domingo, 30 de noviembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores

Manuel Machado Ruiz.

Manuel Machado Ruiz

Manuel Machado Ruiz


Manuel Machado Ruiz nació en Sevilla, en la calle san Pedro Martir, el 29 de agosto de 1874. Era hijo de Antonio Machado y Álvarez, reconocido folclorista que firmaba sus estudios sobre coplas y cantares como Demófilo (ver), y de Ana Ruiz.

San Pedro Mártir 20

Tras una infancia plenamente sevillana, en 1883 la familia se trasladó a Madrid, donde el abuelo paterno, Antonio Machado Núñez, había obtenido una cátedra en la Universidad Central. El padre de Manuel accedió entonces a un singular, aunque provechoso, puesto de catedrático de folclore. En ese ambiente culto y artístico se formó el joven Manuel, hermano mayor del futuro poeta Antonio Machado.

Manuel y Antonio Machado

En Madrid inició sus estudios en la Institución Libre de Enseñanza, dirigida por Francisco Giner de los Ríos, amigo del abuelo.

En 1895 regresó temporalmente a Sevilla, alojándose con un tío o con sus abuelos maternos en Triana, para concluir el bachillerato e iniciar la carrera de Filosofía y Letras, que terminó con éxito. Durante estos años colaboró esporádicamente con el periódico El Porvenir.

En Sevilla afloró con mayor fuerza su sensibilidad andaluza. Se apasionó por el flamenco, los toros y la Semana Santa, y aprendió a descubrir el sufrimiento oculto tras las aparentes alegrías populares. Frecuentó tertulias taurinas, como las del torero Bombita, en el Café de Silverio Franconetti (ver).

De regreso a Madrid, colaboró como secretario de redacción en el “Diccionario de ideas afines y elementos de tecnología” dirigido por Benot.

En marzo de 1899 viajó a París para ejercer como traductor en la editorial Garnier. Permaneció allí hasta diciembre de 1900 y envió crónicas al diario El País. Su estancia parisina resultó decisiva para su maduración como poeta: Enrique Gómez Carrillo lo introdujo en los círculos bohemios y literarios, donde conoció las últimas resonancias del simbolismo y trató a figuras como Pío Baroja, Tailhade, Courteline, Lajeunesse, Balmont, Gide, Paul Fort y, de manera especial, Jean Moréas, cuya influencia fue profunda. También mantuvo un breve encuentro con Oscar Wilde.

De regreso a Madrid se relacionó con los jóvenes modernistas encabezados por Villaespesa y fue miembro fundador de las revistas “Electra y Juventud”, en las que publicó poemas, traducciones, relatos, crónicas y artículos de defensa de la nueva estética. Su primer poemario, “Alma” (1902), ya manifestaba una asimilación personal del simbolismo, en un proceso de síntesis modernista que integraba la tradición, especialmente la popular.

El 16 de junio de 1910 contrajo matrimonio en la parroquia de San Juan de la Palma con su prima Eulalia Cáceres Sierra. Según Pérez Ferrero, el anteriormente libertino Manuel se entregó a su esposa con dedicación absoluta.

En 1913 obtuvo por oposición una plaza en el Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, inicialmente en Santiago de Compostela, aunque pronto fue permutada por otra en la Biblioteca Nacional de Madrid. Al año siguiente logró además una plaza de archivero en el Ayuntamiento de Madrid. Como director de la Biblioteca Municipal —más tarde Biblioteca Histórica Municipal— y del Museo Municipal, impulsó diversas revistas literarias.

En 1914, estalla la Primera Guerra Mundial y Manuel apoyó la causa aliada y firmó el manifiesto de la Liga Antigermanófila. Terminada la guerra, viajó como corresponsal de El Liberal por Francia y Bélgica.

En 1921 publicó el que muchos consideran su mejor poemario, “Ars moriendi”, libro introspectivo y elegíaco, de tono depurado y confesional, recibido con entusiasmo por la crítica y por la joven generación poética. A lo largo de la década de 1920 colaboró estrechamente con su hermano Antonio en varias comedias en verso que gozaron de notable éxito.

En 1925 asumió la dirección de Investigaciones Históricas del Ayuntamiento de Madrid, así como de la Biblioteca y el Museo Municipales. Publicó entonces estudios eruditos —muchos dedicados a Lope de Vega— en la “Revista de la Biblioteca, Archivo y Museo”.

