miércoles, 31 de diciembre de 2025

 AREA DE SANTA CRUZ

Casa-Palacio Salinas. 

Historia

La Casa de Salinas se encuentra en pleno centro histórico de Sevilla, a escasa distancia de la Catedral y de los Reales Alcázares, en un enclave de extraordinario valor patrimonial. Su localización, dentro del área monumental más extensa y mejor conservada de la ciudad, la sitúa en uno de los espacios más representativos de la Sevilla histórica. Además, su ligera elevación sobre el terreno permitió que el edificio se mantuviera a salvo de las frecuentes crecidas del río que durante siglos afectaron a la ciudad.

El origen de la casa se remonta a 1577, cuando Baltasar de Jaén, destacado miembro de la élite sevillana y fundador de su propio mayorazgo, adquirió a Pedro López Núñez un conjunto de viviendas, tal como recoge la escritura fundacional del linaje de los Jaén. Sobre este solar mandó levantar una suntuosa residencia concebida como sede y símbolo de su estirpe. Durante más de tres siglos, la Casa de Salinas fue residencia de distintas generaciones de la familia Jaén, consolidándose como una de las casas principales de la Sevilla moderna.

El linaje de los Jaén hunde sus raíces en la Baja Edad Media, con figuras como Ruy Fernández de Jaén, señor del castillo de Albánchez, que en 1338 vendió esta fortaleza al Concejo de Úbeda. Este personaje inició una larga tradición de caballeros vinculados a las campañas de la Reconquista y a los conflictos internos del reino, participando él mismo en episodios bélicos de relevancia, como el cerco de Valencia de Alcántara junto al maestre rebelde de Alcántara.

A comienzos del siglo XV aparece otro Ruy Fernández de Jaén, ya asentado en Sevilla y casado con Leonor Sánchez, con enterramiento familiar en el monasterio del Carmen. Desde entonces, los Jaén comenzaron a figurar entre las familias notables de la ciudad. En el siglo XVI, sin abandonar su condición de hombres de armas, se integraron plenamente en las redes mercantiles y financieras sevillanas, realizando importantes inversiones en el comercio con las Indias, actividad que marcó la prosperidad de la ciudad en aquel momento.

La casa fue edificada en pleno auge del Renacimiento sevillano, cuando la ciudad se había convertido en uno de los principales centros económicos y culturales de Europa gracias a su condición de puerto y cabecera del comercio americano. El edificio se levantó en una zona ocupada por comerciantes y grandes fortunas, un entorno acorde con la posición social de la familia Jaén.

Muy cerca se encontraba el denominado Corral de Don Juan, ubicado en el solar de la actual iglesia de Santa Cruz y del colegio parroquial de San Isidoro. En la segunda mitad del siglo XVI pasó a manos del marqués de Villamanrique de Zúñiga, tras su adquisición a doña Teresa de Zúñiga, duquesa de Béjar, y desde entonces fue conocido como Corral de Don Manrique. Mientras los Jaén engrandecían su residencia, este espacio se transformó en uno de los corrales de comedias más célebres de Sevilla, donde se estrenaron obras de Juan de la Cueva.

En 1677, sobre el antiguo Corral de Don Juan se construyeron una iglesia —más tarde parroquia de Santa Cruz— y un colegio de Clérigos Menores. La calle adyacente, documentada desde el siglo XII como Borceguinería por la presencia del gremio de los fabricantes de borceguíes, sufrió diversas denominaciones a lo largo del tiempo: entre 1869 y 1875 pasó a llamarse Comuneros, recuperó después su nombre tradicional y, finalmente, en 1893 fue rotulada como Mateos Gago, en homenaje al teólogo y profesor de la Universidad de Sevilla.

Por esta vía, hoy calle Mateos Gago, discurría la antigua muralla de la ciudad antes de la ampliación del Alcázar. Los continuos hallazgos de restos de un muro de gran solidez, así como las excavaciones realizadas en calles próximas como Aire o Guzmán el Bueno, confirman la riqueza arqueológica del entorno y su localización en el corazón de la antigua Híspalis romana.

Durante la ocupación napoleónica, en 1810, la casa fue requisada por las tropas francesas y, pocos años después, en 1822, se arrendó como vivienda y taller de imprenta. La extinción del mayorazgo de los Jaén en 1843 supuso la salida definitiva de la familia y el inicio de una etapa de usos diversos e inciertos.

Durante un tiempo del siglo XIX, el edificio albergó una importante logia masónica frecuentada por miembros de la nobleza y la alta sociedad sevillana, así como un colegio con internado. Tras el abandono de la logia, surgieron rumores sobre prácticas oscuras y enterramientos clandestinos, lo que dio lugar a la creencia popular de que los masones habían ocultado un tesoro en la casa. Esta leyenda provocó excavaciones indiscriminadas en busca del supuesto botín, que concluyeron de manera abrupta al perforarse por error una fosa séptica, sin que jamás apareciera tesoro alguno.

