lunes, 17 de noviembre de 2025

AREA MUSEO

Calle Alfonso XII.

De Plaza del Duque de la Victoria a la confluencia de Gravina y Plaza de la Puerta Real. Desembocan en ella, por la derecha, Santa Vicenta María, Jesús de la Vera-Cruz, Abad Gordillo, San Vicente, García Ramos y Redes; y por la izquierda, Silencio, Almirante Ulloa, plaza del Museo, Cepeda y Bailén.

Desde el s. XIII está documentada como calle de las Armas, nombre cuyo origen exacto no está bien determinado. Para González de León (ver), se llama así por “haber habitado en ella los armeros o fabricantes de armas”, mientras que Álvarez-Benavides (ver) lo explica de la siguiente manera: “la circunstancia de haber sido esta vía la primera de la ciudad que pisó ya vencedor San Fernando de sus enemigos, ocasionó se le diese el nombre de Armas, por ser éstas las que devolvieron al cristianismo una ciudad ocupada tanto tiempo por los estandartes agarenos”.

También se ha atribuido, como recoge Santiago Montoto (ver), a los numerosos escudos de armas de sus fachadas, pues por su privilegiada situación, en el arranque de la antigua Puerta de Goles, la calle fue habitada por familias de alta nobleza, que allí construyeron sus casas solariegas.

En 1873 no prosperó la propuesta de ponerle el nombre de Once de Junio, “en conmemoración de la memorable fecha con que las Cortes Constituyentes habrían votado la forma de gobierno Republicano Democrático Federal" (Sec. 10, 8-VI-1873).

El topónimo Armas se mantuvo, pues, hasta 1883, en que se rotuló Alfonso XII (1857-1885), en homenaje al monarca español.

En 1931 se sustituyó por el de Catorce de Abril, fecha de la proclamación de la Segunda República, hasta que en 1936 se repuso de nuevo.

Es una calle larga, de mediana anchura y configuración rectilínea. Algo más estrecha en su parte central, entre Silencio y Almirante Ulloa; se ensancha en la confluencia con la plaza del Museo, para estrecharse de nuevo y curvarse ligeramente hasta su final.

Su trazado actual no difiere sustancialmente del que debió tener en los siglos medievales y puede verse en la planimetría del XVIII (plano de Olavide), aunque en esta última fecha aún no estaba abierta la calle Silencio, trazada en 1868, ni el amplio espacio de la plaza del Museo. A lo largo de los siglos se cerraron también algunas barreduelas, casi siempre incorporadas a edificios, y se alinearon algunas casas (1880-1905 ...), lo que acentuó la rectitud de la calle, que, si toponímicamente concluye en la plaza de la Puerta Real, desde un punto de vista morfológico se extiende en realidad hasta la confluencia de Torneo y Marqués de Paradas, constituyendo un eje de penetración oeste-este al centro histórico y comercial de la ciudad. En el pasado esta penetración se hacía a través de la Puerta de Goles, que comunicaba a Sevilla con el arrabal de los Humeros y la zona del río.

Siempre fue la actual Alfonso XII una de las calles principales de Sevilla. Dice la leyenda que, por ella, pasando la Puerta de Goles, entró en la ciudad Fernando III. En 1570 sí lo hizo en verdad el rey Felipe II. En 1600 un veinticuatro la describe como una de las de “más peso que ay en la ciudad y donde de ordinario acuden los caballeros a pasearse”. En ella, en efecto, se celebraban carreras de caballos. Su condición de espacio noble lo pondera en 1830 Richard Ford cuando aconseja a los futuros turistas ingleses que si van a pasar el invierno en la ciudad lo hagan “en la calle de Armas o en algún otro lugar de la parroquia de San Vicente, que es el barrio aristocrático de Sevilla”.

 Allí fundó Santa Teresa Su primer convento (1575), antes de trasladarse la Orden a la casa de la calle Zaragoza (ver); y desde 1568 se localizaba también, a la altura del numo 42 actual, el convento de Mercedarias Descalzas (ver), conocido como de la Asunción, todavía en pie en la primera mitad del XIX.

