AREA DE SAN ROMAN
Calle Sol.
Desde la Plaza
de los Terceros hasta su confluencia con las calles Trinidad y Santa Lucía, la
calle Sol se extiende como una de las vías más largas del noreste del casco
antiguo sevillano. A su margen de los números impares se abre la plaza de San
Román y confluyen las calles Espada y Marteles; por el lado de los pares lo
hacen Matahacas, Gallos y Butrón.
Calle Sol
La denominación calle Sol aparece documentada al
menos desde 1427, relacionada con la desaparecida Puerta del Sol (ver), que daba nombre a buena parte del trazado
comprendido entre dicha puerta y la plaza de San Román.
El primer tramo, entre la Plaza de los
Terceros y San Román, fue conocido durante los siglos XVI al XVIII como calle
de las Cabezas. Con la fundación del convento de los Padres Terceros de San
Francisco, se introdujo el nombre alternativo de calle
de los Terceros o Real de los Terceros,
denominación que acabaría imponiéndose hacia finales del siglo XVIII. En 1845,
el nombre de Sol se amplió a todo el trazado y el topónimo de Terceros pasó a
designar la plaza.
Una gran manzana de edificios,
comprendida entre Butrón y Trinidad, encierra en su interior un tramo
conservado de la antigua muralla almorávide. A partir de la década de 1660, con
el inicio de la demolición de la cerca islámica, varios vecinos solicitaron
ampliar sus solares hasta el muro, lo que dio lugar a la ocupación del llamado
Muro del Valle, una vía que corría paralela a Sol entre el Convento del Valle y
la antigua Puerta del Sol, como puede apreciarse en el plano de
Álvarez-Benavides de 1868.
Actualmente, el Ayuntamiento proyecta
abrir un paso peatonal entre los números 92 y 94, que conecte Sol con los
jardines del Valle (ver), mediante la recuperación de la barreduela
preexistente. Este proyecto incluye el retranqueo de las edificaciones
posteriores para dejar visible la muralla, recuperando así el trazado original
del Muro del Valle.
Detalle de las murallas
La calle Sol conserva aún algunas
barreduelas tradicionales, aunque otras han desaparecido con el paso del
tiempo. Entre las perdidas destacan el callejón del Diablo (ubicado en el tramo
conocido antiguamente como Cabezas o Terceros) y otro que enlazaba la calle
Butrón con el Convento del Valle.
De fisonomía recta y estrecha, Sol ha
experimentado numerosas rectificaciones de alineación entre 1867 y 1943, lo que
explica sus entrantes y salientes irregulares. El tramo inicial presenta mayor
anchura, pero a partir de San Román la calle se estrecha considerablemente. En
sectores como el comprendido entre Gallos y Butrón, las aceras prácticamente
desaparecen, reduciéndose a un simple bordillo de granito, lo que dificulta el
tránsito peatonal. A partir de la confluencia con Espada vuelve a ensancharse
levemente, efecto de las mencionadas reformas urbanísticas.
En el siglo XV ya se canalizaba por
esta vía una de las principales cloacas de la ciudad, que desembocaba en la
muralla. Por ello, existen abundantes referencias a las tareas de limpieza y
mantenimiento en los documentos municipales de la época.
La edificación tradicional de Sol se
caracteriza por viviendas unifamiliares de dos plantas, modestas y funcionales.
A finales del siglo XIX y comienzos del XX, surgieron inmuebles con una tercera
planta y escalera común. Muchas de estas casas se han conservado, algunas
convertidas en viviendas colectivas, mientras que otras se encuentran en ruinas
o han sido sustituidas por bloques de hasta cinco alturas, alterando
notablemente el ambiente original y ensombreciendo aún más esta estrecha vía.
Entre los inmuebles más destacados
sobresalen la iglesia y antiguo convento de los Terceros (ver), así como la conocida Casa del Rey Moro (ver), situada en el número 103.
La calle también ha tenido una cierta
vocación industrial: en 1624 ya funcionaba un horno de pan, y en el siglo XIX
abundaban los talleres de herradores y cerrajeros. La prensa local de 1856
recoge quejas vecinales por la ocupación de las aceras con bancos, yunque,
animales atados y residuos de clavos y herraduras. Más adelante, se instaló una
fábrica de cartones y fósforos, entre otras pequeñas industrias.
Hoy, la calle Sol alberga una actividad
comercial significativa, con numerosos establecimientos de proximidad (especialmente
de alimentación) situados en las plantas bajas de antiguas viviendas. Subsisten
también algunos negocios tradicionales en vías de desaparición, como un taller
de dorado artesanal en el número 89, que ha captado la atención por su
singularidad.
El carácter popular de Sol ha sido
recogido por diversos autores. Pío Baroja la menciona en “El Nocturno del hermano Beltrán”
(1929), al narrar la historia de una querida instalada allí por su amante; José
María Sierra González evoca el paso del Cristo de los Gitanos en “Sevilla en su cielo” (1984), y
autores como Antonio Burgos, Manuel Ferrand o Nicolás Salas la rememoran por
sus casas de vecinos, reflejo de la vida cotidiana del barrio.
Finalmente comentar que en ella vivió y
una placa lo recuerda dedicada Juan Chincoa Mora (ver).
Placa: A Don Juan Chincoa Mora en reconocimiento a su
aporte a la música cofrade y a las marchas dfe procesión por y para Sevilla
“Perdona a tu pueblo”
Sol 116
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