miércoles, 24 de diciembre de 2025

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Nuestra Señora de la Paz (Hermanad de Santa Cruz).

Nuestra Señora de la Paz 

La actual imagen de Nuestra Señora de la Paz no siempre recibió esta advocación ni estuvo vinculada desde sus orígenes a la iglesia de Santa Cruz. La primitiva talla mariana, venerada en el antiguo templo parroquial, habría llegado desde Toledo a finales del siglo XV o comienzos del XVI, enviada por el cardenal Pedro González de Mendoza. En torno a ella se constituyó la Hermandad del Santísimo Rosario de Nuestra Señora de la Paz, para la que, con el paso del tiempo, se erigió una capilla propia.

La devoción al Santo Rosario tiene su origen, según la tradición eclesial, en la aparición de la Virgen al presbítero castellano Domingo de Guzmán en el año 1208, en una capilla del monasterio de Prouilhe, en Francia. En aquel encuentro, María le habría entregado el rosario y le enseñó su rezo, encomendándole su difusión como medio para la conversión de los herejes albigenses y de los pecadores. Esta tradición fue reforzada siglos después por el beato dominico Alano de la Rupe, quien en la segunda mitad del siglo XV afirmó haber recibido nuevas revelaciones marianas y plasmó estas enseñanzas en su obra “De Dignitate Psalterii”, donde insiste en el encargo hecho a Santo Domingo para propagar el rezo del Rosario.

En España, la advocación del Rosario alcanzó una extraordinaria expansión tras la batalla de Lepanto, librada en 1571. El papa Pío V atribuyó la victoria de las tropas cristianas a la intercesión de la Virgen del Rosario y, en recuerdo de aquel acontecimiento, instituyó su festividad el 7 de octubre, fecha en la que concluyó la contienda. Esta decisión pontificia, unida a la creciente popularidad de la devoción rosariana, propició que numerosas imágenes marianas preexistentes adoptaran esta advocación, aunque hasta entonces hubieran sido veneradas bajo otros títulos o sin denominación concreta. Paralelamente, comenzaron a encargarse nuevas esculturas y pinturas concebidas expresamente como imágenes del Rosario.

A este último grupo pertenece la primitiva imagen que nos ocupa, cuyo título original fue el de Nuestra Señora del Rosario. Su ejecución se sitúa pocos años después de la instauración oficial de la festividad del Rosario por Pío V, lo que explica su temprana vinculación a esta advocación.

Tras la destrucción del templo de santa Cruz, la imagen siguió el mismo periplo que la Hermandad de Santa Cruz, hasta recalar en el convento de los Menores, donde quedó instalada en un retablo situado en el lado de la Epístola del crucero.

Allí resultó gravemente dañada a consecuencia del incendio de 1874, motivo por el cual fue sustituida —desconociéndose hoy su paradero— por la imagen de la Virgen del Rosario procedente del Convento Dominico de San Pablo (actual parroquia de la Magdalena), tras la desamortización de 1835, en donde se veneraba, como hemos comentado, con la advocación de Nuestra Señora del Rosario. Si bien no se puede asegurar rotundamente el año de su ejecución, se puede afirmar al menos que ya estaba gubiada en 1.579, año en que Pablo de Melgosa encarga un tabernáculo o retablo para una capilla del citado templo, es atribuida a Jerónimo Hernández (ver), cuya ejecución se sitúa entre 1577-1578. 

Tras la destrucción de la iglesia de Santa Cruz, la imagen siguió el mismo itinerario que la Hermandad, hasta establecerse en el convento de los Menores, donde fue colocada en un retablo situado en el lado de la Epístola del crucero. Allí sufrió graves daños a consecuencia del incendio de 1874, motivo por el cual fue sustituida —desconociéndose hoy el paradero de la primitiva talla— por la imagen de la Virgen del Rosario procedente del convento dominico de San Pablo, actual parroquia de la Magdalena, llegadando a este templo tras la desamortización de 1835.

Nuestra Señora de la Paz

Esta imagen, venerada igualmente como Nuestra Señora del Rosario, puede datarse con certeza antes de 1579, año en que Pablo de Melgosa contrata un tabernáculo o retablo para una capilla del citado convento. Su autoría se atribuye a Jerónimo Hernández, situándose su ejecución entre los años 1577 y 1578.

Se trata de una escultura exenta de María sedente, dispuesta sobre un rico sillón, que presenta la singularidad iconográfica de portar al Niño Jesús en el lado derecho, cuando lo habitual es situarlo en el izquierdo.

El Niño adopta una postura dinámica y poco convencional, pues no reposa sobre el regazo materno, sino que aparece de pie sobre la pierna derecha de la Virgen. Con gesto vivo y natural, sostiene un rosario entre sus manos y dirige la mirada hacia su Madre, estableciendo con ella un diálogo lleno de ternura.

La Virgen, por el contrario, orienta suavemente su mirada hacia el frente, entornando los ojos con dulzura en busca del devoto, mientras una leve sonrisa se dibuja en sus labios. Originalmente debió estar sentada sobre una jamerga, elemento que fue sustituido con posterioridad por el sillón que hoy conocemos.

Madre e Hijo forman un conjunto escultórico inseparable. La imagen de la Virgen alcanza una altura de un metro y treinta y seis centímetros.

Desde el punto de vista estilístico, la obra se encuadra en el tránsito del manierismo al barroco, característico de la escultura sevillana del último cuarto del siglo XVI, con claras influencias de los modelos miguelangelescos y evocaciones de la obra de Roque Balduque (ver).

Como sucede con la mayoría de las imágenes de esta antigüedad, la actual Virgen de la Paz ha sido objeto de diversas restauraciones a lo largo del tiempo.

La primera documentada tuvo lugar en el siglo XVIII y debió de ser una intervención de considerable entidad. En ella se rehízo por completo el estofado de las vestiduras, se aplicó tela encolada en algunas zonas del ropaje, se sustituyeron los ojos originales por otros de cristal y se renovó la encarnadura. Es probable que en esta misma restauración se incorporara una nueva mano izquierda, fundida en plomo, para sustituir la original, dañada por el peso del cetro que sostenía y por su posición separada del bloque principal de la talla, circunstancia que comprometía su estabilidad.

La última restauración conocida fue realizada en 1989 por el profesor Ricardo Comas Fagundo. Los trabajos se centraron, en primer lugar, en la eliminación de posibles xilófagos que pudieran afectar a la integridad de la escultura. Asimismo, se intervino en el ojo derecho, que se encontraba hundido y parcialmente dañado, lo que obligó a actuar también sobre el izquierdo para lograr una correcta armonización. Se reforzaron las sujeciones de las coronas de la Virgen y del Niño, se reconstruyeron dos dedos de la mano izquierda de este último y se consolidaron tanto sus manos como su pie izquierdo. Igualmente, se reforzó la mano izquierda de la Virgen y se restituyeron las partes deterioradas del vestido. Finalmente, se sellaron las grietas existentes en la figura del Niño y se procedió a la limpieza de las encarnaduras y a la restauración de la policromía de ambas imágenes.

izquierda de este último; también a esta Imagen fue preciso consolidarle las dos manos , así como su pie izquierdo. Igualmente se reforzó la mano izquierda de la Virgen, y se restituyeron las partes rotas del vestido, finalmente se eliminaron las grietas que afectaban a la figura del Niño, y se procedió al limpiado de las encarnaduras de ambas imágenes, así como al restaurado de su policromía.

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