miércoles, 24 de septiembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas  

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento.

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento. (ver) (CC BY 3.0)

Nació en Madrid el 1 de enero de 1809 en la calle de la Libertad, n.º 8, en el seno de una familia de alcurnia.

Su padre, Miguel Desmaissières y Flores, había nacido en León, pero sus antepasados, casi todos militares, eran oriundos de Flandes. Fue brigadier del Ejército, combatiendo contra los franceses durante la Guerra de la Independencia a las órdenes del general Castaños, del duque del Infantado y del duque de Alburquerque. Estaba en posesión de la Cruz de San Fernando y fue caballero de la Orden Militar de San Hermenegildo.

Su madre, Bernarda López de Dicastillo y Olmeda, condesa de la Vega del Pozo y marquesa de los Llanos de Alguazas, de familia noble procedente de Navarra, fue dama de honor de la reina María Luisa de Parma, esposa del rey Carlos IV. 

A los nueve años, junto con su hermana Manuela, fue enviada al colegio de las Ursulinas de Pau (Francia).

En el año 1822, con trece años, falleció su padre a causa de las secuelas provocadas por las graves heridas sufridas durante la Guerra de la Independencia. Tres años después, en 1825, su hermano Luis, militar de carrera, murió a consecuencia de una caída de caballo en Toulouse (Francia) y al poco tiempo, su hermana Engracia, a causa de un accidental golpe en la cabeza, empezó a dar señales de enfermedad mental. 

Por ello, la madre de María Micaela, hizo regresar del internado a sus dos hijas menores, que siguieron su educación aprendiendo idiomas, caligrafía, pintura, música, bordado y equitación, y también las enseñó a guisar y a planchar.

Los marqueses de Villadarias, carlistas incondicionales, solicitaron a la condesa la mano de su hija María Micaela para su primogénito Francisco Javier Fernández de Henestrosa y Santisteban. El noviazgo duró tres años, pero se vio truncado cuando el marqués de Villadarias quedó arruinado por su ayuda económica a la causa carlista y decidió que su hijo buscara otra novia con mucha más dote.

En 1841 murió su madre la condesa de la Vega, y en 1843 su hermana Manuela.

En 1844, tras una visita al Hospital de San Juan de Dios, acompañada de su amiga Ignacia Rico de Grande, se conciencia de la problemática en torno a la prostitución y, en abril de 1845, funda la Casa de María Santísima de las Desamparadas, un colegio para redimir a las prostitutas, en una casa de la calle Dos Amigos de Madrid. 

En 1847, se traslada a Paris con su hermano Diego, conde de la Vega del Pozo (que fue embajador de España en París y al año siguiente en Bruselas). 

A su vuelta a Madrid, vende todas sus pertenencias y funda en 1856 las Religiosas Adoratrices y Esclavas del Santísimo Sacramento y de la Caridad, institución que fue aprobada por la Santa Sede en 1858. Micaela se ha convertido ya en la Madre Sacramento y ese mismo año escribe unas constituciones de su congregación que serán aprobadas por la Santa Sede en 1861

En agosto de 1865 se declaró una fuerte epidemia de cólera en España, que afecta a las hermanas de su convento de Valencia por lo que decide ir a ayudarlas, pero se contagió ella también, por lo que murió el 25 de agosto de 1865 y fue enterrada en la iglesia de su casa-colegio valenciano.

Fue beatificada por el papa Pío XI el 7 de junio de 1925 y nueve años después la canonizó el 4 de marzo de 1934. Actualmente, la congregación de las Adoratrices cuenta con más de mil quinientas religiosas extendidas por diecisiete países de todo el mundo.

Capilla del Museo

En el banco del retablo mayor, a los pies de la Virgen de las Aguas, se encuentra el Sagrario, diseñado por Manuel Guzmán Bejarano (ver) y realizado en plata por Juan Borrero en 1982, con esculturillas de Rafael Barbudo que representan a San Pascual Bailón, a Santa María Micaela del Santísimo Sacramento y la Ascensión del Señor en el ático.

Sagrario

Santa María Micaela del Santísimo Sacramento

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escultores  

Marcos Cabrera.

Son muy pocos los datos biográficos que se conocen sobre un escultor que pasó a la historia por la autoría del Crucificado de la Expiración y cuyo anonimato durante siglos merece una investigación que desvele y aumente su catálogo de obras.

