RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
San Pedro Nolasco.
Aunque se
especuló sobre su natalicio en Barcelona, desde los siglos XV y XVI, es unánime
la afirmación de que Pedro Nolasco nació en Mas Saintes Puelles, en Aquitania, obispado
de San Papoul, muy cerca del actual Castelnaudary y de San Papoul, en la Galia
Narbonense, más cercano a Carcasonne que a Toulouse, a cuyo condado pertenecía,
sin que dependiera entonces del Reino de Francia.
Fallecido su
padre, su vocación de mercader, oficio que hereda de su padre y que continuará durante
toda su vida, le llevó a
trasladarse a Barcelona, donde conoce la captura de prisioneros que eran
reducidos a servidumbre y corrían el riesgo de perder la fe. Existía en aquel
momento la función de redentor de cautivos, que llevaban a cabo exeas y
alfaqueques (ver), pero los cautivos pobres, no tenían quien procurase por ellos y
estaban abocados a morir en su mísera situación o a renegar de su fe.
Esto fue
lo que movió a Pedro Nolasco a gastar su gran fortuna en libertar al mayor
número posible de esclavos cristianos, recordando
aquella frase de Jesús en el evangelio: "No almacenen su fortuna en esta
tierra donde los ladrones la roban y la polilla la devora y el moho la corroe.
Almacenen su fortuna en el cielo, donde no hay ladrones que roben, ni polilla
que devore ni óxido que las dañe". (Mt. 6,20).
Es por ello que ya en 2013 realizó su primera redención
en Valencia siendo “Procurador de la Limosna por los cautivos” en el hospital
de Santa Eulalia.
Y desde la pequeñez y la humildad como pequeña
fraternidad de hermanos redentores que se desviven por conseguir limosnas con
las que organizar la redención de los pobres cautivos, surge la Orden de la
Merced, porque comprendió que necesitaba la
ayuda de otros compañeros que aceptasen seguir su ejemplo.
La fundación
oficial tuvo lugar el 1 de agosto de 1218, pocos días después de la triple
aparición de la Virgen María, bajo la advocación de la Virgen de la Merced, a
san Pedro Nolasco, al rey Jaime I de Aragón, “el Conquistador”, y a san Raimundo
de Peñafort, confesor del fundador. La Orden se erigió en la catedral de
Barcelona, bajo la autoridad del obispo Berenguer de Palou, con el patrocinio
del rey Jaime I. Sus miembros adoptaron el hábito blanco y el escudo que unía
las armas de la catedral barcelonesa con las cuatro barras de la Corona de
Aragón.
Su carisma fue
la misericordia hacia los cristianos cautivos en poder de musulmanes y piratas
del Mediterráneo. Para ello, los mercedarios añadieron a los votos
tradicionales de pobreza, obediencia y castidad un cuarto voto, la de redención
de cautivos, incluso acosta de entregar su propia vida, si fuera necesario,
para salvar la fe de los cautivos, por ello, en numerosas ocasiones, los
religiosos se ofrecieron como rehenes a cambio de otros prisioneros.
La Orden estuvo
integrada tanto por clérigos como por caballeros (frailes legos o coadjutores),
y su reconocimiento oficial por la Iglesia llegó con el papa Gregorio IX, quien
aprobó la Orden el 17 de enero de 1235 y le dio la regla de san Agustín, por lo
que, durante un breve tiempo, se añadió a su nombre la mención “Ordinis Sancti
Agustini”.
Los mercedarios pronunciaban cuatro votos: pobreza,
castidad, obediencia y, cuarto, estar
dispuestos a entregarse como rehenes para la liberación de los cautivos si no
tenían el dinero necesario para su rescate.
Además, San Pedro Nolasco ayudó al rey Don Jaime a
conquistar para los cristianos la ciudad de Valencia que estaba en poder de los
mahometanos, y el rey, en agradecimiento, fundó en esa ciudad varias casas de
la Comunidad de los Mercedarios. Y en 1248, cuando
Fernando III de Castilla toma la ciudad de Sevilla, Pedro Nolasco lo acompañó
y, poco después, fundó el Convento de la Merced Calzada de la Asunción.
