jueves, 23 de octubre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Virgen con el Niño. Ambrosius Benson. Museo de Bellas Artes.

Virgen con Niño. Benson, Ambrosius. Hacia 1530. Óleo sobre tabla. 92 x 76 cm. Museo de Bellas Artes. Sala II. Procede de la donación de María Luisa Cortés Soto en 1980. 

Virgen con el Niño o Madonna, son las denominaciones convencionales para designar el tema artístico más frecuente en la iconografía del arte mariano y uno de los más tratados en todo el arte cristiano: la representación de la Virgen María junto con el Niño Jesús, su hijo.

Después de cierta resistencia y controversia inicial, la fórmula “Madre de Dios” (Theotokos) fue adoptada oficialmente por la iglesia cristiana en el Concilio de Éfeso, 431. La primera representación de Virgen con Niño que se conserva puede ser la pintura mural en la Catacumba de Priscila, Roma, en la que aparece la Virgen sentada amamantando al Niño, quien a su vez vuelve la cabeza para mirar al espectador.

Pintura mural en la Catacumba de Priscila. (ver) (CC BY 3.0)

El simbolismo de la Virgen con el Niño, abarca la relación materno-filial, la divinidad de Cristo y la intersección de María por la humanidad. Las representaciones pueden enfatizar la ternura a través de la iconografía Eleúsa (donde sus mejillas se tocan), la humanidad de la Virgen como Madre de Dios, o su papel como guía y mediadora entre lo divino y lo humano, a menudo representada con símbolos específicos como la Virgen de la Leche (amamantando) o la Virgen de la O (orante), y por eso el Niño suele aparecer bendiciendo o con atributos divinos.

En contraposición a Eva, cuya desobediencia trajo el pecado, María es la obediente que da al mundo al Redentor.

En muchas representaciones medievales y renacentistas, María sostiene al Niño con delicadeza o juega con él. El amor maternal es una imagen tangible del amor divino.

La Virgen que abraza o cubre al Niño simboliza la protección que extiende también a los fieles; de ahí que se la invoque como Madre de Misericordia.

El manto azul o verde simboliza el papel de la Virgen como Madre de Dios y su intercesión misericordiosa por la humanidad.

El manto rojo puede representar el sufrimiento que marcará el destino humano de Cristo, como profetizó Simeón. 

El libro o rollo representa la Palabra de Dios encarnada en Cristo.

La manzana o uva en manos del Niño, aluden al pecado original (la manzana) y a la redención mediante la Eucaristía (la uva o el racimo).

El pecho descubierto de María en la Virgo lactans o “Virgen de la leche”, es signo de la humanidad de Cristo y de la caridad nutricia de la Iglesia.

El trono o asiento (Sedes Sapientiae) representa que María es “Trono de la Sabiduría”, porque sostiene a Cristo, Sabiduría eterna.

En el arte bizantino, la Virgen se representa solemne y frontal, con el Niño sobre el regazo o el brazo izquierdo. Predomina el sentido teológico (la Madre de Dios).

En el románico, la figura es hierática, símbolo de la Iglesia que presenta al Salvador.

En el gótico, aparece la ternura y el gesto humano; el Niño juega, toca el rostro de su Madre o sostiene un pajarito (símbolo del alma).

En el Renacimiento y Barroco, la escena se vuelve más naturalista y emocional; María es madre joven, serena y humana, pero también majestuosa.

En el arte moderno, a veces se estiliza o se abstrae, manteniendo la idea esencial: el vínculo entre lo humano y lo divino.

Detalle sin marco

En esta composición la Virgen está sentada, de tres cuarto, con el Niño, que la abraza, de pie sobre su regazo. La sedosa cabellera de María cae en ondas de matices dorados sobre el manto rojo, recogido en un joyel de orfebrería y adornado por una orla en los bordes del manto y la bocamanga. El manto destaca especialmente, acentuando además por el fondo oscuro. Bajo el escote cuadrado de la túnica asoma la camisa de pliegues fruncidos.

Detalle
Esta obra parece inspirada en una pintura de Roger van der Weyden y se repite con pequeñas variantes en múltiples ocasiones en la escuela de Brujas del siglo XVI. Esta obra es similar en cuanto a su estilo a la conservada en el Museo de Zaragoza, que procede del Monasterio de Veruela. El modelo iconográfico tuvo gran éxito en Aragón, ya que será copiado con algunas modificaciones hasta comienzos del siglo XVII.

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