Es conocido el nombre de sus padres, Ana Rivera y Francisco Núñez, y la historiografía, tradicionalmente, ha señalado su origen cordobés por el hallazgo documental de un homónimo de su padre al servicio del Obispo de Córdoba durante los posibles años de su nacimiento y por la doble referencia bibliográfica de Ceán Bermúdez en el siglo XIX, identificándolo como el capitán cordobés Juan de Cabrera.

Entre 1575 y 1601 se le documenta domiciliado en Sevilla, donde su formación está plenamente ligada a la escuela hispalense del último Renacimiento, bajo la influencia y magisterio de Hernán Ruiz II y de su yerno Jerónimo Hernández. No se han precisado con seguridad las fechas ni el lugar exacto de su nacimiento ni de su muerte.

Se casó por vez primera con María Quintanilla el 28 de enero de 1565 en la parroquia de San Vicente (Sevilla) y, más tarde, con Justa Velázquez el 20 de agosto de 1598 en la iglesia de El Salvador (Sevilla).

En 1581 formó parte de una expedición de 112 hombres organizada por el gobernador Francisco de Cáceres para la repoblación y la introducción de oficios en el Reino de la Nueva Granada; la flota partió en 1582 bajo el mando de Diego y Francisco Maldonado. Durante su estancia en tierras neogranadinas tuvo contactos que le permitieron ostentar el título de “Capitán”. En 1587 aparece documentado en Santa Fe de Bogotá por un contrato de aprendizaje con Alonso de Salinas. Se desconoce la fecha exacta de su retorno a Sevilla.

La última referencia conocida a Marcos Cabrera data de diciembre de 1601, cuando arrendó a Juan Bautista todas sus propiedades inmobiliarias; su rastro se pierde a partir de entonces, por lo que no se sabe ni el lugar no el año de su muerte.

Catálogo de obras

Su obra más conocida es el Cristo de la Expiración de la Hermandad de El Museo, realizado en el año 1575, realizado en pasta de papel (ver).

También es conocido el Nazareno, conservado por la cofradía homónima de Utrera realizado en madera policromada en 1597.

Copia del busto del rey don Pedro I el Cruel colocado actualmente en una hornacina en la calle Cabeza del Rey don Pedro. La escultura original se encuentra en el patio principal de la Casa de Pilatos, en Sevilla.

Ocho relieves rectangulares en piedra que hizo para la sala capitular de la catedral hispalense, que representan las siguientes escenas bíblicas: El último sermón de Cristo, Daniel en el pozo de los leones, El bautismo de Cristo, La tormenta en el mar Tiberiades, La parábola del sembrador, La oración en el huerto, San Pedro contemplando los animales inmundos y el Lavatorio de Jesús a sus discípulos.

Se le atribuye, el Santísimo Cristo de las Tres Caídas de la Hermandad de la Esperanza de Triana.

martes, 23 de septiembre de 2025

ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA

Retablo Cerámico del Cristo de la Expiración y Nuestra Señora de las Águas.

Detalle de la fachada exterior de la Capilla del Museo

En el exterior de la Capilla del Museo, destaca el retablo cerámico con las imágenes del Cristo de la Expiración y, a sus pies, Nuestra Señora de las Aguas. Su autor fue el ceramista Antonio Morilla Galea, que lo ejecutó en 1963. El marco de yesería es de Guzmán Bejarano (ver) y la corona de hierro que lo remata, de Pablo Aguilucho. Fue bendecido el 19 de marzo de 1964. Además de su indudable valor artístico, permite el culto a nuestros titulares en todo momento.

En 1985, se cambió el limosnero inferior por un azulejo con la siguiente leyenda “Al cielo causa alegría al decir Ave María”, y en el año 2000, la Hermandad se vio obligada a poner una lámina de metacrilato sobre el azulejo, debido a actos vandálicos.

Retablo cerámico

Detalle del azulejo

Detalle de la Corona y el escudo de la Hermandad

“Al cielo causa alegría al decir Ave María”

lunes, 22 de septiembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Arquitectos  

Joaquín Fernández Ayarragaray.


Joaquín Fernández Ayarragaray nació en Hernani (Guipúzcoa) el 17 de agosto de 1821. Residió en Madrid, donde obtuvo el título de agrimensor en 1841 y el de maestro en 1842. Ejerció como maestro y, en 1844, inició sus estudios en la Escuela de Arquitectura, alcanzando el título de arquitecto en 1850.

