AREA DE SAN VICENTE-MIGUEL DEL CID-TEODOSIO
El Palacio de Monsalud.
Casa-palacio construida en el siglo XVIII por los marqueses de Villamarín, que después pasó a ser propiedad de los marqueses de Rivas y los de Monsalud, por lo que es conocida como palacio de Monsalud, título nobiliario español, otorgado en 1762 por el rey Carlos III al ecijano Juan José Nieto Domonte, Golfín y Ortiz de Zúñiga, regidor perpetuo de Almendralejo, Caballero de la Orden de Santiago, señor de la villa y sierra de Monsalud.
Hasta 1886, los marqueses de Monsalud residieron en el Palacio de Monsalud de Almendralejo construido en 1752 y situado en el centro del casco urbano, que actualmente es la sede del Ayuntamiento de la ciudad.
El edificio presenta fachadas a las calles Cardenal Cisneros, Abad Gordillo y San Vicente.
Su portada, de piedra, ocupa una posición excéntrica en la fachada principal y está rematada por un frontón curvo partido sobre el que se abre el balcón principal flanqueado por los escudos de armas de la familia.
Hasta la década de 1970 estuvo ocupado por dependencias del Ejército del Aire (sede de la Región Aérea del Estrecho), posteriormente ha tenido distintos usos, por lo que además de las reformas en sus fachadas laterales, se ha visto afectada por numerosas obras de acondicionamiento que han alterado, aunque no de forma sustancial, la estructura primitiva de la construcción.
Después quedó abandonado, acentuándose su deterioro
y recientemente ha sido rehabilitada para viviendas de
pisos y apartamentos.
El edificio se organiza en torno a un patio central con arquerías semicirculares y sobre columnas de mármol en planta baja y rebajados en la planta alta, a la cual se asciende por una espléndida escalera de dos tramos.
Los balcones de este edificio cobraron especial predicamento en tiempos del teniente general José Rodríguez y Díaz de Lecea, acreditado benefactor de artistas y de toreros, a los que liberaba del servicio militar, para que pudiesen cumplir con sus respectivos compromisos profesionales. Por ello, no faltaban los cantaores dispuestos recompensar sus favores, cantando a las imágenes que salen y entran en San Vicente desde el balcón de Aviación.
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