ALGUNAS LEYENDAS DE SEVILLA
La puerta de la
Barqueta se denominó de Bib-Arragel o Vib-Arragel, probablemente una forma
castellanizada del topónimo andalusí Bab-al-Ragwal o camino o Puerta de Alcalá
del Río (Qalat Ragwal) (ver).
La Puerta de la Barqueta, también llamada Puerta de Vib-Arragel o de la Almenilla
Finalmente, en
el siglo XVIII, se denomina de la Barqueta, porque en ella se cogía la barca
que, desde los siglos medievales, permitía cruzar el rio de una orilla a otra,
hacia Santiponce y otros pueblos próximos, evitando caminar hasta el distante
puente de barcas.
En el plano de
Olavides, de 1771, se observa una extensa plaza, dentro de la puerta, conocida
como de Vivarragel, permaneciendo la forma acodada de tiempo almohade.
Localización de las Puertas y Postigos de Sevilla en el plano de Pablo de Olavide de 1771
No tuvo trascendencia comercial ni artística, pues su gran utilidad era
frenar el desbordamiento habitual de las aguas del rio, debido a que se situaba
por donde pasaba el antiguo cauce del Guadalquivir de la época romana hacia la
Alameda y la Campana.
Por ello, era una puerta robusta con múltiples construcciones de defensa en
su entorno, malecones y diques de contención y presentaba una plaza denominada
de Vid-Arragel y unos espacios elevados como
el “Patín de las Damas” o la “Blanquilla” (ver).
Extracto del plano de 1860, con la localización de la Puerta de la Barqueta
Estos espacios elevados se alcanzaban a través de una escalera
y constituían una zona de agradables paseos en verano, pero con los días grisáceos
del otoño, el blanquillo dejaba de ser ese paseo alegre y soleado para
convertirse en un lugar sombrío y especialmente por las noches se convertía en
una zona lúgubre de espectros y duendes.
Para los vecinos de la Macarena era un lugar maldito y se
aseguraba que en los malecones de la barqueta habitaban espectros y que las
brujas celebraban abominables aquelarres.
Se contaba que un moro enterró viva a una de sus hijas doncella
porque dejó de serlo por cierto caballero cristiano y también que cierto día
aparecieron los cadáveres de dos amantes que habían aprovechado su soledad para
sus expansiones amorosas.
Patín de las Damas
En este barrio de la Macarena residía un personaje bravucón,
apodado el “Terme”, que se jactaba de su valentía y de haber matado en pendencias
a otros hombres.
En una oscura noche de invierno estando bebiendo con unos
amigos en una taberna, surgió el tema de un fantasma del Blanquillo que a las
doce en punto de la noche solía pasearse por la muralla hasta el convento de
san Juan de Acre.
En su situación de euforia alcohólica y dada su habitual chulería,
apostó con sus compadres que se enfrentaría a dicho fantasma, y se dirigió
hacia la plaza de Vib-Arragel para subir por una de las escaleras que
facilitaban el acceso a la explanada del Blanquillo y Patín de las Damas.
Se sorprendió al ver que por el filo del asiento que rodeaba
el Patín de la Damas se acercaba una figura cubierta con un traje blanco, con
el rostro tapado por un capuchón, y que llevaba en su mano derecha una larga
vara, en cuyo extremo superior ardía una llama azulada.
A pesar de su valentía se sintió amenazado y disparó dos
veces con su pistolón al personaje blanco, pero se asombró cuando este se sacó
las dos balas con su mano izquierda al mismo tiempo que con su mano derecha elevaba
su bastón al cielo para después dirigirlo hacia él.
Por la mañana, los alguaciles encontraron el cuerpo calcinado del “Terme” en la explanada del Blanquillo y consideraron que había sido alcanzado por un rayo durante la tormenta de la noche anterior, aunque todo el vecindario intuía lo sucedido pero no se atrevían a manifestarlo por miedo a la Santa Inquisición.
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