En 1851 obtuvo plaza como Maestro de Obras en la Escuela de Bellas Artes de Sevilla, institución en la que se distinguió por las influencias francesas presentes en su estilo. A partir de 1859 ejerció como profesor de Aritmética y Geometría Descriptiva, y tras la supresión de las enseñanzas de Maestro de Obras en 1869, pasó en 1871 a impartir Aritmética y Geometría para dibujantes.

Durante la década de 1860 desempeñó el cargo de arquitecto conservador de los Reales Alcázares. Su obra más relevante fue la restauración de la Catedral de Sevilla, labor a la que dedicó los últimos diez años de su vida.

Entre sus proyectos destacan la Casa de las Sirenas (ver), en la Alameda de Hércules, el Hotel Roma, la casa del conde de las Atalayas, la de los señores de Portella, la sucursal del Hotel Madrid, el palacio del duque de Montpensier en Sanlúcar de Barrameda, el jardín de Venta Eritaña y el palacio de los duques de Madrid en Villamanrique.

Falleció en Sevilla, el 26 de marzo de 1900.

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escultores  

Antonio Quiros.

Fue un destacado escultor e imaginero sevillano, cuya figura permaneció en relativo olvido dentro de la historiografía hasta fechas recientes, cuando diversas investigaciones documentales han permitido reconstruir su trayectoria, atribuirle importantes obras y situarlo como autor de piezas fundamentales para varias hermandades de Sevilla.

Nació en Sevilla en 1663. Su padre, Domingo Cardoso de Quirós, era natural de Mesão Frio (Portugal), y su madre, Juana Díaz de la Iglesia, sevillana. En 1691 contrajo matrimonio con Josefa García, ingresando ambos en la Hermandad Sacramental y de Ánimas Benditas del Purgatorio del Salvador, donde desempeñó distintos oficios dentro de la Junta de Gobierno, entre ellos prioste de cera, fiscal y prioste de la corporación de Ánimas. Tras la muerte de su primera esposa, volvió a contraer matrimonio en 1703. Falleció en Sevilla el 27 de junio de 1721.

A lo largo de su carrera colaboró con el célebre imaginero Francisco Antonio Gijón, participando junto a él en la renovación de las esculturas del Monumento Eucarístico de la Catedral hispalense.

Entre sus obras más destacadas se encuentra la Virgen de Villaviciosa, que preside el misterio del Duelo de la Hermandad del Santo Entierro, así como las figuras que lo acompañan (las Tres Marías, San Juan Evangelista y los Santos Varones). Para las andas de la urna realizó, además, varios medallones, cuatro ángeles y doce serafines, hoy desaparecidos tras la invasión francesa y la Guerra de la Independencia. Para la misma cofradía talló también el Triunfo de la Santa Cruz sobre la Muerte (c. 1691-1693), un conjunto alegórico en madera de notable originalidad.

Virgen de Villaviciosa

Paso del Triunfo de la Santa Cruz


Otros trabajos documentados son la transformación, entre 1707 y 1708, de la antigua imagen de la Virgen de la Presentación de la Cofradía de los Mulatos en un San Juan Evangelista (actualmente desaparecido), así como la adaptación de una escultura de Santa Ana en la Virgen de la Soledad (1714), venerada en la iglesia del Salvador.

Su obra más célebre es el Cristo de la Humildad y Paciencia (1696), titular de la Archicofradía del Divino Salvador de Sevilla. La talla, atribuida con sólida base documental a Quirós, muestra un marcado naturalismo, un esmerado tratamiento anatómico y policromía de gran calidad, junto a un profundo pathos expresivo que lo convierte en una de las piezas más representativas del barroco sevillano.

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escultores  

Blas Molner Zamora.

Blas Molner Zamora nació en Valencia en enero de 1738, hijo de Jaime Molner y Felipa Zamora. En 1755, sus padres firmaron un contrato de aprendizaje con el maestro escultor Tomás Llorens (1713-1772), quien se comprometió a instruirlo durante un periodo de cuatro años. Posteriormente amplió su formación en la Academia de Santa Bárbara de Valencia.

Desde 1766 se documenta su presencia en Sevilla, ciudad donde se afincó definitivamente. En 1771 fue cofundador de la Real Escuela de las Tres Nobles Artes, ejerciendo desde 1775 como director del área de escultura y alcanzando en 1793 el puesto de director general de la institución, cargo que ocupó hasta su fallecimiento. En paralelo, impartió clases de delineación y planos en el Colegio de San Telmo (1787).