A finales del siglo XIX, la propiedad fue adquirida por don Eduardo Ybarra, quien emprendió una profunda reforma y una redecoración acorde con el gusto de su tiempo. A esta etapa corresponden los abundantes azulejos procedentes de la fábrica Mensaque de Triana, un mosaico de temática báquica del siglo II d. C. hallado en Itálica y una escultura en mármol blanco de la Virgen de los Remedios procedente del convento homónimo, piezas que se disponen en el segundo patio o patio jardín. También se incorporaron vidrieras realizadas por la fábrica Pickman, visibles en el comedor alto y en el patio principal.

En 1930, Manuel de Salinas Malagamba adquirió la casa a una sobrina de Eduardo Ybarra, permaneciendo desde entonces en manos de la familia Salinas. Sus propietarios llevaron a cabo un cuidadoso proceso de restauración con el objetivo de recuperar el aspecto original del edificio, alterado parcialmente por las sucesivas intervenciones realizadas a lo largo de más de cuatro siglos. Esta restauración respetó y puso en valor los elementos añadidos en épocas posteriores, logrando una armonía entre las estructuras del siglo XVI y los aportes históricos que hoy configuran unos interiores de gran calidez y coherencia estética.

EXTERIOR

Exteriormente, la casa presenta una fachada sobria y elegante. 

La portada principal, adintelada, da paso a un zaguán-apeadero pavimentado con losas procedentes de Tarifa.

Fachada Exterior

Fachada Exterior

Portada

En este espacio destaca el artesonado mudéjar, un grabado de la Sevilla del siglo XVI y la reja que conduce al interior. 

Vista general

Artesonado

Grabado de la Sevilla del siglo XVI

Reja

La entrada se completa con una fuente de piedra y un panel cerámico que representa una vista de Sevilla desde Triana con el antiguo puente de barcas.

Fuente de piedra

Detalle

Azulejo

INTERIOR

Patio Principal

El corazón del edificio es el patio principal, de doble altura, rodeado por columnas de mármol que sostienen arcos de medio punto decorados con delicadas yeserías del siglo XVI. Los muros están revestidos con zócalos de azulejos de arista fabricados en Triana en la misma centuria, de vivos colores y diseños geométricos. En la planta alta se conservan vidrieras realizadas por la fábrica La Cartuja de Sevilla-Pickman, y a este patio se abren las estancias principales de la casa.

Vista general del patio principal

Detalles del patio

Detalles del patio
Detalles del patio
Detalles del patio
Detalles del patio

Detalle de ventana

Detalle de campana

Detalle de campana

Vista de la terraza de la planta alta

Detalle de la terraza de la planta alta

Detalle del león protector de la casa

Detalle de ángel lamparario

Detalle de Ave Fénix en el friso

Comedor

El comedor presenta un notable artesonado mudéjar y pavimento de baldosas andaluzas.

Vista general del Comedor

Detalles

Detalles
Detalles

Salita de estar

La salita de estar, especialmente fresca al tener salida a ambos patios, conserva también artesonado mudéjar y una ventana geminada abierta al patio principal. 

Vista general de la salita

Vista general de la salita

Artesonado

Detalle del artesonado

Detalle de ventana


Despacho

El despacho es un espacio más recogido e íntimo, presidido por un artesonado y un lienzo de la Resurrección de Jesús atribuido a Francisco Pacheco.

Vista general

Vista general

Artesonado

Cuadro de Francisco Pacheco

Detalle de la zona superior con Cristo resucitado

Detalle de la zona inferior con la Virgen y las Santas mujeres

Detalle de la zona inferior con los Apóstoles

Detalle de la zona inferior con otros Apóstoles

Entrada secundaria

La entrada secundaria, con acceso desde la calle Fabiola, muestra una cuidada selección de obras artísticas, entre las que se incluyen varios cuadros, un gran tapiz y una cabeza romana. 

Vista general 

Cuadro

Cuadro
Cuadro

Tapiz

Cabeza romana


Segundo patio

Desde un pasillo se accede al segundo patio, donde se conserva un destacado mosaico del siglo II dedicado a Baco, procedente de la ciudad romana de Itálica y montado por José Gestoso (ver).  

En este espacio se disponen también una elegante fuente y la imagen de la Virgen de los Remedios, trasladada desde el antiguo convento del mismo nombre.

Pasillo

Vista general del patio

Vista general del patio

Vista general del patio

Fuente central

Detalle de la fuente

Nuestra Señora de los Remedios

Detalle de Nuestra Señora de los Remedios

Cabeza romana

Cabeza romana

Mosaico

Detalles del mosaico

Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico

Escalera

La escalera principal conduce a la segunda planta, no visitable por corresponder a la zona privada de la vivienda familiar. 

En ella sobresalen nuevamente el artesonado y una ventana que permite la contemplación del segundo patio, cerrando un recorrido que resume la riqueza histórica y artística de la Casa de Salinas.

Primer tramo de la escalera desde el patio principal

Segundo tramo de la escalera

Detalle del artesonado

Detalle de la ventana

Visión del segundo patio a través de la ventana