miércoles, 23 de agosto de 2023

RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes

Nuestra Señora de Rocamador.

La devoción a Nuestra Señora de Rocamador sería traída a Sevilla por las tropas francesas que ayudaron a la reconquista de la ciudad.

El 23 de noviembre de 1248, tras dos años de asedio, el rey Fernando III entra en Sevilla. En su ejército figura un nutrido grupo de caballeros que su primo, el rey Luis de Francia, le había enviado para la Santa Misión de reconquistar las tierras en poder del Islam.

Los caballeros franceses, en su mayoría occitanos, traen consigo una imagen de la virgen de gran veneración en su región.

Se trata de una virgen negra conocida como Nuestra Señora de Rocamadour.

El nombre le viene de la localidad gala de Rocamadour (Ròc Amador) donde el año 1162 unos monjes benedictinos encontraron en una cueva el cuerpo incorrupto de San Amador, un ermitaño al que la leyenda popular asigna la personalidad de Zaqueo, rico publicano de Jericó casado con La Verónica del Evangelio.

Pero, según una tradición que, como otras muchas, puede ser leyenda piadosa o historia verdadera, san Amador fue la persona que cuidó a la Virgen María en su ancianidad y que, cuando ella murió, continuó cuidando ancianos enfermos en Jerusalén.

Fernando III concede a estos caballeros diversos privilegios y, entre ellos, la construcción de un pequeño hospital y hospicio de ancianos, cuya capilla dedicaron, con una bellísima pintura mural gótica de influencias bizantinas, a Nuestra Señora de Rocamador. 

La devoción a la Virgen de Rocamador se extendió entre el pueblo sevillano, compartida con la Virgen del Rosario cuya hermandad tenía la sede en San Lorenzo.

Con el descubrimiento de América la devoción se expande por los nuevos territorios de forma que en muchos lugares de Colombia, México y Perú podemos encontrar imágenes con esta advocación.

Otras fuentes nos dicen que esta devoción por Nuestra Señora de Rocamador fue introducida por el rey Alfonso X el Sabio, hijo de Fernando III, que la nombra en varias Cantigas con esa advocación.

Iglesia de san Lorenzo (ver-leer mas)

Pues bien, a los pies del templo junto al coro y órgano, la Capilla de Nuestra Señora de Rocamador es del siglo XIV y hasta el siglo XIX estuvo cerrada con rejas, siendo el mausoleo de la familia Bucarelli, que residía en el cercano palacio que hoy pertenece a los condes de Santa Coloma, en la calle Santa Clara.

La pintura mural que representa a la Virgen, que es titular de la Hermandad Sacramental fusionada con la de la Soledad, es de gran tamaño y estilo claramente bizantino, está fechada a finales del siglo XIV o principios del XV, equiparable en antigüedad a las catedralicias de la Antigua y de los Remedios, y a la Virgen del Coral de san Ildefonso.

Destacable la imagen del Niño que en su mano izquierda lleva un pequeño pajarito, probable alegoría del alma humana que busca refugio al lado de Cristo. 

El retablo rococó que la rodea fue finalizado en el año 1751, estructurándose en torno a dos estípites que hacen de marco. 

Cuenta, asimismo, con una profusa ornamentación de rocalla, además de un relieve de la Anunciación en el ático.

Tanto la bóveda de la capilla como un lateral de la misma presentan pinturas del siglo XVIII, sobresaliendo el tema de La Presentación en el templo del Niño Jesús.  

En sendas repisas figuraban pequeñas imágenes de san Joaquín y santa Ana, sustituidas ocasionalmente por floreros.

El zócalo presenta azulejos de principios del siglo XVI del círculo de Hernando de Valladares. 

Vista del Retablo desde la nave central y desde la nave de la Epístola

Retablo e imagen de Nuestra Señora de Rocamador

Detalle de Nuestra Señora de Rocamador

Detalle del Niño 

Detalle de la mano del Niño con el pajarito

Detalle de la Anunciación en el ático

Detalle de san Joaquín y santa Ana

Repisa con florero
Frontal del retablo
Presentación en el templo del niño Jesús

Coronación de la Virgen el el ático

Detalle del techo de la capilla
Detalle del zócalo de azulejos 

1 comentario:

  1. Como todo lo que has publicado, está lleno de notas históricas de las que no tenía ni idea y también magníficamente iconografiado y descrito.

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