ALGUNOS PERSONAJES HISTÓRICOS EN LAS CALLES DE SEVILLA
Antolínez y Sarabria, Francisco.
Francisco Antolínez y Sarabia,
según su biógrafo Antonio Palomino, nació en Sevilla alrededor de 1644 y forma
parte del nomenclátor de las calles de la ciudad (ver).
Calle Antolínez
Estudió leyes en Sevilla
y aprendió pintura en la escuela de Murillo y asistió a la academia establecida
en la Casa Lonja de la ciudad en 1672.
En 1672 se desplaza a
Madrid y convive con su hermano José Antolínez hasta que este fallece en 1676.
Su hermano José era uno
de los pintores más originales del barroco español, pero era especialmente
pendenciero y muy diestro en el manejo de la espada, y por tanto implicado, en múltiples
ocasiones, en diversas reyertas. Algunos analistas afirman, aunque no está
constatado, que su prematura muerte, a los cuarenta años, se debió a uno de
estos habituales enfrentamientos.
Tras la muerte de su hermano,
regresa a Sevilla para ejercer la abogacía, pero también se interesa por otras
materias, especialmente por todo lo relacionado con la erudición intelectual
especialmente con la poesía y alternado su labor de letrado con la pintura.
Pero consideraba que la
pintura era un oficio mecánico y de menor rango que su profesión de abogado, por
lo que la practicaba en sus ratos de ocio y no firmaba sus obras “con la manía
de soy letrado, no pintor”, a pesar de que obtenía probablemente más ingresos con
la pintura que con el ejercicio del derecho. Por ello, solo se conoce una obra
firmada “La Adoración de los Pastores” de la Capilla de Scalas de la Catedral
de Sevilla y fechada en 1678.
Antonio Palomino, que
pudo conocerlo personalmente, lo describe como “maniático y extravagante” y un
tanto pendenciero por lo que no logró mantener mucho tiempo ningún empleo en su oficio de abogado", “porque
era de genio tan atronado, que si iba a algún lugar con algún empleo de
justicia a pocos lances salía a palos, o a uña de caballo”.
Su obra se encuentra
dispersa por conventos e iglesias de toda la geografía peninsular. Se
caracteriza por su habilidad y rapidez con la que pintaba lienzos de pequeño formato
con escenas bíblicas ambientadas en amplios fondos paisajísticos o arquitectónicos.
Cuadritos que ponía en venta por lugares públicos en series de seis, ocho o
doce “y que tenían, por su tamaño y valor decorativo, gran aceptación popular”.
Finalmente, se estableció
en Madrid definitivamente y tras enviudar, vistió habito clerical, pretendiendo
ordenarse de sacerdote sin llegar a conseguirlo y falleció hacia 1700.
Este lienzo forma parte de una
serie de seis escenas bíblicas que ya habían sido atribuidas a Antolínez por
Ceán Bermúdez en su “Descripción
artística de la catedral de Sevilla”, editada en 1804, y su
atribución pudo ser ratificada en 1982 al aparecer la firma tras una limpieza.
Otras obras se le habían atribuido
por los datos aportados por Palomino, y finalmente se han incorporado a su catálogo, tras la aparición de la firma en el lienzo de la Catedral de Sevilla, por
presentar rasgos semejantes. De estas
pueden mencionarse las de la serie dedicada a la vida de la Virgen, conservada
en el Museo del Prado.
La Huida a Egipto. Atribuido a Antolínez y Sarabria, Francisco. Segunda mitad del siglo XVIII. Óleo sobre lienzo. 45 x 73 cm. Museo del Prado. No expuesto
Estos lienzos proceden del Convento de San Felipe el Real de Madrid. Ingresó en el Museo del Prado procedente del Museo de la Trinidad. Atribuido tradicionalmente a Francisco Antolínez. Angulo estima que es de un artista anónimo, de estilo entre Antolínez, Arteaga y Juan Alfaro.
Muy desconocido y es una pena porque la obra es buena la Adoración de los magos de la capilla de la Scala de la Catedral me gusta mucho el clarooscuro
ResponderEliminarNo había oído hablar nunca de él ni conocia nada de su obra. Contigo Andrés aprendemos mucho de arte.
ResponderEliminarMe resulta muy interesante y es fantástico recuperar así conocimientos sobre el patrimonio sevillano. Muchas gracias.
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