viernes, 1 de agosto de 2025

 AREA DE SAN ROMAN

Colegio-Beaterio de la Santísima Trinidad.

Colegio del Beaterio de la santísima Trinidad. Calle Santa Lucía 2

En el número 2 de la calle Santa Lucía se encuentra el antiguo Beaterio de la Santísima Trinidad, fundado en 1719 con el propósito de acoger y educar a niñas pobres y huérfanas. A estas se les enseñaban conocimientos básicos como la doctrina cristiana, lectura, escritura y labores domésticas, especialmente la costura. Como recogió el historiador González de León, de esta institución salían mujeres "ejemplares en lo religioso, excelentes esposas y fieles sirvientas".

Los beaterios eran instituciones femeninas de vida religiosa no conventual, en las que mujeres, bajo votos de pobreza, castidad y obediencia, llevaban una vida dedicada a la oración y a obras de caridad. Aunque hoy en día la figura del beaterio ha desaparecido o ha sido absorbida por congregaciones religiosas, el colegio que se encuentra en su lugar conserva aún el nombre de la institución original, recordando sus raíces.

La fundadora del beaterio fue Isabel de la Santísima Trinidad, nacida en el barrio de la Macarena de Sevilla. Huérfana desde joven, puso su herencia al servicio de las niñas más necesitadas, siguiendo el consejo de su director espiritual, el padre trinitario calzado Fray Chacón. El 2 de febrero de 1719 tomó el hábito de beata trinitaria en el Convento de la Trinidad, adoptando el nombre con el que sería recordada, e inició su obra en unas casas cedidas por dicho convento en la calle Enladrillada. Debido al crecimiento de la institución, se trasladaron pronto a una nueva sede, más amplia, en la calle Santa Lucía, frente a la Puerta del Sol.

La comunidad se rigió por las normas del monasterio de las trinitarias de El Toboso. Además de la vida religiosa, las beatas tenían como misión acoger, mantener y formar a niñas huérfanas, admitir pensionistas, instruir a niñas pobres, y atender a antiguas alumnas solteras en situación precaria.

En 1746, Isabel viajó a Ciudad de México para gestionar la herencia de su tío, Sebastián Caballero, cirujano de la ciudad. Regresó a Sevilla en 1750 y destinó los fondos obtenidos a sostener el beaterio. Emprendió un segundo viaje en 1753, y en 1755 obtuvo permiso del virrey Juan Francisco de Güemes y del arzobispo Manuel José Rubio y Salinas para recaudar limosnas durante dos años. Regresó a Sevilla en 1758 y al igual invirtió los ahorros en el beaterio.

Falleció en 1774. A su muerte, la institución experimentó un periodo de decadencia, hasta que en 1789 el párroco de Santa María la Blanca, Bartolomé Cabello y Barroso, lideró su restauración, con el apoyo de destacados sevillanos como el canónigo magistral Marcelo Félix Doje, la viuda del comerciante Simón Sologuren, Teodomiro de la Vega del Oratorio de San Felipe Neri, el canónigo Cipriano Urtusáutegui, el conde de San Remi y María Ruano.

Claustro con la estatua de Isabel de la Santísima Trinidad. (ver) (CC BY 3.0)

La iglesia del beaterio se abrió al culto el 2 de diciembre de 1790. El papa Pío VI le otorgó el privilegio de “altar cotidiano” en 1791, y en 1793 permitió la exposición permanente del Santísimo Sacramento. Ese mismo año, el beaterio fue incorporado a la Hermandad Sacramental de Santa Lucía y, al año siguiente, quedó adscrito a su parroquia.

En 1799 se obtuvo el patronazgo del cardenal Luis María de Borbón y Vallabriga, infante de España. Su hermana, la infanta María Teresa, asumió la dirección del instituto. El 8 de abril de 1802, el infante cardenal concedió al colegio el derecho a usar el escudo real.

Tras la muerte de Bartolomé Cabello, el 5 de diciembre de 1810, el beaterio heredó todos sus bienes, y él fue enterrado en su iglesia. Le sucedió como protector el canónigo Fernando de Medina, quien ayudó a mantener la institución durante la invasión napoleónica. A su muerte, el beaterio atravesó otra crisis, mitigada por donaciones particulares. En esa época, albergaba a 129 niñas, 25 beatas profesas y dos novicias.

La situación mejoró en 1823 cuando asumieron la protección el conde de la Puebla del Maestre, Francisco de Paula Fernández de Córdoba y Cárdenas, y su esposa María Josefa Amalia de Sajonia. El 16 de agosto de 1828, los restos de la fundadora fueron trasladados desde la iglesia de Santa Lucía al coro bajo del templo del beaterio.

Durante la Primera República, el 23 de julio de 1873, el beaterio quedó reducido a diez religiosas y doce niñas. No obstante, el 30 de julio retornaron las hermanas y alumnas que habían debido marcharse.

En 1916, asumió la protección José María Ybarra Menchacatorre, III conde de Ybarra, acompañado por varios benefactores como Concepción Atienza Benjumea, Santiago Medina y Rojas (marqués de Esquivel), Manuel Ferrand, Florentino Briones y Javier Benjumea.

El 8 de septiembre de 2012, las hermanas trinitarias del beaterio de Sevilla se integraron con la Congregación de Hermanas de la Santísima Trinidad, fundada en 1885 por Francisco de Asís Méndez Casariego y Mariana Allsopp Manrique. Ambas comunidades compartían el mismo carisma trinitario, los valores espirituales y la misión de atención a los más necesitados. Esta unión, alentada por el espíritu de renovación promovido por el papa Francisco, fue acogida como una gracia acorde con los signos de los tiempos.

Finalmente, el 8 de septiembre de 1989, Salud Vilches donó su casa de campo en Fuenteheridos (Huelva), que hoy sigue siendo utilizada por la comunidad para actividades veraniegas y convivencias escolares.

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