martes, 5 de agosto de 2025

AREA DE SAN ROMAN

Calle Sol.

Desde la Plaza de los Terceros hasta su confluencia con las calles Trinidad y Santa Lucía, la calle Sol se extiende como una de las vías más largas del noreste del casco antiguo sevillano. A su margen de los números impares se abre la plaza de San Román y confluyen las calles Espada y Marteles; por el lado de los pares lo hacen Matahacas, Gallos y Butrón.

Calle Sol

La denominación calle Sol aparece documentada al menos desde 1427, relacionada con la desaparecida Puerta del Sol (ver), que daba nombre a buena parte del trazado comprendido entre dicha puerta y la plaza de San Román.

El primer tramo, entre la Plaza de los Terceros y San Román, fue conocido durante los siglos XVI al XVIII como calle de las Cabezas. Con la fundación del convento de los Padres Terceros de San Francisco, se introdujo el nombre alternativo de calle de los Terceros o Real de los Terceros, denominación que acabaría imponiéndose hacia finales del siglo XVIII. En 1845, el nombre de Sol se amplió a todo el trazado y el topónimo de Terceros pasó a designar la plaza.

Una gran manzana de edificios, comprendida entre Butrón y Trinidad, encierra en su interior un tramo conservado de la antigua muralla almorávide. A partir de la década de 1660, con el inicio de la demolición de la cerca islámica, varios vecinos solicitaron ampliar sus solares hasta el muro, lo que dio lugar a la ocupación del llamado Muro del Valle, una vía que corría paralela a Sol entre el Convento del Valle y la antigua Puerta del Sol, como puede apreciarse en el plano de Álvarez-Benavides de 1868.

Actualmente, el Ayuntamiento proyecta abrir un paso peatonal entre los números 92 y 94, que conecte Sol con los jardines del Valle (ver), mediante la recuperación de la barreduela preexistente. Este proyecto incluye el retranqueo de las edificaciones posteriores para dejar visible la muralla, recuperando así el trazado original del Muro del Valle.

Detalle de las murallas

Detalle de las murallas
Detalle de las murallas
Detalle de las murallas

La calle Sol conserva aún algunas barreduelas tradicionales, aunque otras han desaparecido con el paso del tiempo. Entre las perdidas destacan el callejón del Diablo (ubicado en el tramo conocido antiguamente como Cabezas o Terceros) y otro que enlazaba la calle Butrón con el Convento del Valle.

De fisonomía recta y estrecha, Sol ha experimentado numerosas rectificaciones de alineación entre 1867 y 1943, lo que explica sus entrantes y salientes irregulares. El tramo inicial presenta mayor anchura, pero a partir de San Román la calle se estrecha considerablemente. En sectores como el comprendido entre Gallos y Butrón, las aceras prácticamente desaparecen, reduciéndose a un simple bordillo de granito, lo que dificulta el tránsito peatonal. A partir de la confluencia con Espada vuelve a ensancharse levemente, efecto de las mencionadas reformas urbanísticas.

En el siglo XV ya se canalizaba por esta vía una de las principales cloacas de la ciudad, que desembocaba en la muralla. Por ello, existen abundantes referencias a las tareas de limpieza y mantenimiento en los documentos municipales de la época.

La edificación tradicional de Sol se caracteriza por viviendas unifamiliares de dos plantas, modestas y funcionales. A finales del siglo XIX y comienzos del XX, surgieron inmuebles con una tercera planta y escalera común. Muchas de estas casas se han conservado, algunas convertidas en viviendas colectivas, mientras que otras se encuentran en ruinas o han sido sustituidas por bloques de hasta cinco alturas, alterando notablemente el ambiente original y ensombreciendo aún más esta estrecha vía.

Entre los inmuebles más destacados sobresalen la iglesia y antiguo convento de los Terceros (ver), así como la conocida Casa del Rey Moro (ver), situada en el número 103.

La calle también ha tenido una cierta vocación industrial: en 1624 ya funcionaba un horno de pan, y en el siglo XIX abundaban los talleres de herradores y cerrajeros. La prensa local de 1856 recoge quejas vecinales por la ocupación de las aceras con bancos, yunque, animales atados y residuos de clavos y herraduras. Más adelante, se instaló una fábrica de cartones y fósforos, entre otras pequeñas industrias.

Hoy, la calle Sol alberga una actividad comercial significativa, con numerosos establecimientos de proximidad (especialmente de alimentación) situados en las plantas bajas de antiguas viviendas. Subsisten también algunos negocios tradicionales en vías de desaparición, como un taller de dorado artesanal en el número 89, que ha captado la atención por su singularidad.

El carácter popular de Sol ha sido recogido por diversos autores. Pío Baroja la menciona en “El Nocturno del hermano Beltrán (1929), al narrar la historia de una querida instalada allí por su amante; José María Sierra González evoca el paso del Cristo de los Gitanos en “Sevilla en su cielo (1984), y autores como Antonio Burgos, Manuel Ferrand o Nicolás Salas la rememoran por sus casas de vecinos, reflejo de la vida cotidiana del barrio.

Finalmente comentar que en ella vivió y una placa lo recuerda dedicada Juan Chincoa Mora (ver).

Placa: A Don Juan Chincoa Mora en reconocimiento a su aporte a la música cofrade y a las marchas dfe procesión por y para Sevilla “Perdona a tu pueblo”

Sol 116

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