AREA DE MACARENA-FERIA
Plaza Calderón de la Barca.
Plaza Calderón de la Barca. A la izquierda el palacio
de los marqueses de la Algaba, al fondo la iglesia de Ómnium Sanctórum y a la
derecha el Mercado
Desde
el siglo XIII se le conoce como plaza de la
Feria, por ubicarse en ella un mercado semanal.
Aunque
Margado habla de la plaza de Omnium Sanctorum, aquel topónimo lo conservó hasta
1868, en que fue sustituido por el de Serrano,
en honor del general Francisco Serrano Domínguez, duque de la Torre, designado regente del reino tras la caída
de Isabel II ese
mismo año.
En
1869 se le cambió por el de Calderón, en
recuerdo de Pedro Calderón, casi desconocido
escultor del siglo XVI, que participa en la ampliación del monumento de la Catedral.
Finalmente,
en 1931 se le dio el actual en memoria de Pedro
Calderón de la Barca (1600-1681), dramaturgo, autor entre otras obras de “La vida es sueño”,
quizás porque la coincidencia de apellidos y
lo desconocido del primero hizo que se le
identificase con el segundo, y de ahí que se
le completase más adelante el apellido.
El
diseño de esta plaza aparece enmascarado por
el complejo de edificios del mercado (ver) y
de la iglesia, que ocupan una buena parte del espacio público. Con el tiempo ha adquirido una forma sensiblemente rectangular de la
que carecía en principio.
Su frente de poniente se abre a la calle feria; el meridional está cerrado por la
parroquia de Omnium Sanctorum (ver), algo diagonal con relación al eje de la plaza, adosada a la cual
estaba el cementerio; el oriental, por la fachada de
la casa-palacio de los marqueses de La Algaba (ver); y el septentrional,
que es el único ocupado por casas, cuya linealidad es resultado de operaciones
realizadas durante siglos, ya que careció de ella,
como se puede ver en el plano de Olavide (1771) y otros posteriores, hasta finales
del siglo XIX.
En
este frente poseía soportales en los siglos XV
y XVI. Aparte de las calles que conforman la
plaza, al menos hasta el siglo XVI existió una
barrera a la entrada de Amargura, que acabó
integrada en la casa-palacio, y cuyo arranque es hoy perceptible.
Por las necesidades del mercado a
mediados del siglo
XV se construye una cisterna y posteriormente se le dota de una fuente,
adosada a la iglesia, que se conservó hasta
finales del siglo XIX, y que, según un documento de
aquella centuria, poseía dos leones de metal.
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