Molner mantuvo estrecha relación con escultores como Cristóbal Ramos y Juan de Astorga, compartiendo con ellos inquietudes estilísticas y académicas. Su producción se enmarca en la transición del barroco tardío al neoclasicismo, combinando la expresividad de la imaginería sevillana con un progresivo interés por la claridad compositiva y la sobriedad formal.

Falleció en Sevilla el 2 de enero de 1812.

De sus obras de Sevilla destacamos:

Arreglo de la corona de espinas del Señor del Gran Poder y de sus ángeles mancebos.  

Retablo de Nuestra Señora de Belén de la Iglesia de San Lorenzo en el año 1780.

Visión del espacio del Retablo de la Virgen de Belén

Imagen de Nuestra Señora de la Encarnación de la Hermandad de San Benito  en  1780-1793.

Imagen de San José de la Hermandad de Pasión, de la Iglesia del Salvador, en 1781.

Estanterías del Archivo de Indias en 1791.

Templete del altar mayor de la Iglesia de Santa Cruz en 1792.

Grupo de la Sagrada Familia de la Iglesia de San Andrés a finales del siglo XVIII.

Virgen Niña con San Joaquín y Santa Ana.

Imágenes de San Elías, San Rafael y Santo Ángel Custodio del convento del Santo Ángel a finales del siglo XVIII.

Se le atribuye la imagen de la Magdalena del “paso” de la Lanzada y la Virgen de las Dolores de la Hermandad de las Penas de San Vicente. 

domingo, 21 de septiembre de 2025

 RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Pancracio.

La narración sobre la vida y martirio de San Pancracio es tardía, probablemente del siglo VI, y por ello tiene un carácter legendario.

Nació hacia el año 290 en Frigia (Asia Menor), en el seno de una familia pagana y acomodada. Quedó huérfano siendo aún niño y pasó bajo la tutela de su tío Dionisio. Ambos se trasladaron a Roma y se establecieron en el monte Celio, donde se encontraba refugiado el papa Cornelio. Allí Pancracio conoció el Evangelio, recibió el bautismo y, poco después, quedó solo tras la muerte de su tío.

Durante la persecución de Diocleciano fue denunciado como cristiano y conducido ante las autoridades. Se le exigió ofrecer sacrificios a los dioses, pero se mantuvo firme en su fe en Cristo. Los jueces se sorprendieron de su valor, pues apenas contaba catorce años. Finalmente fue condenado a muerte y decapitado hacia el año 304 en la vía Aurelia.

Una mujer llamada Octavila recogió su cuerpo y lo sepultó en un cementerio de la zona, donde más tarde se levantó la basílica que lleva su nombre. Un siglo después, San Gregorio Magno predicó allí una homilía con ocasión de su natalicio. Desde el siglo VI, gracias a la difusión de sus reliquias, su culto se propagó rápidamente, siendo incluido en todos los martirologios. En España, aunque no se conoció su pasión en época visigótica, sí aparecía su nombre en algunos calendarios mozárabes.

San Pancracio suele ser representado como un joven vestido con túnica romana y un libro abierto en la mano, con la inscripción latina: Venite ad me; et ego dabo vobis omnia bona (“Venid a mí y os daré toda clase de bienes”), inspirada en el Génesis (45,18). Esta expresión evoca inevitablemente las palabras de Jesús: «Venid a mí todos los que estáis cansados y agobiados, y yo os aliviaré» (Mt 11,28).

Con el tiempo fue considerado patrono de los pobres, de la buena fortuna y de los juegos de azar. La devoción popular lo presenta con una rama de perejil o una moneda en la mano, símbolos de abundancia y prosperidad. Su fama se acrecentó en 1982, cuando la administración de lotería de la calle San Sebastián, en Madrid, bajo la protección de su imagen, repartió en exclusiva el Gordo con el número 21515.

El testimonio de San Pancracio anima a quienes han experimentado la soledad y lo propone como modelo para los jóvenes: un muchacho que conoció a Cristo y lo colocó en el centro de su vida.

Iglesia de San Gregorio

Altar de san Pancracio

Detalle de san Pancracio

sábado, 20 de septiembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Pedro Pascual.

Pedro Pascual nació hacia el año 1227, en el seno de una familia mozárabe establecida en Valencia, cerca de lo que hoy se conoce como el “Portal de Valldigna”. Sus padres, que hasta entonces habían sufrido la esterilidad, lo concibieron tras encomendarse a san Pedro Nolasco, fundador de la Orden de la Merced, en cuyo honor recibió el nombre de Pedro.