En ella tuvieron asimismo sus talleres notables impresores como Fernando Díaz (s. XVll, Francisco de Lyra y José de San Román y Codina (siglos XVII-XVIII).

A mediados del S. XIX había una lujosa casa de baños cercana a la actual Santa Vicenta María. La calle, sin embargo, sufría con frecuencia las avenidas del cercano río, que por ella llevaba sus aguas al centro de la ciudad. En algunas de estas riadas (1821, 1853,1877 ... ) el municipio habilitó barcas para facilitar el tránsito por la zona.

Calle Alfonso XII durante la riada de abril de 1881. Foto de Emilio Beauchy

Como en otros lugares nobles de Sevilla, la antigua calle de Armas ha sido recogida y elogiada en diferentes textos literarios, muy especialmente en el Siglo de Oro.

Lope de Vega la pondera así en su comedia “La Niña de Plata”:

“¿Cómo esta calle se llama?

De las Armas

Conrazón

más pienso que de amor son,

con tanta bizarra dama;

y son las más peligrosas,

si esta calle es de sus armas;

que más que a cien hombres de armas

temo unas manos hermosas”.

 

Antes Juan de Mal Lara, en su “Recibimiento que Sevilla hizo al rey Felipe II”, había hecho una brillante descripción del embellecimiento y riqueza de sus casas en tan solemne ocasión.

Luis Vélez de Guevara en “El diablo cojuelo” sitúa en “Ia calle de las Armas que se sigue luego a siniestra mano “ el lugar donde el diablo llevó al personaje don Cleofás.

También la menciona Vicente Espinel (ver) en la Vida de Marcos de Obregón, y la evoca así el poeta Rafael Laffón (ver) una noche de Viernes Santo:

“Desde la capilla de San Antonio Abad, de aquel viejo hospital donde acorrían a los dañados del "fuego sacro”, por la calle de las Armas y hacia la calle de las Sierpes, fluye el reguero de la luz espectral con la solemnidad silente de una Vía Láctea macabra, por los cielos de la noche” (Discurso de las cofradías).

Según señala Álvarez-Benavides (ver), en una de sus casas vivió algún tiempo el general Miramón, presidente de la República de Méjico, fusilado en Querétaro junto con el emperador Maximiliano. Y en otra tuvo su gran biblioteca y famosa tertulia, en la segunda mitad del s. XIX, el marqués de Jerez de los Caballeros. Ali se reunía lo más señalado de la vida literaria e intelectual de la Sevilla de la época. (Diccionario Histórico de las Calles de Sevilla).

Hasta la desaparición de los tranvías en la década de los 50 del XX, discurría por la calle la linea de la Puerta Real, objeto de bromas entre los sevillanos por su proverbial lentitud.

Su caserío, en general bien conservado, a pesar de no pocos derribos en los años 70 y 80 del siglo XX, es muy heterogéneo y ofrece un contraste entre el buen porte de los edificios de los primeros tramos de la calle y el carácter más popular de las últimas casas, en los aledaños de la plaza de la Puerta Real. Alternan las grandes casas tradicionales sevillanas, con bellos patios y cierros al exterior, de tres plantas, con otras de escalera y algunos edificios modernistas y regionalistas que reflejan el carácter aristocrático que tradicionalmente tuvo este espacio, patente en algunos palacios y en varias construcciones religiosas. De la plaza del Museo en adelante la calle pierde ese carácter y sus construcciones adoptan un aire más popular y sencillo, sobre todo a la al tura de la plaza de la Puerta Real, donde algunas tienen los portales más bajos que el acerado, e incluso conservan en algún caso los llamados “balcones de palo” propios de la arquitectura popular de los siglos XVI y XVII.

Soportales a la altura de la plaza de Puerta Real

En varios puntos, las viejas casas derribadas han sido sustituidas por modernas construcciones de escasa personalidad. De las que aún se conservan merecen destacarse: 

Casa numero 21.