En 1931, en un acto celebrado en el Ateneo de Madrid, presentó junto al músico Óscar Esplá el borrador de un himno para la Segunda República Española, entonces representada provisionalmente por el Himno de Riego.

El estallido de la Guerra Civil lo sorprendió en Burgos, adonde él y su esposa viajaban anualmente para visitar a Carmen Cáceres, religiosa de la congregación de las Esclavas del Sagrado Corazón. Tras una denuncia fue detenido, aunque recuperó la libertad gracias a la intervención de amigos. Se alineó con el bando sublevado y terminó siendo considerado poeta oficial del nuevo régimen, decisión que provocó críticas entre sus discípulos y acrecentó la distancia con su hermano Antonio, ya exiliado.

En 1938 ingresó en la Real Academia Española con el discurso “Semipoesía y posibilidad”, centrado en su propia obra.

Al conocer la muerte de su hermano pidió permiso para viajar a Francia y en Collioure halló también fallecida a su madre.

Acabada la guerra regresó a Madrid y retomó su labor al frente de la Hemeroteca y del Museo Municipal, hasta su jubilación.

Murió el 19 de enero de 1947, a los setenta y dos años, víctima de una bronconeumonía crónica. Fue enterrado en el cementerio de La Almudena tras un funeral presidido por el ministro de Educación, Ibáñez Martín, y por José María Pemán, entonces director de la Real Academia.

Tras su muerte, su viuda donó la biblioteca y el archivo del poeta a la Diputación Provincial de Burgos y a la Institución Fernán González, y más tarde ingresó en una congregación religiosa dedicada al cuidado de niños abandonados o enfermos.

La identificación de Manuel Machado con el régimen franquista, frente a la posición republicana de su hermano Antonio, condicionó durante décadas la recepción de su obra. Hoy, sin embargo, se reconoce plenamente la singularidad de su voz: un poeta elegante, musical y profundamente personal, cuya aportación resulta esencial para comprender el modernismo y la poesía española del siglo XX.

sábado, 29 de noviembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores

Salvador Valverde López-Bailly.

Salvador Valverde López-Bailly. (ver) (CC BY 3.0)


Salvador Valverde González nació en 1867 en Puente Genil (Córdoba). Ese mismo año, en La Coruña, vino al mundo Isabel López-Bailly. Décadas más tarde, en 1894, ambos contrajeron matrimonio y, como tantos compatriotas de su tiempo, decidieron emprender la aventura americana. Partieron rumbo a Buenos Aires en uno de aquellos barcos repletos de emigrantes impulsados por la ilusión.

En la capital argentina nació su primer hijo, Salvador Valverde, el 10 de enero de 1895. Sin embargo, la salud del padre, aquejado de tuberculosis, aconsejó el regreso a Andalucía. En febrero de 1899 la familia volvió a España. Pocos meses después, el 4 de junio de ese mismo año, falleció el padre y, tres años más tarde, en 1902, murió la madre con apenas 36 años. Salvador, de solo siete años, y su hermana Isabel, de cinco, quedaron huérfanos.

Un hermano del padre, José Valverde —el conocido “tío Pepe”—, empleado de banca, se hizo cargo de los pequeños en un piso de la sevillana Calle Feria. Más adelante se mudaron a la Plaza de los Terceros. En el número 14, donde hoy se encuentra la Librería Anticuaria Los Terceros, una placa recuerda al poeta Salvador Valverde, autor de algunos de los versos más interpretados del repertorio español, entre ellos los célebres de “Ojos verdes”.

Librería Anticuaria Los Terceros

“Ojos verdes como la albahaca/Verdes como el trigo verde/ Y el verde, verde limón”


La infancia y juventud de Valverde transcurrieron en Sevilla. Allí cursó los estudios primarios y terminó la carrera de magisterio, profesión que finalmente no ejerció, pues ingresó como periodista en "La Unión", uno de los periódicos más populares de la ciudad. A los 17 años ya había publicado ocho cuadernillos con cuentos y poemas, entre ellos una composición dedicada a su admirado Rubén Darío. En 1913 sus versos comenzaron a aparecer en revistas literarias modestas.

Con el estallido de la Primera Guerra Mundial, en 1914, manifestó abiertamente su apoyo a los aliados y una clara sensibilidad social.

El 1 de agosto de 1916 obtuvo el Premio de Honor y la Flor Natural en los Juegos Florales celebrados en Huelva, con un poema titulado 2La canción de la carabela”, compuesto en homenaje a la salida de las naves colombinas.