En aquel tiempo, Valencia se hallaba bajo dominio almohade. La élite gobernante estaba integrada por musulmanes de origen árabe y por descendientes de antiguos cristianos convertidos al islam. Los cristianos vivían en condición de inferioridad, aunque la familia de Pedro, a pesar de las dificultades, logró redimir esclavos cautivos. Uno de ellos, sacerdote formado en la Universidad de París, se convirtió en tutor del joven Pedro e influyó decisivamente en su formación espiritual y académica.

Tras la conquista de Valencia por Jaime I de Aragón, Pedro viajó a París para continuar sus estudios de Filosofía y Teología, y allí recibió la ordenación sacerdotal en 1249. De regreso a España, en 1250 fue nombrado canónigo de la catedral de Valencia. Movido por su vocación de servicio, ingresó en la Orden de la Merced, recibiendo el hábito de manos de fray Arnaldo de Carcasona. Poco después fue designado preceptor del infante don Sancho, hijo de Jaime I, quien, en 1266, con apenas dieciséis años, fue nombrado arzobispo de Toledo, cargo en el que Pedro Pascual le acompañó como consejero y asistente.

Su fama de predicador se extendió pronto por España, Portugal e Italia, donde anunció el Evangelio con celo y claridad. En 1262, a petición de don Sancho, el papa Urbano IV lo nombró obispo de Granada, diócesis entonces todavía en territorio musulmán, misión que aceptó con humildad y en la que fundó el convento de Santa Catalina. Más tarde, el 13 de febrero de 1296, fue designado obispo de Jaén, recibiendo la consagración episcopal en Roma, el 27 de febrero de ese mismo año, de manos del cardenal franciscano Mateo de Aquasparta, obispo de Oporto.

Durante una visita pastoral, el 20 de febrero de 1297, cayó prisionero en una incursión dirigida por Muhammad II, emir de Granada. Aunque la Iglesia de Jaén, la Orden de la Merced y varios obispos reunieron el dinero para rescatarlo, Pedro Pascual destinó aquellos fondos a liberar a otros cautivos más pobres, eligiendo permanecer en prisión.

En su cautiverio escribió diversos tratados espirituales y apologéticos, en los que defendía la fe cristiana y refutaba las objeciones de musulmanes y judíos. Su firmeza irritó a sus captores, que lo condenaron a muerte. Fue decapitado el 6 de diciembre de 1300 y enterrado en la prisión, en un lugar conocido como “de los mártires”.

Con el paso del tiempo, probablemente hacia finales del siglo XVI o comienzos del XVII, sus reliquias fueron trasladadas a la Catedral de Baeza, donde se veneran en una urna recubierta de damasco rojo, situada en el altar mayor. Según una piadosa tradición, al disputarse Jaén y Baeza la custodia de sus restos, se decidió ponerlos sobre un burro en un cruce de caminos, dejando que el animal escogiera la ruta. El jumento se encaminó hacia Baeza, y allí reposa hasta hoy el cuerpo del santo obispo y mártir.

Museo de Bellas Artes

San Pedro Pascual. Zurbarán, Francisco de. Hacia 1630. Óleo sobre lienzo 1'94 x 1'10 m. Procedente de la Biblioteca del Convento de la Merced, de Sevilla, tras la Desamortización en 1840.

Aparece el Santo de cuerpo entero, barbado, vestido con hábito blanco en claro contraste con el fondo oscuro. Alza la mirada hacia el ángulo superior derecho donde un ángel, que aparece en rompimiento de gloria, le ofrece la corona y la palma de martirio. En el cuello muestra un cuchillo, así mismo como símbolo de su martirio. Entre sus manos sostiene un libro, mientras escribe con una pluma que sostiene con su mano derecha. A la derecha del santo vemos una mesa cubierta con tapete verde en la que se disponen la mitra y un tintero. 

Museo del Prado

San Pedro Pascual. Solís, Francisco de. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo. 220 x 144 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. (ver) (CC BY 3.0)

Un religioso mercedario predicando a cardenales y obispos. Anónima. Siglo XVII. Óleo sobre lienzo. 207 x 167 cm. Museo del Prado. Deposito en otra Institución. (ver) (CC BY 3.0)

La reunión de cinco cardenales y cuatro doctores, sentados en dos bancos paralelos para escuchar la palabra del mercedario, no deja de ser muy atrevida. Colocados la mitad de los oyentes de espaldas esta circunstancia le permite al autor una serie de violentos contraluces y un lenguaje de gestos que dinamizan fuertemente la escena presidida por el ímpetu de las teorías del predicador.

