RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
Santa Luisa de Marillac.
Luisa de
Marillac nació en París el 12 de agosto de 1591. Era hija
natural de Louis I de Marillac,
noble caballero y consejero del Parlamento, señor de Ferrières-en-Brie y
Villiers-Adam. Su madre permanece en el anonimato histórico, y Luisa jamás
llegó a conocerla.
En 1595, cuando
su padre contrajo matrimonio nuevamente, la pequeña de apenas cuatro años fue
enviada al convento de Poissy,
regido por las dominicas, donde recibió una sólida formación humanística y
religiosa. Este ambiente piadoso marcó profundamente su sensibilidad
espiritual.
A los trece
años, Luisa perdió a su padre, y su tutela pasó a manos de su tío Michel de Marillac,
figura influyente que llegaría a ser canciller de Francia.
Desde muy joven
sintió un profundo deseo de consagrarse a Dios en la vida religiosa. Sin
embargo, su frágil salud le impidió ser admitida en comunidades como las
capuchinas. Así, por decisión familiar y conforme a las costumbres sociales de
la época, en 1613
contrajo matrimonio con Antoine Le Gras, secretario de
la reina María de Médici. Tenía entonces 22 años. De esa unión nació su hijo
Miguel.
Durante
años fue una esposa entregada y una madre ejemplar. Sin embargo, tras la muerte
de su esposo en 1625, cuando ella tenía 34 años, experimentó un fuerte llamado
interior: “He servido bastante al mundo, ahora quiero entregarme enteramente al
servicio de Dios”.
Ese
mismo año conoció a San Vicente
de Paúl, quien se convirtió en su guía espiritual y compañero
de misión. Bajo su orientación, comenzó a colaborar con los grupos de Damas de la Caridad, mujeres nobles que
ayudaban a los pobres, y a organizar de forma más efectiva el trabajo
caritativo.
El 29 de noviembre de 1633, junto a un pequeño grupo
de jóvenes, fundó oficialmente la Compañía de
las Hijas de la Caridad, una congregación revolucionaria para
su tiempo: mujeres consagradas sin clausura, activas en la sociedad, dedicadas
al servicio directo de los necesitados, atendiendo enfermos, huérfanos,
ancianos y necesitados en los barrios pobres, hospitales y campos de batalla.
En palabras de San Vicente: “Tienen por monasterio las casas de los enfermos,
por celda una habitación alquilada, por capilla la iglesia parroquial, por
claustro las calles de la ciudad”.
El
estilo de las Hijas de la Caridad fue desde el inicio profundamente evangélico:
servicio humilde, cercano y
alegre. Con sencillez y valentía, las hermanas caminaban por
las calles de París cargadas con alimentos, ropa o medicinas. Visitaban a los
pobres en los barrios, cuidaban a los enfermos en hospitales, atendían a
huérfanos y enseñaban a niños en las escuelas, formándolos no solo en letras
sino también en el amor a Dios.
Bajo la
sabia dirección de Luisa, la congregación organizó un sistema de asistencia en
el Hôtel-Dieu de París,
el hospital más antiguo y grande de la ciudad. Su labor se hizo tan reconocida
que fueron invitadas a extender su acción a Angers, y desde allí a muchas
otras regiones.
Con el
paso del tiempo, las Hijas de la Caridad se hicieron presentes en hospitales, orfanatos,
escuelas, asilos para ancianos, centros de salud mental, cárceles y campos de
batalla, especialmente
durante la Guerra de los Treinta Años.
Bajo su liderazgo, se fundaron casas en más de treinta ciudades, tanto en
Francia como en Polonia.
Luisa de Marillac murió el 15 de marzo de 1660, seis
meses antes que Vicente de Paúl. Sus restos descansan en la capilla de la
Casa Madre de las "Hijas de la Caridad", 140 rue du Bac, París.
Fue beatificada por Benedicto XV el 9 de mayo de 1920,
canonizada por Pío XI el 11 de marzo de 1934, y proclamada por Juan XXIII como "Patrona
de las obras sociales" el 10 de febrero de 1960.
Iglesia de san Román
En la nave de la Epístola un Retablo moderno de
la Virgen Milagrosa (ver),
de Antonio Castillo Lastrucci (ver) de
1940, acompañada de San Vicente de Paúl y Santa María Luisa de
Marillac.
Retablo de la Virgen
Milagrosa
Santa María Luisa de Marillac
Detalle
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