martes, 8 de octubre de 2024

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Poetas  

Juan de Arguijo.

Calle Arguijo (ver)


Juan de Arguijo nació en Sevilla el 9-9- 1567 en la collación de San Andrés, en una de las casas que conformarán su futura residencia. Hijo de Gaspar de Arguijo y Doña Petronila Manuel.

Su familia poseía una gran riqueza, sustentada por el tráfico de esclavos y el comercio con Honduras.  

Juan de Arguijo estudió en el colegio de la Compañía de Jesús de Sevilla (1576-1580), manteniéndose muy vinculado a la orden jesuítica durante el resto de su vida

Gracias a la preeminencia social y económica que había alcanzado la familia ostentará cargos y honores públicos como veinticuatro de la ciudad hispalense en 1590, cuyo cargo cederá a Juan de Zuñiga, como procurador de las Cortes en 1598 tras la muerte de Felipe II y Llavero Mayor de la Ciudad (encargado del depósito de grano) en 1592.

A finales de 1584, fue casado con la hija de Esteban Pérez, socio y amigo de su padre.

Al fallecer su padre en 1593, heredó un extenso patrimonio entre los que se encuentra la Casa de Arguijo, ya entonces un amplio espacio fruto de la adquisición de los inmuebles aledaños a la residencia inicial, y en la que invirtió una gran fortuna, hacia 1601, convirtiéndola en Casa-Palacio donde amparaba a poetas y artistas y acogía una restringida tertulia o Academia. Diseñó el programa iconográfico de la pintura del techo de la sala de la biblioteca, techo que se conserva actualmente en el palacio de Monsalve.  


Pintores, eruditos, poetas asistirían a su academia, allí podía encontrarse a Fernando de Herrera que, junto con Francisco de Medina y Francisco Pacheco el canónigo, dirigía la elite intelectual sevillana.

Estas reuniones o tertulias no tenían una periodicidad fija, ni actas, ni otros reglamentos como apunta Vicente Lleó en su discurso de entrada en la Academia de Buenas Letras de Sevilla y, la Casa de Arguijo debió ser una de las sedes de esta tertulia, como también lo fue la del pintor Pacheco o la del III Duque de Alcalá, Fernando Enríquez de Ribera, en la Casa de Pilatos.

La obra más sobresaliente, de Arnicio, sobrenombre poético con el que era conocido en su círculo literario, serán sus sonetos y poesías que, como era habitual en la época, quedaron inéditos.

Una recopilación de sus sonetos fue publicada por primera vez en 1841 por Juan de Colón, que reunió 61 de los 100 poemas que compuso a lo largo de su vida.

Juan de Arguijo (CC BY 3.0)


Entre sus sonetos es muy conocido el que dedicó a la vihuela, instrumento que debió tañer con mucho arte en las tertulias del momento, ya que era un reputado músico y cantante.

En vano os apercibo,
dulce instrumento mío,
si templar mi dolor con vos pretendo;
y la grandeza de mi mal ofendo,
si alentado confío
que pueda el corto alivio que recibo
con vuestro blando acento,
de mi antiguo tormento
en la memoria introducir olvido
¿Sois por ventura la famosa lira
del que al mar arrojado
supo aplacar su ira?...

Pero dilapidó su fortuna en lujos y su gran actividad como mecenas y donaciones piadosas, junto a la situación económica del momento con un fuerte retroceso del comercio americano.

Así, tras el ataque y saqueo de Cádiz en 1596, por parte de los ingleses, costeó personalmente la reconstrucción del Colegio jesuita y en 1597 cedió su sueldo de veinticuatro al colegio de san Hermenegildo, institución a la que pagó 1500 ducados anuales, rentre 1600 y 1603, para ser reconocido como fundador.

Igualmente, el13 de octubre de 1599 gastó una gran suma para recibir, en su finca de Tablantes, cercana a Sevilla, a la marquesa de Denia, esposa del Duque de Lerma.

La pérdida de su fortuna le obligó a vender al colegio de san Hermenegildo una finca de Utrera y en abril de 1605 pesaban varias hipotecas sobre el cortijo de Tablantes. En agosto de 1605 fueron embargados sus bienes y en diciembre de 1606 fue vendida en subasta pública su Casa-Palacio, y para evitar la cárcel se acogió, hacia 1608 o 1609, en la casa profesa de los jesuitas sevillanos.   En este lugar será sepultado a su muerte en 1622, en la capilla de la Concepción propiedad de la familia. Una losa de mármol blanco con el escudo de los Arguijo da testimonio de ello. 

Caído en desgracia, su amigo Lope de Vega siguió manteniendo con él una relación asidua, dedicándole en el libro IX de su Jerusalén Conquistada, los siguientes versos:

"Aquel cuya virtud jamás vencida,
En la persecución acrisolada,
Mostró tantos quilates en la vida
Que la piedra dejó toda dorada,
Aquél más excelente en la caída
Que estuvo en la fortuna levantada,
Si no es D. Juan de Arguijo sevillano
Es la misma virtud en velo humano"

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