lunes, 26 de diciembre de 2022

 ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA

La torre de Don Fadrique

Según cuenta la Leyenda, ​el rey Fernando III de Castilla, que había enviudado con casi 50 años de edad, de su primera esposa Beatriz de Suabia, contrajo nuevo matrimonio con doña Juana de Pointhieu, con la finalidad de acercarse políticamente a Francia. 

La diferencia de edad, entre el rey y su nueva esposa, era cercana a los 30 años, pues ella tenía 17.

San Fernando. Murillo, Bartolomé Esteban. Hacia 1672. Óleo sobre lienzo. 56 x 38 cm. Museo Nacional del Prado. Depósito en otra Institución

Condesa de Ponthieu. Reina consorte de Castilla y León

Poco después el rey inició la campaña para la conquista de Córdoba y Granada, tras lo cual, se instalaron en el Alcázar. 

Falleció el rey cuatro años después, quedando la viuda en Sevilla, sin más compañía que la de sus doncellas.

Un día visitó el Alcázar el infante D. Fadrique, hijo de Fernando III y Beatriz de Suabia, y por tanto hijastro de Juana, aunque sus edades, eran de 27 y 25 años respectivamente.

Don Fadrique que nunca había vivido en Sevilla, acudió a presentar sus respetos a doña Juana. Desde ese día, salieron juntos a cazar junto al Guadalquivir en varias ocasiones, y a pesar de las críticas, estas salidas continuaron produciéndose, cada vez con más frecuencia. 

Con la llegada del invierno, la caza a la orilla del río resultaba difícil, por lo que D. Fadrique mandó construir una torre para que la reina viuda pudiese cazar teniendo cerca un fuego. 

Torre de Don Fadrique

La justificación de su construcción era la defensa de la ciudad, ante posibles incursiones musulmanas, pero para los que entendían de estrategia militar esta explicación no era nada convincente, ya que la torre se encontraba en el interior de las murallas (intramuros).

La nobleza de Sevilla y el pueblo se unieron a una guerra contra los amantes, ya que era inadmisible que una reina viuda se volviera a casar ni que tuviera amores secretos. 

Desde entonces, cuando la reina salía junto al infante, desde el Alcázar para dirigirse a la torre, se cerraban todas las puertas y ventanas de las casas, antes de que la reina llegara a su altura.

El 24 de junio, santo de la reina, se enviaron más de 200 invitaciones desde el Alcázar, pero ni uno sólo de los invitados acudió al banquete, y por ello la reina ordenó recoger todas sus cosas y las de sus hijos para volver a Francia.

La reina embarcó en una Falúa en el embarcadero real, y mientras surcaba el río camino al Atlántico, dirigió una última mirada con los ojos llenos de lágrimas a la torre, que durante 3 años había sido su nido de amor. Con un pañuelo hizo una señal en dirección a la Torre, dónde Don Fadrique le hacía una señal de adiós con la mano.

El rey Alfonso X de Castilla, hijo de Fernando III y hermano del Infante, autorizó el proceso contra éste, obligado por la nobleza y el clero.

Don Fadrique fue sentenciado a muerte por haber ofendido el decoro real al tener relaciones ilícitas con la viuda del rey, tras lo cual, fue ejecutado en Burgos. 

Desde entonces la Torre de don Fadrique no volvió a ser utilizada. 

Retrato medieval de Alfonso X, rey de Castilla

La realidad es que el infante D. Fadrique murió por orden del rey Alfonso X, acusado de intrigar contra el soberano, como expone la documentación de la época, de manos del propio Alfonso X, "el rey mandó afogar a don Fadrique", pena generalmente usada para actos de traición, el ahogamiento en agua.

La actitud del infante no fue nueva, traicionando a su hermano en varias ocasiones, solo que esta vez, en 1277, el rey decidió no perdonarle. 

Según M. González Jiménez la idea del infante podría definirse como un movimiento para destronar a Alfonso X, en favor de su joven hijo Sancho (posteriormente Sancho IV) y él posicionarse a modo de tutor de su sobrino, controlando así el poder. 

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