RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Nuestra Señora de la Paz (Hermanad de Santa Cruz).
La actual
imagen de Nuestra Señora de la Paz no siempre recibió esta advocación ni estuvo
vinculada desde sus orígenes a la iglesia de Santa Cruz. La primitiva talla
mariana, venerada en el antiguo templo parroquial, habría llegado desde Toledo
a finales del siglo XV o comienzos del XVI, enviada por el cardenal Pedro
González de Mendoza. En torno a ella se constituyó la Hermandad del Santísimo
Rosario de Nuestra Señora de la Paz, para la que, con el paso del tiempo, se
erigió una capilla propia.
La devoción al
Santo Rosario tiene su origen, según la tradición eclesial, en la aparición de
la Virgen al presbítero castellano Domingo de Guzmán en el año 1208, en una
capilla del monasterio de Prouilhe, en Francia. En aquel encuentro, María le
habría entregado el rosario y le enseñó su rezo, encomendándole su difusión
como medio para la conversión de los herejes albigenses y de los pecadores.
Esta tradición fue reforzada siglos después por el beato dominico Alano de la
Rupe, quien en la segunda mitad del siglo XV afirmó haber recibido nuevas
revelaciones marianas y plasmó estas enseñanzas en su obra “De Dignitate
Psalterii”, donde insiste en el encargo hecho a Santo Domingo para propagar el
rezo del Rosario.
En España, la
advocación del Rosario alcanzó una extraordinaria expansión tras la batalla de
Lepanto, librada en 1571. El papa Pío V atribuyó la victoria de las tropas
cristianas a la intercesión de la Virgen del Rosario y, en recuerdo de aquel
acontecimiento, instituyó su festividad el 7 de octubre, fecha en la que
concluyó la contienda. Esta decisión pontificia, unida a la creciente
popularidad de la devoción rosariana, propició que numerosas imágenes marianas
preexistentes adoptaran esta advocación, aunque hasta entonces hubieran sido
veneradas bajo otros títulos o sin denominación concreta. Paralelamente,
comenzaron a encargarse nuevas esculturas y pinturas concebidas expresamente
como imágenes del Rosario.
A este último
grupo pertenece la primitiva imagen que nos ocupa, cuyo título original fue el
de Nuestra Señora del Rosario. Su ejecución se sitúa pocos años después de la
instauración oficial de la festividad del Rosario por Pío V, lo que explica su
temprana vinculación a esta advocación.
Tras la destrucción del templo de santa Cruz, la imagen siguió
el mismo periplo que la Hermandad de Santa Cruz, hasta recalar en el convento
de los Menores, donde quedó instalada en un retablo situado en el lado de la
Epístola del crucero.
Allí resultó gravemente dañada a consecuencia del incendio de 1874, motivo
por el cual fue sustituida —desconociéndose hoy su paradero— por la imagen de
la Virgen del Rosario procedente del Convento
Dominico de San Pablo (actual
parroquia de la Magdalena), tras la desamortización de 1835, en
donde se veneraba, como hemos comentado, con la advocación de Nuestra Señora
del Rosario. Si bien no se puede asegurar rotundamente el año de su
ejecución, se puede afirmar al menos que ya estaba gubiada en 1.579, año en que
Pablo de Melgosa encarga un tabernáculo o retablo para una capilla del citado
templo, es atribuida a
Jerónimo Hernández (ver), cuya ejecución se sitúa entre 1577-1578.
Tras la
destrucción de la iglesia de Santa Cruz, la imagen siguió el mismo itinerario
que la Hermandad, hasta establecerse en el convento de los Menores, donde fue
colocada en un retablo situado en el lado de la Epístola del crucero. Allí
sufrió graves daños a consecuencia del incendio de 1874, motivo por el cual fue
sustituida —desconociéndose hoy el paradero de la primitiva talla— por la
imagen de la Virgen del Rosario procedente del convento dominico de San Pablo,
actual parroquia de la Magdalena, llegadando a este templo tras la
desamortización de 1835.
Nuestra Señora de la Paz
Esta
imagen, venerada igualmente como Nuestra Señora del Rosario, puede datarse con
certeza antes de 1579, año en que Pablo de Melgosa contrata un tabernáculo o
retablo para una capilla del citado convento. Su autoría se atribuye a Jerónimo
Hernández, situándose su ejecución entre los años 1577 y 1578.
Se trata
de una escultura exenta de María sedente, dispuesta sobre un rico sillón, que
presenta la singularidad iconográfica de portar al Niño Jesús en el lado
derecho, cuando lo habitual es situarlo en el izquierdo.
El Niño
adopta una postura dinámica y poco convencional, pues no reposa sobre el regazo
materno, sino que aparece de pie sobre la pierna derecha de la Virgen. Con
gesto vivo y natural, sostiene un rosario entre sus manos y dirige la mirada
hacia su Madre, estableciendo con ella un diálogo lleno de ternura.
La
Virgen, por el contrario, orienta suavemente su mirada hacia el frente,
entornando los ojos con dulzura en busca del devoto, mientras una leve sonrisa
se dibuja en sus labios. Originalmente debió estar sentada sobre una jamerga,
elemento que fue sustituido con posterioridad por el sillón que hoy conocemos.
Madre e
Hijo forman un conjunto escultórico inseparable. La imagen de la Virgen alcanza
una altura de un metro y treinta y seis centímetros.
Desde el
punto de vista estilístico, la obra se encuadra en el tránsito del manierismo
al barroco, característico de la escultura sevillana del último cuarto del
siglo XVI, con claras influencias de los modelos miguelangelescos y evocaciones
de la obra de Roque Balduque (ver).
Como
sucede con la mayoría de las imágenes de esta antigüedad, la actual Virgen de
la Paz ha sido objeto de diversas restauraciones a lo largo del tiempo.
La
primera documentada tuvo lugar en el siglo XVIII y debió de ser una
intervención de considerable entidad. En ella se rehízo por completo el
estofado de las vestiduras, se aplicó tela encolada en algunas zonas del
ropaje, se sustituyeron los ojos originales por otros de cristal y se renovó la
encarnadura. Es probable que en esta misma restauración se incorporara una
nueva mano izquierda, fundida en plomo, para sustituir la original, dañada por
el peso del cetro que sostenía y por su posición separada del bloque principal
de la talla, circunstancia que comprometía su estabilidad.
La
última restauración conocida fue realizada en 1989 por el profesor Ricardo
Comas Fagundo. Los trabajos se centraron, en primer lugar, en la eliminación de
posibles xilófagos que pudieran afectar a la integridad de la escultura.
Asimismo, se intervino en el ojo derecho, que se encontraba hundido y
parcialmente dañado, lo que obligó a actuar también sobre el izquierdo para
lograr una correcta armonización. Se reforzaron las sujeciones de las coronas
de la Virgen y del Niño, se reconstruyeron dos dedos de la mano izquierda de
este último y se consolidaron tanto sus manos como su pie izquierdo.
Igualmente, se reforzó la mano izquierda de la Virgen y se restituyeron las
partes deterioradas del vestido. Finalmente, se sellaron las grietas existentes
en la figura del Niño y se procedió a la limpieza de las encarnaduras y a la
restauración de la policromía de ambas imágenes.
izquierda de este último; también a esta Imagen fue preciso consolidarle las dos manos , así como su pie izquierdo. Igualmente se reforzó la mano izquierda de la Virgen, y se restituyeron las partes rotas del vestido, finalmente se eliminaron las grietas que afectaban a la figura del Niño, y se procedió al limpiado de las encarnaduras de ambas imágenes, así como al restaurado de su policromía.