viernes, 19 de enero de 2024

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística

Pedro Núñez de Villavicencio.

Pedro Núñez de Villavicencio nació en Sevilla en 1640 en el seno de una familia nobiliaria, ya que su padre fue almirante de la armada española, vinculado a la Carrera de Indias y alguno de sus hermanos ejercía como cargador de la flota mercantil.

Esto le permitió recibir una educación de elevado nivel que le orientó hacia la carrera de las armas, ocupación que compaginó con la dedicación a la pintura

Algunas noticias biográficas nos indican que se aficionó a la pintura al lado de Murillo y que fue éste quien encauzó su vocación artística. En efecto, ambos fueron amigos e incluso Murillo nombró a Núñez de Villavicencio su albacea testamentario.

La relación de Núñez de Villavicencio con el ambiente artístico sevillano fue intensa desde su juventud, puesto que desde 1660 aparece como uno de los fundadores de la Academia de Pintura.

Ingresó en la Orden de Jerusalén de Caballeros de Malta por lo que hubo de trasladarse a dicha isla para realizar allí su noviciado.

Su estancia en Malta fue decisiva en el orden artístico, puesto que allí conectó con el gran artista italiano Matía Preti con el que mantuvo una estrecha relación artística que le llevó a asimilar su estilo e incluso a copiar muchas de sus obras.

En 1689 obtuvo la encomienda sanjuanista de Bodonal de la Sierra (Badajoz), un claro reconocimiento a su progreso dentro de la Orden y un evidente signo de distinción social, como gusta de reconocer en el cuadro del Prado, donde firma como “Fr. D. Pº de Villavicencio fabt Comor de Vodonal hispsis”.

En 1693 fue nombrado por el rey Carlos II secretario de embajada, cargo que no debió ocupar demasiado tiempo puesto que debió de morir en fechas inmediatas.

No conocemos con exactitud el año de su fallecimiento, pero éste hubo de acontecer antes de 1698, año en el que su madre al redactar su testamento indica que su hijo Pedro había fallecido.

En el Museo de Bellas Artes de Sevilla cuelgan dos de sus obras.

Vendedor de bebidas. Núñez de Villavicencio, Pedro. 1694. Óleo sobre lienzo. 1,60 x 0,89 cm. Museo de Bellas Artes. Sevilla. Sala VI. (ver)

Judith mostrando la cabeza de Holofernes al pueblo de Betulia. Núñez de Villavicencio, Pedro. 1674. Óleo sobre lienzo, 186 x 235 cm. Museo de Bellas Artes. Sala VI. Sevilla


El libro cuenta la historia de una viuda hebrea llamada Judit (ver), hija de Merari​ y esposa de Manasés, de la tribu de Simeón  ​ en plena guerra de Israel contra un ejército asirio  enviado por Nabucodonosor, rey de Babilonia. Un episodio considerado como histórico por los católicos hasta mediados del siglo xx y todavía sostenido como histórico por los católicos tradicionalistas, y ubicado por Straubinger  en los tiempos del cautiverio del rey Manasés.  

De bellas facciones, buena educación, celo religioso, gran riqueza y una gran pasión patriótica, Judit vive en la ciudad de Betulia, sitiada por el ejército invasor al mando del general Holofernes . Cuando la ciudad está a punto de rendirse, Judit acompañada de su criada se presenta en el campamento asirio y seduce a Holofernes, quien la invita a pasar la noche junto a él en su tienda. Una vez allí, lo embriaga y, cuando cae dormido, lo decapita con su propia espada. Luego, abandona el campamento llevando consigo la cabeza del líder invasor. Los hebreos cuelgan de la muralla el despojo y salen de la ciudad para enfrentarse a los asirios. En el campamento enemigo descubren el cuerpo mutilado y se dan cuenta de lo sucedido. Esto provoca el temor en el ejército que huye a la desbandada y es derrotado por los israelitas. Judit es aclamada como una heroína por el pueblo y el Sumo Sacerdote. ​ Después de esto, vive en su casa y no acepta ninguna propuesta de matrimonio. Antes de morir, libera a su doncella y cuando fallece es sepultada en la tumba de su esposo Manasés. Hasta muchos años después de su muerte, ningún enemigo amenaza a Israel.

1 comentario:

  1. Muchas gracias. Es un excelente regalo. Algún aspecto lo desconocía como el del candado en la boca. Será por eso que a veces he hechado en falta no tenerlo puesto yo.

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