AREA DE MACARENA-SAN LUIS-SAN JULIAN
IGLESIA DE SAN GIL
La parroquia de san Gil de Abad, se encuentra al final de la calle san
Luis, en el eje norte de entrada a la ciudad según el antiguo cardo romano,
antes de llegar al Arco de la Macarena (Bab Macarena para los musulmanes) y
casi lindando con los restos de la muralla medieval, en una pequeña plazoleta
de igual nombre.
Tomó el nombre del santo ateniense por decisión del arzobispo Raimundo de
Losana (1259-1286) que llegó a Sevilla acompañando a Fernando III y que fue
conocido popularmente como el obispo don Remondo, como homenaje a la Iglesia de
san Gil de Segovia, donde este se había bautizado.
Según el historiador Ortíz de Zuñiga data de la segunda mitad del siglo
XIII, posterior a la toma de Sevilla por Fernando III el Santo, y construido
sobre el solar de una mezquita, cuyos restos se conservan en la base de la
torre y en la Capilla del Sagrario, durante el reinado de Alfonso X el Sabio,
de ahí que se integre en el grupo de las iglesias denominadas alfonsinas en
estilo gótico-mudéjar, aunque ha sufrido un gran número de remodelaciones, por
lo que de su estado inicial solo se conserva la cabecera y el tramo
transversal.
Tras el terremoto del Cabo de san Vicente de 1356, bajo el reinado de
Pedro I y con intervención del arzobispo don Nuño, se levantaron sus tres
naves, las dos portadas góticas de arcos apuntados, una en el lado del
Evangelio y la otra en el de la Epístola y la torre.
Posteriormente, en el siglo XVIII, fue remodelada y ampliada, se edificó
la capilla transversal, se sustituyeron las viejas techumbres de madera y se
levantó el cuerpo de campanas, y en el siglo XIX se remodelo el presbiterio.
Fue incendiada el 18 de julio de 1936, perdiéndose un notable patrimonio
como la antigua imagen de la Virgen del Carmen, el grupo de Santa Ana y la
Virgen, del siglo XVIII, la talla de santa Marina, el crucifijo que perteneció
a la hermanad de la Macarena, salvándose la imagen de la virgen de la Esperanza
porque fue ocultada, cinco meses antes del inicio de la Guerra Civil, en un
cajón, que puede verse en el Museo de la Macarena, oculto en lugares seguros y secretos, solo
conocidos por pocas personas, como los domicilios de Francisco Pareja Muñoz, en
la calle Méndez Núñez, y de Manuel Gamero Díaz, en la calle Lepanto, y en un corral
de vecinos de la calle Escoberos.
Tras incendio de 1936
La Virgen de
la Macarena en el cajón en que estuvo oculta
También se perdió un crucificado, obra de Pedro nieto de 1630, quebrecuerda a las formas manieristas del Cristo de Burgos de Juan Bautista Vázquez “El Viejo” de 1573, con el que tuvo relaciones profesionales Andrés de Ocampo, tío y maestro de Francisco de Ocampo y Felguera y a su vez maestro de Pedro Nieto.
Actualmente
la Hermandad de la Macarena tiene una talla que recuerda a esta, su primitivo
titular, se trata del santísimo Cristo de la Salvación, de Luis Ortega Bru de
1952, que se conserva en el retablo de la Basílica.
Posteriormente, fue restaurada en 1941, y se adosó a la basílica de la
Macarena, formando con ella una parroquia.
La advocación de la iglesia es a san Egidio o san Gil, nacido en Atenas
en el siglo VII, en el seno de una familia noble, a la muerte de sus
progenitores vendió todos sus bienes y repartió lo recaudado entre los
necesitados y se retiró a una isla cercana a Atenas. Posteriormente, emigró a
Arlés, Provenza, en el valle del Ródano, para ser discípulo del santo prelado
Cesaréo, obispo de Arlés y Nimes. Más
tarde se retiró a un bosque próximo a Nímes, donde se alimentaba de la leche de
una cierva domesticada.
