san Juan de la Palma

En la hornacina/camarín central del banco del Retablo Mayor, se encuentra la imagen titular de María Santísima de la Amargura acompañada por San Juan, obras documentadas de Benito Hita del Castillo de 1760, excepto el rostro de la Virgen que es obra anónima fechable entre 1700 y 1701. 

En el centro del segundo cuerpo, dentro de una hornacina, hay una escultura de pequeño tamaño de San Juan Bautista, probablemente del siglo XVIII, con dos relieves en sus laterales de Santa Ana a la derecha y San Joaquín la izquierda.

Retablo Mayor 

San Joaquín. San Juan Bautista. Santa Ana 

Iglesia de San Lorenzo

La Capilla de Santa Ana, antigua Capilla Bautismal, recibe el nombre por el grupo escultórico que representa a Santa Ana enseñando a leer a la Virgen Niña, perteneciente a la escuela de José Montes de Oca  (finales del XVII, principios del XVIII). 

Santa Ana con la Virgen Niña

La capilla Sacramental está presidida por un retablo barroco ejecutado entre 1.703 y 1704 por Pedro Ruiz Paniagua que fue costeado en parte por don Francisco Bucarelli, marqués de Valdehermoso, destacado miembro de la Hermandad Sacramental, a la que también ofrendó un altar portátil de plata para llevar el viático a los enfermos.

En las calles laterales están las imágenes de San José en actitud itinerante con el Niño Jesús y Santa Ana con la Virgen Niña. 

Retablo Mayor

Santa Ana con la Virgen Niña

Iglesia de Santa Ana

En el segundo cuerpo del Altar Mayor, destaca el grupo escultórico de Santa Ana y la Virgen niña, obra de Martínez Montañés del año 1627. 

Altar Mayor

Santa Ana y la Virgen niña

Iglesia de Santa Catalina

Destaca la Capilla de Santa Ana y la Virgen Niña. Es un retablo de la segunda mitad del siglo XVII, aproximadamente de 1650, cercano al estilo de Barahona, con un grupo de Santa Ana y la Virgen Niña, anónimo, de comienzos del siglo XVIII, con la santa de pie y con la Virgen en brazos, imagen poco habitual.

 

Retablo y detalle de Santa Ana

Iglesia de santa Rosalía

Pasada la verja, el retablo de santa Teresa de Jesús, revestida como Doctora de la Iglesia. A sus lados, san Joaquín y santa Ana.

 

Retablo de Santa Teresa de Jesús

San Joaquín y santa Ana

Parroquia de Santa María Magdalena

Retablo de San Joaquín, Santa Ana maestra y la Virgen Niña. Anónimo sevillano. Santa Ana y la Virgen son del siglo XVII y san Joaquín del XVIII.

Detalle

Capillita de san José

El primer cuerpo de la portada principal presenta una amplia entrada adintelada, flanqueada por dos esculturas que representan a Santa Ana con la Virgen Niña y a San Joaquín.

Detalle de la Hornacina de Santa Ana con la Virgen Niña

Detalle de la Hornacina san Joaquín

A la izquierda de la puerta de acceso a la sacristía vemos el retablo de la Inmaculada y encima un relieve de Santa Ana. 

Retablo de la Inmaculada

Relieve de Santa Ana

En el Altar Mayor, flanquean el camarín central las figuras de San Joaquín y Santa Ana, que tradicionalmente han sido atribuidas a Duque Cornejo.

Vista general del Altar Mayor

San Joaquín

Santa Ana

En el muro del evangelio, el Altar de san Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña, que se atribuye a Pedro Duque Cornejo (ver), y que presenta la escena de santa Ana enseñando a leer a la Virgen Niña en presencia de San Joaquín.

 

Altar de san Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña

Detalle del conjunto escultórico

Iglesia de San Alberto

En el muro de la epístola, el Retablo del Renacimiento, con conjunto escultórico, situado en la hornacina central, del siglo XVIII, atribuido a Cristóbal Ramos (ver).

En los laterales, la figura de Santa Ana, atribuida a Francisco de Ocampo (ver), de 631, y San Joaquín, algo más pequeña.

Retablo del Renacimiento

Santa Ana

San Joaquín

Iglesia de San Pedro

La Capilla de San José, antigua capilla de la Hermandad del Cristo de Burgos, está presidida por San José, obra de Juan de Astorga  siglo XIX (ver). A cada lado las imágenes de los padres de la Virgen, San Joaquín y Santa Ana.

Capilla de san José

Santa Ana

San Joaquín

Iglesia de san Andrés

A los pies de la nave se encuentra un retablo que preside la Virgen de Araceli , réplica de la patrona de Lucena (Córdoba) que realizó Castillo Lastrucci (ver) en 1944. Bajo su hornacina se encuentra la imagen de San Joaquín. 

Retablo de la Virgen de Araceli

San Joaquín

En la nave de la epístola, nos encontramos con una obra escultórica que representa a la Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana.

Conjunto escultórico

Santuario de la Hermandad de los Gitanos

A los lados del camarín, del retablo mayor, vemos dos retablos repisas, obras modernas de Francisco Betazos. A la derecha con la pintura de la Anunciación en el centro, San Joaquín  en el ático y la Piedad a los pies. 

Retablo

San Joaquín 

A los lados del camarín, del retablo mayor, vemos dos retablos repisas, obras modernas de Francisco Betazos. A la izquierda, el retablo muestra a Jesús con Santo Tomas, Santa Ana  en el ático y la huida a Egipto en los pies. En los laterales del marco se muestra la custodia y Jesús atado a la columna.

Retablo

Santa Ana

4 comentarios:

  1. Muchas gracias Andrés.msgnifico trabajo.
    Felicidades

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  2. Gran trabajo Andrés y excelentemente documentado.

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  3. Un trabajo muy bueno, muy bien documentado.

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  4. Fantástico trabajo, gracias por compartirlo con todos nosotros

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