En 1919 se instaló en Madrid. Pronto descubrió que la llamada “bohemia dorada” era más mito literario que realidad, y para subsistir compatibilizó dos empleos: redactor en un periódico y secretario en la productora cinematográfica Patria Films.

Un año después, en 1920, recibió el encargo de cubrir el debut de la cancionista italiana Olimpia D’Avigny en el “Trianon Palace”. Su crítica entusiasta propició que la artista lo invitara a cenar, iniciándose una relación amistosa y afectuosa. Olimpia le pidió letra para una música del compositor Francisco Sanna, y así nació Olvídame, primera canción de Valverde y éxito inmediato. Sin embargo, entre sus compañeros de tertulia literaria comenzaron a mirarlo con recelo por dedicarse a un género considerado menor, lo que le llevó a emplear el seudónimo “Pandolfo” para colaborar con diversos músicos.

En una de sus visitas a Andalucía conoció al sevillano Manuel Font de Anta (ver), con quien iniciaría una fructífera colaboración. De 1921 datan éxitos tan celebrados como “Vaya usted con Dios”, “Sol de España” y, sobre todo, “La Cruz de Mayo”, interpretada por artistas como La Goya, Amalia Molina, Pastora Imperio, Paquita Escribano o Carmen Flores. A ellos siguió “Varita de nardo”, también para La Goya.

En 1923 contrajo matrimonio con Antonia Calvo, con quien tuvo un hijo, también llamado Salvador.

A comienzos de 1930, tras el fallecimiento del pintor Julio Romero de Torres, la cancionista Rosarillo de Triana le pidió una elegía en su memoria. De esa petición surgió Adiós a Romero de Torres”, con música de Manuel López Quiroga.

Ese mismo año conoció a Conchita Piquer, a la que acompaña a la academia de Quiroga y a partir de aquí interpretaría sus canciones durante más de tres décadas.

A finales de 1930, Salvador y Quiroga coinciden con Rafael de León (ver). De ese encuentro nació el célebre trío Valverde-León-Quiroga, cuya producción marcaría la historia de la canción española. El trío se convierte en una "fábrica" de producir éxitos. Sus estrenos eran codiciados por todas las figuras del género.

Estrellita Castro lanzó “María de la O”, tema que alcanzó tal popularidad que llegó a saturar patios y calles. En Barcelona un aviso de un periódico solicitaba una empleada doméstica con la condición: “…Es indispensable que no sepa cantar “María de la O”. Por los patios de las casas no se escucha otra cosa…” La obra fue llevada al teatro en 1935 con la compañía de María Fernanda Ladrón de Guevara y posteriormente al cine, con Carmen Amaya como protagonista.

El 14 de abril de 1931, proclamada la Segunda República, Valverde aceptó la Secretaría del Sindicato del Espectáculo de la UGT, acorde con su inclinación social.

En el verano de 1936 se hallaba en Barcelona, junto a Rafael de León, cuando estalló la Guerra Civil. La situación bélica los mantuvo en la ciudad y allí concluyeron la comedia María Magdalena, estrenada en 1937 en Madrid. En su segundo acto figuraba una canción inédita interpretada por Rafael Nieto: “Ojos verdes”, lo que demuestra que su primer estreno no correspondió ni a Conchita Piquer ni a Miguel de Molina.

Con el avance franquista, Valverde organizó la evacuación de profesionales del espectáculo afiliados a la CGT en un tren que fue bombardeado en Figueras, tragedia en la que murieron varios compañeros.

Su nacimiento en Argentina le evitó la reclusión en un campo de concentración, gracias al pasaporte expedido por el cónsul.

Su mujer e hijo, después de sufrir más de cien bombardeos en Barcelona, se refugiaron en una masía de Ripoll, en el Pirineo, y al aproximarse las tropas franquistas, pasaron a pie la frontera por Perpiñán, para reunirse en Orleáns, de donde se trasladan luego a París a un modesto piso de la Rue des Martyrs. En París, gestionó sus derechos retenidos en la SACEM.

La familia se instaló en Burdeos y, finalmente, obtuvo pasajes en el trasatlántico “Massilia”. El barco zarpó de La Rochelle-Palisse el 19 de octubre de 1939 y llegó a Buenos Aires el 5 de noviembre.