En el trascurso de una cacería, el rey Childeberto (otros autores
consideran al rey Wamba) hirió a una cierva que se refugió en la cueva del
santo ermitaño. Los miembros de la comitiva real dispararon flechas al interior
de la cueva y cuando el rey penetró en la misma se encontró con el santo herido
y a la cierva echada a sus pies.
En respuesta a esta situación, Childeberto lo nombró su consejero
espiritual y le construyó un monasterio en Saint Gilles, situado entre Arlés y
Nímes, donde murió en el año 725 y enterrado en la iglesia de san Saturnino de
Touluse.
Sobre su vida, se refieren varias leyendas. Un monje había puesto en duda
la virginidad de María, san Gil escribió sobre la arena tres preguntas, en
relación a si María había permanecido virgen antes, durante y después de la
concepción. A manera de respuesta de la arena seca brotó súbitamente un lirio.
También se refiere que Carlos Martel lo llamó para pedirle su
intersección a causa de un pecado que no se atrevía a confesar. Al día siguiente,
mientras san Gil celebraba misa en presencia del rey, un ángel depositó un
pergamino sobre el altar que revelaba la falta secreta a san Gil, y le concedía
la absolución, y sus caracteres fueron borrándose a medida que pronunciaba sus
oraciones. Pero san Gil murió en 725
por lo que existe un evidente anacronismo con Carlos Martel, por lo que es
reemplazado por el emperador Carlomagno, que había tenido relaciones
incestuosas con su hermana Audea (o Gisela).
En su iconografía aparece vestido con túnica blanca de benedictino, se
apoya sobre el báculo abacial y lleva un libro por sus meditaciones. A menudo
lleva en el pecho clavada la flecha que hirió a la cierva y le suele acompañar
este animal. A veces, se le concede como atributo un lirio que debe
interpretarse como armas parlantes, puesto que su nombre en italiano, Gilio, se
pronunciaba como “Giglio”, que significa “Lirio”.
Otra tradición cuenta que el cura de la parroquia de san Gil, el arcediano Jofre Díaz de Astorga, se negó a dar sepultura a un feligrés de familia tan pobre que no podían pagar la ceremonia del entierro ni la sepultura.
Enterado el rey Pedro I “El justiciero” mandó al cura abrir una fosa y que en ella fuese enterrado vivo.
Un Cruz de hierro sobre un pedestal de
ladrillo, hoy desaparecida, existiría en la plaza de san Gil recordando esta
leyenda.
Lo más interesante del exterior de San Gil son las portadas laterales de
la primera mitad del siglo XIV.
La portada del muro de la epístola presenta un gran arco apuntado u ojival, bajo un tejaroz de piedra, con pequeñas arquivoltas, la exterior decorada con puntas de diamante.
Encima del tejaroz presenta una pequeña ventana.
Portada de la Epístola
A su izquierda, dentro del atrio cerrado por una cancela, un azulejo recuerda la estancia de la Hermandad de la Macarena en el templo durante más de 300 años, desde su llegada desde la Iglesia de san Basilio, donde se fundó, hasta su traslado a la Basílica propia que se construyó tras la Guerra Civil de 1936.
Más a la izquierda, fuera del atrio, otro azulejo recuerda al párroco
Manuel Domínguez Bermejo.
La portada situada a los pies de la nave, es rectangular y más sencilla.
Es de ladrillo rojo y arquitrabada o adintelada, enmarcada por dos pilares que sostienen una cornisa, bajo la cual corre una serie de ladrillos que imitan canecillos.
A su izquierda un azulejo que celebra el centenario de la
llegada de la Virgen del Carmen a san Gil.
Portada de los pies de la nave Virgen del Carmen
El ábside, en la calle san Luis, es muy singular porque los tradicionales
contrafuertes están apoyados en columnas de acarreo, con capiteles góticos de
decoración vegetal, posiblemente colocadas en tiempos del rey Pedro I el Cruel.
