martes, 5 de agosto de 2025

AREA DE SAN ROMAN

Calle Enladrillada.

La calle Enladrillada discurre desde la Plaza de San Román hasta las inmediaciones de San Hermenegildo. Por la acera de los números pares confluyen las calles Espada, Marteles y Santa Lucía; por la de los impares, lo hacen Sánchez de Castro, Santa Paula y la Plaza del Pumarejo, a través de la del Pelicano.

Calle Enladrillada

Torre de san Marcos

El tramo que va desde San Román hasta la Plaza del Pelícano era conocido en la Baja Edad Media como Campanario, en alusión a la torre de la iglesia de San Román. A partir de 1586 comienza a documentarse con el nombre de Enladrillada, o popularmente, la Ladrillada.

Según la tradición, fue una dama de alta alcurnia, Doña Guiomar Manuel, quien, mostrando una notable sensibilidad hacia la mejora urbana, costeó el primer enladrillado de las calles de Sevilla, con el objetivo de combatir el barro, la suciedad y mejorar el tránsito. Aunque esta mejora trajo consigo un aumento del ruido por el paso de los carros, supuso un avance importante para la época. Con el tiempo, los ladrillos, poco duraderos, fueron sustituidos por adoquines de piedra.

Existe una creencia popular que atribuye el nombre de la calle a haber sido la última en mantener el pavimento de ladrillo colocado a sardinel (esto es, ladrillos dispuestos de canto, alineados en sus caras mayores). Sin embargo, ya en 1609 hay referencias que señalan que había sido empedrada.

El último tramo de la calle aparece en documentos del siglo XVII con diversas denominaciones: Sitio de Matarnillos, que sugiere una zona aun escasamente urbanizada; calle Mata Asnillos (1665); y Mata Arnillos, nombre que perduró durante el siglo XVIII. También se conoció como calle del Huerto de las Beatas, hasta que en 1845 se le asignó el curioso nombre de calle del Perro.

En 1868, ambos tramos quedaron unificados bajo la denominación de Enladrillada, desapareciendo el topónimo anterior. En 1937, la Falange Española solicitó cambiar el nombre por el de Eduardo Rivas, pero el Ayuntamiento optó por mantener la denominación tradicional "por su popularidad y significado", asignando ese nombre a otra calle.

El escritor Santiago Montoto, citando un padrón de 1533, menciona que entonces se la conocía como calle de los Moros.

Se trata de una calle larga y estrecha, cuya forma actual responde a diversos intentos de alineación llevados a cabo en 1868, 1880 y 1921, aunque nunca se ejecutaron por completo. De ahí los frecuentes entrantes y salientes que aún presenta.

Históricamente, por su trazado discurría una de las principales cloacas de la ciudad, lo que dio lugar a constantes quejas vecinales por los malos olores, vertidos y el mal estado del pavimento. La falta de limpieza de los husillos causaba frecuentes inundaciones. En 1855, los vecinos denunciaron en la prensa que la comunicación entre baches y desagües provocaba importantes molestias para el vecindario.

Con la remodelación urbana del barrio de San Julián a partir de 1962, la calle perdió su tramo final, que llegaba hasta la muralla, al construirse el colegio nacional Sor Ángela de la Cruz.

Pese a la unificación de su nombre en el siglo XIX, aún se percibe una clara diferencia entre el tramo más antiguo y el de Matarnillos. El primero conserva una calzada de grandes adoquines, en buen estado gracias a su reciente repavimentación. También se ha reconstruido parte del acerado con ladrillos colocados a sardinel, evocando su primitivo aspecto.

Entre los edificios más notables se encuentra la fachada posterior del convento de Santa Paula, que ocupa un amplio solar. En ella se conserva un azulejo con la imagen de la santa, fechado en 1739. Es probable que, en la intersección con la calle Santa Paula, existiera una pequeña plazuela, dada la reiteración de solicitudes del convento para ocupar ese espacio, a veces concedidas y en otras denegadas.

En cuanto a la arquitectura doméstica, aún se conservan algunas casas de vecinos tradicionales, de una y dos plantas, habitadas en su mayoría por personas mayores. Sin embargo, muchas viviendas se encuentran en ruinas o han sido demolidas, dando paso a solares o bloques de pisos más modernos, de hasta tres plantas.

Desde la Plaza del Pelícano hasta la calle San Hermenegildo, el trazado se ensancha ligeramente y se vuelve completamente rectilíneo. La calzada, de asfalto, cuenta con aceras de losetas de cemento y permite el paso del tráfico rodado. La edificación de este tramo es de reciente construcción, con bloques de viviendas de tres y cuatro plantas.

A finales del siglo XIX existió en esta calle un colegio para niñas huérfanas. En la actualidad, aunque predomina el uso residencial, Enladrillada también alberga pequeños negocios de diversa índole: comercios de uso diario, una imprenta, un taller de electricidad, un hostal y la sede de la Asociación Profesional de Comerciantes Detallistas de Pescado de la Provincia.

En la esquina con Santa Paula existe una Botarrueda.

Botarrueda en la esquina con Santa Paula

Enladrillada numero 4





Enladrillada numero 16




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