ALGUNAS CURIOSIDADES DE SEVILLA
El Matusalén Sevillano.
En la Capilla Sacramental de la Iglesia
de san Lorenzo está enterrado Juan
Ramírez Bustamante, "El Matusalén sevillano", que murió a los 121 años en
1.687.
Juan Ramírez
Bustamante, según refleja Ortiz de Zúñiga en sus “Annales Eclesiásticos y Seculares”, nació en Sevilla en
1.556, en el seno de una familia hidalga, aunque de pocos haberes.
Se hizo
piloto y participó en numerosos viajes al Nuevo Mundo, enfrentándose tanto a
piratas como a tempestades y formando parte de expediciones que descubrieron islas
y archipiélagos, desconocidos por los mares de Oriente, y se dice que llegó a
dominar siete lenguas de indios.
Se retiró a
su ciudad natal a los cuarenta años, obteniendo el título de piloto mayor de la
Carrera de Indias, que le permitía disfrutar de seis meses en tierra por cada
año de navegación. Se casó, enviudó, se volvió a casar y así hasta cinco veces,
llegando a tener cincuenta y un hijos con sus apellidos, de ellos, cuarenta y
uno serían "legítimos" y diez “de ganancia“ o “en buena lid”, es decir, fuera del
matrimonio, como se solía consentir en la época.
Con sesenta
años se dedicó, durante veinticinco años más, a la enseñanza de Matemáticas y Astronomía en la Universidad de Mareantes, ubicada en
aquella época en la calle Betis.
Antigua
"Universidad de Mareantes" en la calle Betis
Jubilado de la enseñanza, se entretenía con la confección de dibujos topográficos, que alternaba con la lectura de textos bíblicos y obras de los Santos Padres de la Iglesia.
Como consecuencia de estas lecturas, comenzó a estudiar la carrera de
sacerdote, con sus cuatro años de Humanidades y sus tres de Teología, y se ordenó sacerdote a los noventa y nueve años de edad.
Al día siguiente de su ordenación, se presentó ante el arzobispo de
Sevilla quien, por la fecha, debería ser el dominico fray Pedro de Tapia, para
solicitar destino. Su Ilustrísima estaba maravillado por la constancia y la
energía del nuevo sacerdote, pero consideraba
que era demasiado mayor para un destino.
Juan no cedió en su empeño y escribió una carta al propio rey don Felipe IV, para pedir en reconocimiento de los muchos méritos que había alcanzado como marino, como soldado, vencedor de piratas, descubridor de mares y maestre de navegantes, se le hiciera merced de una plaza de capellán en la Real Armada de Indias.
Esta carta,
evidentemente, causó asombro en la Corte, al estar firmada por un anciano de noventa
y nueve, pero con tan brillante hoja de servicios, hasta el punto de que el rey
evitó enviarlo a nuevas aventuras peligrosas, pero exhortó al arzobispo a que
atendiera las pretensiones de Juan Ramírez: “Que por espacio de más de sesenta
y cinco años fue piloto y capitán de nuestra Armada, en la flota de las Carreras
de Indias, y de la Mar Océana, y recorrió los sietes mares, y participó en
muchas batallas, y habla muchas lenguas de indios…..”
Por ello, el
arzobispo tuvo que acceder a la petición de Juan Ramírez, y de nuevo el
impenitente anciano volvió a sorprender a su Ilustrísima al pedirle la
parroquia de San Lorenzo, que tenía fama de atender a los feligreses más
complicados de Sevilla, como los azacanes de la Puerta de san Juan, los caldereros
de santa Clara, los pescadores de la calle Pescadores, los curtidores de la
calle Curtidorías, los tahúres de las bodegas y casas de juego del Husillo Real,
y las prostitutas y pícaros de todo tipo que ambulaban por la Alameda y sus
alrededores.
Finalmente
accedió el Arzobispo en la creencia de que enviaba al pobre hombre a la muerte
y convencido de que no superaría el primer invierno en San Lorenzo, con sus
paredes húmedas, sus puertas enfrentadas y sus techos altísimos.
Pero, Juan
Ramírez Bustamante ejerció su labor durante veintidós años en la parroquia de
San Lorenzo.
Y no murió de viejo, ni por enfermedad alguna, sino por accidente. Al parecer, al circular por una pasarela que se llamaba “las pasarelas de San Francisco de Paula” que cruzaba la calle de Las Palmas, hoy Jesús del Gran Poder, a la altura del entonces colegio de San Francisco de Paula, que actualmente es la iglesia de los Padres Jesuitas, cedió y se rompió uno de los peldaños (el sacerdote era hombre de buen comer y de buen beber y por tanto de gran porte), cayendo de mala manera y sufriendo un traumatismo craneal.
Era el año de 1.678 y contaba con ciento veintiún años. Sin duda Juan Ramírez Bustamante se
ha ganado el título de “Matusalén de
Sevilla” y la estima de todos los feligreses de la Parroquia de San Lorenzo.
Eso si que es tener salud de hierro y amor por su trabajo
ResponderEliminarMuy curioso y además vecino nuestro. Gracias
ResponderEliminarVictor
ResponderEliminarImpresionante biografía
ResponderEliminarDelicioso relato. Gracias
ResponderEliminarSevilla está llena de bonitas historias
ResponderEliminarMuy divertida la historia del enérgico y más q longevo Matusalén de San Lorenzo,
ResponderEliminarAndrés nos cuenta relatos estupendos,y es tan dinámico y estudioso,q nos sorprende siempre
Gracias
Que historia increíble. Vaya con el abuelito. Gracias por compartir esta afición tan bonita
ResponderEliminarManuel y Marisol.
ResponderEliminar! Buenísimo Andrés!
Nos ha interesado y divertido mucho.
Otra historia más que sabemos a tu costa. Gracias.
No conocía esa historia del Matusalén de Sevilla, un hombre con mucha salud y muy luchador en sus tareas ,muchas gracias por compartir este relato tan curioso e interesante, A. Iglesias
ResponderEliminarQue capacidad más bien aprovechada. Su amor al trabajo e ilusión por aprender y servir, tal vez, le ayudara a cumplir tantos años. Gracias por compartir tantas bonitas historias.
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