Salvador Valverde, a la derecha, junto a su mujer y su hijo Salvador, en una foto tomada en 1939. (ver) (CC BY 3.0)

En Argentina fue admitido de inmediato en ARGENTORES y posteriormente en SADAIC, desde donde se administraron sus derechos de autor. En España, entretanto, se impuso sobre su nombre un prolongado silencio, una especie de "muerte civil": durante décadas, al emitirse sus canciones se citaban únicamente a León y Quiroga. Valverde ha desaparecido del famoso trío. Esto dura 40 años y hace que, incluso cuando llega la democracia, por desconocimiento o costumbre, su recuerdo se haya extinguido.

A partir de 1939 reconstruyó su vida profesional en Buenos Aires. Publicó cuentos y novelas cortas, estrenó comedias, escribió espectáculos musicales, operetas, revistas, guiones de cine y colaboró en programas de radio y televisión. Las grandes figuras españolas que visitaban la capital argentina buscaban su pluma para presentar sus espectáculos, entre ellas Imperio Argentina, Miguel de Molina, Carmen Amaya, Lola Flores, Carmen Sevilla y Sara Montiel.

Formó también un equipo creativo con los músicos José María Palomo, Ramón Bastida y Ramón Zarzoso. De esta etapa surgieron obras como “Castillito de arena”, para Carmen Sevilla, y “Si vas a Calatayud”, una jota-pasacalle que alcanzó una sorprendente difusión internacional, con más de un centenar de grabaciones.

Salvador Valverde murió en Buenos Aires el 5 de septiembre de 1975, a los 80 años. Dos meses después falleció el general Franco, cerrándose simbólicamente una larga etapa histórica en la que su nombre había permanecido injustamente relegado.

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores

Rafael de León y Arias de Saavedra.

Rafael de León y Arias de Saavedra. (ver) (CC BY 3.0)

Rafael de León y Arias de Saavedra nació el 6 de febrero de 1908 en el número 14 de la sevillana calle San Pedro Mártir (ver), en el seno de una aristocrática familia de terratenientes andaluces. Era hijo de José de León y Manjón, VII marqués del Valle de la Reina, y de María Justa Arias de Saavedra y Pérez de Vargas, VI marquesa del Moscoso y VII condesa de Gómara; títulos que, aunque heredó, nunca quiso usar en público por pura modestia.

A Concha Piquer: “..Te quiero de Madrugada/cuando la noche y el trigo/hablan de amor a la sombras/morena de los olivos…”

A los ocho años ingresó en el colegio jesuita de San Luis Gonzaga, en El Puerto de Santa María (Cádiz), donde coincidió con Rafael Alberti. Continuó su formación en el también jesuita colegio de El Palo, en Málaga, y más tarde en los salesianos de Utrera.

En 1926 inició la carrera de Derecho en Granada, donde conoció a Federico García Lorca —nueve años mayor que él—, con quien entabló una amistad profunda y duradera. La poesía de Rafael de León, impregnada de ecos lorquianos, no debe entenderse como imitación, sino como un gesto de admiración hacia el poeta granadino.

A pesar de su formación universitaria, nunca sintió vocación por la abogacía. Concluidos sus estudios, regresó a Sevilla y se adentró en el ambiente de los cafés cantantes (ver) y los teatros de variedades, espacios de libertad y efervescencia artística. Allí conoció y colaboró con el letrista Antonio García Padilla, “Kola”, padre de la actriz y cantante Carmen Sevilla, y con el maestro Manuel Quintero. De esas primeras alianzas surgieron ya algunas canciones populares. Con Salvador Valverde (ver) escribió para la gran Raquel Meller el famoso cuplé “Bajo los puentes del Sena”.

Durante su servicio militar en Sevilla conoció a Concha Piquer, entonces en cartel en el Teatro Lope de Vega. La artista valenciana se convertiría en una de las grandes intérpretes de sus coplas.

Hacia 1932 se instaló en Madrid para trabajar en la academia del maestro Quiroga. Allí cristalizó la unión artística de Quintero, León y Quiroga, el trío más fecundo de la canción española, con un repertorio que supera las cinco mil composiciones.

En 1935 escribió, junto a Salvador Valverde, la letra de “Ojos verdes” (ver), con música de Quiroga, considerada la cumbre de la copla. Entre sus numerosas versiones, las más célebres son las de Concha Piquer y Miguel de Molina.

