lunes, 22 de agosto de 2022

 AREA DE REGINA-ENCARNACIÓN-SAN PEDRO

Plaza de los Terceros

Es un espacio rectangular, encrucijada antigua de caminos, donde confluyen las calles Gerona, Bustos Tavera y Sol.

Visión general de la plaza de los Terceros

Desde finales del siglo XV parece nombrada como plaza de las Tablas o de las Carnicerías, por la existencia desde 1845 puestos de venta de carne, llamados tablas de carnicerías. También como de las Freidurías. A finales del siglo XIX se encontraba el gremio de “Tiendas de patatas y Huevos”. También había talleres de un maestro herrador y un maestro herrero que realizaban sus tareas en el exterior, sacando a la plaza las rejas, balcones y barrotes de hierro. Uno de estos heradores, Pérez de Alama, es retratado por A. Palcacios Miño en “Estampas de mi tierra. Sevilla y su provincia”: “El herrador de placita de los Terceros, con un sombrero Boer y su luenga barba blanca, respetable y respetado, y recuerdo vivo de aquellos tiempos heroicos del romanticismo revolucionario, en los que, al frente de una columna de valientes, se lanzó al campo a luchar contra la monarquía”

Mas regularmente aparece nombrada como de Santa Catalina, por la iglesia de igual advocación que se levanta en sus proximidades y a partir de 1845 se impone la denominación de Plaza de los Terceros por el convento situado a comienzos de la calle Sol.

En esta plaza Cervantes sitúa, en su entremés “Los Mirones”, un suceso entre unas regatonas o placeras. Los Mirones eran estudiante que se distribuían por las calles para observar sucesos interesantes que podían contárselos en sus reuniones. “Una vendedora de verduras, de las que tienen puesto en esta plaza, llamó a un ciego y, poniéndole un cuarto en la mano, le pidió que le rezase la Pasión, llegado el ciego a “Pilatos saca al Omnipotente”, la buena vendedora lloraba como una criatura de pura compasión. Una freidora, que tenia el puesto al lado, al escuchae el llanto, la llamó hipócrita, aquella asaltó del puesto como una leona, y poniéndose delante della, díjole a gritos de una a cien mil desvergüenzas. Quísole la freidora responder, y la vendedora no la dejó hablar, sino que, volviéndose las ancas, arremangose las faldas y díjole varias veces i habla con este bellaca. Esta que tenía puesta al fuego una sartén llena de aceite para freír unos albures, cogiola con las manos, y respondiole: “Sí borracha con ese hablaré” y al mismo tiempo envasóle en aquella coraza del gran turco, cuanto aceite tenía en la sartén”. La vendedora, dando cien mil alaridos, no halló charco de agua ni de lodo donde no se revolcase, buscando un refrigerio contra el ardor de las nalgas en que se estaba abrazando. La freidora se retrajo luego al momento a la Iglesia de Santa Catalina, por miedo a la justicia; y a la otra, que estaba ya como muerta, la llevaron en brazos al Hospital del Cardenal, donde tendrá bien que curar por hartos días”.

En el número 13, llama la atención la presencia de una columna protegida por una placa de cristal.

Plaza de los Terceros, número 13

En el número 14 está situada una librería de libros antiguos llamada "Librería Anticuaria Los Terceros", cuya especialidad es la Historia de España, América y Sevilla. 

Librería Anticuaria

En el dintel de su puerta, una placa recuerda a Salvado Valverde, uno de nuestros poetas más cantados y menos conocidos, autor, junto con los maestros León y Quiroga de letras tan conocidas como “Ojos Verdes”. Con Rafael de León escribió, para Raquel Meller, “Bajo los Puentes del Sena”, además de “Ojos Verdes”, “María de la O”, “Triniá”, “Ay, Maricruz”, “Doña Sol”. “María de la O” cosechó tal éxito que fue convertida en comedia representada por varias compañías por todo el país y en 1936, escribieron el guion para la película homónima, que protagonizó Carmen Amaya con Pastora Imperio. Su trabajo se vió interrumpido con la guerra que le sorprendió en Barcelona, donde se hizo dirigente del Sindicato de Artistas de la UGT, cruzó a pie la frontera y antes de que los alemanes tomaran Paris se embarcó hacia Buenos Aires donde murió en 1975.

Placa de Salvador Valverde

En el número 15, haciendo semiesquina con Santa Catalina, próximo a un trocito de calle que se ha rotulado con el nombre del capataz Manuel Santiago, padre y abuelo de capataces, desde 1841 se sitúa un bar denominado de “Los Claveles”. En su origen fue un antiguo despacho de vinos y una abacería y de ello, mantiene dos espectaculares azulejos de Cerámica santa Ana. Uno de ellos hace referencia a unas marcas de manzanilla: “ Hro. De Antonio Ramos/Menoyo-cosechero y almacenista-de-vinos manzanilla-manzanilla pasada-“Cabo Noval”-manzanilla fina olorosa-“La luz”- manzanilla extra-“La Lolita”- manzanilla fina-“La Ceballo”-Sanlucar de Barrameda (Cádiz). El otro azulejo muestra a un mozo de bodega que acaba de escansiar una copa de solera amontillado de “Vinos Liendo” según diseño del pintor José María Labrador en 1922. Se entra a través de una doble puerta de madera y en su reforma se ha respetado su estilo original con una antigua barra de madera, paredes con zócalo a media altura y suelo de antiguas baldosas en colocación ajedrezada.

Bar Los Claveles

Azulejos del Bar Los Claveles

Haciendo esquina con la calle Gerona se encuentra “casa Tarín” con un curioso soportal triangular con una columna central.

Casa Tarín

En la otra esquina con la calle Gerona el conocido bar “El Rinconcillo” que desde el año 1670 constituye el bar más antiguo de Sevilla, aunque realmente la taberna más antigua es “Las Escobas” que data de 1386. Su nombre parece que deriva de que se situaba en una esquina de la primera muralla de Sevilla, que unía Puerta Osario con san Andrés. Abrió sus puertas durante el reinado de Carlos II y ha sobrevivido a 15 reyes y 4 dinastías (Austria, Bonaparte, Saboya y Borbón). En 1858 la familia De Rueda, actual propietaria, adquiere la casa de la calle Gerona número 40, que ya funcionaba como taberna. En 1897 compra la casa de la calle Alhóndiga número 2 y la antigua casa se respeta como taberna y la parte nueva se utiliza como tienda de ultramarinos. En los años 60 del siglo XX desapareció la tienda de ultramarinos, quedando todo definitivamente como taberna. En la pared del local un azulejo hace homenaje a Agustín de Rueda Gutiérrez.

El Rinconcillo


Azulejo de D. Agustín de Rueda y Guarda carros de la esquina






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