jueves, 18 de septiembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas 

San Pedro Nolasco.

Aunque se especuló sobre su natalicio en Barcelona, desde los siglos XV y XVI, es unánime la afirmación de que Pedro Nolasco nació en Mas Saintes Puelles, en Aquitania, obispado de San Papoul, muy cerca del actual Castelnaudary y de San Papoul, en la Galia Narbonense, más cercano a Carcasonne que a Toulouse, a cuyo condado pertenecía, sin que dependiera entonces del Reino de Francia.

Fallecido su padre, su vocación de mercader, oficio que hereda de su padre y que continuará durante toda su vida, le llevó a trasladarse a Barcelona, donde conoce la captura de prisioneros que eran reducidos a servidumbre y corrían el riesgo de perder la fe. Existía en aquel momento la función de redentor de cautivos, que llevaban a cabo exeas y alfaqueques (ver), pero los cautivos pobres, no tenían quien procurase por ellos y estaban abocados a morir en su mísera situación o a renegar de su fe.

Esto fue lo que movió a Pedro Nolasco a gastar su gran fortuna en libertar al mayor número posible de esclavos cristianos, recordando aquella frase de Jesús en el evangelio: "No almacenen su fortuna en esta tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe. Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla que devore ni óxido que las dañe". (Mt. 6,20).

Es por ello que ya en 2013 realizó su primera redención en Valencia siendo “Procurador de la Limosna por los cautivos” en el hospital de Santa Eulalia.

Y desde la pequeñez y la humildad como pequeña fraternidad de hermanos redentores que se desviven por conseguir limosnas con las que organizar la redención de los pobres cautivos, surge la Orden de la Merced, porque comprendió que necesitaba la ayuda de otros compañeros que aceptasen seguir su ejemplo.

La fundación oficial tuvo lugar el 1 de agosto de 1218, pocos días después de la triple aparición de la Virgen María, bajo la advocación de la Virgen de la Merced, a san Pedro Nolasco, al rey Jaime I de Aragón, “el Conquistador”, y a san Raimundo de Peñafort, confesor del fundador. La Orden se erigió en la catedral de Barcelona, bajo la autoridad del obispo Berenguer de Palou, con el patrocinio del rey Jaime I. Sus miembros adoptaron el hábito blanco y el escudo que unía las armas de la catedral barcelonesa con las cuatro barras de la Corona de Aragón.

Su carisma fue la misericordia hacia los cristianos cautivos en poder de musulmanes y piratas del Mediterráneo. Para ello, los mercedarios añadieron a los votos tradicionales de pobreza, obediencia y castidad un cuarto voto, la de redención de cautivos, incluso acosta de entregar su propia vida, si fuera necesario, para salvar la fe de los cautivos, por ello, en numerosas ocasiones, los religiosos se ofrecieron como rehenes a cambio de otros prisioneros.

La Orden estuvo integrada tanto por clérigos como por caballeros (frailes legos o coadjutores), y su reconocimiento oficial por la Iglesia llegó con el papa Gregorio IX, quien aprobó la Orden el 17 de enero de 1235 y le dio la regla de san Agustín, por lo que, durante un breve tiempo, se añadió a su nombre la mención “Ordinis Sancti Agustini”.

Los mercedarios pronunciaban cuatro votos: pobreza, castidad, obediencia y, cuarto, estar dispuestos a entregarse como rehenes para la liberación de los cautivos si no tenían el dinero necesario para su rescate.

Además, San Pedro Nolasco ayudó al rey Don Jaime a conquistar para los cristianos la ciudad de Valencia que estaba en poder de los mahometanos, y el rey, en agradecimiento, fundó en esa ciudad varias casas de la Comunidad de los Mercedarios. Y en 1248, cuando Fernando III de Castilla toma la ciudad de Sevilla, Pedro Nolasco lo acompañó y, poco después, fundó el Convento de la Merced Calzada de la Asunción.

La vida de Pedro Nolasco se fue desgastando entre los muchos viajes y preocupaciones por los cautivos y por los religiosos y para que no faltaran las limosnas de la redención, finalizando su peregrinación terrena en Barcelona, en su convento del arenal de la Vilanova, junto al mar, el 6 de mayo de 1245, con la satisfacción de ver su obra aprobada por el papa Gregorio IX en 1235 y dejándola dotada de 18 conventos y alrededor de 100 frailes.

