domingo, 30 de junio de 2024

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores  

Alonso Álvarez de Soria "El Tuerto".


Alonso Álvarez de Soria, apodado "El Tuerto", vivió en la calle Macasta (ver).

Los datos sobre su vida son escasos. “Una carta de venia y suplimiento” (Lara Garrido, 1987: 39, nota 32), fechada en noviembre de 1594, permite precisar su fecha de nacimiento unos meses antes de septiembre de 1573, siendo bautizado, como descubrió Rodríguez Marín, en la parroquia de San Vicente.

Hijo ilegítimo fruto de la relación entre una esclava morisca y un comerciante judeoconverso sevillano, que pese a ello alcanzó el oficio de Jurado en el Cabildo Hispalense.

Reconocido por su progenitor, Luis Álvarez, recibió una cuantiosa herencia, pues el mercader judío había llegado a atesorar un elevado capital, que Alonso no tardó en dilapidar, y en 1595 se tiene constancia documental de su primer ingreso en prisión.   

A finales del XVI se tiene información de su presencia en Sevilla con “mozos de barrio” y “virotes”, con una vida llena de privaciones, juergas, estocadas y amistad con los bajos fondos hispalenses.  

En 1603 inventó los “versos de cabo roto”, en relación a los bravucones de Triana que, presumiendo de valientes dejaban si pronunciar la última silaba de una frase. Así, compuso un “poema corto” contra Lope de Vega:

Envió Lope de Ve (ga)

Al señor don Juan de Argui (jo)

El libro del Peregrí (no)

Al que si está bué (no)

Y es tan noble y tan discré (to)

Que, estando, como está, ma (lo)

Dice que es otro Garcilá (so)

En su traza y compostú (ra)

Mas luego, entre sí, “quien du (da)

No diga que está bellá? (co)

Cervantes inmortalizó su figura al convertirlo en el Loaysa de su obra “El Celoso Extemeño”, el joven enamorado que busca liberar a Leonora de la prisión conyugal a la que está sometida por Filipo de Carrizales, su celoso marido.

Igualmente, dirigió unas letrillas al entonces Asistente de Sevilla Don Bernardino González de Avellaneda y Delgadillo, Conde de Castrillo, al que apodaba el “Cagalasoga” en alusión a sus numerosas condenas a la horca. 

Ello sería motivo de apresamiento, siendo sentenciado a muerte, sin juicio previo,  y ejecutado como escarmiento en la horca, cuando solo tenía treinta años, en 1603, bajo la autoridad del Asistente Bernardino.

Su ejecución ocasionó tristeza popular. Un romance anónimo nos recuerda cómo se revivía su trágica muerte a través de representaciones teatrales:

"Elevada está Sevilla.
Toda la gente suspensa.
Concurren a la gran plaza
de San Francisco con prisa,
porque oy lunes en la tarde
dicen que se representa
de Alonso Álvarez el bravo
la lastimosa tragedia[...]

Juan de la Cueva intercedió por la vida del sentenciado con el poema "A don Bernardino de Avellaneda, asistente de Sevilla, queriendo ahorcar a Alonso Álvarez de Soria".

Quevedo alude a su desastrado fin en el Buscón:

Los que las cogieron tristes a las borracheras, lloraron tiernamente al malogrado Alonso Álvarez, apodado el “Tuerto”. ¿Quién es este Alonso Álvarez… que tanto se ha sentido su muerte? –mancebito- dijo el uno- lidiador ahígado, mozo de manos y buen compañero".

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