La vida de Pedro Nolasco se fue desgastando entre los muchos viajes y preocupaciones por los cautivos y por los religiosos y para que no faltaran las limosnas de la redención, finalizando su peregrinación terrena en Barcelona, en su convento del arenal de la Vilanova, junto al mar, el 6 de mayo de 1245, con la satisfacción de ver su obra aprobada por el papa Gregorio IX en 1235 y dejándola dotada de 18 conventos y alrededor de 100 frailes.
Fue canonizado en noviembre de 1628 y su fiesta se celebra el 6 de mayo. Se le representa vistiendo el hábito blanco de los mercedarios, con unas cadenas rotas que simbolizan la liberación de los cautivos, un estandarte con las armas de la Corona de Aragón, una cruz y un ramo de olivo.
Museo del Prado
El
Santo aparece representado de frente y portando los símbolos de su dignidad. La
escena del fondo reproduce el martirio de San Pedro apóstol. En el pecho
de San Pedro Nolasco se dibuja el escudo de las armas de Aragón (cuatro barras con la cruz). Jaime I
le une a su destino histórico y Felipe IV pidió su
canonización al pontífice.
El convento de la Merced Calzada para
el que se pintó esta obra había sido fundado por Fernando III en 1249, el año
de la muerte de Pedro Nolasco, pero se reconstruyó por entero en las primeras
décadas del siglo XVII. En agosto de 1628 Zurbarán recibió el encargo de pintar
veintidós escenas de la vida del santo, con motivo de su canonización, que tuvo
lugar en Roma un mes más tarde. Hasta hoy sólo se han identificado once.
Aquí se muestra una de las visiones que
tuvo el santo, según se refiere en la Historia General de la Orden de N. S. de
la Merced de fray Alonso Remón (Madrid, 1618): Pedro Nolasco ardía en deseos de
ir a Roma para visitar el sepulcro de san Pedro, y por tres noches consecutivas
se le apareció su santo patrono para consolarle de no haber podido ir. En la
tercera noche, mientras oraba, san Pedro se le apareció crucificado cabeza
abajo y le instó a permanecer en España, donde tenía mucha labor que hacer.
Responde al encargo que recibió
Francisco Zurbarán en 1628, por parte del convento de la Merced de Sevilla,
para pintar una serie de escenas de la vida de san Pedro Nolasco, que había
sido canonizado ese año, y que fue el fundador de la orden de la Merced, en el
siglo XIII.
En él vemos uno de los episodios más
señalados de la vida del santo, que en la soledad de su celda tiene una visión
de la Jerusalén celeste, introducida por un ángel.
Museo de Bellas Artes
San Pedro Nolasco se embarca para
redimir cautivos. Pacheco, Francisco. Hacia 1605. Óleo sobre lienzo. 195 x 255
cm. Museo de Bellas Artes. Sala III.
Pertenece
a la serie encargada por fray Juan Bernal, en nombre de la Merced Calzada, a
Francisco Pacheco para la decoración del claustro grande de su convento en
Sevilla (actual sede del Museo de Bellas Artes).
Un
marinero intenta llevar en brazos a san
Pedro Nolasco hasta una barca en la que se halla otro monje
mercedario, quizás fray Bernardo de Corberá junto al baúl en que se guarda el
montante dedicado a la liberación de los cautivos.
Marinero que intenta llevar en brazos a san Pedro Nolasco
Fray Bernardo de Corberá junto al baúl
En el
ángulo izquierdo, un niño mira al espectador y sostiene una bolsa alusiva al
dinero necesario para pagar los rescates.
Un niño que sostiene una bolsa
La composición se completa con un fondo de paisaje marítimo en el que se dibuja el perfil de la costa con algunas construcciones y varias embarcaciones.
Iglesia de san Gregorio
En la nave de la epístola, un cuadro de gran tamaño de Pero Nolasco con un estandarte con las armas de la Corona de Aragón y con unas cadenas rotas, a sus pies, que simbolizan la liberación de los cautivos.
Cuadro de Pedro Nolasco
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