Obra de Aníbal González, de estilo modernista en su fachada y un patio neoplateresco.

Casa numero 21

Portada

Cancela

Patio

Casa número 27 y 29

Son dos edificios iguales encargados por Don Laureano Montoto, con bellísimas fachadas modernistas, construidas entre los años 1905 y 1906. La primera es un centro docente privado, y la segunda es un conjunto de viviendas particulares.

En la 29 podemos ver un magnífico balcón diseñado por el arquitecto Aníbal González (ver), quien se inspiró en el incipiente arte modernista y en los diseños de Antonio Gaudí (recordamos que finalizó sus estudios en Barcelona) para dar forma a esta hermosa balconada.

Casa numero 27

Detalle de la balconada

Casa numero 29

Detalle de la balconada

Casa número 34.

Muestra un azulejo con el texto de una leyenda sobre Alfonso XII.

Azulejo de la casa número 34

Detalle dela leyenda

Casa número 47.

Muestra un hermoso y grande azulejo.

Casa número 47

Detalle del azulejo

La 63, es una de las últimas obras del arquitecto Juan Talavera (1946) y posee cinco plantas.

Y la 66, de fines del XVIII o principios del XIX, tiene dos plantas y ático, y un azulejo del Gran Poder en su fachada.

También hay en la calle dos valiosos palacios:

El primero, en el núm. 17, está construido en el lugar del viejo palacio de los Monsalves (ver), con entrada por la calle del mismo nombre, fue propiedad de la Compañía Sevillana de Electricidad y hoy es sede de la Presidencia de la Junta de Andalucía. 

Casa número 48

Es la antigua casa del conde de Casa Galindo, antes llamada Casa de Andueza, un edificio neoclásico de dos plantas y gran portada de columnas, con una planta abuhardillada construida a fines de 1970 por el arquitecto Rafael Manzano y que altera el diseño tradicional del edificio (Leer mas).

Casa número 48. Casa Galindo

Escuela de Estudios Hispanoamericanos

Hay que aludir también a otro edificio, el núm. 16 (Leer más), construido en los años 50 del siglo XX y destinado a la Escuela de Estudios Hispanoamericanos, centro dependiente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas. Allí se celebraba una importante tertulia literaria en la década de los 50 (Club la Rábida). Es de inspiración neoclásica y ofrece un jardín delantero con palmeras y naranjos. 

Escuela de Estudios Hispanoamericanos

Iglesia del antiguo hospital de San Antonio Abad

Entre los edificios religiosos destaca el conjunto arquitectónico formado por la iglesia del antiguo hospital de San Antonio Abad (ver), edificada en el XVI y remodelada en el XVII I, y la capilla contigua de la Hermandad de Jesús Nazareno (El Silencio), obra también de este último siglo. Al parecer el primitivo hospital, destinado a enfermos afectados del “fuego sacro o de San Antón”, fue fundado por Alfonso X el Sabio. A principios del XVI se instaló allí la mencionada hermandad, que realiza su estación de penitencia en la madrugada del Viernes Santo. 

Iglesia del antiguo hospital de San Antonio Abad

Iglesia del antiguo colegio de San Gregario

En los números. 12 y 14 se ubican la casa y la iglesia del antiguo colegio de San Gregario (ver), llamado también de los ingleses, que los jesuitas fundaron en 1592. Tras la expulsión de la Orden en 1767, se le adjudicó a la Sociedad de Medicina, una de las más prestigiosas e innovadoras de España, luego constituida en Academia, que permaneció allí hasta las primeras décadas del siglo XX. En 1839 tuvo también su sede, interinamente, la de Buenas Letras. En la actualidad pertenece el templo a la Orden de la Merced y allí reside la Hermandad del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y María Santísima de Villaviciosa, que hace su estación de penitencia la tarde del Sábado Santo. 

Iglesia del antiguo colegio de San Gregorio

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