RUTAS POR SEVILLA
Los Reyes Magos.
La primera representación que se conoce de los Reyes Magos se encuentra
en la capilla griega de la catacumba de Priscila de Roma, cuyos frescos están
datados entre la segunda mitad del siglo II y la segunda del siglo siguiente.
Está situado sobre el arco que da paso al cubículo destinado a acoger los
sarcófagos de la familia de los Acilios.
El Evangelio de Mateo es la única fuente bíblica que menciona a unos magos
(sin especificar los nombres, el número, ni el título de reyes), que, tras
seguir a una estrella, buscaban al “rey de los judíos” que ha nacido en
Jerusalén:
“Nacido, pues,
Jesús en Belén de Judá en los días del rey Herodes, llegaron del Oriente a
Jerusalén unos magos diciendo: “¿Dónde está el rey de los judíos que acaba de
nacer?”. (Mt 2:1-2). “Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre
María, y postrándose, lo adoraron; y abriendo sus tesoros, le ofrecieron
regalos: oro, incienso y mirra” (Mt 2: 11).
La palabra “mago” proviene del persa que significa “sacerdote”. Llegó al
griego refiriéndose a una casta de sacerdotes persas o babilonios que buscaban
las estrellas en su deseo de buscar a Dios. Del griego pasó al latín como
“magus” de donde llegó al español como “mago”. El término “mago” se utiliza
para referirse a “hombres sabios” u “hombres de ciencia” y conocedores de las
Escrituras, que desde antiguo se asociaban al “mazdeísmo” (ver).
En cuanto al número, en las iglesias de Siria o de Armenia eran doce, por
alusión a las doce tribus de Israel. Posteriormente, se fijaría el número de
tres por el oro, incienso y mirra (el poder, la divinidad y el perfume de la
muerte), los dones presentados a la Sagrada Familia y porque también eran tres
los continentes (África, Asia y Europa) conocidos en la antigüedad, poblados
por los tres hijos de Noé, Sem, Cam y Jafet, y por qué tres eran las edades de
la vida. A finales del siglo XV, el rey Baltazar aparece con la tez negra
y los tres reyes, además de representar las edades, representan las tres razas
conocidas hasta la Edad Media, de tal modo que Melchor encarnará a los
europeos, Gaspar a los asiáticos y Baltazar a los africanos. Ello
también se relaciona con los animales, Melchor el caballo, Gaspar
el camello y Baltazar el elefante.
Con respecto a los nombres de Melchor, Gaspar y Baltazar, las primeras
referencias son del siglo V, en la “Excerpta latina” en la que son llamados
Melichior, Gastaspa y Bithisarea y en el Evangelio Apócrifo “Evangelio Armenio
de la Infancia” donde se les llama Baltazar (rey de los árabes), Melkon (rey de
los persas) y Gaspar (rey de los indios).
La iglesia de San Apolinar Nuova de Rávena (Italia) presenta un friso
decorado con mosaicos de mediados del siglo VI, que representa la procesión de
las Vírgenes conducida por tres personajes vestidos a la moda persa, tocados
con un gorro frígido, y en actitud de realizar una ofrenda a la Virgen. Sobre
la cabeza de estos personajes se pueden leer los nombres de Gaspar, Melchior y
Balthassar, de derecha a izquierda.
Detalle del mosaico de San Apolinar Nuevo
En cuanto a su origen, se habla de Oriente que puede referirse a la región
de Babilonia, por lo que, para algunos autores, los magos podrían corresponder
a los “Doctores Babilónicos de la Tradición Oral”, pero para otros autores el
extremo oriente incluía todo el mundo hasta entonces conocido, y cuyo límite
occidental era Tartessos, una zona que los historiadores ubican entre Huelva,
Cádiz y Sevilla.
Una leyenda
medieval refiere que, después de la resurrección de Jesús, el apóstol
Tomás los halló en el reino de Saba y los bautizó y los consagró obispos.
Después fueron martirizados en el año 70 y depositados en el mismo sarcófago.
Santa Elena halló tres cuerpos coronados, y consideró que se trataría de los
Reyes Magos, por lo que los trasladó a Constantinopla en el siglo IV.
Posteriormente, Federico I Barbarroja, en el siglo XII, los trasladó
a Colonia donde son venerados en un relicario bizantino de la catedral de
esta ciudad.
La Biblia
describe cómo estos tres Reyes Magos vieron la nueva estrella como señal del
nacimiento del Rey de los judíos, por lo que se pusieron en camino hacia
Jerusalén para adorarlo.
Durante siglos,
los astrónomos han buscado en los registros históricos evidencias que pudieran
explicar la aparición de esta Estrella de Belén. Los investigadores han estado
discutiendo las posibles causas desde al menos el siglo XIII.
Tal vez haya
sido un meteorito, una supernova, un cometa, una llamarada solar o una
alineación o conjunción de planetas. O, alternativamente, tal vez nunca haya
ocurrido.
La verdad es
que la ciencia probablemente nunca sabrá la verdad.
Algunas cosas
son fáciles de descartar. Por ejemplo, la Estrella de Belén no pudo haber sido
un meteorito (un trozo de roca espacial que arde con fuerza en la
atmósfera terrestre) que habría aparecido y desaparecido en un instante. Es
imposible que los tres Reyes Magos hayan seguido el rastro de un meteorito
durante semanas.
