AREA DE SANTA CRUZ
Casa-Palacio Salinas.
Historia
La Casa de
Salinas se encuentra en pleno centro histórico de Sevilla, a escasa distancia
de la Catedral y de los Reales Alcázares, en un enclave de extraordinario valor
patrimonial. Su localización, dentro del área monumental más extensa y mejor
conservada de la ciudad, la sitúa en uno de los espacios más representativos de
la Sevilla histórica. Además, su ligera elevación sobre el terreno permitió que
el edificio se mantuviera a salvo de las frecuentes crecidas del río que
durante siglos afectaron a la ciudad.
El origen de la
casa se remonta a 1577, cuando Baltasar de Jaén, destacado miembro de la élite
sevillana y fundador de su propio mayorazgo, adquirió a Pedro López Núñez un
conjunto de viviendas, tal como recoge la escritura fundacional del linaje de
los Jaén. Sobre este solar mandó levantar una suntuosa residencia concebida
como sede y símbolo de su estirpe. Durante más de tres siglos, la Casa de
Salinas fue residencia de distintas generaciones de la familia Jaén,
consolidándose como una de las casas principales de la Sevilla moderna.
El
linaje de los Jaén hunde sus raíces en la Baja Edad Media, con figuras como Ruy
Fernández de Jaén, señor del castillo de Albánchez, que en 1338 vendió esta
fortaleza al Concejo de Úbeda. Este personaje inició una larga tradición de
caballeros vinculados a las campañas de la Reconquista y a los conflictos
internos del reino, participando él mismo en episodios bélicos de relevancia,
como el cerco de Valencia de Alcántara junto al maestre rebelde de Alcántara.
A comienzos
del siglo XV aparece otro Ruy Fernández de Jaén, ya asentado en Sevilla y
casado con Leonor Sánchez, con enterramiento familiar en el monasterio del
Carmen. Desde entonces, los Jaén comenzaron a figurar entre las familias
notables de la ciudad. En el siglo XVI, sin abandonar su condición de hombres
de armas, se integraron plenamente en las redes mercantiles y financieras
sevillanas, realizando importantes inversiones en el comercio con las Indias,
actividad que marcó la prosperidad de la ciudad en aquel momento.
La casa
fue edificada en pleno auge del Renacimiento sevillano, cuando la ciudad se
había convertido en uno de los principales centros económicos y culturales de
Europa gracias a su condición de puerto y cabecera del comercio americano. El
edificio se levantó en una zona ocupada por comerciantes y grandes fortunas, un
entorno acorde con la posición social de la familia Jaén.
Muy
cerca se encontraba el denominado Corral de Don Juan, ubicado en el solar de la
actual iglesia de Santa Cruz y del colegio parroquial de San Isidoro. En la
segunda mitad del siglo XVI pasó a manos del marqués de Villamanrique de
Zúñiga, tras su adquisición a doña Teresa de Zúñiga, duquesa de Béjar, y desde
entonces fue conocido como Corral de Don Manrique. Mientras los Jaén
engrandecían su residencia, este espacio se transformó en uno de los corrales
de comedias más célebres de Sevilla, donde se estrenaron obras de Juan de la
Cueva.
En 1677,
sobre el antiguo Corral de Don Juan se construyeron una iglesia —más tarde
parroquia de Santa Cruz— y un colegio de Clérigos Menores. La calle adyacente,
documentada desde el siglo XII como Borceguinería por la presencia del gremio
de los fabricantes de borceguíes, sufrió diversas denominaciones a lo largo del
tiempo: entre 1869 y 1875 pasó a llamarse Comuneros, recuperó después su nombre
tradicional y, finalmente, en 1893 fue rotulada como Mateos Gago, en homenaje
al teólogo y profesor de la Universidad de Sevilla.
Por
esta vía, hoy calle Mateos Gago, discurría la antigua muralla de la ciudad
antes de la ampliación del Alcázar. Los continuos hallazgos de restos de un
muro de gran solidez, así como las excavaciones realizadas en calles próximas
como Aire o Guzmán el Bueno, confirman la riqueza arqueológica del entorno y su
localización en el corazón de la antigua Híspalis romana.
Durante
la ocupación napoleónica, en 1810, la casa fue requisada por las tropas
francesas y, pocos años después, en 1822, se arrendó como vivienda y taller de
imprenta. La extinción del mayorazgo de los Jaén en 1843 supuso la salida
definitiva de la familia y el inicio de una etapa de usos diversos e inciertos.
Durante
un tiempo del siglo XIX, el edificio albergó una importante
logia masónica frecuentada por miembros de la nobleza y la alta sociedad
sevillana, así como un colegio con internado. Tras el abandono de la logia,
surgieron rumores sobre prácticas oscuras y enterramientos clandestinos, lo que
dio lugar a la creencia popular de que los masones habían ocultado un tesoro en
la casa. Esta leyenda provocó excavaciones indiscriminadas en busca del
supuesto botín, que concluyeron de manera abrupta al perforarse por error una
fosa séptica, sin que jamás apareciera tesoro alguno.
