RUTAS POR SEVILLA: Vírgenes
Virgen del Pilar. Catedral de Sevilla.
En el muro septentrional de la
Catedral e inmediata a la Puerta del Lagarto se sitúa la capilla de la Virgen
del Pilar.
El origen de esta capilla
reside en los caballeros aragoneses que participaron en la reconquista de
Sevilla, en 1248, a las órdenes de Fernando III, los llamados 100 caballeros aragoneses, pertenecientes a la Orden de San Jorge, que adquirieron este
espacio para sus enterramientos, dedicándolo a dar culto a su
principal devoción, la Virgen del Pilar.
A principios del siglo XVI, el patronazgo de la
capilla pasó a manos de Francisco Pinelli, comerciante nacido en Génova, pero residente
en Sevilla desde 1.476, que contribuyó ampliamente a la financiación de la
campaña de la conquista de Granada por parte de los Reyes Católicos, convirtiéndose
en uno de los linajes más importantes de la ciudad, como para construir un
palacio en la calle Abades (la actual Casa de los Pinelo), una de las primeras
edificaciones renacentistas de la ciudad.
El retablo de la Virgen del Pilar es barroco, del
siglo XVII. Se trata de un arcosolio abocinado, con una moldura exterior de
forma conopial, recubierto de madera tallada con abundantes relieves de roleos,
formas geométricas, hojas de acanto y racimos de uvas. Mármoles rojos y blancos
decoran el altar y la parte inferior. A los lados de la Virgen están situadas
las figuras de San Pedro y San Pablo.
La Virgen del Pilar, es una obra totalmente
original en la iconografía de esta advocación de la Virgen. Está realizada en
barro cocido y policromado, y está firmada por el artista Pedro Millán (ver) en
torno a 1500.
Una cabeza de ángel aparece a los pies de la
Virgen.
El profesor Hernández Díaz hace
una descripción de esta imagen: “La Señora está
representada en figura de gran hermosura y empaque señorial, sobre un pilar, con
dejo de tristeza en su rostro, correspondiente sin duda a la llamada
“Melancolía de la Pasión”. El Niño sostiene la esfera terráquea y bendice con
la diestra, con carácter deífico, compartible con la gracia y donosura de su
atractivo realismo confirmado en el gesto de ternura por el que la
Madre sostiene el pie de Jesús”.
Destacamos el detalle de la mano de la virgen que sostiene y acaricia
el pie del Niño.
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