Ábside a la calle san Luis
Junto al ábside, en la calle san Luis, se sitúa un retablo cerámico de la Virgen del Carmen, obra de Facundo Peladez y elaborada en cerámica Santa Ana en 1973.
Responde a una tipología de azulejo que mantiene la devoción carmelita
que se concretó en una hermandad con sede en la parroquia. La devoción
consistía principalmente en portar un escapulario, así como rezar siete veces
el Padrenuestro con el Ave María y el Gloria Patri.
En el diseño, la Virgen está coronada como reina de los ángeles, está
sedente y porta el escapulario que según la tradición entregó a San Simón
Stock, el niño muestra sus tres potencias y lleva también el escapulario.
Retablo de Nuestra Señora del Carmen
TORRE
La torre se levanta a la derecha de la portada de la epístola, y se ha considerado como alminar de la primitiva mezquita, aunque esta atribución no es compartida por algunos estudios sobre el mudéjar.
Se considera que se construyó en 1356, bajo el reinado de Pedro I y con el apoyo del arzobispo Don Nuño.
Se
vio muy afectada por el terremoto de 1684 y fue sometida a sucesivas
reparaciones en la mitad del siglo XVIII, en que se levantó el cuerpo de
campanas, entre 1777 y 1782 por Antonio de Figueroa y Antonio Caballero,
perdiendo su aspecto islámico.
Es de planta cuadrada, muy robusta, de 55 m de altura, de ladrillo visto y con escasas ventanas. Consta de dos cuerpos de sección decreciente en altura lo que le proporciona una marcada forma ascensional.
El primer cuerpo es de inspiración mudéjar que se completa con la apertura de óculos en la parte superior.
El segundo cuerpo consta de dos arcos de medio punto, de carácter cristiano, a cada frente y constituye el cuerpo de campanas.
Se corona por un alto chapitel hexagonal revestido de azulejería de cerámica
trianera de color azul.
Cara Occidental y
Cara Oriental y
Cara Sur y
Detalle de campana y
Destaca la veleta con su flecha curvada, que representa la fuerza del viento, es el viento que hará sonar la trompeta que anunciará el fin del mundo y la resurrección de los muertos.
INTERIOR. GENERAL
El interior del templo, de planta rectangular, se organiza en tres naves,
la principal más ancha y alta que las laterales, de dos tramos cada una, más un
cuerpo transversal a modo de crucero, y un antepresbiterio y presbiterio, en un
ábside poligonal, cerrando la cabecera. Algunos historiadores consideran que
pudo ser de una sola nave, ampliada en tres en fecha posterior.
La nave central está separada de las laterales por arcos góticos,
apuntados u ojivales sobre pilares cuadrados de ladrillos.
Vista del templo desde los pies de la nave
central y
Las naves se cubren con las habituales armaduras de madera, de reciente construcción, tras el incendio de 1936.
La nave central con artesonado a tres
aguas y con un solo paño de colgadizo en las naves laterales.
Nave central con artesonado a tres aguas y
El presbiterio, en el ábside, lo cierra una bella bóveda de nervadura de piedra, típicamente gótica.
La capilla del muro de la epístola es octogonal y
se cubre con bóveda apoyada en trompas.
Presbiterio
Se ilumina con vidrieras, que en las naves laterales ostentan insignias episcopales y nobiliarias.
El presbiterio lo ilumina un óculo con el Espíritu
Santo y los Cuatro Evangelistas.
Todo el templo queda ceñido por un zócalo de azulejería trianera moderna.
Azulejo trianero y
A los pies del templo se encuentra el coro.
Pie de la nave central
NAVE DERECHA DE LA EPISTOLA
Desde los pies del templo hacia el presbiterio.
A los pies de la nave una imagen de san Antonio y un lienzo de un
crucificado.