A
finales del siglo XIX, la propiedad fue adquirida por don Eduardo Ybarra, quien
emprendió una profunda reforma y una redecoración acorde con el gusto de su
tiempo. A esta etapa corresponden los abundantes azulejos procedentes de la
fábrica Mensaque de Triana, un mosaico de temática báquica del siglo II d. C.
hallado en Itálica y una escultura en mármol blanco de la Virgen de los
Remedios procedente del convento homónimo, piezas que se disponen en el segundo
patio o patio jardín. También se incorporaron vidrieras realizadas por la
fábrica Pickman, visibles en el comedor alto y en el patio principal.
En 1930, Manuel
de Salinas Malagamba adquirió la casa a una sobrina de Eduardo Ybarra,
permaneciendo desde entonces en manos de la familia Salinas. Sus propietarios
llevaron a cabo un cuidadoso proceso de restauración con el objetivo de
recuperar el aspecto original del edificio, alterado parcialmente por las
sucesivas intervenciones realizadas a lo largo de más de cuatro siglos. Esta
restauración respetó y puso en valor los elementos añadidos en épocas posteriores,
logrando una armonía entre las estructuras del siglo XVI y los aportes
históricos que hoy configuran unos interiores de gran calidez y coherencia
estética.
EXTERIOR
Exteriormente, la casa presenta una fachada sobria y elegante.
La portada principal,
adintelada, da paso a un zaguán-apeadero pavimentado con losas procedentes de
Tarifa.
Fachada
Exterior
Portada
En este espacio
destaca el artesonado mudéjar, un grabado de la Sevilla del siglo XVI y la reja
que conduce al interior.
Vista general
Artesonado
Grabado de la Sevilla del siglo XVI
Reja
La entrada se
completa con una fuente de piedra y un panel cerámico que representa una vista
de Sevilla desde Triana con el antiguo puente de barcas.
Fuente de piedra
Detalle
Azulejo
INTERIOR
Patio Principal
El
corazón del edificio es el patio principal, de doble altura, rodeado por
columnas de mármol que sostienen arcos de medio punto decorados con delicadas
yeserías del siglo XVI. Los muros están revestidos con zócalos de azulejos de
arista fabricados en Triana en la misma centuria, de vivos colores y diseños
geométricos. En la planta alta se conservan vidrieras realizadas por la fábrica
La Cartuja de Sevilla-Pickman, y a este patio se abren las estancias
principales de la casa.
Vista general del patio principal
Detalle de ventana
Detalle de campana
Detalle de campana
Vista de la terraza de la planta alta
Detalle de la terraza de la planta alta
Detalle del león protector de la casa
Detalle de ángel lamparario
Detalle de Ave Fénix en el friso
Comedor
El comedor
presenta un notable artesonado mudéjar y pavimento de baldosas andaluzas.
Vista general del Comedor
Detalles
Salita
de estar
La salita de
estar, especialmente fresca al tener salida a ambos patios, conserva también
artesonado mudéjar y una ventana geminada abierta al patio principal.
Vista general de la salita
Artesonado
Detalle de ventana
Despacho
El despacho es
un espacio más recogido e íntimo, presidido por un artesonado y un lienzo de la
Resurrección de Jesús atribuido a Francisco Pacheco.
Vista general
Artesonado
Cuadro de Francisco Pacheco
Detalle de la zona superior con Cristo resucitado
Detalle de la zona inferior con la Virgen y las Santas mujeres
Detalle de la zona inferior con los Apóstoles
Entrada
secundaria
La entrada
secundaria, con acceso desde la calle Fabiola, muestra una cuidada selección de
obras artísticas, entre las que se incluyen varios cuadros, un gran tapiz y una
cabeza romana.
Vista general
Cuadro
Tapiz
Cabeza romana
Segundo
patio
Desde un
pasillo se accede al segundo patio, donde se conserva un destacado mosaico del
siglo II dedicado a Baco, procedente de la ciudad romana de Itálica y montado
por José Gestoso (ver).
En este espacio
se disponen también una elegante fuente y la imagen de la Virgen de los Remedios,
trasladada desde el antiguo convento del mismo nombre.
Pasillo
Vista general del patio
Fuente central
Detalle de la fuente
Nuestra Señora de los Remedios
Detalle de Nuestra Señora de los Remedios
Cabeza romana
Mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Detalles del mosaico
Escalera
La escalera principal conduce a la segunda planta, no visitable por corresponder a la zona privada de la vivienda familiar.
En ella sobresalen nuevamente el artesonado y
una ventana que permite la contemplación del segundo patio, cerrando un
recorrido que resume la riqueza histórica y artística de la Casa de Salinas.
Primer tramo de la escalera desde el patio principal
Segundo tramo de la escalera
Detalle del artesonado
Detalle de la ventana
Visión del segundo patio a través de la ventana