Iglesia de san Gregorio

San Pedro Pascual

Detalle de San Pedro Pascual

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas Mártires 

San Serapio.

Serapio nació hacia 1179, en Irlanda, hijo del capitán Rotland Scott, noble de la corte de Enrique II de Inglaterra, y de una dama de la alta nobleza inglesa. Desde joven abrazó la carrera militar y acompañó a su padre en la Tercera Cruzada, combatiendo bajo las órdenes de Ricardo Corazón de León. Participó en la toma de San Juan de Acre y en el asedio de Ascalón.

De regreso a su patria, su embarcación naufragó frente a las costas de la República de Venecia. Obligado a continuar el viaje por tierra, cayó prisionero de las tropas del duque de Austria. Permaneció como rehén hasta que el joven Leopoldo de Austria intercedió por él, ganándose su confianza. Integrado en el séquito militar de Leopoldo VI, marchó después a España para luchar junto al ejército cristiano en las campañas contra los musulmanes.

En tierras hispánicas conoció a san Pedro Nolasco y a los primeros mercedarios, sintiéndose llamado a la vida religiosa. Ingresó en la Orden de la Merced en 1222 y se dedicó con gran fervor a la obra de la redención de cautivos en el norte de África.

En su última misión en el Magreb, al no alcanzar la suma necesaria para rescatar a todos los prisioneros, Serapio se ofreció como rehén, garantizando así la libertad de otros cristianos. Sin embargo, el dinero para su rescate no llegó a tiempo. El 14 de noviembre de 1240, bajo el reinado de Abu Muhammad al-Rashid, fue martirizado por los sarracenos, quienes le clavaron en una cruz en forma de aspa (que lo llaman cruz de san Andrés y que tiene forma de X), le arrancaron sus vísceras estando aún con vida y luego le cortaron las extremidades.

La tradición lo venera como protector contra las enfermedades viscerales, y en su fiesta, el 14 de noviembre, se bendice el llamado aceite de san Serapio. Fue canonizado en 1743 por el papa Benedicto XIV, quien lo inscribió en el catálogo de los santos. Aunque no fue sacerdote, alcanzó la plenitud de la vida cristiana en la entrega radical y el martirio.

San Serapio. Zurbarán, Francisco de. 1628. Óleo sobre lienzo. 120 x 103 cm. Museo Wadsworth Atheneum de Hartford, EE.UU. (ver) (CC BY 3.0)

El San Serapio de Zurbarán nos ofrece la manifestación sensible de un alma que abandona la vida al mismo tiempo que él se abandona también, al no encontrar ya la razón por la que existir. Zurbarán quiso representar el horror de martirio sin que en la composición se viera ni una gota de sangre. La boca entreabierta no deja escapar ni un grito de dolor. La gran capa blanca, casi un trampantojo, ocupa la mayor parte del cuadro.

Museo de Bellas Artes

Martirio de San Serapio. Roelas, Juan de. Óleo sobre lienzo. Hacia 1612. 204 x 247 cm. Museo de Bellas Artes de Sevilla. Procede de la desamortización del Claustro mayor del convento de la Merced Calzada en 1840

Roelas representa en la escena principal del lienzo el martirio del santo, que justo antes de su muerte mira resignado al cielo. Un abigarrado grupo de personajes, algunos afanados en las torturas, los rodean, mientras que un segundo grupo más retirado contempla la dramática escena.

A la derecha, bajo un frondoso arbolado, aparece la escena de la predicación de este santo de la Orden de la Merced, mientras que cierra la composición un esbozado paisaje con arquitecturas, en el que aparece un barco y el momento en que su cuerpo es recogido en la orilla.

Destaca la figura central de san Serapio o la mujer sentada en primer término a la izquierda, con otros más en penumbra que se recortan sobre el fondo más claro. Este es el caso del niño de raza negra que contrasta con el manto rojo del personaje situado tras él o el sayón joven que mira al mártir, recortado sobre el fondo azulado de la arquitectura colocada como telón de fondo.

Iglesia de san Gregorio

San Serapio

Detalle de san Serapio