sábado, 13 de diciembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas  

Santa María Magdalena de Pazzi.

Caterina de Pazzi nació en 1556 en el seno de una de las familias más influyentes y acomodadas de Florencia, linaje que aportó a Italia destacados políticos y militares y a la Iglesia católica a una de sus grandes santas. Fue la segunda hija de Camillo di Geri de Pazzi y de Maria Buondelmonti, y en el ámbito familiar recibió el nombre de Lucrezia, en recuerdo de una abuela.

Recibió una sólida formación cristiana y cursó estudios en la Chiesa di San Giovannino dei Cavalieri, dirigida por los caballeros de Malta. No consta con certeza si en 1581, durante el período en que su padre ejercía como gobernador de Cortona, residió algún tiempo en el monasterio de terciarias franciscanas de la ciudad, circunstancia que podría explicar la marcada impronta franciscana de su espiritualidad.

Según dejó escrito, a los doce años experimentó su primer éxtasis en presencia de su madre, episodio que dio inicio a una serie de vivencias místicas que se prolongaron a lo largo de su vida. A los catorce años fue enviada a un convento, aunque su familia la hizo regresar con la intención de concertar un matrimonio noble. Finalmente, aceptaron su firme decisión de consagrarse a la vida religiosa.

Con dieciséis años eligió la orden de las carmelitas de la antigua observancia e ingresó en el monasterio de Santa Maria degli Angeli, conocido como San Frediano in Cestello, en el barrio florentino de Oltrarno, el 27 de noviembre de 1582. Al profesar adoptó el nombre de María Magdalena. Debido a una grave enfermedad que estuvo a punto de causarle la muerte, realizó anticipadamente los votos de pobreza, castidad y obediencia.

Como otras místicas de su tiempo, su existencia estuvo marcada por una intensa vida de oración, la práctica de la penitencia y una constante atención caritativa hacia los más necesitados.

Alcanzó notoriedad por sus experiencias místicas, entre ellas éxtasis y raptos, durante los cuales las monjas de su comunidad recogían y transcribían las palabras que dictaba en estados de conciencia alterados. Los textos atribuidos a la santa se caracterizan por un lenguaje vivo, de fuerte impronta oral y gran intensidad expresiva.

Presentó estigmas en manos y pies, asociados a las llagas de Cristo crucificado, que le provocaban sufrimientos muy intensos. Padeció además fuertes dolores de cabeza, episodios de parálisis y una extrema sensibilidad corporal, hasta el punto de que el más leve contacto le resultaba insoportable. Entre sus visiones destaca una en la que se vio desclavando a Cristo de la cruz y bebiendo la sangre de sus heridas, razón por la que la iconografía la representa con los símbolos de la Pasión: la corona de espinas, los clavos, la lanza de Longinos, el hisopo, la vara y el flagelo.

Enfermó gravemente hacia 1604 y falleció el 25 de mayo de 1607, a los cuarenta y un años de edad. Tras su muerte comenzaron a atribuirse a su intercesión numerosos milagros y curaciones. El proceso de beatificación se inició en 1610 y concluyó en 1626 durante el pontificado de Urbano VIII. Cuarenta y tres años después, el 28 de abril de 1669, fue proclamada santa.

Su cuerpo incorrupto se conservó en la iglesia del convento carmelita de Florencia, que adoptó el nombre de Santa Maria Maddalena de Pazzi. En 1928, las monjas se trasladaron a un nuevo monasterio en el barrio de Careggi, llevando consigo las reliquias de la santa.

Museo de Bellas Artes

Santa María Magdalena de Pazzi. Cano, Alonso. 1628. Óleo sobre lienzo. 116 x 55 cm. Museo de Bellas Artes. Sala IV. Adquisición de la Junta de Andalucía en 2021

Detalle

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