viernes, 5 de diciembre de 2025

ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA

Marqués de Paradas.

Calle Marqués de Paradas (ver)

Gaspar de Atienza y Ramírez-Tello de Valladares nació en Ronda el 18 de abril de 1858. Pertenecía a una antigua familia que vinculaba su linaje con los caballeros Tello, acompañantes del rey Fernando III en la conquista de Sevilla en 1248.

El marquesado de Paradas, instituido por Carlos II el 25 de septiembre de 1675, tomó su nombre del actual municipio sevillano de Paradas. El señorío asociado al título desapareció en 1830, cuando la localidad pasó a organizarse como ayuntamiento constitucional. El título nobiliario fue rehabilitado en 1897 por Alfonso XIII en favor de Gaspar de Atienza.

Contrajo matrimonio el 16 de mayo de 1885 con María de la Concepción Garvey y Capdepón, unión de la que no hubo descendencia.

Vinculado al Partido Liberal, desarrolló una breve, pero activa etapa como alcalde de Sevilla entre 1897 y 1898, sucediendo a Anselmo Rodríguez de Rivas y Rivera. Durante su mandato impulsó diversas mejoras urbanas, entre ellas el ensanche de la calle O’Donnell, la apertura de nuevas conexiones entre el barrio de Santa Cruz y el paseo de Catalina de Ribera y las gestiones que facilitaron la construcción de la estación de ferrocarril de Plaza de Armas.

Fue Licenciado en Derecho, Diputado a Cortes, Caballero Maestrante de la Real Maestranza de Sevilla desde 1892 y Caballero Maestrante de la Real de Ronda desde 1878.

En 1901 una calle de Sevilla próxima a la Estación de Sevilla-Plaza de Armas (MZA) fue rotulada como Marqués de Paradas en recuerdo de su persona.

Falleció en Biarritz el 21 de septiembre de 1905

Licenciado en Derecho, fue diputado a Cortes y formó parte de la Real Maestranza de Caballería de Sevilla desde 1892 y de la Real de Ronda desde 1878.

En 1901, una vía situada junto a la estación de Sevilla-Plaza de Armas fue dedicada a su memoria con el nombre de Marqués de Paradas. Murió en Biarritz el 21 de septiembre de 1905.

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas 

Fray Diego de Deza.

Calle Fray Diego de Deza (ver)

Diego de Deza nació en Toro en 1443, en el seno de una familia noble de origen gallego. La ciudad, una de las más destacadas del antiguo reino de León, gozaba entonces de un notable peso político y fue escenario de episodios relevantes durante el reinado de los Reyes Católicos. Era hijo de Antonio Deza e Inés Tavera, pertenecientes a linajes en los que figuraban personajes de relieve, como el arzobispo Alonso de Fonseca —tío segundo de fray Diego—, el cardenal y arzobispo de Toledo Juan de Tavera, fallecido en 1554, y un sobrino nieto del propio Deza, que llevaría su mismo nombre y alcanzaría las sedes de Coria y Jaén, donde murió en 1579.

Es probable que recibiera su primera formación en el ámbito familiar o en alguno de los numerosos conventos entonces existentes en su ciudad natal. Prosiguió estudios de Letras clásicas, Humanidades, Filosofía y Teología en el convento de San Esteban de Salamanca y en la Universidad salmantina.

Entre los conventos de Toro destacaba el de San Ildefonso, de la Orden de Predicadores, al que ingresó con dieciséis años para profesar como dominico. Este monasterio había mantenido estrecha relación con su familia, que tenía allí su lugar de sepultura.

Tras la profesión religiosa fue enviado al célebre convento de San Esteban de Salamanca, sede desde 1299 de un “Studium Generale”, centro superior de estudios de los dominicos en España. Estrechamente vinculado a la Universidad, de su claustro procedían muchos de los profesores que ocupaban las cátedras salmantinas. Deza fue uno de ellos: enseñó en la Universidad entre 1476 y 1480 y ejerció como catedrático de 1480 a 1486.

Fray Diego de Deza y Tavera. Zurbarán, Francisco. Hacia 1631. Óleo sobre lienzo. 211 x 161 cm. Museo del Prado. No expuesto (ver) (CC BY 3.0)

En 1486 fue nombrado tutor del príncipe Juan, heredero de los Reyes Católicos, lo que le llevó a incorporarse a la vida cortesana y a abandonar su cátedra.

Algunos cronistas le atribuyen un papel relevante como mediador en favor de Cristóbal Colón, a quien apoyó ante los monarcas y acompañó a Salamanca para la exposición de sus propuestas frente al claustro universitario.

El Papa Alejandro VI lo designó obispo de Zamora en 1494 y, dos años después —el 24 de julio de 1496—, obispo de Salamanca, entonces compatible con la administración simultánea de varias diócesis. El príncipe Juan residió con él en esta ciudad, donde contrajo la enfermedad que provocaría su muerte en octubre de 1497. Ese mismo año, y gracias a las disposiciones de la bula Quanta in Dei Ecclesia y del breve Alias ex certis (14 de noviembre de 1499), el pontífice le confió, junto a Cisneros y Francisco Desprats, la reforma de la Orden de Predicadores. En 1498 fue promovido al obispado de Jaén.

En ese mismo periodo, mediante bula de Alejandro VI, fue confirmado como inquisidor general de Castilla y León (1498), cargo cuya jurisdicción se amplió en 1499 a los territorios de la Corona de Aragón.

Entre 1500 y 1504 ocupó la sede de Palencia y en 1504 fue nombrado arzobispo de Sevilla, dignidad que mantuvo hasta 1523.

Durante su etapa sevillana instauró, en 1515, el estatuto de limpieza de sangre en el cabildo catedralicio, convirtiéndose en el segundo de España en restringir el acceso a quienes descendían de judíos o conversos. También impulsó la creación del Colegio de Santo Tomás de Aquino (1517), concebido como un centro de estudios superiores al estilo de los de San Esteban de Salamanca o San Gregorio de Valladolid. Continuó fomentando la conversión de los moriscos y actuó como benefactor de instituciones religiosas y asistenciales, lo que le valió el apelativo de “padre de pobres”.

Fue designado arzobispo de Toledo, aunque no llegó a tomar posesión, pues falleció el 9 de junio de 1523, casi octogenario y aquejado de gota, en el monasterio de San Jerónimo de Buenavista. El papa Adriano VI había promulgado ya las bulas de su nombramiento. Sus restos reposan en la capilla de San Pedro de la Catedral de Sevilla.

Sepulcro en la catedral de Sevilla