Salvador Valverde: “Ojos verdes como la albahaca/verdes como el trigo verde/y al verde, verde limón”


Cuando estalló la Guerra Civil, Rafael de León se encontraba en Barcelona, donde fue encarcelado por las autoridades republicanas debido a su origen aristocrático. Permaneció casi tres años en prisión, desde donde le llegaron noticias del estreno de su comedia “María Magdalena”.

Liberado al final del conflicto, regresó a Sevilla en 1939 y pudo reencontrarse personalmente con Concha Piquer, para quien escribiría algunas de sus coplas más memorables. Estrellas como Estrellita Castro, Imperio Argentina o Juanita Reina también interpretaron sus versos.

En el nuevo contexto político y cultural de la posguerra, marcado por el aislamiento internacional, se consolidó un género fuertemente influido por el tipismo andaluz, denominado primero cuplé, después canción andaluza y finalmente copla. Rafael de León fue su gran poeta.

En la etapa final de su carrera escribió para artistas como Nino Bravo, Raphael, Rocío Dúrcal, Rocío Jurado, Isabel Pantoja y, especialmente, Carmen Sevilla. Con esta última popularizó “Enamorada”, canción que obtuvo el primer premio en la tercera edición del certamen de 1961, con letra suya y música de Augusto Algueró.

Rafael de León falleció en Madrid el 9 de diciembre de 1982, víctima de un ataque al corazón, y está enterrado en el cementerio de la Almudena.

De ningún otro poeta español del siglo XX han sido tan recitadas sus poesías ni tan cantadas las letras de sus canciones. Sin embargo, continúa siendo uno de los grandes ausentes en las valoraciones de la cultura popular española de la posguerra.

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores

Alejandro Sawa Martínez.

Alejandro Sawa Martínez (ver) (CC BY 3.0)

Nació en Sevilla el 15 de marzo de 1862 en la calle San Pedro Mártir (ver). Su padre era un comerciante de origen griego dedicado a la importación de vinos y productos ultramarinos. 

Alejandro Sawa nació en la casa número 26 de la calle Pedro Mártir. Manuel Machado: ”Jamás hombre más nacido para el placer fue al dolor más derecho”

Inició su formación en el colegio de San Sebastián, también conocido como el Colegio del Seminario, y cursó más tarde estudios de Derecho en la Universidad de Granada durante el año académico 1877-1878.

Desde muy joven sintió una fuerte inclinación por la literatura. Por ello, sin terminar la carrera, se trasladó a Madrid en 1879 con la intención de entregarse por completo a su vocación. Allí conoció de primera mano la pobreza y la vida bohemia que marcarían profundamente su carácter y su obra.

En 1889 viajó a París atraído por el ambiente artístico de la capital francesa. Recordaría siempre aquellos años como sus “años dorados”. Durante su estancia trabajó para la prestigiosa editorial Garnier, además de ejercer como traductor, periodista y corresponsal. Colaboró con diversos periódicos españoles enviando crónicas desde París y entabló amistad con destacadas figuras de la literatura francesa. En esta etapa contrajo matrimonio con una joven borgoñona, Jeanne Poirier, con quien tuvo una hija, Elena.

En 1896 regresó a España y se instaló en Madrid junto a su esposa. Se integró plenamente en el mundo del periodismo y colaboró en numerosos diarios y revistas —entre otros, El Motín, El Liberal, ABC, España Nueva y El Globo. Sin embargo, las dificultades económicas fueron una constante en su vida, marcada por ingresos irregulares, trabajos mal remunerados y un progresivo deterioro de su salud.

Sus últimos años estuvieron ensombrecidos por la ceguera, la miseria y el trastorno mental. Murió en Madrid el 3 de marzo de 1909, prácticamente en la indigencia y acompañado solo por un reducido círculo de amigos fieles. Tras su muerte, su esposa y sus allegados reunieron y publicaron Iluminaciones en la sombra, obra que constituye hoy su legado literario más perdurable.

Escritor, periodista y figura bohemia por excelencia del fin de siglo español, Alejandro Sawa es recordado tanto por su obra como por la intensidad de su vida. Su personalidad dejó una profunda huella en autores del modernismo y de la Generación del 98, especialmente en Ramón del Valle-Inclán, quien se inspiró en él para crear a Max Estrella, protagonista de Luces de Bohemia. Su influencia también se advierte en escritores como Rubén Darío, Manuel Machado o Pío Baroja.

viernes, 28 de noviembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores

Manuel Cano y Cueto.

