RUTAS POR SEVILLA: Santos y Santas
Santa Rosa de Lima.
Isabel Flores de Oliva
nació en Lima,
capital del virreinato del Perú, el 20 de abril del año 1586.
Era hija de
Gaspar Flores, arcabucero de la guardia virreinal, natural de San Juan del
Puerto de la provincia de Cáceres, y María de Oliva y Herrera, hilandera y
costurera, natural de Huánuco.
Fue
bautizada, con el nombre de Isabel, el
25 de mayo de 1586, en
la parroquia de San Sebastián de Lima, por
el sacerdote Antonio Polanco, siendo
sus padrinos Hernando de Valdés y María Orozco.
A los tres meses de
edad, la criada que la cuidaba aseguró que el rostro de la pequeña se
transformó en una rosa, por lo que, desde entonces, se le llamó Rosa.
Con este nombre
de Rosa recibió el sacramento de la confirmación de manos del arzobispo de
Lima, santo Toribio Alfonso de Mogrovejo, quien efectuaba una visita pastoral al
pueblo serrano de Quives (localidad andina de la cuenca del rio Chillón,
cercana a Lima), donde su familia se había trasladado al asumir su padre el
empleo de administrador de una empresa, donde se refinaba mineral de plata.
La
sociedad de su época, propia de un periodo colonial, estaba constituida por familias
pudientes, otras de pequeños propietarios y la gran mayoría de campesinos,
negros y mulatos, que eran tratados como esclavos. La familia de Isabel se
correspondía con la de pequeños propietarios, que le permitieron dar una
educación humana, además de proporcionarle una sólida formación cristiana.
Pero, su padre fracasó en el
negocio de minas y la familia regresó a Lima en situación de extrema pobreza, por lo que Rosa trabajaba
el día entero en el huerto y bordaba para diferentes familias de la ciudad. Al
mismo tiempo se integró en la humillante pobreza de la antigua población inca,
maltratada por los hidalgos españoles.
El lienzo representa
a Santa Rosa de Lima, que viste el hábito de las dominicas y aparece
arrodillada y observando profundamente emocionada al Niño Jesús, que descansa sobre una
almohada colocada sobre un cesto de costura.
Desde muy pequeña y en secreto, comenzó
a ayunar tres veces a la semana y a castigarse con duras penitencias, emulando
a la terciaria dominica Santa Catalina de Siena. De tal manera que cuando comenzó a tener
sus primeros pretendientes, se cortó su cabello y se echó pimienta a la
cara,
para poder rechazarlos y dedicarse a su único deseo que era servir a Dios y
estudiar el Sagrado Sacramento.
Hizo voto de virginidad y quería irse de monja agustina, pero
su padre se lo prohibió, y curiosamente el día en que se arrodilló para solicitar a la Virgen Santísima que le ayudara
en su deseo de ingresar en el cenobio, sintió que no podía levantarse del suelo,
a pesar de la ayuda de su hermano Hernando. Entonces se dio cuenta de que la
voluntad de Dios era otra y le dijo a Nuestra Señora: "Oh Madre Celestial,
si Dios no quiere que yo me vaya a un convento, desisto desde ahora de su
idea". Tan pronto pronunció estas palabras pudo levantarse del suelo
fácilmente, y finalmente decidió ingresar en la tercera orden de Santo Domingo a
imitación de su admirada Santa Catalina de Siena.
A
partir de entonces, hacia
1615, y con la ayuda de su hermano
Hernando, construyó una pequeña celda o ermita en el jardín de la casa de sus
padres, donde se recogía a orar y a hacer penitencia, practicando un severísimo
ascetismo, con corona de espinas bajo el velo.
Simultáneamente creó como un albergue o enfermería o pequeño
hospital dedicándose
a la educación cristiana de los niños y al cuidado de los enfermos
y ancianos abandonados, sobre todo a los indios y mestizos. En estos menesteres parece, aunque
no existe documentación al respecto, le ayudó el fraile mulato Martin de
Porres.
En
1615, se le atribuye el milagro de evitar la invasión de Lima por
piratas holandeses.
Rosa se reunió con las mujeres de Lima en la Iglesia de Nuestra Señora del
Rosario, para orar por la salvación de Lima, y misteriosamente el capitán de la
flota neerlandesa falleció en su barco, por lo que sus naves se retiraron sin
atacar el Callao. Y a Rosa se le representa portando a la Ciudad sostenida por
el ancla.
Uno de los momentos importantes de su
vida es el desposorio místico. El Domingo de Ramos de 1617, en el Templo
de santo Domingo de Lima, al no recibir la palma que debía portar en la
procesión, se dirigió a la Capilla del Rosario y orando ante la Virgen, sintió la llamada del Niño Jesús de la imagen, que le dijo: “Rosa de Mi Corazón, yo te
quiero por Esposa”, a lo que ella respondió: “Aquí tienes Señor a tu humilde
esclava”.
A
los 30 años enfermó gravemente de tuberculosis y fue acogida en la
casa de Gonzalo de la Maza, un contador notable del Gobierno virreinal, y de su
esposa María de Uzategui, donde falleció un año después, a los 31 años de edad,
el 24 de agosto de 1617, fiesta de San Bartolomé, como ella
misma había profetizado y contado al padre Leonardo Hansen.
En el lecho de muerte, Gonzalo de la
Maza hizo retratar el rostro de Rosa por el pintor italiano Angelino Medoro.
Cuenta la leyenda que cuando su cuerpo fue trasladado a la Capilla del Rosario, la Virgen le sonrió, y la multitud de personas que estaba presente lo consideró un milagro.
Desde el año 1969, es venerada cada 23 de agosto, el día anterior al aniversario de su muerte.
Su
cuerpo se venera en la Basílica dominicana de Santo Domingo en Lima.
Se
conserva como reliquia la ermita donde ella rezaba y también la
habitación donde dormía, la habitación (el corazón del santuario) en la cual
nació y la enfermería donde atendía a sus hermanos necesitados.
En 1668, fue
beatificada por el Papa Clemente IX, en 1670 fue declarada patrona principal
de América, Filipinas y las Indias Orientales y el 12 de abril de 1671 fue
canonizada por Clemente X, como primera santa natural de América.
La
tradición cuenta que el papa Clemente X, luego de oír los argumentos sobre su
canonización dijo: “Patrona y Santa ¿Y Rosa? que llueva flores sobre mi
escritorio si es verdad”. Y efectivamente, al instante se produjo
una lluvia de rosas sobre su mesa.
En
1747 se construyó en Arequipa el Monasterio de Santa Rosa, dedicado a la santa
limeña y que hasta la fecha alberga una comunidad de religiosas dominicas de
clausura.
El Papa
Inocencio IX dijo de esta santa un elogio admirable: "Probablemente no ha
habido en América un misionero que con sus predicaciones haya logrado más
conversiones que las que Rosa de Lima obtuvo con su oración y sus
mortificaciones".
Capilla del Dulce Nombre. Hermandad de
Vera-Cruz (ver)
En el
Altar Mayor. En el primer cuerpo, en la calle del Evangelio (la izquierda,
mirando de frente), una talla de bulto redondo de San Agustín y, a la derecha,
otra de Santa Rosa de Lima (de Santa María).
Cuadro de Santa Rosa de Lima de autor anónimo en el lateral
del presbiterio
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