Fue canonizado en noviembre de 1628 y su fiesta se celebra el 6 de mayo. Se le representa vistiendo el hábito blanco de los mercedarios, con unas cadenas rotas que simbolizan la liberación de los cautivos, un estandarte con las armas de la Corona de Aragón, una cruz y un ramo de olivo.


Museo del Prado


San Pedro Nolasco. Crayer, Gaspar de. Hacia 1655. Óleo sobre lienzo. 266 x 175 cm. Museo del Prado. Depósito en otra institución. (ver) (CC BY 3.0)

El Santo aparece representado de frente y portando los símbolos de su dignidad. La escena del fondo reproduce el martirio de San Pedro apóstol. En el pecho de San Pedro Nolasco se dibuja el escudo de las armas de Aragón (cuatro barras con la cruz). Jaime I le une a su destino histórico y Felipe IV pidió su canonización al pontífice.

Aparición de san Pedro a san Pedro Nolasco. Zurbarán, Francisco de. 1629. Óleo sobre lienzo. 179 x 223 cm. Museo del Prado. Sala 010ª. (ver) (CC BY 3.0)

El convento de la Merced Calzada para el que se pintó esta obra había sido fundado por Fernando III en 1249, el año de la muerte de Pedro Nolasco, pero se reconstruyó por entero en las primeras décadas del siglo XVII. En agosto de 1628 Zurbarán recibió el encargo de pintar veintidós escenas de la vida del santo, con motivo de su canonización, que tuvo lugar en Roma un mes más tarde. Hasta hoy sólo se han identificado once.

Aquí se muestra una de las visiones que tuvo el santo, según se refiere en la Historia General de la Orden de N. S. de la Merced de fray Alonso Remón (Madrid, 1618): Pedro Nolasco ardía en deseos de ir a Roma para visitar el sepulcro de san Pedro, y por tres noches consecutivas se le apareció su santo patrono para consolarle de no haber podido ir. En la tercera noche, mientras oraba, san Pedro se le apareció crucificado cabeza abajo y le instó a permanecer en España, donde tenía mucha labor que hacer. 

Visión de San Pedro Nolasco. Zurbarán, Francisco de. 1629. Óleos obre lienzo.179 x 223 cm, Museo del Prado. Sala 010A. (ver) (CC BY 3.0)

Responde al encargo que recibió Francisco Zurbarán en 1628, por parte del convento de la Merced de Sevilla, para pintar una serie de escenas de la vida de san Pedro Nolasco, que había sido canonizado ese año, y que fue el fundador de la orden de la Merced, en el siglo XIII.

En él vemos uno de los episodios más señalados de la vida del santo, que en la soledad de su celda tiene una visión de la Jerusalén celeste, introducida por un ángel.


Museo de Bellas Artes


San Pedro Nolasco se embarca para redimir cautivos. Pacheco, Francisco. Hacia 1605. Óleo sobre lienzo. 195 x 255 cm. Museo de Bellas Artes. Sala III. 

Pertenece a la serie encargada por fray Juan Bernal, en nombre de la Merced Calzada, a Francisco Pacheco para la decoración del claustro grande de su convento en Sevilla (actual sede del Museo de Bellas Artes).

Un marinero intenta llevar en brazos a san Pedro Nolasco hasta una barca en la que se halla otro monje mercedario, quizás fray Bernardo de Corberá junto al baúl en que se guarda el montante dedicado a la liberación de los cautivos. 

Marinero que intenta llevar en brazos a san Pedro Nolasco

Fray Bernardo de Corberá junto al baúl

En el ángulo izquierdo, un niño mira al espectador y sostiene una bolsa alusiva al dinero necesario para pagar los rescates. 

Un niño que sostiene una bolsa

La composición se completa con un fondo de paisaje marítimo en el que se dibuja el perfil de la costa con algunas construcciones y varias embarcaciones.

Iglesia de san Gregorio

En la nave de la epístola, un cuadro de gran tamaño de Pero Nolasco con un estandarte con las armas de la Corona de Aragón y con unas cadenas rotas, a sus pies, que simbolizan la liberación de los cautivos.

Cuadro de Pedro Nolasco

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