martes, 5 de noviembre de 2024

 RUTAS POR SEVILLA: Ruta de las Cruces

Pozo Santo.

En uno de los laterales del patio del antiguo Hospital de la Misericordia (en el número 8 de la calle Misericordia), en la pared de un corredor con una doble arcada, y cubierto por una cristalera, se sitúa la Cruz del Pozo Santo.

Lateral del patio

Cruz del Pozo Santo a través de la cristalera del patio

En la plaza del Pozo Santo (ver) había un pozo público  y dice la leyenda, referida por Luis de Peraza y Diego Ortiz de Zúñiga (ver) : “Que un niño jugando se asomó a este pozo y al inclinarse cayó dentro de él, los padres que por la profundidad no podían sacarlo, imploraron a una imagen de la Virgen del cercano Hospital de la Misericordia, que tuviera piedad y salvara a su hijo. La Virgen escuchó la plegaria e hizo que las aguas subieran hasta el brocal del pozo con el niño sobre ellas y salvándole de morir ahogado, desde entonces este lugar se conoce como Plaza del Pozo Santo”.

En recuerdo de este suceso la vecina Hermandad de la Misericordia colocó una Cruz junto al pozo.

En 1842 por orden municipal fue retirada la misma, como tantas cruces de Sevilla que quedaron empotradas en fachadas de templos, y en este caso pasó al patio del hospital de la Misericordia, sobre un pedestal en el que se puede leer: 

“Colocada esta cruz en remotos tiempos por los padres de la Misericordia en el Pozo Santo para perpetuar la piadosa tradición sevillana del niño salvado permaneció en aquel lugar hasta el año 1842 en que mandose quitar las cruces de la vía publica recogida desde entonces y conservada en esta casa por acuerdo de la Junta Provincial de Beneficencia colocándose en este sitio en el año de N.S.J de 1907”.

Detalles de la Cruz

Detalles de la Cruz con los faroles laterales

Detalle del pedestal 

viernes, 1 de noviembre de 2024

RUTAS POR SEVILLA: Ruta Artística. Escritores  

Francisco de Quevedo.


Francisco Gómez de Quevedo Villegas y Santibáñez Cevallos nació en Madrid el 14 de septiembre de 1580, en el seno de una familia de hidalgos provenientes de la aldea de Vejoris (Santiurde de Toranzo), en las montañas de Cantabria. 

Nació cojo, por deformidad de ambos pies, y con una severa miopía. Fue bautizado en la parroquia de San Ginés el 26 de septiembre de 1580.

Su abuela era azafata de la infanta, su madre, María de Santibáñez, era dama de la reina, y su padre, Pedro Gómez de Quevedo, era el secretario de la hermana del rey Felipe II, María de Austria, y más tarde lo fue de la reina Ana de Austria, cuarta esposa del rey Felipe II.

Su padre falleció cuando tenía seis años y su hermano Pedro cuando contaba once años.

En 1591 le nombraron como tutor a un pariente lejano, Agustín de Villanueva, del Consejo de Aragón.

Dotado de una inteligencia precoz, con los jesuitas, en Ocaña, y luego en Alcalá de Henares, estudió lenguas clásicas, francés, italiano, filosofía, física y matemáticas, así como teología sin llegar a ordenarse, pero obteniendo el título de Bachiller el 1 de junio de 1600, y entre 1601 y 1605 estudia en la universidad de Valladolid.

En 1613 se traslada a Italia para servir al duque de Osuna, virrey primero en Sicilia y luego en Nápoles.

Durante su estancia italiana desempeñó importantes misiones como hombre de confianza del duque de Osuna, por ejemplo, como embajador ante el Papa Pablo V, como enviado especial para entrevistarse con el Monarca en el Escorial, como agente que preparaba la boda del marques de Peñafiel, primogénito del duque de Osuna con la hija del duque de Uceda, como encargado de llevar las contribuciones del Parlamento de Sicilia, y sobre todo de Nápoles a la Corona.   

En recompensa por estos servicios, y por recomendación del duque de Osuna, le fue concedida por el rey la Cruz de Santiago.  El hábito de Santiago, le fue solemnemente entregado el 8 de enero de 1618 por el duque de Uceda en las Bernardas (con ese hábito le retrataron Velázquez, alguien de su taller, y Pacheco).

Francisco de Quevedo y Villegas. Pacheco, Francisco. 1599. “El libro de descripción de verdaderos retratos, ilustres y memorables varones”

Desde 1619 a 1621, fue desterrado a la Torre de Juan de Abad, tras una breve prisión en Uclés, ocasionada por la caída del duque de Osuna, denunciado por complicidad en la Conjuración de Venecia.

La Torre Juan de Abad es un lugar pequeño, entre andaluz y manchego a unos 20 Km al sur de Villanueva de los Infantes (Ciudad Real), cuyo señorío había comprado su madre con todos sus ahorros para él antes de fallecer, pero los vecinos del lugar, no reconocieron esa compra y Quevedo pleiteará interminablemente con el concejo, y el pleito se resolverá a su favor, tras su muerte, en la persona de su heredero y sobrino Pedro Alderete.