Pies de la nave de la Epístola
San Antonio de Padua y
A continuación, la capilla de la Hermandad de la Virgen del Rocío del barrio de la Macarena, que tiene su casa hermandad en la cercana calle Parras.
Está cerrada con una reja, cubierta con una cúpula.
Alberga en el interior de una hornacina el Simpecado bordado de la Hermandad, obra de José G. Carrasquilla y diseñado por Antonio garduño en 1990, con imagen de la Virgen del Rocío de Fernando Aguado de 2015.
Delante del Simpecado una imagen (cara y manos) de la Macarena obra de Álvarez Duarte.
Delante se sitúa una escultura del niño Jesús, vestido de pastorcito, del siglo XVIII.
En las paredes, dos ángeles lampararios del siglo XVIII.
Un cuadro de santa Ángela de la Cruz de
Luis de Rizzo de 2003.
Capilla de la Virgen del Rocío y
Detalle del simpecado y
Niño Jesús vestido de pastorcito y Pequeña imagen de la Virgen Macarena
Ángel lamparario
A continuación, la capilla de las Ánimas, con reja, perteneciente a la antigua hermandad de las Ánimas, fusionada a Sacramental, presidida por un retablo moderno, de Francisco Ruiz, con la pintura de las Ánimas, la Virgen y la Trinidad, de Juan Antonio Rodríguez.
En el banco la imagen del Niño Jesús.
Capilla de las Ánimas y
Pintura de las Ánimas y
Seguidamente
se presentan mármol y carteles referentes a la historia de la Hermandad de la
Divina Pastora y santa Marina.
La ultima capilla de esta nave es la dedicada a la Virgen del Carmen, que está cerrada por una reja de 1623, rematada con el escudo sacramental, que pudo ser salvada del incendio.
Es de planta cuadrada, que recuerda a las capillas “qubba” musulmanas, con bóveda octogonal sobre trompas típicamente mudéjar.
Conserva un zócalo de azulejería trianera, que algunos historiadores
lo fechan en el siglo XIV y lo emparentan con el estilo cerámico del Alcázar de
Sevilla.
Último tramo de la nave de la epístola con la
capilla de la Virgen del Carmen y
Bóveda octogonal sobre trompas y
Está presidida por un retablo barroco del siglo XVIII, procedente de la Ermita de san Juan de Letrán de la localidad de Paradas, adquirido en 1942, con la talla de vestir de la virgen del Carmen, titular de la Hermandad del mismo nombre, obra de José Ordoñez (1940), donada por don Gabriel de Espinal, tras la pérdida de la primitiva imagen en el incendio de 1936.
Porta al Niño Jesús que tallo Francisco Buiza en 1966, quien también retocó a la titular en 1975, que fue restaurada en 2002 por el Profesor Miñarro.
En el ático la imagen del Padre
Eterno con dos angelitos.
Retablo y detalle del Ático del retablo
Virgen del Carmen
Se completa con el Simpecado y el estandarte de la Hermandad, a cada lado
del retablo y un ángel lamparario pequeño sobre una mesita.
Simpecado,
La hermandad de Nuestra Señora del Carmen se fundó en 1905 en la
parroquia de san Gil, pero hay testimonios de su existencia en 1880. Tiene el
título de Real por haber pertenecido a su nómina de hermanos la Reina Amalia de
Portugal y la Infanta María Luisa.
Termina la nave de la epístola con la pila de Agua Bendita y una imagen de san José sobre una repisa.
La pila de agua bendita es de cerámica trianera
de 1951, fueron donadas por los grandes benefactores de la restauración de la
Iglesia, los marqueses de Sánchez-Dalp, que también donaron todas las vidrieras de la parroquia.
San José y
En el tramo correspondiente a la portada de la epístola se localizan dos
pilas de agua bendita apoyadas sobre las columnas, de cerámica vidriada de
Triana.
PRESBITERIO. ALTAR
MAYOR
El presbiterio está cubierto por bóveda gótica con nervios que descansan sobre medias columnas con capiteles con decoración vegetal.
