RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Pintores.
Miguel Esquivel.
Nació en Sevilla en 1595, hijo del también
pintor Diego de Esquivel, con quien se supone debió iniciarse
en el mundo artístico, trabajando en su taller.
En
1616 se casó en Sevilla con Laureana de Salcedo, hija del pintor Juan de
Salcedo, con quien inmediatamente aparece asociado en labores de estofado.
En 1618 concertó la policromía de parte del retablo de Cazalla de la Sierra, en compañía de Antón Pizarro y Lucas de Esquivel, y en 1621 tomó parte en la decoración del túmulo levantado en la catedral de Sevilla en las honras fúnebres a la muerte de Felipe III.
Aunque no se conoce ninguna otra de sus obras, como pintor al
óleo o al temple, hay constancia documental de tres encargos de diversa
naturaleza, fechados todos en 1620
Las pinturas para un retablo en el coro bajo de la
iglesia de San Pablo (actualmente la Magdalena); tres “Vistas de Sevilla”, desde la Torre
del Oro hasta la Puerta de San Juan, encargo del escribano de la ciudad
Jerónimo Méndez de Acosta; la decoración de las nuevas dependencias de los
jardines del Alcázar con “estofados de cojollos, jaspes y fábulas”, aludiendo
probablemente a labores de grutescos, que debía
realizar en unión de su padre y el citado Lucas Esquivel.
Su corta producción conocida es probablemente
debida a la juventud con que murió, el 11 de noviembre de 1621, tan sólo cinco
años después de haber contraído matrimonio, siendo enterrado en la parroquia de
la Magdalena.
La obra más importante, que se conoce, que aparece firmada es el lienzo de Santas Justa y Rufina de la Catedral
de Sevilla. Su fecha de ejecución la sitúa el profesor Valdivieso en torno a
1620.
Las
Santas Justa y Rufina. Esquivel, Miguel. 1620. Óleo sobre lienzo. 218,50 x 139,50 cm. Altar de Santa bárbara. Catedral
de Sevilla.
La iconografía de las santas
patronas de la ciudad hispalense quedó fijada tras el terremoto que asoló la
ciudad en 1504, ya que, según la leyenda, las alfareras mártires descendieron
del cielo para sostener la Giralda con sus propias manos y evitaron así su
desplome. Desde ese momento serán representadas flanqueando la torre.
Ambas santas aparecen ricamente
ataviadas, como demuestran sus vestimentas y el collar de perlas que luce cada una.
Santa Justa, que el Maestro de Moguer relaciona con la representada a la
izquierda del espectador, posee un bello tocado, con los cabellos recogidos
pero caídos en tirabuzones. Su rostro alza la vista hacia el cielo o hacia el
Giraldillo que simboliza la Fe. Fe por la que ambas sufrieron martirio. Santa Rufina
también cuenta con un hermoso tocado que deja el cabello más suelto que el de
su hermana, y baja la vista, pensativa, en contraposición a su hermana. Ambas santas
poseen nimbos circulares ty dorados, las palmas como señal de martirio, vasijas
a los pies y flanquean la Giralda.
El cuadro posee una minuciosa descripción pictórica de la Giralda, pues no la muestra justo después de la realización del campanario de Hernán Ruiz II, con las pinturas que la adornaban, que han desaparecido con el paso del tiempo. Se trata de las pinturas murales de 1565, realizadas por Luis de Vargas y sus colaboradores y en las que trabajaría hasta el momento de su muerte, y que representaban a los Evangelistas, Apóstoles, Doctores de la Iglesia, los santos Isidoro, Leandro, Hermenegildo y las propias Justa y Rufina.
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