RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores
Alonso Álvarez de Soria "El Tuerto".
Alonso Álvarez de Soria, apodado "El Tuerto",
vivió en la calle Macasta (ver).
Los datos sobre su vida son escasos. “Una carta de venia y suplimiento”
(Lara Garrido, 1987: 39, nota 32), fechada en noviembre de 1594, permite
precisar su fecha de nacimiento unos meses antes de septiembre de 1573, siendo bautizado, como descubrió
Rodríguez Marín, en la parroquia de San Vicente.
Hijo ilegítimo fruto de la relación entre una esclava
morisca y un comerciante judeoconverso sevillano, que pese a ello alcanzó el
oficio de Jurado en el Cabildo Hispalense.
Reconocido por su progenitor, Luis
Álvarez, recibió una cuantiosa herencia, pues el mercader judío había llegado a
atesorar un elevado capital, que Alonso no tardó en dilapidar, y en 1595 se
tiene constancia documental de su primer ingreso en prisión.
A finales del XVI se tiene información
de su presencia en Sevilla con “mozos de barrio” y “virotes”, con una vida
llena de privaciones, juergas, estocadas y amistad con los bajos fondos
hispalenses.
En 1603 inventó los “versos de cabo
roto”, en relación a los bravucones de Triana que, presumiendo de valientes
dejaban si pronunciar la última silaba de una frase. Así, compuso un “poema
corto” contra Lope de Vega:
Envió Lope de Ve
(ga)
Al señor don Juan
de Argui (jo)
El libro del
Peregrí (no)
Al que si está bué
(no)
Y es tan noble y
tan discré (to)
Que, estando, como
está, ma (lo)
Dice que es otro
Garcilá (so)
En su traza y
compostú (ra)
Mas luego, entre
sí, “quien du (da)
No diga que está
bellá? (co)
Cervantes inmortalizó su figura al
convertirlo en el Loaysa de su obra “El Celoso Extemeño”, el joven enamorado
que busca liberar a Leonora de la prisión conyugal a la que está sometida por
Filipo de Carrizales, su celoso marido.
Igualmente, dirigió unas letrillas al entonces
Asistente de Sevilla Don Bernardino González de Avellaneda y Delgadillo, Conde
de Castrillo, al que apodaba el “Cagalasoga” en alusión a sus numerosas
condenas a la horca.
Ello sería motivo de apresamiento,
siendo sentenciado a muerte, sin juicio previo, y ejecutado como escarmiento en la horca,
cuando solo tenía treinta años, en 1603, bajo la autoridad del Asistente
Bernardino.
Su ejecución ocasionó tristeza popular. Un romance
anónimo nos recuerda cómo se revivía su trágica muerte a través de representaciones
teatrales:
Juan de la Cueva intercedió por la vida del
sentenciado con el poema "A don Bernardino de Avellaneda, asistente de
Sevilla, queriendo ahorcar a Alonso Álvarez de Soria".
Quevedo alude a su desastrado fin en el Buscón:
“Los que
las cogieron tristes a las borracheras, lloraron tiernamente al malogrado
Alonso Álvarez, apodado el “Tuerto”. ¿Quién es este Alonso Álvarez… que tanto
se ha sentido su muerte? –mancebito- dijo el uno- lidiador ahígado, mozo de
manos y buen compañero".
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