También es poco
probable que una supernova (la muerte explosiva de una estrella que aumenta
drásticamente su brillo durante días, semanas o meses) pueda explicar la
Estrella de Belén.
Las supernovas,
o “estrellas invitadas”, han sido observadas y registradas constantemente desde
hace miles de años. Por lo tanto, si hubiera ocurrido una, es probable que
otras culturas hubieran tomado nota. Los telescopios no han encontrado ninguna
evidencia de un resto de supernova que coincida con el momento de la Estrella
de Belén. De hecho, la única supernova que fue visible desde la Tierra en
la época del nacimiento de Cristo ocurrió en el año 185 d. C. y fue registrada
por astrónomos chinos.
Remanente de
la supernova de Kepler.CC BY 3.0
En el pasado, algunos
astrónomos interesados también han sugerido que la Estrella de Belén era un
cometa que pasaba cerca de la Tierra. Estos cuerpos helados del lejano sistema
solar suelen brillar con bastante intensidad cuando se aventuran hacia el
interior del sistema solar y son calentados por el Sol. También se sabe que a
veces permanecen visibles en el cielo durante semanas o meses seguidos. Y, al
igual que las supernovas, también tenemos registros históricos de otras
culturas sobre los cometas.
Imagen
tomada por el Telescopio espacial Hubble del cometa C/2012 S1 (ISON).
(CC BY 3.0)
La idea de que
una conjunción entre planetas brillantes podría explicar la Estrella de Belén
no es nueva. Una nota en los Anales de la Abadía de Worcester del año 1285 d.
C. señala una alineación de Júpiter y Saturno que ocurrió en el momento del
nacimiento de Jesús. Y el propio Johannes Kepler mencionó la idea en el siglo
XVII.
Júpiter y
Saturno se unieron en una “Gran Conjunción” en 2020 que no se había visto en
casi 800 años. Los dos planetas aparecieron tan cerca uno del otro en el cielo
nocturno de la Tierra durante el solsticio de invierno que parecían casi un
solo objeto. Eso llevó a algunos a bautizar la visión como una “Estrella de
Navidad”, y a otros a preguntarse si un evento similar coincidiría con la
Estrella de Belén en la primera Navidad bíblica. Pero, los pueblos antiguos
conocían bien sus planetas, por lo que sería extraño llamar “estrella” a una
conjunción de varios planetas.
Conjunción
Júpiter Saturno. 12.19 a.m. 22 de diciembre de 2020. Desde Puerto Rico. (CC BY
3.0)
Al final, la verdad es que ninguno de estos
acontecimientos coincide a la perfección con la descripción de cómo sucedieron
en el Libro de Mateo, con lo que probablemente nunca sepamos qué inspiró
realmente la historia bíblica de la Estrella de Belén.
Cada uno tenemos libertad para pensar y decidir por
nosotros mismos qué puede significar para nosotros y todos esperamos que traiga
buenas noticias de paz, alegría y amor.
En cuanto a la edad de Jesús, la
visita de los Reyes Magos no ocurre inmediatamente después del nacimiento de
Jesús, sino que es un evento posterior.
Mateo
menciona que los magos visitaron a Jesús en una casa (no en el
pesebre), lo que sugiere que ya habían pasado semanas o meses desde su
nacimiento.
El rey
Herodes, al saber la fecha aproximada en que había aparecido la estrella,
ordenó matar a todos los niños de dos años para abajo (Mateo 2:16). Esto indica que,
según la información que recibió, Jesús podía tener entre recién
nacido y hasta casi dos años.
Historiadores
como Flavio Josefo sitúan la muerte de Herodes el Grande en el año 4 a.C..
Si Jesús nació poco antes de la muerte de Herodes (como dice Mateo), el
nacimiento sería entre el 6 y 4 a.C.
Si la estrella apareció en el momento del nacimiento y los Magos tardaron meses en llegar (teniendo en cuenta que venían probablemente de Persia o Babilonia, un viaje de más de 1.000 km), cuando llegaron, Jesús tendría entre unos 6 meses y un año y medio, dependiendo de cuándo salieron tras ver la estrella.
Oratorio de la Escuela de Cristo
Tras
flanquear su portada, en el Atrio, a la izquierda, se puede contemplar un
pequeño retablo-vitrina de estilo neoclásico que debió realizarse hacia los
años 50 del siglo XIX y que contiene una magnifica escena de la epifanía que se
atribuye a Luisa Ignacia Roldan (La Roldan).
La Virgen y San José están mostrando el niño a los Magos. Melchor y Gaspar
están arrodillados, estando este último en actitud de abrir su cofre de
incienso, mientras que Baltazar está de pie y ofrece la mirra.
Para completar la escena, Antonio Castillo Lastrucci realizó los pastores
que se colocan en el nacimiento durante la Navidad.
En la sacristía observamos una cajonera del siglo XIX y sobre
ella un pequeño retablo con Cristo en la Cruz a tribuido a Cristóbal Ramos.
En la vitrina inferior un belén de barro y telas encoladas de
Cristóbal Ramos donado por el fundador de esta escuela.
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