En 1622 había vuelto a ser desterrado brevemente a la Torre, pues la “Junta para la Reformación de las Costumbre” le denunció por llevar una vida licenciosa, por vivir amancebado con una mujer llamada Ledesma de la que tenía hijos.

Pero los destierros mucho tuvieron que ver con el ascenso político del Conde Duque de Olivares, con el que mantenía una enemistad política y personal, por lo que la vuelta a Madrid le estuvo prohibida en varias ocasiones, siendo La Torre de Juan Abad, señorío de Quevedo, el pueblo donde escribió gran parte de su extensa obra literaria.

Sin embargo, durante el otoño de 1628 redactó “Lince de Italia” donde analiza la política española en Europa y la obra debió ser seductora, pues, fue llamado a Madrid por el cardenal Trejo (diciembre de 1628), presidente del Consejo Real, para algún empeño oficial, o para muchos, como insinúa Novoa, entre ellos para encargarle la propaganda a favor de las medidas económicas del conde-duque.

Fue denunciado anónimamente a la Inquisicion, pero él se auto-delató denunciando que los libreros habían impreso sin su permiso muchas de sus piezas satíricas haciéndose ricos a su costa.

En 1632 es nombrado secretario del monarca, lo que supuso la cumbre en su carrera cortesana, pero lleva una vida privada algo desordenada, por lo que su amigo, protector y mecenas, el duque de Medinaceli, hostigado por su mujer, lo obliga a casarse con doña Esperanza de Mendoza, ​ señora de Cetina, viuda y con hijos, y el matrimonio, realizado en 1634, apenas dura tres meses, y su mujer fallece en 1641.

Entre 1636 y 1639 Quevedo vivió aparentemente apartado de la política, incluso con largas estancias en su señorío manchego, pues le molestaban los festejos del nuevo Palacio del Buen Retiro (a cuya inauguración, en 1633, había acudido con Lope de Vega).

7 de diciembre de 1639 fuera detenido en las casas del duque de Alba, alquiladas por el duque de Medinaceli, que le alojaba, y llevado sigilosamente al Convento de San Marcos de León, como caballero del hábito de Santiago.

Intriga contra Francisco de Quevedo y Villegas en los jardines del palacio del Buen Retiro. Perez Rubio, Antonio. Hacia 1876. Óleo sobre lienzo. 55 x 90 cm. Museo del Prado. No expuesto. (CC BY 3.0)

La prisión del escritor tenía una base política, aunque se justificó por sus escritos satíricos y se formalizó con una acusación oficial de su amigo el Duque del Infantado que lo acusaba de ser confidente de los franceses, y se concluyó con el destierro del Duque de Medinaceli.

En la cárcel, envejecido y enfermo, pasó casi cuatro años, siendo liberado en junio de 1643, meses después de la caída del Conde-Duque de Olivares, a instancia de Juan de Chumacero, el nuevo Presidente del Consejo Real   

Volvió a Madrid, para retirarse nuevamente a La Torre, en donde trascurrió el último año de su vida, y murió el 14 de septiembre de 1645 en el Convento de Dominicos de Villanueva de los Infantes.

Se cuenta que su tumba fue profanada días después por un caballero que deseaba tener las espuelas de oro con que había sido enterrado y que dicho caballero murió al poco en justo castigo por tal atrevimiento. ​

Aunque no se sabe con certeza donde descansan sus restos, en 2009, parece que sus restos fueron identificados en la cripta de Santo Tomás de la iglesia de San Andrés Apóstol.

La primera impresión de sus poemas tuvo lugar en 1605, en la antología conocida con el nombre de “Primera parte de las flores de poetas ilustres de España”.

Dejó los poemas en manos de su amigo Jose Antonio González de Salas para hacer una edición póstuma, cuya primera parte salió en Madrid en 1648 con el título de “El Parnaso español, monte en dos cumbres dividido, con las nueve Musas”. Pero, González de Salas murió en 1651 sin publicar la segunda parte, así que el sobrino y heredero de Quevedo Pedro Aldrete o Alderete, hijo de su hermana Margarita, publicó “Las tres Musas últimas castellanas. Segunda cumbre del Parnaso español” (1670)

La obra poética de Quevedo, está constituida por unos 875 poemas y presenta ejemplos de casi todos los subgéneros de su época: poesía satírico-burlesca, amorosa, moral e inmoral, parodia de la poesía heroica, poemas descriptivos, religiosos, fúnebres, metafísicos y filosóficos de carácter neoestoico.

Destacan sobre todo sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo existencial y su angustia por el paso del tiempo.

Abominó de la estética del Culteranismo cuyo principal exponente, Luis de Gongora, fue violentamente atacado por Quevedo en sátiras personales

Además, fue un feroz antijudío y su judeofobia quedó reflejada "en todo tipo de escritos, incluyendo sus poemas satíricos"