Manuel Cano y Cueto, nacido en mayo​ de 1849 en Madrid, se tras­lada muy joven a Sevilla y en esta capital realiza sus estudios universitarios de Leyes, después de realizar sus primeros estudios en Carrión con los padres jesuitas.

Sus inicios en el mundo de las letras son muy tempranos y, al mismo tiempo que cursa la carrera de Leyes, estrena una primera obra dramática, “La transmigración de las almas”.

A partir de esta fecha combina su afición a la literatura con la po­lítica. Monárquico convencido y afecto a las filas de Antonio Cánovas del Castillo, ejerció como diputado y fue gobernador civil de Sevilla, Córdoba, Huelva, Cádiz y Málaga entre 1895 y 1909.

Su creciente significación pública y literaria le llevó a ingresar en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, en 1886, con el discurso “Origen de la canción y el himno”que contestó Gonzalo Segovia. En 1908 fue elegido director de la misma.

Fue miembro del Ate­neo y Sociedad de Excursiones de Sevilla desde 1887; durante ese año ejerció como bibliotecario y archi­vero, y alcanzó el puesto de presidente en 1891.

Casado con Concepción de Wert y padre de un único hijo, la prematura muerte de ambos le sumió en una honda depresión que le llevó a ser recluido en un sanatorio; a ello se unió su ruina económica. El hom­bre que había merecido altos cargos y honores (Gran Cruz de Isabel la Católica, Cruz de Carlos III, Cruz Pontificia de San Gregorio el Magno, entre otros) mu­rió en 1916 en tan triste estado en la sección de dementes del Hospital Civil de Málaga. 

En palabras de Cejador y Frauca, “consumido por las penas morales, perdió la razón, pasando sus últimos años en el hospital de Málaga”.

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Pintores  

Domingo Gimeno Fuster.

Domingo Gimeno Fuster. (ver) (CC BY 3.0)

Domingo Gimeno Fuster nació en Villena (Alicante) el 15 de junio de 1909. Era el menor de los hijos de Domingo Gimeno, natural de Torralba y dedicado a la exportación de productos vinícolas, y de Ana Fuster, de origen valenciano.

Cuando apenas tenía un año, la familia se trasladó a Sevilla por razones laborales del padre, ciudad en la que el joven Domingo inició su formación escolar.

El ambiente familiar, marcado por la sensibilidad cultural del padre, propició que en casa se respirara un clima artístico. Desde niño mostró una notable inclinación por la música, aunque problemas de salud le obligaron a abandonar el estudio del piano. A partir de entonces se centró plenamente en la pintura, disciplina en la que recibió la orientación de maestros como Virgilio Mattoni, Gonzalo Bilbao y Manuel González Santos.

A los veintidós años obtuvo el premio extraordinario de fin de carrera con un destacado retrato del picador conocido como “Perico el Loro”.

En 1934 accedió a plazas de profesor en Cervera del Río Alhama y Manzanares.

Dos años más tarde, mientras se hallaba en Madrid acompañado de su hermana, el estallido del conflicto armado lo llevó a huir a Marsella tras pasar por Barcelona.

Su estancia en Francia se caracterizó por una intensa actividad artística, culminando en 1939 con una exposición en el Grand Palais de los Campos Elíseos.

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial decidió regresar a España para retomar las oposiciones que había dejado en suspenso a causa de la Guerra Civil. Se estableció en Bilbao y fijó residencia en Portugalete, donde trabajó para la alta burguesía vasca, realizando obras para familias como los Oriol o el marqués de Lozoya.

Según su biógrafo Aquilino Duque, su pintura buscó un equilibrio entre la tradición de Goya y la de los grandes maestros ingleses, aunque en ocasiones realizó encargos marcados por el realismo burgués.

A lo largo de su carrera expuso en importantes ciudades españolas, entre ellas Madrid, Vigo, Sevilla y Bilbao. En 1982 la Facultad de Bellas Artes de Sevilla, con el apoyo del Ministerio de Cultura, organizó una exposición antológica de su obra.

Finalmente, en 1975 se trasladó definitivamente a Sevilla, donde falleció el 5 de marzo de 1978.

Calle Bailen número 39


Luz leyendo
Retrato de una muchacha con un caldero
Retrato de una  niña con un conejo
Retrato de una niña con manzanas
Una campesina