Entre los nervios, se encuentran vidrieras de 1942, que representan a san Fernando, San Felipe Neri, El Buen Pastor, Arcángel San Miguel y san Gil Abad y unos cuadros no identificados.
Está rodeado por un zócalo inferior alicatado mudéjar del siglo
XIII, con dibujos de temas geométricos, comparable a los del Alcázar o a los
escasos restos de la Iglesia de santa Marina.
Visión general del Presbiterio
Bóveda gótica de nervadura
Pared lateral derecha del Presbiterio y sus
Cuadro y
Pared lateral izquierda del Presbiterio y su
Cuadros de la
El centro del presbiterio está presidido por un templete moderno, del siglo XX, de madera dorada, con cuatro columnas abalaustradas y estriadas, inspiradas en el protobarroco, y una cúpula semiesférica, que sustituye al original quemado en 1936.
Contiene la imagen de san Gil, obra de Antonio
Castillo Lastrucci, realizada en madera policromada y estofada (1942), con
habito benedictino, libro y vara en las manos y acompañado de una cervatilla a
sus pies, como relata la leyenda.
Templete en el centro del Presbiterio y
Detalle de san Antonio Abad y del cervatillo
Pequeña Inmaculada a los pies
NAVE IZQUIERDA DEL EVANGELIO
Desde el presbiterio hacia los pies de la nave.
En el primer tramo se encuentra la Capilla del Santísimo Sacramento.
Primer tramo de la nave del Evangelio
Se trata de la antigua capilla de la Macarena, añadida al templo en el siglo XVIII, y reconvertida en Capilla Sacramental en 1951, tras el traslado de la Hermandad de la Esperanza Macarena a su basílica.
Está cerrada por una reja del siglo XVIII y cubierta por una sencilla cúpula.
En su interior se levanta un retablo neobarroco de los sucesores de Manuel Casanova (1851), en cuyo centro se aloja una talla de la Inmaculada, de tamaño académico, realizada en pasta de madera, por Antonio Castillo Lastrucci (1949) y en el ático una pintura de “La ultima cena”, de Francisco Cortijo Mérida.
Decoran los muros dos cuadros de un
Ecce Homo y de la Virgen de la Macarena.
Entrada e interior de la capilla
La última cena en el ático del retablo
Cúpula
Pechinas de la cúpula
Ecce Homo y
Es de las
pocas Hermandades Sacramentales no fusionada con una Hermandad Penitencial, que
remonta su existencia al menos hasta 1584, manteniendo el culto sacramental y
la característica procesión de enfermos e impedidos.
En el segundo
tramo, sobre una sencilla ménsula una imagen moderna del Sagrado Corazón y
un discreto arcosolio con la imagen de Santa Lucía.
Segundo tramo de la nave del Evangelio y
Santa Lucía
Detalles de Santa Lucía
A continuación, antes de llegar a la siguiente capilla, un cuadro de
Santa Justa y Santa Rufina y un azulejo conmemorativo del santísimo Cristo del
Desamparo y Abandono.
Seguidamente, se abre la Capilla de la Milagrosa. En su interior se alza un retablo neobarroco del siglo XX, en cuyo centro se halla una imagen moderna de la Milagrosa, donada por las hijas de la Caridad del Pumarejo.
En el lateral izquierdo, sobre
una peana, la imagen de san José con el Niño, regalado por el Cabildo Catedral
y en el lateral derecho un cuadro de Juan XXIII.
Capilla de la Milagrosa y
Virgen de la Medalla Milagrosa
San José y
A los pies de la nave, una talla de santa Rita de Casia y un
Crucificado del siglo XVII del circulo de Martínez Montañez.
Pie de la nave del Evangelio y
Crucificado
VIA CRUCIS
Las estaciones
del Vía Crucis, repartidas alrededor de los muros, están realizadas con
cerámica vidriada policromada, que fueron realizadas en azulejería de Triana en
1937.
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