San Felipe Neri
Es la advocación
de esta congregación religiosa, llamado
el “Apóstol de Roma”, fue
el fundador de la Congregación del Oratorio.
Recibió sus primeras enseñanzas religiosas de los frailes
dominicos del Monasterio de san Marcos de Florencia y se concretó su
vocación en una pequeña capilla de la montaña que pertenecía a
los benedictinos de Montecasino.
En 1533 se marchó a
Roma donde estableció amistad con Galiotto
Vaccia, aduanero florentino, que le proporcionó alojamiento y manutención a
cambio de ser tutor de sus hijos.
En este periodo estudió filosofía en la
Sapienza y teología en la escuela de los agustinos y
escribió la mayor parte de la poesía que compuso, de la que solamente han
perdurado algunos sonetos.
En Roma Felipe se
encontró con una Iglesia donde el colegio cardenalicio era
gobernado por los Medici y muchos cardenales se comportaban como príncipes
seculares más que como eclesiásticos y el pueblo romano parecía haberse alejado
de la fe cristiana.
Por ello, aun siendo
laico comenzó la actividad de reevangelizar la ciudad, por lo que un día se le
llamaría “el Apóstol de Roma”,
dirigiéndose a la gente en mercados y plazas, visitando hospitales e induciendo
a otros a que le acompañaran, constituyendo el núcleo de lo que después se
convirtió en la Hermandad del Pequeño Oratorio.
En 1544, en
las catacumbas de San Sebastián, tuvo lugar el que se conoce en la
tradición cristiana como milagro de su corazón, pues su corazón creció de
tal manera que algunas costillas se fracturaron.
En 1548, junto con
su confesor, Persiano Rosa, fundó la Confraternidad de la Santísima
Trinidad, conocida como la “cofradía
de los pobres”, para ocuparse de los peregrinos y convalecientes.
En 1551, entró en el
sacerdocio y se fue a vivir a san Jerónimo de la Caridad.
La Hermandad del
Pequeño Oratorio fue creciendo y en 1575 fue aprobada, con la bula
"Copiosus in misericordia Deus" del Papa Gregorio XIII, como
Congregación del Oratorio de San Felipe Neri, siendo la
única en la que los sacerdotes eran seculares, viviendo en comunidad, pero sin
votos.
Los miembros retenían sus propiedades, pero debían contribuir a los
gastos de la comunidad. Los que deseaban tomar votos estaban libres para dejar
la Congregación y unirse a una orden religiosa. El instituto tenía como fin la
oración, la predicación y la administración de los sacramentos.
Felipe tenía el
don de curación y les devolvió la salud a muchos enfermos. En varias ocasiones
también predijo el futuro y vivía en estrecho contacto con lo sobrenatural.
Los últimos años de
su vida fueron marcados por periodos de enfermedad y recuperación, y murió el
26 de mayo, a la edad de 79 años.
Su cuerpo se conserva en la Chiesa
Nuova (antes, iglesia de Santa María de Vallicella), bajo un mosaico,
copia de la pintura de Guido Reni, que representa la aparición de la
Virgen María a San Felipe Neri en 1594.
Fue beatificado por Pablo V en
1615 y canonizado por Gregorio XV en 1622. En el Santoral
católico su onomástica se celebra el 26 de mayo.
Convento
Se accede a las dependencias de la comunidad a través de una grandiosa portada con un azulejo de la Virgen en el ático y
otro con el rotulo de las Filipenses.
Portal de acceso por calle Hiniesta
número 2
Detalle del azulejo del ático
Nomenclator del Convento
A través de la portada se accede al compás, constituido por un espacio sencillo con dos pórticos en cada frente, sobre sencillos arcos de
medio punto que se sustentan sobre antiguas columnas de procedencia romana.
Los pórticos del compás
Arcos de medio punto en uno de los
pórticos del compás. Detalle de capitel de procedencia romana
En el patio destaca retablo cerámico dedicado a la Madre Dolores Márquez Romero
de Onoro, fundadora de la Congregación de Religiosas Filipenses hijas de María
Dolorosa.
En uno de los
laterales del compás y resguardada de las inclemencias del tiempo por un
corredor y una triple arcada podemos ver, colgada de la pared, una cruz de
hierro forjado es la llamada Cruz de Santa Isabel. Está datada en el siglo XIX
y procede del Convento que esta misma congregación tiene en la ciudad de Écija.
En cada uno de los extremos están representados los símbolos de los cuatro
evangelistas y el del crucificado en el centro.
En el otro corredor, una
foto de María Santísima de la Caridad.
Azulejo de la Fundadora.
Cruz de forja en uno de los pórticos
María Santísima de la Caridad
La edificación fue
notablemente transformada en los siglos XIX y XX como consecuencia de la
desamortización y con la creación del colegio. El claustro principal del
edificio, fechable a comienzos del siglo XVI se sustenta sobre pilares
ochavados de ladrillo encalado que sostienen arcos de medio punto y escarzanos
(es un tipo de arco rebajado simétrico cuyo centro del sector circular se sitúa
por debajo de la línea de impostas). A pesar de su cronología, presenta claras
influencias tardomudéjares, ejemplo de la pervivencia de este estilo en la
Sevilla del siglo XVI. En su centro permanece una fuente de mármol blanco que
mantiene la inscripción "esta agua se trajo el año de 1586, 14 de agosto,
siendo priora la muy ilustre señora doña Ana de Heredia"
Claustro principal con columnas ochavadas
Fuente central de mármol. Inscripción de
la fuente
Una señorial escalera
compartimenta las estancias y une los dos patios principales, creando un área
con arquitectura del siglo XVII que acoge un lienzo de la Virgen de las
Angustias, obra de finales del siglo XVII. En la misma sala cuelgan otros
lienzos como una copia de la Virgen de la Servilleta de Murillo y un Calvario de
José María Romero de hacia 1860.
En el segundo patio
destaca el cuidado floral y diversos azulejos alusivos a la comunidad.
Segundo patio con abundancia macetas y de
flores